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Las armas no son responsables

Redacción
17 de junio, 2016

Hace una semana ocurrió un hecho deleznable. Una vez más, otro islamita antisocial, presuntamente homosexual, asesinó a más de 49 personas en un bar en Orlando ubicado en un área en donde la portación de armas está prohibida por mandato gubernamental.

Las manifestaciones de rechazo a esta masacre y a quien la perpetúo fueron inmediatas. Pero también lo fueron las discusiones que surgieron otra vez alrededor del tema de la portación de armas. Habrá quienes piensen que esta es una discusión muy alejada de nuestra realidad pues en Guatemala ese no es un tema que “esté sobre la mesa”. Sin embargo, es necesario que recordemos las declaraciones vertidas hace un año por el ahora ex-ministro de Gobernación Mauricio López Bonilla: “Se deben sacar todas las armas del escenario para detener la violencia. El eje principal para terminar con la delincuencia es DESPISTOLIZAR a los guatemalteco”.

 

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Entonces, ¿es realmente justa y efectiva la prohibición de las armas?

En una carta a John Madison, Thomas Jefferson escribió (citando a Cesar Beccaria) que “Las leyes que prohíben el uso de armas son de la misma naturaleza: desarman a quienes no están inclinados a cometer crímenes […] Leyes de ese tipo hacen las cosas más difíciles para los asaltados y más fáciles para los asaltantes, sirven para estimular el homicidio en lugar de prevenirlo ya que un hombre desarmado puede ser asaltado con más seguridad por el asaltante”.

Lo anterior establece claramente las consecuencias de la prohibición de las armas. Prohibición que resulta en la violación del derecho individual a la legítima defensa, el principio que le garantiza a cada individuo la facultad de defenderse ante una vulneración a sus derechos por parte de un particular, un grupo o el mismísimo gobierno, y de utilizar los medios necesarios para hacerlo, es decir, las armas, si es necesario.

El día del ataque escribí: “no culpen a las armas, estas no piensan ni actúan por sí solas. Culpen a los partidarios de ideologías religiosas irracionales y de odio, que toman las armas y asesinan individuos” y es que el problema radica en los sujetos peligrosos que utilizan las armas, no en las armas en sí mismas.

Además, es absurdo pretender que un asesino será respetuoso de la ley y en un lugar “libre de armas” se abstendrá de disparar. Por el contrario, un grupo de víctimas desarmadas es la presa ideal para un criminal o para un gobernante que quiere eliminar todo tipo de limitaciones físicas para poder abusar del poder del que dispone. La misma evidencia empírica demuestra que esta afirmación es cierta, tan solo pregúntese, ¿que tienen en común París, Orlando y Bruselas? y ¿qué tenían en común la China de Mao, la Rusia de Stalin, la Italia de Mussolini y la Cuba de Castro? Exactamente, legislación que prohibía o restringe al mínimo la portación y tenencia de armas.

En el Jefferson’s Commonplace Book, un libro que recopila escritos diversos del padre fundador de los Estados Unidos Thomas Jefferson, este cita otra vez a Beccaria y continúa diciendo que “la prohibición de contar con armas es lo mismo que prohibir el uso del fuego porque quema o el agua porque ahoga”. De esto de esto me acordé cuando leí que en los Estados Unidos las muertes por accidentes de tránsito son casi iguales a las muertes ocasionadas por arma de fuego. ¿Entonces, por qué no prohibir también los automóviles, o los aviones, recordando que dos de estos se utilizaron para acabar con la vida de cientos de personas aquel nueve de septiembre? Al final, todo se reduce a lo mismo, quien quiere acabar con la vida de personas encontrará los medios para hacerlo. Por ello, la importancia aquí está en la responsabilidad individual en lo que al manejo de armas se refiere. Las únicas personas a las que no debe permitirse poseer, portar o comprar un arma es a aquellas con antecedentes penales relacionados a la perpetración de crímenes con armas y a quienes padezcan de un trastorno psicológico científicamente comprobado.

El argumento anterior es el que vale con respecto al porqué de la negativa ante la prohibición de armas. Sin embargo, es válido mencionar que en los Estados Unidos, a pesar de que existen 22,000 leyes que regulan las armas, asesinatos y masacres se siguen cometiendo. Si quieres conocer más de los mitos al rededor de los cuales giran los argumentos de quienes abogan por la prohibición así como las consecuencias de aplicar tales argumentos en la práctica, te recomiendo visitar los siguientes enlaces:

  1. Gun Facts
  2. Costs and Consequences of Gun Control
  3. Lies and statistics about Gun Control

Retirarle las armas a los ciudadanos que respetan la ley presupone que las armas son las culpables de los crímenes violentos y desvía la responsabilidad de los individuos a los objetos. Lo dije con anterioridad y merece ser repetido: las pistolas no matan personas, las personas sí.

Las armas no son responsables

Redacción
17 de junio, 2016

Hace una semana ocurrió un hecho deleznable. Una vez más, otro islamita antisocial, presuntamente homosexual, asesinó a más de 49 personas en un bar en Orlando ubicado en un área en donde la portación de armas está prohibida por mandato gubernamental.

Las manifestaciones de rechazo a esta masacre y a quien la perpetúo fueron inmediatas. Pero también lo fueron las discusiones que surgieron otra vez alrededor del tema de la portación de armas. Habrá quienes piensen que esta es una discusión muy alejada de nuestra realidad pues en Guatemala ese no es un tema que “esté sobre la mesa”. Sin embargo, es necesario que recordemos las declaraciones vertidas hace un año por el ahora ex-ministro de Gobernación Mauricio López Bonilla: “Se deben sacar todas las armas del escenario para detener la violencia. El eje principal para terminar con la delincuencia es DESPISTOLIZAR a los guatemalteco”.

 

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Entonces, ¿es realmente justa y efectiva la prohibición de las armas?

En una carta a John Madison, Thomas Jefferson escribió (citando a Cesar Beccaria) que “Las leyes que prohíben el uso de armas son de la misma naturaleza: desarman a quienes no están inclinados a cometer crímenes […] Leyes de ese tipo hacen las cosas más difíciles para los asaltados y más fáciles para los asaltantes, sirven para estimular el homicidio en lugar de prevenirlo ya que un hombre desarmado puede ser asaltado con más seguridad por el asaltante”.

Lo anterior establece claramente las consecuencias de la prohibición de las armas. Prohibición que resulta en la violación del derecho individual a la legítima defensa, el principio que le garantiza a cada individuo la facultad de defenderse ante una vulneración a sus derechos por parte de un particular, un grupo o el mismísimo gobierno, y de utilizar los medios necesarios para hacerlo, es decir, las armas, si es necesario.

El día del ataque escribí: “no culpen a las armas, estas no piensan ni actúan por sí solas. Culpen a los partidarios de ideologías religiosas irracionales y de odio, que toman las armas y asesinan individuos” y es que el problema radica en los sujetos peligrosos que utilizan las armas, no en las armas en sí mismas.

Además, es absurdo pretender que un asesino será respetuoso de la ley y en un lugar “libre de armas” se abstendrá de disparar. Por el contrario, un grupo de víctimas desarmadas es la presa ideal para un criminal o para un gobernante que quiere eliminar todo tipo de limitaciones físicas para poder abusar del poder del que dispone. La misma evidencia empírica demuestra que esta afirmación es cierta, tan solo pregúntese, ¿que tienen en común París, Orlando y Bruselas? y ¿qué tenían en común la China de Mao, la Rusia de Stalin, la Italia de Mussolini y la Cuba de Castro? Exactamente, legislación que prohibía o restringe al mínimo la portación y tenencia de armas.

En el Jefferson’s Commonplace Book, un libro que recopila escritos diversos del padre fundador de los Estados Unidos Thomas Jefferson, este cita otra vez a Beccaria y continúa diciendo que “la prohibición de contar con armas es lo mismo que prohibir el uso del fuego porque quema o el agua porque ahoga”. De esto de esto me acordé cuando leí que en los Estados Unidos las muertes por accidentes de tránsito son casi iguales a las muertes ocasionadas por arma de fuego. ¿Entonces, por qué no prohibir también los automóviles, o los aviones, recordando que dos de estos se utilizaron para acabar con la vida de cientos de personas aquel nueve de septiembre? Al final, todo se reduce a lo mismo, quien quiere acabar con la vida de personas encontrará los medios para hacerlo. Por ello, la importancia aquí está en la responsabilidad individual en lo que al manejo de armas se refiere. Las únicas personas a las que no debe permitirse poseer, portar o comprar un arma es a aquellas con antecedentes penales relacionados a la perpetración de crímenes con armas y a quienes padezcan de un trastorno psicológico científicamente comprobado.

El argumento anterior es el que vale con respecto al porqué de la negativa ante la prohibición de armas. Sin embargo, es válido mencionar que en los Estados Unidos, a pesar de que existen 22,000 leyes que regulan las armas, asesinatos y masacres se siguen cometiendo. Si quieres conocer más de los mitos al rededor de los cuales giran los argumentos de quienes abogan por la prohibición así como las consecuencias de aplicar tales argumentos en la práctica, te recomiendo visitar los siguientes enlaces:

  1. Gun Facts
  2. Costs and Consequences of Gun Control
  3. Lies and statistics about Gun Control

Retirarle las armas a los ciudadanos que respetan la ley presupone que las armas son las culpables de los crímenes violentos y desvía la responsabilidad de los individuos a los objetos. Lo dije con anterioridad y merece ser repetido: las pistolas no matan personas, las personas sí.