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OBJETIVISMO: ¿TIENEN DERECHOS LOS ANIMALES? 2nda Parte

Redacción
28 de junio, 2016

En mi artículo anterior escribí que los derechos son principios morales que definen y sancionan la libertad de acción de la persona en un contexto social. Son reglas morales que promueven la persuasión en lugar de la coerción. Son los principios morales que validan que la conducta correcta en un contexto social es la conducta prudente, racionalmente egoísta, sin impedimento alguno. Y que no hay modo de aplicar la moralidad al amoral o de persuadir al ser no conceptual. Por lo tanto no son aplicables a los animales. Un animal no necesita validar su conducta. No actúa por derecho o por permiso. Percibe objetos y simplemente reacciona como debe.
Un amigo, después de leer mi artículo, me escribió lo siguiente: “Hola Warren, hemos hablado bastante sobre este tema y me alegra que hayas investigados las diversos posturas respecto al tema, en particular la de Peter Singer. Quisiera hacer ver algunos puntos: (1) En tu documento indicas, cito: “Pero no hay modo de aplicar la moralidad al amoral o de persuadir al ser no conceptual.” Si te entiendo bien, un bebé o una persona que pierde sus facultades conceptuales, ¿dejaría de tener derechos? ¿Qué pasa si un niño nace con facultades conceptuales limitadas? ¿Tendría derechos? Hay un caso de un bebé que tiene anencefalia. ¿Dentro del objetivismo, este niño tampoco tendría derechos? ¿Y si sí, y no entendí, cuál sería el argumento para que los tenga? … ¿Sería válido dentro del objetivismo que a este niño, como no tiene facultad conceptual, se le asigne el término: propiedad de la madre?
Hace algún tiempo compartí este video que siempre me ha gustado mucho. Es un video sobre el encuentro de Jonathan Rossouw con unos gorilas en Uganda.” (Dichos gorilas viven en un parque donde los humanos los visitan regularmente. El fotógrafo se quedó sentado muy quieto cuando los gorilas pasaban y mientras una curiosa le tocó su pelo gris.) Sigo con la cita: “Asumamos que dichos gorilas no son propiedad de nadie, es decir, son salvajes.” (En realidad son propiedad del parque donde son cuidados.) “Según la lógica objetivista, los fotógrafos podrían haber aprovechado la “confianza” que mostraron los gorilas para matarlos y volverlos sacos de pieles ya que los necesitan para sobrevivir. ¿Entiendo que tal acto no tendría ningún tipo de problema moral?”
El problema aquí es que mi amigo aún no tiene claro que son los derechos individuales. Estos son un concepto moral, un principio ético para establecer cómo deben ser las interrelaciones personales en sociedad. Según la moral objetivista, uno debe usar su razón para identificar lo que lo beneficia y distinguirlo de lo que lo perjudica, para así actuar buscando aquello que promueve su vida y evitar aquello que la destruye. Es una ética prudencial. El concepto de “derecho” enfatiza que es “correcto” que uno pueda actuar de acuerdo a su mejor juicio. (Acción correcta, recta, derecha.) Lo que exige de los demás individuos de la sociedad es que respeten el que uno pueda actuar de acuerdo a su mejor juicio (derecho a la libertad), para vivir uno su vida como quiera (derecho a la vida), utilizando uno sus bienes como considere conveniente para lograr ese fin (derecho a la propiedad).
Ahora, apliquemos ese concepto a la criatura con anencefalia: ¿Se debe respetar el que el anencefálico actúe de acuerdo a su mejor juicio? ¿Qué sucedería si lo dejamos actuar? De hecho el anencefálico no puede ni tan siquiera actuar por sí mismo. Recordemos que la acción humana es deliberativa. ¿Puede el anencefálico juzgar que es lo que le conviene?
Apliquemos ahora el principio al bebé: ¿Debemos dejar al bebé sólo y respetar que actué de acuerdo a su mejor juicio? ¿Va a poder actuar moralmente, es decir, va a poder distinguir lo que lo beneficia de lo que lo perjudica y actuar de acuerdo a esa identificación? No es tan siquiera probable. Sabemos que el bebé no puede sobrevivir sin la ayuda de sus padres.
Apliquemos ahora el principio a los animales: ¿Debemos respetar que el león actúe para comernos? O, ¿Será que podemos persuadirlo que lo que más le conviene al largo plazo es no comernos e intercambiar algún servicio por comida? ¿Y al gorila, podemos persuadirlo de que no ataque si decide hacerlo? Si el gorila no ataca, no hay problema. Pero si decide atacar, ¿podemos exigirle que respete nuestros derechos individuales? ¿Y al mosquito anofeles?
Es evidente que no se les puede exigir que respeten nuestros derechos individuales, que no hay modo de aplicar la moralidad a alguno de ellos por ser amorales, es decir que no basan sus acciones en principios morales, ni se les puede persuadir al ser su consciencia no conceptual.
El concepto de “derecho” es para exigir la libertad de acción. El “derecho a la vida” es para poder actuar de acuerdo al mejor juicio de uno para hacer lo que legítimamente conduce a vivir la vida que uno desea, para florecer, sin la interferencia de los demás. Este principio no obliga a los demás a mantenerlo a uno con vida, con la vida que uno desea –con casa, educación, buena alimentación, buen carro, buen conyugue, etc. Sólo los obliga a no interferir, a no usar la fuerza para evitar que uno actúe de acuerdo a su mejor juicio. Exige de los demás no coaccionarlo a uno a actuar en contra y en contradicción al propio juicio.
Por ser principios morales que definen y sancionan la libertad de acción de la persona en un contexto social, el concepto de derecho no tiene sentido sin el de sociedad, es decir, sin el de la asociación de comerciantes libres que intercambian voluntariamente su propiedad por la propiedad de los otros. Esta cooperación social se da porque el individuo identifica que su interés de llegar a vivir mejor sólo puede lograrlo en sociedad y dividiéndose el trabajo. Para que se dé esta cooperación, esta división del trabajo e intercambio de lo producido, cada individuo espera respeto de parte del otro como aquel de parte de él. Espera entonces, un estado de derecho.
El humano no tiene una relación social con los animales, y por tanto, no tiene una relación regida por los derechos individuales. Sin embargo, esto no quiere decir que no se condene el maltrato a los animales. Como la vida es un valor para nosotros podemos entender que es un valora para otros seres vivos. También comprendemos que los animales tienen la capacidad de sentir agonía y sufrimiento. La simpatía y compasión, derivados del griego y latín respectivamente, y que quieren decir: “sentir con”, se refieren a la habilidad humana de percibir los estados mentales y sentimientos de otros, y de considerarlos como propios, sintiendo, como resultado, cierta afinidad con el ser en cuestión. Es por esa compasión que nos repugna ver que se provoque un sufrimiento innecesario a otro ser vivo, y que condenemos a quien disfruta haciéndolo. Es por esa compasión que elaboramos leyes protegiendo a animales domésticos y a animales en parques de conservación. Pero no es porque los animales tengan derechos. Cuando es necesario para la supervivencia y florecimiento del humano, éste puede utilizar a otras especies como medios para sus fines porque las necesidades del hombre son la raíz del concepto “moral”.
Entonces, contestando a mi amigo, no hay ninguna lógica objetivista que justifique el que los fotógrafos pudieran aprovechar la “confianza” que mostraron los gorilas, confianza derivada de su constante exposición a humanos que no representan un peligro para éstos debido a estar en un área protegida, para matarlos y volverlos sacos de pieles, “ya que los necesitan para sobrevivir”, afirmación totalmente arbitraria dado que los fotógrafos viven de fotografiar animales salvajes.
Y por último, es el principio de responsabilidad, el hábito de honrar la obligación elegida, la que determina el que los padres cuiden y eduquen al bebé para que eventualmente pueda razonar bien y así vivir de acuerdo a su mejor juicio. El cuidado que los demás miembros de la sociedad ofrecen al niño se derivan del principio de la empatía y la benevolencia –el hábito de tener buena voluntad hacia los demás y respetarlos- que es el medio para fomentar y cultivar relaciones de intercambio voluntario y cooperación del que las partes involucradas derivan beneficio mutuo, al reconocer en él un potencial socio.

OBJETIVISMO: ¿TIENEN DERECHOS LOS ANIMALES? 2nda Parte

Redacción
28 de junio, 2016

En mi artículo anterior escribí que los derechos son principios morales que definen y sancionan la libertad de acción de la persona en un contexto social. Son reglas morales que promueven la persuasión en lugar de la coerción. Son los principios morales que validan que la conducta correcta en un contexto social es la conducta prudente, racionalmente egoísta, sin impedimento alguno. Y que no hay modo de aplicar la moralidad al amoral o de persuadir al ser no conceptual. Por lo tanto no son aplicables a los animales. Un animal no necesita validar su conducta. No actúa por derecho o por permiso. Percibe objetos y simplemente reacciona como debe.
Un amigo, después de leer mi artículo, me escribió lo siguiente: “Hola Warren, hemos hablado bastante sobre este tema y me alegra que hayas investigados las diversos posturas respecto al tema, en particular la de Peter Singer. Quisiera hacer ver algunos puntos: (1) En tu documento indicas, cito: “Pero no hay modo de aplicar la moralidad al amoral o de persuadir al ser no conceptual.” Si te entiendo bien, un bebé o una persona que pierde sus facultades conceptuales, ¿dejaría de tener derechos? ¿Qué pasa si un niño nace con facultades conceptuales limitadas? ¿Tendría derechos? Hay un caso de un bebé que tiene anencefalia. ¿Dentro del objetivismo, este niño tampoco tendría derechos? ¿Y si sí, y no entendí, cuál sería el argumento para que los tenga? … ¿Sería válido dentro del objetivismo que a este niño, como no tiene facultad conceptual, se le asigne el término: propiedad de la madre?
Hace algún tiempo compartí este video que siempre me ha gustado mucho. Es un video sobre el encuentro de Jonathan Rossouw con unos gorilas en Uganda.” (Dichos gorilas viven en un parque donde los humanos los visitan regularmente. El fotógrafo se quedó sentado muy quieto cuando los gorilas pasaban y mientras una curiosa le tocó su pelo gris.) Sigo con la cita: “Asumamos que dichos gorilas no son propiedad de nadie, es decir, son salvajes.” (En realidad son propiedad del parque donde son cuidados.) “Según la lógica objetivista, los fotógrafos podrían haber aprovechado la “confianza” que mostraron los gorilas para matarlos y volverlos sacos de pieles ya que los necesitan para sobrevivir. ¿Entiendo que tal acto no tendría ningún tipo de problema moral?”
El problema aquí es que mi amigo aún no tiene claro que son los derechos individuales. Estos son un concepto moral, un principio ético para establecer cómo deben ser las interrelaciones personales en sociedad. Según la moral objetivista, uno debe usar su razón para identificar lo que lo beneficia y distinguirlo de lo que lo perjudica, para así actuar buscando aquello que promueve su vida y evitar aquello que la destruye. Es una ética prudencial. El concepto de “derecho” enfatiza que es “correcto” que uno pueda actuar de acuerdo a su mejor juicio. (Acción correcta, recta, derecha.) Lo que exige de los demás individuos de la sociedad es que respeten el que uno pueda actuar de acuerdo a su mejor juicio (derecho a la libertad), para vivir uno su vida como quiera (derecho a la vida), utilizando uno sus bienes como considere conveniente para lograr ese fin (derecho a la propiedad).
Ahora, apliquemos ese concepto a la criatura con anencefalia: ¿Se debe respetar el que el anencefálico actúe de acuerdo a su mejor juicio? ¿Qué sucedería si lo dejamos actuar? De hecho el anencefálico no puede ni tan siquiera actuar por sí mismo. Recordemos que la acción humana es deliberativa. ¿Puede el anencefálico juzgar que es lo que le conviene?
Apliquemos ahora el principio al bebé: ¿Debemos dejar al bebé sólo y respetar que actué de acuerdo a su mejor juicio? ¿Va a poder actuar moralmente, es decir, va a poder distinguir lo que lo beneficia de lo que lo perjudica y actuar de acuerdo a esa identificación? No es tan siquiera probable. Sabemos que el bebé no puede sobrevivir sin la ayuda de sus padres.
Apliquemos ahora el principio a los animales: ¿Debemos respetar que el león actúe para comernos? O, ¿Será que podemos persuadirlo que lo que más le conviene al largo plazo es no comernos e intercambiar algún servicio por comida? ¿Y al gorila, podemos persuadirlo de que no ataque si decide hacerlo? Si el gorila no ataca, no hay problema. Pero si decide atacar, ¿podemos exigirle que respete nuestros derechos individuales? ¿Y al mosquito anofeles?
Es evidente que no se les puede exigir que respeten nuestros derechos individuales, que no hay modo de aplicar la moralidad a alguno de ellos por ser amorales, es decir que no basan sus acciones en principios morales, ni se les puede persuadir al ser su consciencia no conceptual.
El concepto de “derecho” es para exigir la libertad de acción. El “derecho a la vida” es para poder actuar de acuerdo al mejor juicio de uno para hacer lo que legítimamente conduce a vivir la vida que uno desea, para florecer, sin la interferencia de los demás. Este principio no obliga a los demás a mantenerlo a uno con vida, con la vida que uno desea –con casa, educación, buena alimentación, buen carro, buen conyugue, etc. Sólo los obliga a no interferir, a no usar la fuerza para evitar que uno actúe de acuerdo a su mejor juicio. Exige de los demás no coaccionarlo a uno a actuar en contra y en contradicción al propio juicio.
Por ser principios morales que definen y sancionan la libertad de acción de la persona en un contexto social, el concepto de derecho no tiene sentido sin el de sociedad, es decir, sin el de la asociación de comerciantes libres que intercambian voluntariamente su propiedad por la propiedad de los otros. Esta cooperación social se da porque el individuo identifica que su interés de llegar a vivir mejor sólo puede lograrlo en sociedad y dividiéndose el trabajo. Para que se dé esta cooperación, esta división del trabajo e intercambio de lo producido, cada individuo espera respeto de parte del otro como aquel de parte de él. Espera entonces, un estado de derecho.
El humano no tiene una relación social con los animales, y por tanto, no tiene una relación regida por los derechos individuales. Sin embargo, esto no quiere decir que no se condene el maltrato a los animales. Como la vida es un valor para nosotros podemos entender que es un valora para otros seres vivos. También comprendemos que los animales tienen la capacidad de sentir agonía y sufrimiento. La simpatía y compasión, derivados del griego y latín respectivamente, y que quieren decir: “sentir con”, se refieren a la habilidad humana de percibir los estados mentales y sentimientos de otros, y de considerarlos como propios, sintiendo, como resultado, cierta afinidad con el ser en cuestión. Es por esa compasión que nos repugna ver que se provoque un sufrimiento innecesario a otro ser vivo, y que condenemos a quien disfruta haciéndolo. Es por esa compasión que elaboramos leyes protegiendo a animales domésticos y a animales en parques de conservación. Pero no es porque los animales tengan derechos. Cuando es necesario para la supervivencia y florecimiento del humano, éste puede utilizar a otras especies como medios para sus fines porque las necesidades del hombre son la raíz del concepto “moral”.
Entonces, contestando a mi amigo, no hay ninguna lógica objetivista que justifique el que los fotógrafos pudieran aprovechar la “confianza” que mostraron los gorilas, confianza derivada de su constante exposición a humanos que no representan un peligro para éstos debido a estar en un área protegida, para matarlos y volverlos sacos de pieles, “ya que los necesitan para sobrevivir”, afirmación totalmente arbitraria dado que los fotógrafos viven de fotografiar animales salvajes.
Y por último, es el principio de responsabilidad, el hábito de honrar la obligación elegida, la que determina el que los padres cuiden y eduquen al bebé para que eventualmente pueda razonar bien y así vivir de acuerdo a su mejor juicio. El cuidado que los demás miembros de la sociedad ofrecen al niño se derivan del principio de la empatía y la benevolencia –el hábito de tener buena voluntad hacia los demás y respetarlos- que es el medio para fomentar y cultivar relaciones de intercambio voluntario y cooperación del que las partes involucradas derivan beneficio mutuo, al reconocer en él un potencial socio.