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¿Sobre qué bases vamos a reconstruir Guatemala?

Redacción
09 de junio, 2016

El golpe está dado. El PP no resultó tan patriota como ellos aseguraban, sino todo lo contrario. Llegar al poder fue para ese “partido político” un loteriazo y sus líderes se sirvieron del Estado para satisfacer sus más ambiciosos caprichos.
No cabe duda de que Thelma Aldana e Iván Velásquez se han hecho cargo de desnudar al sistema y nos han mostrado una realidad dolorosa; cada vez que se sientan a la mesa desde la que dan las conferencias de prensa, nos emocionamos e indignamos a la vez.
Pero ahora, ¿qué sigue? Ya nos enojamos, nos desahogamos, clamamos por justicia… El verdadero reto es el que tenemos frente a nosotros en estos momentos: reconstruir lo que el huracán naranja se llevó.
Por un lado, tenemos la obligación de trabajar por la institucionalidad, hoy debilitada, y devolverle la credibilidad al aparato político. Por el otro, la necesidad de abastecer al sistema de salud, de hacer más eficiente al Organismo Judicial, de dar más y mejores herramientas a la investigación criminal y a los entes auditores, etc., etc., etc. ¿Complicado escenario? Por supuesto.
Precisamente porque es una enorme tarea, la sociedad debe echar mano de su mejor criterio para fijar prioridades. Y en lo personal no creo que el dinero sea la primera en la lista… Muchos aseguran que es indispensable recapitalizar las arcas del Estado, y está bien, es importante, pero hay otras acciones muy necesarias como hacer el llamado a la unidad.
En estos últimos días he visto cómo estas investigaciones del MP y CICIG han sido capaces de sacar lo mejor y lo peor de los guatemaltecos. Lo mejor, expresado en el civismo, el auténtico deseo de cambiar al país y la firme convicción de ser más exigentes con quienes nos gobiernan o pretenden hacerlo. Pero el lado oscuro es que también han salido a flote expresiones de resentimiento que promueven la conflictividad y la polarización con la excusa de la indignación. Eso es terrorismo, no democracia.
Si pensamos sentar las nuevas bases sociales en estos movimientos empujados por el rencor y la división, de nada sirven las horas de escuchas telefónicas, los colaboradores eficaces, el Diálogo de Reformas al Sector Justicia o la valentía de los investigadores. Para reconstruir Guatemala necesitamos unidad nacional; capacidad para proponer y no solamente descalificar.
Una ideología no hace país, sino la suma de acciones que buscan el desarrollo de todos.

¿Sobre qué bases vamos a reconstruir Guatemala?

Redacción
09 de junio, 2016

El golpe está dado. El PP no resultó tan patriota como ellos aseguraban, sino todo lo contrario. Llegar al poder fue para ese “partido político” un loteriazo y sus líderes se sirvieron del Estado para satisfacer sus más ambiciosos caprichos.
No cabe duda de que Thelma Aldana e Iván Velásquez se han hecho cargo de desnudar al sistema y nos han mostrado una realidad dolorosa; cada vez que se sientan a la mesa desde la que dan las conferencias de prensa, nos emocionamos e indignamos a la vez.
Pero ahora, ¿qué sigue? Ya nos enojamos, nos desahogamos, clamamos por justicia… El verdadero reto es el que tenemos frente a nosotros en estos momentos: reconstruir lo que el huracán naranja se llevó.
Por un lado, tenemos la obligación de trabajar por la institucionalidad, hoy debilitada, y devolverle la credibilidad al aparato político. Por el otro, la necesidad de abastecer al sistema de salud, de hacer más eficiente al Organismo Judicial, de dar más y mejores herramientas a la investigación criminal y a los entes auditores, etc., etc., etc. ¿Complicado escenario? Por supuesto.
Precisamente porque es una enorme tarea, la sociedad debe echar mano de su mejor criterio para fijar prioridades. Y en lo personal no creo que el dinero sea la primera en la lista… Muchos aseguran que es indispensable recapitalizar las arcas del Estado, y está bien, es importante, pero hay otras acciones muy necesarias como hacer el llamado a la unidad.
En estos últimos días he visto cómo estas investigaciones del MP y CICIG han sido capaces de sacar lo mejor y lo peor de los guatemaltecos. Lo mejor, expresado en el civismo, el auténtico deseo de cambiar al país y la firme convicción de ser más exigentes con quienes nos gobiernan o pretenden hacerlo. Pero el lado oscuro es que también han salido a flote expresiones de resentimiento que promueven la conflictividad y la polarización con la excusa de la indignación. Eso es terrorismo, no democracia.
Si pensamos sentar las nuevas bases sociales en estos movimientos empujados por el rencor y la división, de nada sirven las horas de escuchas telefónicas, los colaboradores eficaces, el Diálogo de Reformas al Sector Justicia o la valentía de los investigadores. Para reconstruir Guatemala necesitamos unidad nacional; capacidad para proponer y no solamente descalificar.
Una ideología no hace país, sino la suma de acciones que buscan el desarrollo de todos.