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¿Le saldrá la jugada al Congreso?

Redacción
17 de julio, 2016

La semana pasada se aprobaron las reformas a la Ley de Servicio Civil del Organismo Legislativo. Esta reforma se suma a otras ya aprobadas como la Ley Electoral y de Partidos Políticos, Ley Orgánica del Congreso, Ley de Ministerio Público. Además de estas, en el Congreso se encuentra otro buen número de iniciativas cerca de aprobarse, como Ley de la SAT, entre otras.

Hace un año y medio se hablaba mucho sobre la parálisis y la ineficiencia del Congreso. Se publicaron varios artículos de prensa sobre el costo de la legislatura y el escaso número de decretos aprobados. Ahora la historia es diferente. Al Congreso le dio por sacar de la gaveta un buen número de iniciativas y pretender aprobarlas de forma casi exprés. Esa urgencia por aprobar sin una discusión previa ha generado suficiente ansiedad, y ha motivado a diversos sectores a manifestarse en temas puntuales, sobre todo cuando el Congreso propone soluciones que resultarían peor que el problema mismo.

Si bien es cierto el país necesita de muchas reformas en su marco legal, estas deben darse luego de un proceso de debate público y transparente. Hasta ahora, más que debates, hemos visto controversias y luchas por poder e influencia. Por ejemplo, en la Ley Electoral el debate sobre la paridad no fue necesariamente ideológico o técnico, sino más bien fue una lucha por poder político, marcada por los prejuicios de ambos lados. Asimismo, el tema del acceso gratuito a medios sirvió para que los partidos políticos tradicionales se despacharan una parte del presupuesto de la nación en año electoral. En el caso de la Ley de Servicio Civil, la pugna giraba en torno a si los diputados podrían obtener una amnistía en caso de haber incurrido en malas prácticas de contratación. Poco se habló sobre una verdadera transformación del servicio público.

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Más allá de esto, una pregunta que queda en el ambiente es: ¿a qué se debe este “despertar” de los diputados y su urgencia por aprobar decretos? Hay varias hipótesis que se podrían formular al respecto. En lo personal, considero que muchos diputados en el Congreso observan en la aprobación de leyes una salida para la crisis política iniciada en el 2015. En su mente, si se aprueban leyes, aunque su contenido no sea el indicado, la ciudadanía se sentirá satisfecha y su carrera política no estará en peligro.

Puede ser que esta estrategia de aprobar leyes les salga bien a los diputados. En los últimos meses, los llamados a favor de la depuración han perdido influencia. Pareciera que la cultura política guatemalteca se deja llevar por la aprobación de decretos con títulos bonitos, y no se pone la debida atención en el contenido y efectos de las nuevas normativas. Algunos conformistas dirán “al menos ahora los diputados medio hacen algo, antes no aprobaban nada”.

Aunque en lo personal no estoy de acuerdo con buena parte de los contenidos de muchas de las reformas de las leyes en discusión, desde el punto de vista político, los diputados podrían estar saliéndose con la suya. Por un lado aprueban leyes con contenidos favorables a ellos, que les permiten mantener su posición dominante el sistema, y por otro, le hacen creer a los ciudadanos que se está reformando la clase política. Ahora la pregunta es: ¿les seguirán creyendo los guatemaltecos?

¿Le saldrá la jugada al Congreso?

Redacción
17 de julio, 2016

La semana pasada se aprobaron las reformas a la Ley de Servicio Civil del Organismo Legislativo. Esta reforma se suma a otras ya aprobadas como la Ley Electoral y de Partidos Políticos, Ley Orgánica del Congreso, Ley de Ministerio Público. Además de estas, en el Congreso se encuentra otro buen número de iniciativas cerca de aprobarse, como Ley de la SAT, entre otras.

Hace un año y medio se hablaba mucho sobre la parálisis y la ineficiencia del Congreso. Se publicaron varios artículos de prensa sobre el costo de la legislatura y el escaso número de decretos aprobados. Ahora la historia es diferente. Al Congreso le dio por sacar de la gaveta un buen número de iniciativas y pretender aprobarlas de forma casi exprés. Esa urgencia por aprobar sin una discusión previa ha generado suficiente ansiedad, y ha motivado a diversos sectores a manifestarse en temas puntuales, sobre todo cuando el Congreso propone soluciones que resultarían peor que el problema mismo.

Si bien es cierto el país necesita de muchas reformas en su marco legal, estas deben darse luego de un proceso de debate público y transparente. Hasta ahora, más que debates, hemos visto controversias y luchas por poder e influencia. Por ejemplo, en la Ley Electoral el debate sobre la paridad no fue necesariamente ideológico o técnico, sino más bien fue una lucha por poder político, marcada por los prejuicios de ambos lados. Asimismo, el tema del acceso gratuito a medios sirvió para que los partidos políticos tradicionales se despacharan una parte del presupuesto de la nación en año electoral. En el caso de la Ley de Servicio Civil, la pugna giraba en torno a si los diputados podrían obtener una amnistía en caso de haber incurrido en malas prácticas de contratación. Poco se habló sobre una verdadera transformación del servicio público.

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Más allá de esto, una pregunta que queda en el ambiente es: ¿a qué se debe este “despertar” de los diputados y su urgencia por aprobar decretos? Hay varias hipótesis que se podrían formular al respecto. En lo personal, considero que muchos diputados en el Congreso observan en la aprobación de leyes una salida para la crisis política iniciada en el 2015. En su mente, si se aprueban leyes, aunque su contenido no sea el indicado, la ciudadanía se sentirá satisfecha y su carrera política no estará en peligro.

Puede ser que esta estrategia de aprobar leyes les salga bien a los diputados. En los últimos meses, los llamados a favor de la depuración han perdido influencia. Pareciera que la cultura política guatemalteca se deja llevar por la aprobación de decretos con títulos bonitos, y no se pone la debida atención en el contenido y efectos de las nuevas normativas. Algunos conformistas dirán “al menos ahora los diputados medio hacen algo, antes no aprobaban nada”.

Aunque en lo personal no estoy de acuerdo con buena parte de los contenidos de muchas de las reformas de las leyes en discusión, desde el punto de vista político, los diputados podrían estar saliéndose con la suya. Por un lado aprueban leyes con contenidos favorables a ellos, que les permiten mantener su posición dominante el sistema, y por otro, le hacen creer a los ciudadanos que se está reformando la clase política. Ahora la pregunta es: ¿les seguirán creyendo los guatemaltecos?