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En libertad

María Dolores Arias
25 de julio, 2016

Este fin de semana tuve la oportunidad de salir de la ciudad y tratar de desconectarme un poco del día a día. Dejarme llevar por el sonido del mar y transpirar el estrés de la ciudad para conseguir esa desintoxicación citadina.

Durante el trayecto hacia mi destino de fin de semana, pasé a cargar gasolina. Ahí se me acercó una persona mayor a venderme un llavero. Mi primera reacción fue “no, gracias” pero cuando ya se alejaba, pensé que gente como él son un ejemplo de tenacidad y orgullo por ganarse lo suyo. Así que al final le compré un llavero, llené el tanque de gasolina y mi corazón de esperanza de que aún existimos personas honestas que creemos en el intercambio de valor voluntario.

Seguí mi recorrido, ahora buscando cómo llegar a la Vía Alterna Sur –VAS-. Esta es una vía privada en la cual se pretende desahogar el tráfico de acceso a la capital por el sur. Con las indicaciones de algunos amigos, logré entrar por Villa Nueva pagar mi peaje de Q5 e iniciar el viaje.

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Al transitar esta pista de peaje, observé varios señalamientos que decían algo así como, usted transita en una vía privada. En lo personal me parecieron fabulosos estos letreros, ya que indican que ésta autopista fue construida por particulares y no por el gobierno. Por un momento pude vislumbrar lo que podría ser nuestro país si le quitamos poder a éstos últimos y dejamos que surjan soluciones privadas. Si dejamos que los empresarios asuman, en libre competencia, los riesgos y beneficios de emprender sus proyectos.

En un ambiente de libertad y por ende sin privilegios, empecé a imaginar, cuántas más alternativas tendríamos para circular, cuánto se acortarían los tiempos de un lugar a otro. Imaginé qué pasaría si algún bochinchero -sindicalista, indigenista o de cualquier índole- intentará bloquear estos caminos. Sólo imagine que en su casa, algún grupo de presión llegara a invadirla porque no han conseguido lo que exigen al gobierno.

También me pregunté ¿cuánto tiempo estarían inhabilitadas por el paso de alguna tormenta tropical? seguro que el menor tiempo posible ya que si no hay acceso, no hay peajes y sin ingresos no hay forma de pagar los gastos, entre ellos a los empleados. Así que los incentivos estarían bien alineados para un óptimo financiamiento.

Y así durante mi recorrido pensaba en todo el desarrollo que habría si tan sólo existieran más caminos de este tipo donde el usuario decide libremente circular o no. Se imagina, cuánto dinero de nuestros impuestos dejarían de usarse en las “mega-obras”, tan anheladas por los politiqueros y allegados. ¿Cuántas “comisiones” se dejarían de pagar? ¿Cuántos años nos ahorraríamos esperando a que terminen “el proyecto”? Esto sin mencionar las sobrevaloraciones, los caminos y los puentes de cartón.

Hacía estas y otras reflexiones rumbo a mi destino de fin de semana, cuando llegué a Puerto Quetzal y observé la terminal del mismo nombre, lo cual me trajo de vuelta a la realidad al recordar el caso TCQ. Nuevamente pensé en las posibilidades de creación de riqueza y progreso sin el gobierno metido. Pensaba que si los burócratas del Estado estuvieran limitados y no tuvieran el poder de extorsionar a quienes desean invertir, este proyecto ya estaría funcionando y generando riqueza.

Pensaba en la cantidad de empleos directos e indirectos que generaría, empleos que actualmente no existen, empleos que tanta falta hacen. Pensaba en cuántos impuestos –que a algunos les preocupa- se pagarían tanto de la empresa como de empleados, clientes y proveedores. Esos ingresos tributarios que tanto lloran los burócratas y que utilizan como excusa para obtener mayor poder discrecional.

Con estas meditaciones fui avanzando en el viaje hasta llegar a mi destino, donde pude observar la belleza natural y nuevamente pensar en todo el potencial del ser humano para crear riqueza y mejorar su calidad de vida. Observé a mujeres, hombres y niños haciendo su vida y persiguiendo sus fines.

En este recorrido lleno de reflexiones, comprendí que aclararse las ideas es un proceso personal de introspección donde cada idea va encontrando su lugar en el mundo real, donde cada idea nos permite reconocer que puede existir un mundo mejor. Una sociedad donde podamos vivir en paz, en libertad, como mandantes del gobierno y no como sus esclavos.

@Md30
Facebook.com/Mda30

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25 de julio, 2016

Este fin de semana tuve la oportunidad de salir de la ciudad y tratar de desconectarme un poco del día a día. Dejarme llevar por el sonido del mar y transpirar el estrés de la ciudad para conseguir esa desintoxicación citadina.

Durante el trayecto hacia mi destino de fin de semana, pasé a cargar gasolina. Ahí se me acercó una persona mayor a venderme un llavero. Mi primera reacción fue “no, gracias” pero cuando ya se alejaba, pensé que gente como él son un ejemplo de tenacidad y orgullo por ganarse lo suyo. Así que al final le compré un llavero, llené el tanque de gasolina y mi corazón de esperanza de que aún existimos personas honestas que creemos en el intercambio de valor voluntario.

Seguí mi recorrido, ahora buscando cómo llegar a la Vía Alterna Sur –VAS-. Esta es una vía privada en la cual se pretende desahogar el tráfico de acceso a la capital por el sur. Con las indicaciones de algunos amigos, logré entrar por Villa Nueva pagar mi peaje de Q5 e iniciar el viaje.

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Al transitar esta pista de peaje, observé varios señalamientos que decían algo así como, usted transita en una vía privada. En lo personal me parecieron fabulosos estos letreros, ya que indican que ésta autopista fue construida por particulares y no por el gobierno. Por un momento pude vislumbrar lo que podría ser nuestro país si le quitamos poder a éstos últimos y dejamos que surjan soluciones privadas. Si dejamos que los empresarios asuman, en libre competencia, los riesgos y beneficios de emprender sus proyectos.

En un ambiente de libertad y por ende sin privilegios, empecé a imaginar, cuántas más alternativas tendríamos para circular, cuánto se acortarían los tiempos de un lugar a otro. Imaginé qué pasaría si algún bochinchero -sindicalista, indigenista o de cualquier índole- intentará bloquear estos caminos. Sólo imagine que en su casa, algún grupo de presión llegara a invadirla porque no han conseguido lo que exigen al gobierno.

También me pregunté ¿cuánto tiempo estarían inhabilitadas por el paso de alguna tormenta tropical? seguro que el menor tiempo posible ya que si no hay acceso, no hay peajes y sin ingresos no hay forma de pagar los gastos, entre ellos a los empleados. Así que los incentivos estarían bien alineados para un óptimo financiamiento.

Y así durante mi recorrido pensaba en todo el desarrollo que habría si tan sólo existieran más caminos de este tipo donde el usuario decide libremente circular o no. Se imagina, cuánto dinero de nuestros impuestos dejarían de usarse en las “mega-obras”, tan anheladas por los politiqueros y allegados. ¿Cuántas “comisiones” se dejarían de pagar? ¿Cuántos años nos ahorraríamos esperando a que terminen “el proyecto”? Esto sin mencionar las sobrevaloraciones, los caminos y los puentes de cartón.

Hacía estas y otras reflexiones rumbo a mi destino de fin de semana, cuando llegué a Puerto Quetzal y observé la terminal del mismo nombre, lo cual me trajo de vuelta a la realidad al recordar el caso TCQ. Nuevamente pensé en las posibilidades de creación de riqueza y progreso sin el gobierno metido. Pensaba que si los burócratas del Estado estuvieran limitados y no tuvieran el poder de extorsionar a quienes desean invertir, este proyecto ya estaría funcionando y generando riqueza.

Pensaba en la cantidad de empleos directos e indirectos que generaría, empleos que actualmente no existen, empleos que tanta falta hacen. Pensaba en cuántos impuestos –que a algunos les preocupa- se pagarían tanto de la empresa como de empleados, clientes y proveedores. Esos ingresos tributarios que tanto lloran los burócratas y que utilizan como excusa para obtener mayor poder discrecional.

Con estas meditaciones fui avanzando en el viaje hasta llegar a mi destino, donde pude observar la belleza natural y nuevamente pensar en todo el potencial del ser humano para crear riqueza y mejorar su calidad de vida. Observé a mujeres, hombres y niños haciendo su vida y persiguiendo sus fines.

En este recorrido lleno de reflexiones, comprendí que aclararse las ideas es un proceso personal de introspección donde cada idea va encontrando su lugar en el mundo real, donde cada idea nos permite reconocer que puede existir un mundo mejor. Una sociedad donde podamos vivir en paz, en libertad, como mandantes del gobierno y no como sus esclavos.

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