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Más transparencia…menos pobreza

Redacción
03 de agosto, 2016

Guatemala es el país con mayor porcentaje de pobres crónicos en Latinoamérica y el Caribe, de acuerdo con el libro “Los olvidados, pobreza crónica en América Latina y el Caribe”, a publicarse por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento en conjunto con el Banco Mundial (BM).
Uno de cada cinco latinoamericanos ha sido crónicamente pobre desde 2004 a 2012, mientras que en Guatemala ese porcentaje se eleva a uno de cada dos guatemaltecos. Se define como pobres crónicos a aquellas personas que han permanecido debajo del umbral de pobreza.

De esta cuenta, el 50% de la población pobre permaneció en esa condición en 2012, considerablemente mayor al promedio regional de 21%. En contraparte, Panamá experimentó un crecimiento del 6% anual y apenas un 20% de la población permaneció en la pobreza entre los años 2004 y 2012.

Esto obedece a dos factores clave. Primero, como ya sabemos el crecimiento económico es insuficiente, no se traduce en un derrame en la población. Segundo, los hogares crónicamente pobres son más pobres que los originalmente pobres que lograron escapar de la pobreza. Por tanto, el crecimiento económico es una condición necesaria, pero es aún insuficiente para erradicar la pobreza.

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Los países con las tasas más altas de pobreza crónica fueron los que menos crecieron. Tal es el caso de Guatemala que creció menos del 1% al año y aproximadamente el 50% de la población inicialmente pobre permaneció en la pobreza en 2012.

Pero la gran cuestionante es: ¿Qué está haciendo Guatemala? O más bien: ¿Qué no estamos haciendo? Lamentablemente, la respuesta es casi nada sino es que nada. En Guatemala no existe una política económica coherente con metas claras, específicas y medibles para abordar este flagelo en el país.
Más allá de un tema en agenda de gobierno debe ser un tema de Estado. Lo que más se ha criticado de los programas sociales de gobiernos anteriores ha sido el uso clientelar de los recursos como un instrumento político, sin dejar de mencionar, los altos niveles de corrupción.

Mientras persista la falta de transparencia, Guatemala jamás podrá combatir la pobreza, dado que ante la imperante corrupción nunca existirá un presupuesto suficiente para invertir en las necesidades en materia de desnutrición, salud y educación. Enfrentar la pobreza es un camino largo. Pero hoy la esperanza prevalece en un sector justicia que ya ha mandado un mensaje claro y fuerte, que la corrupción merma los recursos para invertir en los guatemaltecos, que no será tolerada y que los responsables serán perseguidos por la ley. Solo bajo este camino se podrán asignar los recursos para reducir la pobreza. Guatemala debe invertir en su gente a través de programas sociales eficientes, transparentes y sostenibles. Además de la inversión en proyectos de infraestructura productiva que genere más y mejores empleos. Solo a través de la transparencia y un gasto público eficiente, los guatemaltecos serán el centro del desarrollo del país.

Más transparencia…menos pobreza

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03 de agosto, 2016

Guatemala es el país con mayor porcentaje de pobres crónicos en Latinoamérica y el Caribe, de acuerdo con el libro “Los olvidados, pobreza crónica en América Latina y el Caribe”, a publicarse por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento en conjunto con el Banco Mundial (BM).
Uno de cada cinco latinoamericanos ha sido crónicamente pobre desde 2004 a 2012, mientras que en Guatemala ese porcentaje se eleva a uno de cada dos guatemaltecos. Se define como pobres crónicos a aquellas personas que han permanecido debajo del umbral de pobreza.

De esta cuenta, el 50% de la población pobre permaneció en esa condición en 2012, considerablemente mayor al promedio regional de 21%. En contraparte, Panamá experimentó un crecimiento del 6% anual y apenas un 20% de la población permaneció en la pobreza entre los años 2004 y 2012.

Esto obedece a dos factores clave. Primero, como ya sabemos el crecimiento económico es insuficiente, no se traduce en un derrame en la población. Segundo, los hogares crónicamente pobres son más pobres que los originalmente pobres que lograron escapar de la pobreza. Por tanto, el crecimiento económico es una condición necesaria, pero es aún insuficiente para erradicar la pobreza.

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Los países con las tasas más altas de pobreza crónica fueron los que menos crecieron. Tal es el caso de Guatemala que creció menos del 1% al año y aproximadamente el 50% de la población inicialmente pobre permaneció en la pobreza en 2012.

Pero la gran cuestionante es: ¿Qué está haciendo Guatemala? O más bien: ¿Qué no estamos haciendo? Lamentablemente, la respuesta es casi nada sino es que nada. En Guatemala no existe una política económica coherente con metas claras, específicas y medibles para abordar este flagelo en el país.
Más allá de un tema en agenda de gobierno debe ser un tema de Estado. Lo que más se ha criticado de los programas sociales de gobiernos anteriores ha sido el uso clientelar de los recursos como un instrumento político, sin dejar de mencionar, los altos niveles de corrupción.

Mientras persista la falta de transparencia, Guatemala jamás podrá combatir la pobreza, dado que ante la imperante corrupción nunca existirá un presupuesto suficiente para invertir en las necesidades en materia de desnutrición, salud y educación. Enfrentar la pobreza es un camino largo. Pero hoy la esperanza prevalece en un sector justicia que ya ha mandado un mensaje claro y fuerte, que la corrupción merma los recursos para invertir en los guatemaltecos, que no será tolerada y que los responsables serán perseguidos por la ley. Solo bajo este camino se podrán asignar los recursos para reducir la pobreza. Guatemala debe invertir en su gente a través de programas sociales eficientes, transparentes y sostenibles. Además de la inversión en proyectos de infraestructura productiva que genere más y mejores empleos. Solo a través de la transparencia y un gasto público eficiente, los guatemaltecos serán el centro del desarrollo del país.