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Revisemos la evidencia

Redacción
10 de agosto, 2016

Recientemente me topé con una columna de opinión que tildaba de desigual el crecimiento económico que actualmente se está dando en nuestro país. El autor indicaba que el auge de la economía únicamente ha beneficiado a las familias con mayores ingresos, mientras que la clase media y la clase baja están estancadas. Me sorprendí de leer que la desigualdad iba en aumento. La evidencia anecdótica de 17 millones de líneas de celulares, la importación de vehículos, entre otras cosas, me sugería que la realidad era distinta y que merecía investigarse más a fondo.

Es falso que la desigualdad en Guatemala ha aumentado. De acuerdo a la ENCOVI 2014 la desigualdad (medida desde distintas metodologías) disminuyó. Las estadísticas que muestra esta encuesta exponen que la desigualdad ha disminuido entre 2000 y 2014. Según el coeficiente de Gini la desigualdad bajó de 0.60 (2000) a 0.53 (2014),  y de acuerdo al índice de Theil, la desigualdad cayó de 0.76 en el 2000 a 0.60 en el 2014. En segundo lugar, el crecimiento económico que vivimos en el país ha mejorado el ingreso real de los guatemaltecos, ello se muestra no solo con el dato de un mayor PIB per cápita, sino con una mayor participación en el ingreso del quintil más bajo (personas con menores ingresos). Esto significa que los ingresos de los más pobres han aumentado. En el 2000, 20% del quintil más bajo captaba 2% del total de los ingresos nacionales, mientras que esta participación aumentó a 3.3% para el 2014 (es decir, un aumento del 65%). Esto no quiere decir que la tarea por elevar el ingreso de ese quintil más bajo esté completa, hay mucho más por hacer para sacar a este quintil de la pobreza. Adicionalmente, los registros del IGSS muestran una mejora en los salarios en la formalidad. Según datos de esta institución, el salario mensual incrementó en Q185.00 promedio, equivalente a un 4.75%, lo cual está por encima de la inflación y del ritmo del crecimiento económico nacional.

Con estos datos sobre la mesa, debemos reflexionar. Hoy la reforma fiscal será el tema central durante las próximas semanas. Ninguno nos tomamos ligeramente el hecho de pagar más impuestos, sin embargo, con una carga de tan solo el 10% del PIB, difícilmente lograremos invertir en áreas prioritarias como educación, salud, seguridad/justicia e infraestructura. Estas son inversiones necesarias para sacar adelante a nuestro país. Nos encanta compararnos con otros países donde vemos que las cosas sí funcionan. Envidiamos sistemas educativos como el de Finlandia o el de Costa Rica, pero parece que ignoramos por completo que estos países invierten hasta el 6% de su PIB en educación. Hoy nuestro país invierte únicamente 2.8% del PIB en educación. Por supuesto que con solo incrementar el gasto no se garantiza el resultado. Todo lo contrario. Como lo indica el índice de Gestión por Resultados en el Desarrollo del BID, se trata de llevar a cabo una gestión pública moderna, en la cual la inversión del Estado sea: (i) pertinente –es decir, hacer las cosas correctas y prioritarias-, (ii) eficiente – hacer el mejor uso posible de los recursos disponibles- y (iii) transparente –rendir cuentas sobre lo que se realiza-, todo ello con el fin de generar valor público.

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Podemos perpetuar la confrontación y seguir quejándonos de nuestra historia. Inclusive nos podemos dedicar a modificar la realidad de nuestro país con cifras inventadas y estadísticas alteradas, con el fin de respaldar el status quo y su disfuncionalidad. O bien, podemos romper con esos paradigmas del pasado para pasar a ser parte de la solución. Como mencionó Luis Felipe Valenzuela en su reciente columna, “es urgente tratar de ganar espacios de confianza”. Hoy nuestro país nos necesita más que nunca y no podemos seguir indiferentes o buscar la confrontación por el simple hecho de “no estar de acuerdo”. ¡Unámonos al debate y a la búsqueda de soluciones viables para construir un mejor futuro! No pretendamos sacar a Guatemala adelante sin trabajar activamente en su reconstrucción. Yo me inclino por aprender del pasado pero con la mirada firmemente colocada en las soluciones que se requieren hacia futuro. ¡Todos somos Guatemala!

www.salvadorpaiz.com

@salva_paiz

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10 de agosto, 2016

Recientemente me topé con una columna de opinión que tildaba de desigual el crecimiento económico que actualmente se está dando en nuestro país. El autor indicaba que el auge de la economía únicamente ha beneficiado a las familias con mayores ingresos, mientras que la clase media y la clase baja están estancadas. Me sorprendí de leer que la desigualdad iba en aumento. La evidencia anecdótica de 17 millones de líneas de celulares, la importación de vehículos, entre otras cosas, me sugería que la realidad era distinta y que merecía investigarse más a fondo.

Es falso que la desigualdad en Guatemala ha aumentado. De acuerdo a la ENCOVI 2014 la desigualdad (medida desde distintas metodologías) disminuyó. Las estadísticas que muestra esta encuesta exponen que la desigualdad ha disminuido entre 2000 y 2014. Según el coeficiente de Gini la desigualdad bajó de 0.60 (2000) a 0.53 (2014),  y de acuerdo al índice de Theil, la desigualdad cayó de 0.76 en el 2000 a 0.60 en el 2014. En segundo lugar, el crecimiento económico que vivimos en el país ha mejorado el ingreso real de los guatemaltecos, ello se muestra no solo con el dato de un mayor PIB per cápita, sino con una mayor participación en el ingreso del quintil más bajo (personas con menores ingresos). Esto significa que los ingresos de los más pobres han aumentado. En el 2000, 20% del quintil más bajo captaba 2% del total de los ingresos nacionales, mientras que esta participación aumentó a 3.3% para el 2014 (es decir, un aumento del 65%). Esto no quiere decir que la tarea por elevar el ingreso de ese quintil más bajo esté completa, hay mucho más por hacer para sacar a este quintil de la pobreza. Adicionalmente, los registros del IGSS muestran una mejora en los salarios en la formalidad. Según datos de esta institución, el salario mensual incrementó en Q185.00 promedio, equivalente a un 4.75%, lo cual está por encima de la inflación y del ritmo del crecimiento económico nacional.

Con estos datos sobre la mesa, debemos reflexionar. Hoy la reforma fiscal será el tema central durante las próximas semanas. Ninguno nos tomamos ligeramente el hecho de pagar más impuestos, sin embargo, con una carga de tan solo el 10% del PIB, difícilmente lograremos invertir en áreas prioritarias como educación, salud, seguridad/justicia e infraestructura. Estas son inversiones necesarias para sacar adelante a nuestro país. Nos encanta compararnos con otros países donde vemos que las cosas sí funcionan. Envidiamos sistemas educativos como el de Finlandia o el de Costa Rica, pero parece que ignoramos por completo que estos países invierten hasta el 6% de su PIB en educación. Hoy nuestro país invierte únicamente 2.8% del PIB en educación. Por supuesto que con solo incrementar el gasto no se garantiza el resultado. Todo lo contrario. Como lo indica el índice de Gestión por Resultados en el Desarrollo del BID, se trata de llevar a cabo una gestión pública moderna, en la cual la inversión del Estado sea: (i) pertinente –es decir, hacer las cosas correctas y prioritarias-, (ii) eficiente – hacer el mejor uso posible de los recursos disponibles- y (iii) transparente –rendir cuentas sobre lo que se realiza-, todo ello con el fin de generar valor público.

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