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Regalías que ahuyentan inversiones

Ramon Parellada
11 de agosto, 2016

Juan estaba sentado sobre una gran roca en su parcela pensando cómo hacer para tener más ingresos.  Sabía que su tierra no era muy fértil.  Sabía también que había perdido una gran oportunidad cuando en el pasado se les había acercado, a él y sus vecinos, un geólogo que les había comentado que debajo de la superficie había minerales valiosos como el oro y la plata.   Se recordaban con cierto remordimiento cómo habían expulsado a aquel geólogo de sus tierras en aquel entonces pues pensaba que a lo mejor estarían mejor si lo hubieran dejado estudiar  y cuantificar que minerales podían haber descubierto.

Se lamentaban, sentados sobre un potencial tesoro, por no haber hecho nada y ya era muy tarde, ya estaban muy mayores y cansados y ahora ya no harían nada pues la comunidad tampoco se los permitiría.  Habían sido asesorados por esas organizaciones no gubernamentales que luchan contra la minería y las empresas extractivas aunque sus miembros provengan de países que viven de ellos.  El sacerdote del pueblo también había liderado la lucha contra la minería.

Ya era demasiado tarde para hacer algo pues las leyes también habían cambiado y ahora los reconocimientos, permisos y licencias costaban una fortuna y tardaban mucho en otorgarse si es que se otorgaban.  Y se necesitaba mucho dinero para invertir sin saber que se recuperaría lo cual era uno riesgo de los más grandes que jamás había afrontado.   Y si comenzaba a explotar el mineral tendría que pagar una regalías exorbitantes que evitaban que la operación fuera exitosa.  Regalías que eran del 1% cuando el geólogo se les acercó ahora eran del 10%.

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Se seguía lamentando Juan porque ahora entendía que estaba sentado sobre una cantidad de tierra que ni era fértil pero que podría haberse convertido en riqueza para él, su familia y su comunidad.  Él y sus amigos estaban arrepentidos porque les hicieron caso a personas equivocadas y fueron ellos con sus peticiones que lograron que el gobierno pusiera tantas trabas a la explotación de esos recursos.

Pensaban en que sus hijos hubieran podido tener una mejor educación.  Que hubieran podido tener mejor salud.  Que podrían haber tenido más y mejores servicios.  Que la pobreza no es lo más agradable del mundo y que ellos preferirían vivir más y mejor que seguir sufriendo como están.   Y seguía meditando arrepentido sentando sobre lo que hubiera cambiado sus vidas si tan sólo hubieran considerado estudiar, analizar y luego explotar la tierra que tenían bajo sus pies.

Esta historia ficticia puede pasar.  Seguramente ha pasado.  No lo sabemos.  Pero me imagino que tal como van las cosas y con un gobierno ignorante de cuáles son los determinantes para crear riqueza y que exista más prosperidad en el país con la consecuente mejora de nivel de vida de sus habitantes, iremos de mal en peor.  ¿Por qué?

Pues porque el gobierno está planeando hacer una reforma fiscal en la que van a incrementar impuestos y uno de ellos es el incremento de las regalías mineras al 10%.  Se le olvida a nuestros gobernantes y funcionarios públicos que ya de por sí, cualquier actividad productiva genera ingresos al fisco por el ISR (Impuesto Sobre la Renta), el IVA (Impuesto al Valor Agregado), Impuesto sobre inmuebles y otros más.  Que además existen actualmente regalías a la minería del 1% (y que en una época existían regalías voluntarias de hasta el 5% para el oro y la plata).   Ignoran que en el mundo entero, el promedio de las regalías está entre el 2 y el 3%.  Más no porque las inversiones de los que tienen el capital y el conocimiento se irían a donde los costos fueran menores.  Es tan obvio que no entiendo cómo es que nuestros gobernantes y funcionarios no lo ven.

         Guatemala es un país pobre que tiene recursos pero que por cuestiones ideológicas preferimos sentarnos sobre ellos y no aprovecharlos permaneciendo pobres como estamos.  Encima de todo, el gobierno se encarga de perpetuar esa pobreza con sus regulaciones licencias, permisos e impuestos.  La torpeza de nuestros gobernantes y quienes han llegado al poder es tal que este país podría estar creciendo al 10% pero no sobrepasa el 3.5% en promedio.  Podríamos salir en pocos años de la pobreza pero escogemos vivir eternamente en ella.  Que decepción.

Quienes abogan por regalías del orden del 10% creen  que tienen derecho a esa tajada del pastel pero se olvidan que hay que invertir y correr riesgos para cocinar y hacer crecer el pastel.  Que hay que crearlo primero.  De nada sirve toda esa tierra bajo la superficie aunque esté llena de minerales de oro y plata, entre otros, si no hay una mente empresarial capaz de conseguir capital a riesgo que se invierta en estudiarlo, cuantificarlo y luego explotarlo.  Haciendo esto se generan salarios para los trabajadores de la empresa y los de las empresas que brinden sus servicios, intereses para los bancos que financian las operaciones de la empresa, desarrollo para las comunidades sonde se instalan las empresas extractivas, impuestos para el gobierno y la comunidad y finalmente, si sobra algo, ganancias para los que invirtieron su capital a riesgo.

La minería y las actividades extractivas son una de las tantas actividades económicas que pueden ayudar a un país a que incremente el nivel de vida de sus habitantes.  Es una de las actividades de más alto riesgo que existen en cuanto a inversiones de capital.  Si se le ponen muchas trabas e impuestos entonces esos capitales no vendrán al país y estaremos como Juan, sentados sobre montañas de arena que bajo una visión empresarial podrían convertirse en riqueza para el país.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo.

Regalías que ahuyentan inversiones

Ramon Parellada
11 de agosto, 2016

Juan estaba sentado sobre una gran roca en su parcela pensando cómo hacer para tener más ingresos.  Sabía que su tierra no era muy fértil.  Sabía también que había perdido una gran oportunidad cuando en el pasado se les había acercado, a él y sus vecinos, un geólogo que les había comentado que debajo de la superficie había minerales valiosos como el oro y la plata.   Se recordaban con cierto remordimiento cómo habían expulsado a aquel geólogo de sus tierras en aquel entonces pues pensaba que a lo mejor estarían mejor si lo hubieran dejado estudiar  y cuantificar que minerales podían haber descubierto.

Se lamentaban, sentados sobre un potencial tesoro, por no haber hecho nada y ya era muy tarde, ya estaban muy mayores y cansados y ahora ya no harían nada pues la comunidad tampoco se los permitiría.  Habían sido asesorados por esas organizaciones no gubernamentales que luchan contra la minería y las empresas extractivas aunque sus miembros provengan de países que viven de ellos.  El sacerdote del pueblo también había liderado la lucha contra la minería.

Ya era demasiado tarde para hacer algo pues las leyes también habían cambiado y ahora los reconocimientos, permisos y licencias costaban una fortuna y tardaban mucho en otorgarse si es que se otorgaban.  Y se necesitaba mucho dinero para invertir sin saber que se recuperaría lo cual era uno riesgo de los más grandes que jamás había afrontado.   Y si comenzaba a explotar el mineral tendría que pagar una regalías exorbitantes que evitaban que la operación fuera exitosa.  Regalías que eran del 1% cuando el geólogo se les acercó ahora eran del 10%.

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Se seguía lamentando Juan porque ahora entendía que estaba sentado sobre una cantidad de tierra que ni era fértil pero que podría haberse convertido en riqueza para él, su familia y su comunidad.  Él y sus amigos estaban arrepentidos porque les hicieron caso a personas equivocadas y fueron ellos con sus peticiones que lograron que el gobierno pusiera tantas trabas a la explotación de esos recursos.

Pensaban en que sus hijos hubieran podido tener una mejor educación.  Que hubieran podido tener mejor salud.  Que podrían haber tenido más y mejores servicios.  Que la pobreza no es lo más agradable del mundo y que ellos preferirían vivir más y mejor que seguir sufriendo como están.   Y seguía meditando arrepentido sentando sobre lo que hubiera cambiado sus vidas si tan sólo hubieran considerado estudiar, analizar y luego explotar la tierra que tenían bajo sus pies.

Esta historia ficticia puede pasar.  Seguramente ha pasado.  No lo sabemos.  Pero me imagino que tal como van las cosas y con un gobierno ignorante de cuáles son los determinantes para crear riqueza y que exista más prosperidad en el país con la consecuente mejora de nivel de vida de sus habitantes, iremos de mal en peor.  ¿Por qué?

Pues porque el gobierno está planeando hacer una reforma fiscal en la que van a incrementar impuestos y uno de ellos es el incremento de las regalías mineras al 10%.  Se le olvida a nuestros gobernantes y funcionarios públicos que ya de por sí, cualquier actividad productiva genera ingresos al fisco por el ISR (Impuesto Sobre la Renta), el IVA (Impuesto al Valor Agregado), Impuesto sobre inmuebles y otros más.  Que además existen actualmente regalías a la minería del 1% (y que en una época existían regalías voluntarias de hasta el 5% para el oro y la plata).   Ignoran que en el mundo entero, el promedio de las regalías está entre el 2 y el 3%.  Más no porque las inversiones de los que tienen el capital y el conocimiento se irían a donde los costos fueran menores.  Es tan obvio que no entiendo cómo es que nuestros gobernantes y funcionarios no lo ven.

         Guatemala es un país pobre que tiene recursos pero que por cuestiones ideológicas preferimos sentarnos sobre ellos y no aprovecharlos permaneciendo pobres como estamos.  Encima de todo, el gobierno se encarga de perpetuar esa pobreza con sus regulaciones licencias, permisos e impuestos.  La torpeza de nuestros gobernantes y quienes han llegado al poder es tal que este país podría estar creciendo al 10% pero no sobrepasa el 3.5% en promedio.  Podríamos salir en pocos años de la pobreza pero escogemos vivir eternamente en ella.  Que decepción.

Quienes abogan por regalías del orden del 10% creen  que tienen derecho a esa tajada del pastel pero se olvidan que hay que invertir y correr riesgos para cocinar y hacer crecer el pastel.  Que hay que crearlo primero.  De nada sirve toda esa tierra bajo la superficie aunque esté llena de minerales de oro y plata, entre otros, si no hay una mente empresarial capaz de conseguir capital a riesgo que se invierta en estudiarlo, cuantificarlo y luego explotarlo.  Haciendo esto se generan salarios para los trabajadores de la empresa y los de las empresas que brinden sus servicios, intereses para los bancos que financian las operaciones de la empresa, desarrollo para las comunidades sonde se instalan las empresas extractivas, impuestos para el gobierno y la comunidad y finalmente, si sobra algo, ganancias para los que invirtieron su capital a riesgo.

La minería y las actividades extractivas son una de las tantas actividades económicas que pueden ayudar a un país a que incremente el nivel de vida de sus habitantes.  Es una de las actividades de más alto riesgo que existen en cuanto a inversiones de capital.  Si se le ponen muchas trabas e impuestos entonces esos capitales no vendrán al país y estaremos como Juan, sentados sobre montañas de arena que bajo una visión empresarial podrían convertirse en riqueza para el país.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo.