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Reconsiderando a Aristóteles 3ra Parte

Redacción
06 de septiembre, 2016

Aunque la justicia no se puede igualar con la reciprocidad simple, la reciprocidad proporcional es la base de todo intercambio justo. Y justo en reciprocidad, nos dice el filósofo, es cuando la transacción es ventajosa para ambas partes, porque la justicia asegura lo ventajoso para la otra persona, y al ser ésta recíproca, es ventajosa para ambas partes. La proporcionalidad se refiere al justo medio, que es relativo a cada uno, y cada quien establece lo que para sí mismo es ventajoso:
“Es verdad que en la asociación para el intercambio, la justicia en esta forma [en forma de reciprocidad] es el vínculo que une a los hombres –reciprocidad de acuerdo a una proporción y no en base a un retorno precisamente igual. Porque es por medio de la compensación proporcional que la ciudad se mantiene unida. Los hombres buscan o retornar mal por mal –y si no pueden, sienten que han perdido su libertad –o bien por bien, y si esto es imposible no se da el intercambio; y es por el intercambio que se mantienen juntos.” ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO V, CAP.5 1132b28-1133ª13
El pago proporcional implica alguna unidad para la evaluación de servicios o bienes desiguales. Sin embargo el intercambio de bienes y/o servicios heterogéneos requiere que estos productos sean de algún modo comparables. Esta necesidad, nos dice Aristóteles, es la que llevó a la introducción del dinero, que sirve como un tipo de medio, ya que es la medida de todo, y así una medida del exceso y deficiencia de valor, informándonos, por ejemplo, cuantos zapatos son equivalentes a una casa o tanta comida:
“Ahora la retribución proporcional se consigue por una conjunción cruzada. Sea A un constructor, B un zapatero, C una casa, D un zapato. Se requiere que el constructor reciba del zapatero alguna parte de lo que éste último produce, dándole a cambio al mismo tiempo alguna parte de lo que él mismo produce. Si, entonces, primero se da la equiparación proporcional de bienes, y entonces se da la acción recíproca, el resultado que mencionamos se habrá efectuado. Si no, el trato no es equiparable, y no se da; porque no hay razón de porque el producto de uno no debiera ser más valioso que el del otro; deben por lo tanto ser equiparables… Porque no son dos médicos los que se asocian para el intercambio, sino que un médico y un granjero, o en general personas que son diferentes y desiguales; pero estos deben equipararse. Esta es la razón por la cual todas las cosas que se intercambian deben ser de algún modo comparables. Es para este fin que se ha introducido el dinero, y éste se convierte en un sentido un medio [de intercambio]; por que mide todas las cosas, y por tanto el exceso y la deficiencia –como cuantos zapatos equivalen a una casa o a una cantidad dada de comida. El número de zapatos intercambiados por una casa [o por una cantidad de comida dada] debe por tanto corresponder a la proporción [de la demanda por los productos] del constructor con el zapatero. Porque si esto no es así, no habrá intercambio ni asociación. Y esta proporción no se efectuará a menos que los bienes sean de alguna manera equiparables. Todos los bienes deben, por lo tanto, ser medidos por alguna cosa, como dijimos antes. Ahora, esta unidad es en verdad la demanda, que une todas las cosas (porque si los hombres no necesitaran de los productos de otros, o no los necesitaran en diferente escala, no habría ni intercambio o ni el mismo intercambio); pero por convención la demanda se ha representado por el dinero; y es por eso que tiene el nombre ‘dinero’ (nomisma) –porque existe, no por naturaleza sino que por costumbre (nomos) y está en nuestro poder cambiarlo o hacerlo inoperante.” ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO V, CAP.5 1133ª5-1133ª33
Esta conjunción cruzada es similar a un silogismo en el que:
D es a Z
‘n’ dinero equivale a ‘x’ cantidad de zapatos
C es a D
‘y’ cantidad de comida equivale a ‘n’ dinero
→ C es a Z
Luego ‘y’ cantidad de comida equivale a ‘x’ cantidad de zapatos
Ahora la proporción corresponde a la demanda por los productos del abarrotero con respecto a los del zapatero.
Sin embargo, el filósofo entiende que el dinero es también un bien y por lo tanto su precio está sujeto a la demanda, que no sólo es para el intercambio inmediato, sino que para el intercambio futuro:
“Qué la demanda mantiene las cosas juntas como una unidad se ve por el hecho de que cuando los hombres no necesitan unos de otros, es decir, cuando ninguno necesita del otro, o uno no necesita del otro, no intercambian, como hacemos cuando alguien quiere lo que uno tiene, por ejemplo, cuando la gente permite le exportación de maíz a cambio de vino. Esta ecuación, por lo tanto, debe establecerse. Y para el intercambio futuro –porque si no necesitamos alguna cosa ahora, podremos tenerla si alguna vez la necesitamos –siendo el dinero nuestra garantía para el efecto, porque es posible para el que tiene dinero obtener lo que desea. Ahora, la misma cosa sucede con el dinero que lo que sucede con otros bienes – porque su poder de compra varía; sin embargo, tiende a ser más estable. Por esto es que todo bien debe tener un precio en dinero; porque así siempre habrá intercambio, y por tanto, asociación de hombre con hombre. El dinero, entonces, actuando como medida, hace los bienes conmensurables y nos permite compararlos; porque ni habría asociación si no hubiera intercambio, ni intercambio si no hubiera comparación posible, ni comparación si no hubiera conmensurabilidad. Ahora en verdad, es imposible que cosas que difieren tanto puedan ser conmensurables, pero con referencia a la demanda pueden ser así suficientemente. Debe, por tanto, haber una unidad, y ésta, fija por convención (por lo que se llama dinero; porque es éste el que hace todas las cosa conmensurables, ya que todos los bienes se miden por dinero.” ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO V, CAP.5 1133b8-1133b23
En conclusión, Aristóteles nos dice que la polis es una asociación instrumental para que el hombre libre (eleutheros) y su comunidad doméstica (oikos) puedan vivir la buena vida, o como él la llama, la vida virtuosa. La polis se origina por el intercambio (katallasso) voluntario y justo. La justicia del intercambio reside en el hecho de que éste es ventajoso para las partes involucradas. Ambas partes ganan, pues cada uno elige el bien, tal como este aparece a cada uno. El intercambio se origina por la demanda y se hace posible gracias al dinero, que permite la comparación de los distintos bienes. Y el dinero es también un bien, cuyo precio es su poder de compra, el cual también está sujeto a la demanda, y que puede servir para conseguir bienes en el futuro.
No ha sido mi intención hacer de Aristóteles un economista de la Escuela Austriaca, sino mostrar cómo, al ser el filósofo realista, descubrió, desde su perspectiva moral egoísta, lo que los Austriacos después desarrollaron más ampliamente. Y quiero terminar citando a Ludwig von Mises:
“El hombre actúa siempre para acrecentar su satisfacción personal. En este sentido –y en ningún otro – cabe emplear el término egoísmo y decir que la acción es siempre y necesariamente egoísta.” LA ACCIÓN HUMANA, CAP. XIV, ÁMBITO Y METODOLOGÍA DE LA CATALÁCTICA, 3. LA ECONOMÍA PURA DE MERCADO, LA MAXIMIZACIÓN DE LOS BENEFICIOS.

Reconsiderando a Aristóteles 3ra Parte

Redacción
06 de septiembre, 2016

Aunque la justicia no se puede igualar con la reciprocidad simple, la reciprocidad proporcional es la base de todo intercambio justo. Y justo en reciprocidad, nos dice el filósofo, es cuando la transacción es ventajosa para ambas partes, porque la justicia asegura lo ventajoso para la otra persona, y al ser ésta recíproca, es ventajosa para ambas partes. La proporcionalidad se refiere al justo medio, que es relativo a cada uno, y cada quien establece lo que para sí mismo es ventajoso:
“Es verdad que en la asociación para el intercambio, la justicia en esta forma [en forma de reciprocidad] es el vínculo que une a los hombres –reciprocidad de acuerdo a una proporción y no en base a un retorno precisamente igual. Porque es por medio de la compensación proporcional que la ciudad se mantiene unida. Los hombres buscan o retornar mal por mal –y si no pueden, sienten que han perdido su libertad –o bien por bien, y si esto es imposible no se da el intercambio; y es por el intercambio que se mantienen juntos.” ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO V, CAP.5 1132b28-1133ª13
El pago proporcional implica alguna unidad para la evaluación de servicios o bienes desiguales. Sin embargo el intercambio de bienes y/o servicios heterogéneos requiere que estos productos sean de algún modo comparables. Esta necesidad, nos dice Aristóteles, es la que llevó a la introducción del dinero, que sirve como un tipo de medio, ya que es la medida de todo, y así una medida del exceso y deficiencia de valor, informándonos, por ejemplo, cuantos zapatos son equivalentes a una casa o tanta comida:
“Ahora la retribución proporcional se consigue por una conjunción cruzada. Sea A un constructor, B un zapatero, C una casa, D un zapato. Se requiere que el constructor reciba del zapatero alguna parte de lo que éste último produce, dándole a cambio al mismo tiempo alguna parte de lo que él mismo produce. Si, entonces, primero se da la equiparación proporcional de bienes, y entonces se da la acción recíproca, el resultado que mencionamos se habrá efectuado. Si no, el trato no es equiparable, y no se da; porque no hay razón de porque el producto de uno no debiera ser más valioso que el del otro; deben por lo tanto ser equiparables… Porque no son dos médicos los que se asocian para el intercambio, sino que un médico y un granjero, o en general personas que son diferentes y desiguales; pero estos deben equipararse. Esta es la razón por la cual todas las cosas que se intercambian deben ser de algún modo comparables. Es para este fin que se ha introducido el dinero, y éste se convierte en un sentido un medio [de intercambio]; por que mide todas las cosas, y por tanto el exceso y la deficiencia –como cuantos zapatos equivalen a una casa o a una cantidad dada de comida. El número de zapatos intercambiados por una casa [o por una cantidad de comida dada] debe por tanto corresponder a la proporción [de la demanda por los productos] del constructor con el zapatero. Porque si esto no es así, no habrá intercambio ni asociación. Y esta proporción no se efectuará a menos que los bienes sean de alguna manera equiparables. Todos los bienes deben, por lo tanto, ser medidos por alguna cosa, como dijimos antes. Ahora, esta unidad es en verdad la demanda, que une todas las cosas (porque si los hombres no necesitaran de los productos de otros, o no los necesitaran en diferente escala, no habría ni intercambio o ni el mismo intercambio); pero por convención la demanda se ha representado por el dinero; y es por eso que tiene el nombre ‘dinero’ (nomisma) –porque existe, no por naturaleza sino que por costumbre (nomos) y está en nuestro poder cambiarlo o hacerlo inoperante.” ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO V, CAP.5 1133ª5-1133ª33
Esta conjunción cruzada es similar a un silogismo en el que:
D es a Z
‘n’ dinero equivale a ‘x’ cantidad de zapatos
C es a D
‘y’ cantidad de comida equivale a ‘n’ dinero
→ C es a Z
Luego ‘y’ cantidad de comida equivale a ‘x’ cantidad de zapatos
Ahora la proporción corresponde a la demanda por los productos del abarrotero con respecto a los del zapatero.
Sin embargo, el filósofo entiende que el dinero es también un bien y por lo tanto su precio está sujeto a la demanda, que no sólo es para el intercambio inmediato, sino que para el intercambio futuro:
“Qué la demanda mantiene las cosas juntas como una unidad se ve por el hecho de que cuando los hombres no necesitan unos de otros, es decir, cuando ninguno necesita del otro, o uno no necesita del otro, no intercambian, como hacemos cuando alguien quiere lo que uno tiene, por ejemplo, cuando la gente permite le exportación de maíz a cambio de vino. Esta ecuación, por lo tanto, debe establecerse. Y para el intercambio futuro –porque si no necesitamos alguna cosa ahora, podremos tenerla si alguna vez la necesitamos –siendo el dinero nuestra garantía para el efecto, porque es posible para el que tiene dinero obtener lo que desea. Ahora, la misma cosa sucede con el dinero que lo que sucede con otros bienes – porque su poder de compra varía; sin embargo, tiende a ser más estable. Por esto es que todo bien debe tener un precio en dinero; porque así siempre habrá intercambio, y por tanto, asociación de hombre con hombre. El dinero, entonces, actuando como medida, hace los bienes conmensurables y nos permite compararlos; porque ni habría asociación si no hubiera intercambio, ni intercambio si no hubiera comparación posible, ni comparación si no hubiera conmensurabilidad. Ahora en verdad, es imposible que cosas que difieren tanto puedan ser conmensurables, pero con referencia a la demanda pueden ser así suficientemente. Debe, por tanto, haber una unidad, y ésta, fija por convención (por lo que se llama dinero; porque es éste el que hace todas las cosa conmensurables, ya que todos los bienes se miden por dinero.” ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO V, CAP.5 1133b8-1133b23
En conclusión, Aristóteles nos dice que la polis es una asociación instrumental para que el hombre libre (eleutheros) y su comunidad doméstica (oikos) puedan vivir la buena vida, o como él la llama, la vida virtuosa. La polis se origina por el intercambio (katallasso) voluntario y justo. La justicia del intercambio reside en el hecho de que éste es ventajoso para las partes involucradas. Ambas partes ganan, pues cada uno elige el bien, tal como este aparece a cada uno. El intercambio se origina por la demanda y se hace posible gracias al dinero, que permite la comparación de los distintos bienes. Y el dinero es también un bien, cuyo precio es su poder de compra, el cual también está sujeto a la demanda, y que puede servir para conseguir bienes en el futuro.
No ha sido mi intención hacer de Aristóteles un economista de la Escuela Austriaca, sino mostrar cómo, al ser el filósofo realista, descubrió, desde su perspectiva moral egoísta, lo que los Austriacos después desarrollaron más ampliamente. Y quiero terminar citando a Ludwig von Mises:
“El hombre actúa siempre para acrecentar su satisfacción personal. En este sentido –y en ningún otro – cabe emplear el término egoísmo y decir que la acción es siempre y necesariamente egoísta.” LA ACCIÓN HUMANA, CAP. XIV, ÁMBITO Y METODOLOGÍA DE LA CATALÁCTICA, 3. LA ECONOMÍA PURA DE MERCADO, LA MAXIMIZACIÓN DE LOS BENEFICIOS.