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El apoyo a Jimmy Morales

Redacción
18 de septiembre, 2016

Las distintas muestras de apoyo al presidente Jimmy Morales de parte de sus ministros y secretarios eran innecesarias y resultaron contraproducentes. Los rumores sobre que dichos manifiestos fueron parte de una estrategia de comunicación restaron credibilidad al equipo de gobierno, y dañaron aún más la imagen de un debilitado presidente.

Sin embargo, las cartas de apoyo que circularon en las redes durante estos días son reveladoras pues evidencian cómo el Ejecutivo percibe el entorno político ocho meses después de la toma de posesión.

En primer lugar, muestran que la preocupación principal de este gobierno no es la economía, la seguridad, ni la ingobernabilidad, sino su sobrevivencia política. La experiencia de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti del año pasado, pareciera estar muy presente en la mente de los asesores del mandatario. Entienden que cualquier asociación con redes de corrupción podría costarle la presidencia a Jimmy Morales.

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Segundo, esta obsesión con la sobrevivencia política ha hecho que la incertidumbre predomine en el Ejecutivo. Esto tiene al menos dos efectos sumamente dañinos para la gestión pública. Por un lado, reduce los horizontes de tiempo sobre los cuales los actores establecen sus metas y prioridades. No es lo mismo promover una política teniendo certeza de cuánto tiempo se estará en el poder, a hacerlo cuando en cualquier momento una crisis política podría detenerlo todo. Por otro lado, la incertidumbre produce temor, el que a su vez conduce a los actores a sobredimensionar el tamaño de las amenazas. En este caso, se ha aumentado el peligro de la crisis a raíz del caso de corrupción que podría involucrar al hermano e hijo del presidente.

Tercero, se observa que los ministros mejor calificados de este gobierno, como Finanzas y Gobernación, no se sumaron a las muestras de apoyo al presidente. Otros ministros de más bajo perfil sí lo hicieron, lo cual incrementó aún más la sensación de debilidad que proyecta el actual mandatario.

Ciertamente, una hipótesis válida es que los asesores de comunicación asociaron la caída de Perez Molina con la renuncia de buena parte de su equipo de trabajo. Al mostrar apoyo a Morales, se podría dar una imagen de unidad y legitimidad por parte del Ejecutivo. Sin embargo, aquella crisis y la actual son muy diferentes. Si bien la popularidad de Morales ha descendido exponencialmente, los guatemaltecos no han salido en masa a solicitar su renuncia. Además, el caso de corrupción, a pesar de afectar a la familia presidencial, no necesariamente involucra directamente al presidente (hasta ahora). Al adelantarse a expresar su apoyo, el gabinete da la sensación de que algo más se está escondiendo.

En lo personal, considero que esta crisis no debería ser motivo para una renuncia presidencial. No hay una acusación directa hacia el presidente semejante a la hecha en contra de Pérez Molina. De haberla, seguramente el pueblo guatemalteco saldría a las calles a exigir una limpieza total del Ejecutivo. Si dicha acusación no existe, entonces es innecesario (e incluso malintencionado) buscar desestabilizar a un gobierno que todos sabemos no tenía un plan de gobierno ni equipo formado. No defiendo al presidente, pero en este momento, creo que hablar de una renuncia es sumamente apresurado.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

El apoyo a Jimmy Morales

Redacción
18 de septiembre, 2016

Las distintas muestras de apoyo al presidente Jimmy Morales de parte de sus ministros y secretarios eran innecesarias y resultaron contraproducentes. Los rumores sobre que dichos manifiestos fueron parte de una estrategia de comunicación restaron credibilidad al equipo de gobierno, y dañaron aún más la imagen de un debilitado presidente.

Sin embargo, las cartas de apoyo que circularon en las redes durante estos días son reveladoras pues evidencian cómo el Ejecutivo percibe el entorno político ocho meses después de la toma de posesión.

En primer lugar, muestran que la preocupación principal de este gobierno no es la economía, la seguridad, ni la ingobernabilidad, sino su sobrevivencia política. La experiencia de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti del año pasado, pareciera estar muy presente en la mente de los asesores del mandatario. Entienden que cualquier asociación con redes de corrupción podría costarle la presidencia a Jimmy Morales.

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Segundo, esta obsesión con la sobrevivencia política ha hecho que la incertidumbre predomine en el Ejecutivo. Esto tiene al menos dos efectos sumamente dañinos para la gestión pública. Por un lado, reduce los horizontes de tiempo sobre los cuales los actores establecen sus metas y prioridades. No es lo mismo promover una política teniendo certeza de cuánto tiempo se estará en el poder, a hacerlo cuando en cualquier momento una crisis política podría detenerlo todo. Por otro lado, la incertidumbre produce temor, el que a su vez conduce a los actores a sobredimensionar el tamaño de las amenazas. En este caso, se ha aumentado el peligro de la crisis a raíz del caso de corrupción que podría involucrar al hermano e hijo del presidente.

Tercero, se observa que los ministros mejor calificados de este gobierno, como Finanzas y Gobernación, no se sumaron a las muestras de apoyo al presidente. Otros ministros de más bajo perfil sí lo hicieron, lo cual incrementó aún más la sensación de debilidad que proyecta el actual mandatario.

Ciertamente, una hipótesis válida es que los asesores de comunicación asociaron la caída de Perez Molina con la renuncia de buena parte de su equipo de trabajo. Al mostrar apoyo a Morales, se podría dar una imagen de unidad y legitimidad por parte del Ejecutivo. Sin embargo, aquella crisis y la actual son muy diferentes. Si bien la popularidad de Morales ha descendido exponencialmente, los guatemaltecos no han salido en masa a solicitar su renuncia. Además, el caso de corrupción, a pesar de afectar a la familia presidencial, no necesariamente involucra directamente al presidente (hasta ahora). Al adelantarse a expresar su apoyo, el gabinete da la sensación de que algo más se está escondiendo.

En lo personal, considero que esta crisis no debería ser motivo para una renuncia presidencial. No hay una acusación directa hacia el presidente semejante a la hecha en contra de Pérez Molina. De haberla, seguramente el pueblo guatemalteco saldría a las calles a exigir una limpieza total del Ejecutivo. Si dicha acusación no existe, entonces es innecesario (e incluso malintencionado) buscar desestabilizar a un gobierno que todos sabemos no tenía un plan de gobierno ni equipo formado. No defiendo al presidente, pero en este momento, creo que hablar de una renuncia es sumamente apresurado.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo