Por Hernan Sarmiento
En Guatemala desde la entrada de los gobiernos demócratas, pero más recientemente desde la firma de los acuerdos de paz, hemos estado sufriendo de los comerciantes de la miseria, llámese así a todas aquellas Organizaciones No Gubernamentales, que se han dedicado a vender el hambre, la pobreza y la desnutrición del pueblo de Guatemala, especialmente de las áreas en donde se asientan los pueblos indígenas.
El mercado de la miseria en Guatemala es muy grande, anualmente se puede estimar en unos 1,000 millones de dólares que gastan en diversidad de “proyectos”, varias decenas de ONGs, que perciben los fondos de sus casas matrices en Norteamérica o Europa, que venden la miseria en diferentes presentaciones y marcas, que van desde presuntas actividades para la producción de hortalizas (generalmente no aptas) en las comunidades rurales, hasta la capacitación en como alimentar a los hijos partiendo de los conocimientos ancestrales de las comunidades mayas, o en los casos más adversos en como capacitar a las personas para robar energía eléctrica a través de estructuras organizativas a todas luces ilegales y fuera del orden.
Por supuesto que, para hacer llegar esta ayuda, que generalmente llega a una o dos familias y reportan 100 familias, tienen que contar con una estructura administrativa en la que se invierte el 90% de la donación, quedando solamente un 10% del total del dinero donado por gobiernos amigos de Guatemala o personas particulares en los países desarrollados (quienes vale aclarar que de buena fe comparten sus ingresos con estas ONGs que operan en el país), dinero sobrante con el que compran desde una cabrita, un tanque de agua, unas cuantas mangueras de riego, y/o un rollo de malla para encerrar a las gallinas y con eso según ellos se alcanza el desarrollo.
Recientemente tuve una reunión con una de estas organizaciones comerciantes de la miseria y me decían que todos los proyectos son lo mismo, tienen 3 componentes: uno de organización, uno de producción y otro de comercialización, y que ellos tienen muchos años en Guatemala de estar ejecutando proyectos de este tipo, por supuesto que no pueden mostrar los resultados reales, porque en donde han estado ellos y otros muchos más grandes que ellos, no ha pasado nada, solamente han servido los fondos de la cooperación para financiar sus estilos de vida, por cierto nada comparables con la gente a la que dicen apoyar!!
En otra ocasión, me encontré reclamándole a un representante de otra de estas organizaciones comerciantes de la miseria de Guatemala, porque no se alcanzaban los resultados esperados de un proyecto en particular, y me dijo que dejara de estar soñando, porque la cooperación era un juego que teníamos que saber jugarlo, porque al final de todo, nadie viene a evaluar si sirvió o no el dinero invertido. Y pues, no me quedo más que darle la razón, porque muchos proyectos he visto que concluyen en que se necesita una segunda fase, para poder alcanzar los resultados esperados, de esa cuenta, tenemos proyectos en cadena que han financiado instituciones internacionales, en las mismas regiones, por dos y tres fases, fases que han costado 20, 45 y 90 millones de dólares cada una, y de las que no se ve nada en el campo.
Pero bueno, para cerrar esta primera parte, no me queda más que preguntarle a usted querido lector: ¿Quién es el encargado de Guatemala de velar porque los recursos donados por gente con buenas intenciones en los países desarrollados, se utilicen debidamente? ¿A quién debemos pedirle cuentas por los miles de millones de dólares que se han gastado supuestamente para paliar la miseria que sigue aquejando a millones de compatriotas en las áreas rurales? ¿Cómo pueden esperar los gobiernos donantes, resultados diferentes haciendo las mismas cosas y con las mismas instituciones? ¿Cuál es la nueva tendencia en la cooperación? porque sepan ustedes que como en todo mercado, también hay tendencias en el mercado de la miseria, cuyo principal cliente es la cooperación pública y privada internacional.
República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo
Por Hernan Sarmiento
En Guatemala desde la entrada de los gobiernos demócratas, pero más recientemente desde la firma de los acuerdos de paz, hemos estado sufriendo de los comerciantes de la miseria, llámese así a todas aquellas Organizaciones No Gubernamentales, que se han dedicado a vender el hambre, la pobreza y la desnutrición del pueblo de Guatemala, especialmente de las áreas en donde se asientan los pueblos indígenas.
El mercado de la miseria en Guatemala es muy grande, anualmente se puede estimar en unos 1,000 millones de dólares que gastan en diversidad de “proyectos”, varias decenas de ONGs, que perciben los fondos de sus casas matrices en Norteamérica o Europa, que venden la miseria en diferentes presentaciones y marcas, que van desde presuntas actividades para la producción de hortalizas (generalmente no aptas) en las comunidades rurales, hasta la capacitación en como alimentar a los hijos partiendo de los conocimientos ancestrales de las comunidades mayas, o en los casos más adversos en como capacitar a las personas para robar energía eléctrica a través de estructuras organizativas a todas luces ilegales y fuera del orden.
Por supuesto que, para hacer llegar esta ayuda, que generalmente llega a una o dos familias y reportan 100 familias, tienen que contar con una estructura administrativa en la que se invierte el 90% de la donación, quedando solamente un 10% del total del dinero donado por gobiernos amigos de Guatemala o personas particulares en los países desarrollados (quienes vale aclarar que de buena fe comparten sus ingresos con estas ONGs que operan en el país), dinero sobrante con el que compran desde una cabrita, un tanque de agua, unas cuantas mangueras de riego, y/o un rollo de malla para encerrar a las gallinas y con eso según ellos se alcanza el desarrollo.
Recientemente tuve una reunión con una de estas organizaciones comerciantes de la miseria y me decían que todos los proyectos son lo mismo, tienen 3 componentes: uno de organización, uno de producción y otro de comercialización, y que ellos tienen muchos años en Guatemala de estar ejecutando proyectos de este tipo, por supuesto que no pueden mostrar los resultados reales, porque en donde han estado ellos y otros muchos más grandes que ellos, no ha pasado nada, solamente han servido los fondos de la cooperación para financiar sus estilos de vida, por cierto nada comparables con la gente a la que dicen apoyar!!
En otra ocasión, me encontré reclamándole a un representante de otra de estas organizaciones comerciantes de la miseria de Guatemala, porque no se alcanzaban los resultados esperados de un proyecto en particular, y me dijo que dejara de estar soñando, porque la cooperación era un juego que teníamos que saber jugarlo, porque al final de todo, nadie viene a evaluar si sirvió o no el dinero invertido. Y pues, no me quedo más que darle la razón, porque muchos proyectos he visto que concluyen en que se necesita una segunda fase, para poder alcanzar los resultados esperados, de esa cuenta, tenemos proyectos en cadena que han financiado instituciones internacionales, en las mismas regiones, por dos y tres fases, fases que han costado 20, 45 y 90 millones de dólares cada una, y de las que no se ve nada en el campo.
Pero bueno, para cerrar esta primera parte, no me queda más que preguntarle a usted querido lector: ¿Quién es el encargado de Guatemala de velar porque los recursos donados por gente con buenas intenciones en los países desarrollados, se utilicen debidamente? ¿A quién debemos pedirle cuentas por los miles de millones de dólares que se han gastado supuestamente para paliar la miseria que sigue aquejando a millones de compatriotas en las áreas rurales? ¿Cómo pueden esperar los gobiernos donantes, resultados diferentes haciendo las mismas cosas y con las mismas instituciones? ¿Cuál es la nueva tendencia en la cooperación? porque sepan ustedes que como en todo mercado, también hay tendencias en el mercado de la miseria, cuyo principal cliente es la cooperación pública y privada internacional.
República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo