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El análisis de los principios

Redacción
03 de septiembre, 2016

La columna de la semana pasada me ganó algunos conflictos. Sin embargo la cosa es así. Cuando hay una situación en el mundo, se analiza desde una perspectiva particular y toda situación similar debe ser analizada sobre la misma base de los principios violados o exaltados, según el caso.

Es así que resulta ilógico que para los de izquierda, los asesinatos realizados por el Ché, Castro o Mao sean “aceptables”, pero no lo sean los que realizó Pinochet o Franco, simplemente porque esos son “de derecha” aunque la razón haya sido la misma.
Los derechos individuales mínimos no aceptan esos vaivenes ideológicos. Una vida es una vida y quien gobierna, sea de derecha, centro o izquierda, está obligado a garantizarla. El uso de la fuerza pública está permitido únicamente cuando se trata de defender esos derechos.
Es así que se derivan muchas situaciones en las que las personas están dispuestas a permitir que su análisis sea de conveniencia o gusto, pero eso es un relativismo muy peligroso. Equivale a decir que “los amigos” se salvan, pero quien me cae mal, “la muerte”. De la misma manera es cualquier otra violación de derechos, como la libre circulación, la libertad, la propiedad y la vida. Por caprichos o conveniencias no es posible hacerlos a un lado cuando se trata de algo que a mí me gusta o gustaría hacer. Están allí, como derechos fundamentales, precisamente para evitar ese relativismo, que en términos de política se llama arbitrariedad.
Es así que si a usted le cae mal que se estacionen frente a su portón, haya marchas por las calles, las procesiones no lo dejen circular, no puede estar de acuerdo con cerrar calles por una actividad deportiva, sea una carrera de caballos, bicicleta o maratón.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

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03 de septiembre, 2016

La columna de la semana pasada me ganó algunos conflictos. Sin embargo la cosa es así. Cuando hay una situación en el mundo, se analiza desde una perspectiva particular y toda situación similar debe ser analizada sobre la misma base de los principios violados o exaltados, según el caso.

Es así que resulta ilógico que para los de izquierda, los asesinatos realizados por el Ché, Castro o Mao sean “aceptables”, pero no lo sean los que realizó Pinochet o Franco, simplemente porque esos son “de derecha” aunque la razón haya sido la misma.
Los derechos individuales mínimos no aceptan esos vaivenes ideológicos. Una vida es una vida y quien gobierna, sea de derecha, centro o izquierda, está obligado a garantizarla. El uso de la fuerza pública está permitido únicamente cuando se trata de defender esos derechos.
Es así que se derivan muchas situaciones en las que las personas están dispuestas a permitir que su análisis sea de conveniencia o gusto, pero eso es un relativismo muy peligroso. Equivale a decir que “los amigos” se salvan, pero quien me cae mal, “la muerte”. De la misma manera es cualquier otra violación de derechos, como la libre circulación, la libertad, la propiedad y la vida. Por caprichos o conveniencias no es posible hacerlos a un lado cuando se trata de algo que a mí me gusta o gustaría hacer. Están allí, como derechos fundamentales, precisamente para evitar ese relativismo, que en términos de política se llama arbitrariedad.
Es así que si a usted le cae mal que se estacionen frente a su portón, haya marchas por las calles, las procesiones no lo dejen circular, no puede estar de acuerdo con cerrar calles por una actividad deportiva, sea una carrera de caballos, bicicleta o maratón.

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