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Devolviéndonos la Confianza

José Carlos Ortega
08 de octubre, 2016

No sé si hay una sola relación que inicie con toda la confianza a pleno. Posiblemente solo en el amor… Se recibe a una persona, muchas veces desconocida, y se le da la confianza de entrar a la vida, familia, al hogar y a la casa de una persona. En esa relación, con las dudas iniciales por puro sentimiento – “feeling” – de lo bueno que le parecerá a una persona, se le da la confianza de conocer la intimidad, nos ponemos en las manos de otra persona, secretos, nuestra vida privada, hasta nuestro cuerpo y salud. Los humanos iniciamos relaciones laborales, de negocios, religiosas, de salud y de todo tipo con cierto grado de confianza, que se puede ir acrecentando a medida que vamos conociendo a otra persona, la institución, sus métodos, etc. Por esa razón, en varios de las relaciones las iniciamos con contratos, para que la relación inicie sobre una confianza refrendada por la duda inicial.

La relación que menos confianza da es aquella que involucra dinero. Cuando se le da dinero a alguien, se espera necesariamente resultados conforme a lo prometido. La relación de confianza no inicia plena, se va enriqueciendo a medida que se logran los objetivos para los cuales fue destinado. El dinero tiene la característica, casi imposible de entender, de ser la más evasiva en cuestiones de confianza.

En los Estados Unidos de América la contienda electoral podría resumirse en el grado de confianza que se tiene de los dos candidatos de los partidos tradicionales, el demócrata y el republicano. Ambos candidatos generan desconfianza en varios de los temas obligados e importantes en cuanto a la política estadounidense. Aunque no puede endilgarse toda la culpa de lo que sucede en el mundo a la exsecretaria Clinton, se le acusa del agravamiento de la crisis terrorista en Libia, Siria, Afganistán, Pakistán e Iraq y sus consecuencias en actos en nuestro mundo accidental. La mayor importancia es la desconfianza que genera por esa falta de transparencia, de afrontar la verdad con integridad con respecto a varios temas como el financiamiento de su campaña, de los correos confidenciales y de seguridad nacional filtrados y una vida con muchas sombras. El impresentable candidato republicano, el empresario Donald Trump, sería un candidato que no tendría ninguna posibilidad en circunstancias en las que la otra candidata tuviera un grado moral y ético de confianza, pero ante esa deficiencia, sus actos racistas, sexistas, abusivos, llenos de mentiras no han sido suficientes para hundir su candidatura por la duda sobre el “establishment” político tradicional. Ninguno de los dos genera confianza.

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Existe una crisis de confianza en muchas de nuestras actividades. En Guatemala, años de frustraciones en las diferentes opciones políticas hacen que la desconfianza sea mayor. La elección del presidente Jimmy Morales y su equipo no es un acto de confianza, es un rechazo a la política tradicional, un querer que el “ni corrupto, ni ladrón” se convierta en realidad y que ese resultado genere la confianza necesaria para apoyar otras actividades de gobierno. El apoyo o la confianza están completamente relacionadas a los resultados de la gestión con eficiencia y transparencia.

En el recién concluido ENADE 2016, el panel de funcionarios públicos, alguno con una reputación que no le alcanza, pedían confianza en las autoridades y que esa confianza se traduzca en la aprobación de leyes y de una reforma fiscal para dar mayores fondos al gobierno y ser utilizados, supuestamente, en el fortalecimiento de esas “ciudades intermedias” que darían mayores oportunidades a millones de guatemaltecos. Esa confianza no se pide, la confianza se construye a partir de los buenos resultados que con los recursos actuales genere la administración. El enfoque en la eficiencia en el destino de los recursos, eliminación de los contratos de compra lesivos y sobrepreciados, combate a plazas fantasmas, al nepotismo, a comisiones por proyectos y compras, a anular los pactos colectivos lesivos y no esconderlos debajo de artimañas como supervisiones, etc. y en la ejecución correcta y de calidad en lo que sí se puede hacer. Como ejemplo puedo citar que en la carretera de El Rancho a Cobán, durante el gobierno de Álvaro Colom y la usurpadora Sandra, y de Otto Pérez, Roxana y Sinibaldi se deterioró de tal manera que existían alrededor de 12 hundimientos, que al no repararse se agravan y vuelven su arreglo más caro, pero la hacen extremadamente peligrosa para las personas que allí transitan. El gobierno del presidente Maldonado Aguirre pudo en unos pocos meses arreglar aproximadamente 5 de ellos. Acciones como esa pueden hacer que recuperemos confianza en el gobierno del presidente Morales. El combate a los evasores NO lo hará, y tampoco el combate a la corrupción del gobierno del partido Patriota, por no ser su directa competencia. La magistral explicación del Dr. Sergio Fajardo explica fehacientemente que son los resultados los que generan esa confianza, los medios hacia el fin.

Nuestro país necesita que los recursos que se destinan a cumplir las funciones esenciales del Estado se cumplan, y no se destinen al enriquecimiento de diputados, funcionarios y financistas. Las acciones del círculo cercano al presidente no ayudan. Deben ser aclaradas afirmativamente responsabilizando a quien se deba. Las acciones no necesariamente son las más lesivas para el Estado por el tamaño o la forma de realizarlo, que seguramente abundan por la pésima Ley de Compras y Contrataciones pasada y sus nuevas modificaciones. Pero deben ser aclaradas.

El reto de este gobierno es lograr un gobierno que revierta el Estado patrimonialista, lleno de negocios y comisiones, por uno que privilegie la honradez y la calidad del gasto, eliminar la posibilidad de negocios a cualquiera de los allegados, sea éste Melgarejo, Pirriresco o Gamarrutanesco…

Twitter: @josekrlos

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Devolviéndonos la Confianza

José Carlos Ortega
08 de octubre, 2016

No sé si hay una sola relación que inicie con toda la confianza a pleno. Posiblemente solo en el amor… Se recibe a una persona, muchas veces desconocida, y se le da la confianza de entrar a la vida, familia, al hogar y a la casa de una persona. En esa relación, con las dudas iniciales por puro sentimiento – “feeling” – de lo bueno que le parecerá a una persona, se le da la confianza de conocer la intimidad, nos ponemos en las manos de otra persona, secretos, nuestra vida privada, hasta nuestro cuerpo y salud. Los humanos iniciamos relaciones laborales, de negocios, religiosas, de salud y de todo tipo con cierto grado de confianza, que se puede ir acrecentando a medida que vamos conociendo a otra persona, la institución, sus métodos, etc. Por esa razón, en varios de las relaciones las iniciamos con contratos, para que la relación inicie sobre una confianza refrendada por la duda inicial.

La relación que menos confianza da es aquella que involucra dinero. Cuando se le da dinero a alguien, se espera necesariamente resultados conforme a lo prometido. La relación de confianza no inicia plena, se va enriqueciendo a medida que se logran los objetivos para los cuales fue destinado. El dinero tiene la característica, casi imposible de entender, de ser la más evasiva en cuestiones de confianza.

En los Estados Unidos de América la contienda electoral podría resumirse en el grado de confianza que se tiene de los dos candidatos de los partidos tradicionales, el demócrata y el republicano. Ambos candidatos generan desconfianza en varios de los temas obligados e importantes en cuanto a la política estadounidense. Aunque no puede endilgarse toda la culpa de lo que sucede en el mundo a la exsecretaria Clinton, se le acusa del agravamiento de la crisis terrorista en Libia, Siria, Afganistán, Pakistán e Iraq y sus consecuencias en actos en nuestro mundo accidental. La mayor importancia es la desconfianza que genera por esa falta de transparencia, de afrontar la verdad con integridad con respecto a varios temas como el financiamiento de su campaña, de los correos confidenciales y de seguridad nacional filtrados y una vida con muchas sombras. El impresentable candidato republicano, el empresario Donald Trump, sería un candidato que no tendría ninguna posibilidad en circunstancias en las que la otra candidata tuviera un grado moral y ético de confianza, pero ante esa deficiencia, sus actos racistas, sexistas, abusivos, llenos de mentiras no han sido suficientes para hundir su candidatura por la duda sobre el “establishment” político tradicional. Ninguno de los dos genera confianza.

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Existe una crisis de confianza en muchas de nuestras actividades. En Guatemala, años de frustraciones en las diferentes opciones políticas hacen que la desconfianza sea mayor. La elección del presidente Jimmy Morales y su equipo no es un acto de confianza, es un rechazo a la política tradicional, un querer que el “ni corrupto, ni ladrón” se convierta en realidad y que ese resultado genere la confianza necesaria para apoyar otras actividades de gobierno. El apoyo o la confianza están completamente relacionadas a los resultados de la gestión con eficiencia y transparencia.

En el recién concluido ENADE 2016, el panel de funcionarios públicos, alguno con una reputación que no le alcanza, pedían confianza en las autoridades y que esa confianza se traduzca en la aprobación de leyes y de una reforma fiscal para dar mayores fondos al gobierno y ser utilizados, supuestamente, en el fortalecimiento de esas “ciudades intermedias” que darían mayores oportunidades a millones de guatemaltecos. Esa confianza no se pide, la confianza se construye a partir de los buenos resultados que con los recursos actuales genere la administración. El enfoque en la eficiencia en el destino de los recursos, eliminación de los contratos de compra lesivos y sobrepreciados, combate a plazas fantasmas, al nepotismo, a comisiones por proyectos y compras, a anular los pactos colectivos lesivos y no esconderlos debajo de artimañas como supervisiones, etc. y en la ejecución correcta y de calidad en lo que sí se puede hacer. Como ejemplo puedo citar que en la carretera de El Rancho a Cobán, durante el gobierno de Álvaro Colom y la usurpadora Sandra, y de Otto Pérez, Roxana y Sinibaldi se deterioró de tal manera que existían alrededor de 12 hundimientos, que al no repararse se agravan y vuelven su arreglo más caro, pero la hacen extremadamente peligrosa para las personas que allí transitan. El gobierno del presidente Maldonado Aguirre pudo en unos pocos meses arreglar aproximadamente 5 de ellos. Acciones como esa pueden hacer que recuperemos confianza en el gobierno del presidente Morales. El combate a los evasores NO lo hará, y tampoco el combate a la corrupción del gobierno del partido Patriota, por no ser su directa competencia. La magistral explicación del Dr. Sergio Fajardo explica fehacientemente que son los resultados los que generan esa confianza, los medios hacia el fin.

Nuestro país necesita que los recursos que se destinan a cumplir las funciones esenciales del Estado se cumplan, y no se destinen al enriquecimiento de diputados, funcionarios y financistas. Las acciones del círculo cercano al presidente no ayudan. Deben ser aclaradas afirmativamente responsabilizando a quien se deba. Las acciones no necesariamente son las más lesivas para el Estado por el tamaño o la forma de realizarlo, que seguramente abundan por la pésima Ley de Compras y Contrataciones pasada y sus nuevas modificaciones. Pero deben ser aclaradas.

El reto de este gobierno es lograr un gobierno que revierta el Estado patrimonialista, lleno de negocios y comisiones, por uno que privilegie la honradez y la calidad del gasto, eliminar la posibilidad de negocios a cualquiera de los allegados, sea éste Melgarejo, Pirriresco o Gamarrutanesco…

Twitter: @josekrlos

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo