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Responsabilidad compartida

Betty Marroquin
17 de octubre, 2016

El connotado periodista Bill O’Riley dijo el otro día que entre otras cosas, esta campaña electoral ha sido la peor en la historia inclusive, bajo el punto de vista de la cobertura mediática. La gran mayoría de medios se han dedicado a aplaudir Hillary y a criticar abiertamente a Trump. Hasta ahora que su objetividad y profesionalismo han sido cuestionados están dando una cobertura más equitativa a los numerosos desaciertos de ambos candidatos, pero siempre con el comentario subjetivo y punzante contra Trump. Viendo los medios internacionales, recuerdo en Francia como Le Monde, tradicionalmente socialista, se comía vivo a Sarkozy cada vez que podía. En mi calidad de Analista Político, no siendo periodista sino politóloga, mi papel es comunicar mis ideas, analizar los temas y compartir mis conclusiones. Mías, es la palabra clave, y es una libertad que atesoro y un lujo que espero no perder jamás. Pero los periodistas no tienen esas mismas condiciones en el grado o en la forma en que las tenemos los analistas. Como dijera el grande Gabo (Gabriel García Márquez) “en el periodismo, un solo hecho falso perjudica la entera labor”.

Según el American Press Institute, el periodismo serio debe respetar estos principios elementales: 1. reportar la verdad; 2. su primera lealtad es con la ciudadanía; 3. su esencia está en la disciplina de la verificación; 4. deben mantenerse libres, es decir, sin ser seducidos por nada, intimidados por el poder o comprometerse por intereses personales; 5. debe hacer un monitoreo; 6. debe estimular el diálogo y “representar los puntos de vista e intereses de la sociedad poniéndolos en contexto en vez de subrayar sólo los aspectos conflictivos del debate” (https://www.americanpressinstitute.org/journalism-essentials/what-is-journalism/elements journalism/); 7. debe dedicarse a mantener lo significativo interesante y relevante (por eso el divorcio de Brangelina es infinitas veces menos importante que el precio de la carne en Chiquimula); 8. debe mantener las noticias comprensibles y proporcionales, sin inflarlas o disminuirlas; y 9. deben tener conciencia propia.

Si los periodistas se comportan de esa forma en países que se auto-proclaman más civilizados que el nuestro, ¿qué podemos esperar de nuestros periodistas? Podemos pensar que serán más objetivos. Como lo bueno toca decirlo, existen Periodistas con la P mayúscula en Guatemala, gente que reporta con veracidad, que se nota que tratan de informar y de contener sus propias opiniones. El otro día, por ejemplo, cuando reportaron sobre la marcha de los indígenas del Día de la Raza para reclamar tierras ancestrales, sus derechos sobre el agua y sus leyes específicas, no reportaron a las manifestantes rubias de ojos claros, altas y sumamente blancas que participaron. Si bien llevaban puesto vestuario confeccionado con tela típica, son tan nativas de Guatemala como yo de su nativa Escandinavia. Por cierto, a los que defienden las intromisiones de estas señoritas, aduciendo que porque no tenemos embajada Noruega no pueden ser noruegas, les digo de una que 1. no estamos diciendo que sean diplomáticas y no se necesita estar “con la embajada” para estar en un país ajeno al de uno, y 2. la Embajada de Noruega seguirá operando en Guatemala hasta finales de diciembre y la nuestra en Oslo hasta los primeros meses del 2017 (luego de esto la Embajada en México será concurrente con Guatemala).

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El punto es que ninguno de los principales medios escritos reportó ni una palabra al respecto. Y me pregunto porqué.

Si la gran mayoría de pueblos indígenas fueran de la misma ideología de quienes promueven todas estas ideas retrógradas de nacionalizar hasta el modo de andar, que el empresariado son los causantes de todo mal, y demás cantaleta, el Congreso estaría liderado por los partiditos de izquierda y personajes tan odiados por estos promotores del atraso como Zury Ríos, no sacarían la cantidad de votos que sacan en por ejemplo, Quiché.

Que estamos aburridos del tema, no cabe la menor duda. Tenemos cosas mucho más apremiantes de que hablar como combatir la malnutrición, crear plazas de trabajo, arreglar las escuelas a lo largo y ancho del país, leyes progresistas que pasar (en el sentido de generar progreso, no progresistas a la “políticamente correctas” con trasfondos socialistoides obtusos y que se han demostrado erróneos en todos los países que los han implementado), arreglar la infraestructura nacional tanto en puertos, como aeropuertos y carreteras.

Los medios juegan un papel importantísimo, y que no me vengan con la canción de que “no generan opinión” porque ni ellos se la creen. La generan ¡y cómo! Tienen una responsabilidad que cumplir y debieran abrazar su estatus de “cuarto poder” ejerciéndolo con responsabilidad y poniendo el bien de Guatemala por encima de cualquier agenda personal que puedan tener. Siempre tendremos varios opiniones encontradas, pero estoy segura que si escarbamos dialogando, encontraremos puntos de convergencia, siempre que lo hagamos con respeto mutuo, integridad y buena fe. Christian Amanpour dice que “ella cree que el buen periodismo, la buena televisión, pueden hacer del mundo un mejor lugar”, obvio porque sabe el poder que tienen los señores periodistas y comunicadores.

El mundo está patas arriba, para eso no significa que nosotros que somos más pequeños no tengamos la inteligencia, la buena fe y el deseo de hacer lo correcto por Guatemala. Podemos discutir y disentir con libertad, podemos trabajar con libertad, con respeto mutuo. Pilas compatriotas, pilas señores periodistas y comunicadores, trabajemos para ir hacia adelante con ganas. Y para atrás, ¡ni para agarrar aviada!

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Responsabilidad compartida

Betty Marroquin
17 de octubre, 2016

El connotado periodista Bill O’Riley dijo el otro día que entre otras cosas, esta campaña electoral ha sido la peor en la historia inclusive, bajo el punto de vista de la cobertura mediática. La gran mayoría de medios se han dedicado a aplaudir Hillary y a criticar abiertamente a Trump. Hasta ahora que su objetividad y profesionalismo han sido cuestionados están dando una cobertura más equitativa a los numerosos desaciertos de ambos candidatos, pero siempre con el comentario subjetivo y punzante contra Trump. Viendo los medios internacionales, recuerdo en Francia como Le Monde, tradicionalmente socialista, se comía vivo a Sarkozy cada vez que podía. En mi calidad de Analista Político, no siendo periodista sino politóloga, mi papel es comunicar mis ideas, analizar los temas y compartir mis conclusiones. Mías, es la palabra clave, y es una libertad que atesoro y un lujo que espero no perder jamás. Pero los periodistas no tienen esas mismas condiciones en el grado o en la forma en que las tenemos los analistas. Como dijera el grande Gabo (Gabriel García Márquez) “en el periodismo, un solo hecho falso perjudica la entera labor”.

Según el American Press Institute, el periodismo serio debe respetar estos principios elementales: 1. reportar la verdad; 2. su primera lealtad es con la ciudadanía; 3. su esencia está en la disciplina de la verificación; 4. deben mantenerse libres, es decir, sin ser seducidos por nada, intimidados por el poder o comprometerse por intereses personales; 5. debe hacer un monitoreo; 6. debe estimular el diálogo y “representar los puntos de vista e intereses de la sociedad poniéndolos en contexto en vez de subrayar sólo los aspectos conflictivos del debate” (https://www.americanpressinstitute.org/journalism-essentials/what-is-journalism/elements journalism/); 7. debe dedicarse a mantener lo significativo interesante y relevante (por eso el divorcio de Brangelina es infinitas veces menos importante que el precio de la carne en Chiquimula); 8. debe mantener las noticias comprensibles y proporcionales, sin inflarlas o disminuirlas; y 9. deben tener conciencia propia.

Si los periodistas se comportan de esa forma en países que se auto-proclaman más civilizados que el nuestro, ¿qué podemos esperar de nuestros periodistas? Podemos pensar que serán más objetivos. Como lo bueno toca decirlo, existen Periodistas con la P mayúscula en Guatemala, gente que reporta con veracidad, que se nota que tratan de informar y de contener sus propias opiniones. El otro día, por ejemplo, cuando reportaron sobre la marcha de los indígenas del Día de la Raza para reclamar tierras ancestrales, sus derechos sobre el agua y sus leyes específicas, no reportaron a las manifestantes rubias de ojos claros, altas y sumamente blancas que participaron. Si bien llevaban puesto vestuario confeccionado con tela típica, son tan nativas de Guatemala como yo de su nativa Escandinavia. Por cierto, a los que defienden las intromisiones de estas señoritas, aduciendo que porque no tenemos embajada Noruega no pueden ser noruegas, les digo de una que 1. no estamos diciendo que sean diplomáticas y no se necesita estar “con la embajada” para estar en un país ajeno al de uno, y 2. la Embajada de Noruega seguirá operando en Guatemala hasta finales de diciembre y la nuestra en Oslo hasta los primeros meses del 2017 (luego de esto la Embajada en México será concurrente con Guatemala).

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El punto es que ninguno de los principales medios escritos reportó ni una palabra al respecto. Y me pregunto porqué.

Si la gran mayoría de pueblos indígenas fueran de la misma ideología de quienes promueven todas estas ideas retrógradas de nacionalizar hasta el modo de andar, que el empresariado son los causantes de todo mal, y demás cantaleta, el Congreso estaría liderado por los partiditos de izquierda y personajes tan odiados por estos promotores del atraso como Zury Ríos, no sacarían la cantidad de votos que sacan en por ejemplo, Quiché.

Que estamos aburridos del tema, no cabe la menor duda. Tenemos cosas mucho más apremiantes de que hablar como combatir la malnutrición, crear plazas de trabajo, arreglar las escuelas a lo largo y ancho del país, leyes progresistas que pasar (en el sentido de generar progreso, no progresistas a la “políticamente correctas” con trasfondos socialistoides obtusos y que se han demostrado erróneos en todos los países que los han implementado), arreglar la infraestructura nacional tanto en puertos, como aeropuertos y carreteras.

Los medios juegan un papel importantísimo, y que no me vengan con la canción de que “no generan opinión” porque ni ellos se la creen. La generan ¡y cómo! Tienen una responsabilidad que cumplir y debieran abrazar su estatus de “cuarto poder” ejerciéndolo con responsabilidad y poniendo el bien de Guatemala por encima de cualquier agenda personal que puedan tener. Siempre tendremos varios opiniones encontradas, pero estoy segura que si escarbamos dialogando, encontraremos puntos de convergencia, siempre que lo hagamos con respeto mutuo, integridad y buena fe. Christian Amanpour dice que “ella cree que el buen periodismo, la buena televisión, pueden hacer del mundo un mejor lugar”, obvio porque sabe el poder que tienen los señores periodistas y comunicadores.

El mundo está patas arriba, para eso no significa que nosotros que somos más pequeños no tengamos la inteligencia, la buena fe y el deseo de hacer lo correcto por Guatemala. Podemos discutir y disentir con libertad, podemos trabajar con libertad, con respeto mutuo. Pilas compatriotas, pilas señores periodistas y comunicadores, trabajemos para ir hacia adelante con ganas. Y para atrás, ¡ni para agarrar aviada!

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo