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Pensando en el futuro

Betty Marroquin
06 de octubre, 2016

Cuando los guatemaltecos pensamos en el futuro, con frecuencia, nos sentimos abrumados y algunos hasta angustiados por lo incierto que se perfila. Por una parte, tenemos las noticias que día con día nos reportan cosas macabras, preocupantes, y sumamente negativas. Nos hablan de muerte, de abusos, de robo, de atentados a nuestra libertad individual, de temas retrógrados y nos demuestran que las mentes obtusas y cerradas pululan por doquier. Y sin embargo, a su vez, si buscamos, siempre encontramos esa noticia, esa información que de una sentada nos restaura la fe en nuestro país y nos hace a muchos seguir creyendo en esta hermosa nación.

En lo personal, quiero creer que dado lo acontecido en el 2015, los guatemaltecos no permitiremos que nadie nos limite nuestra libertad de soñar, de crear, de emprender y de actuar. Quiero creer que en Guatemala exista algún Alvaro Uribe que nos defienda, o mejor aún, que nos defenderemos nosotros mismos usando nuestra materia gris, no las pistolas. Elijo pensar que no todo está perdido, que tenemos esperanzas de salir adelante y superar esta etapa tan compleja de nuestra Historia.

Lo que Guatemala ha venido viviendo asemeja una purga desparasitaria, que ha neutralizado gran parte de los vermes que nos atormentaban, pero no todos. El reto es dantesco, pero los guatemaltecos podemos afrontarlo, si permanecemos unidos, si nos respetamos los unos a los otros, si aceptamos y abrazamos el concepto que Benito Juarez promoviera hace más de un siglo al decir que “el respeto al derecho ajeno, es la paz”.

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Los hermanos colombianos están luchando por su paz, pero esperemos no cometan nuestros mismos errores. Nosotros vivimos una paz ficticia, plagada de resentimiento, de deseo de venganza, que alimentan este nuevo y proliferó modus vivendi que constituye la industria de resarcimientos. Somos muchos los que estamos hastiados del tema del conflicto armado, y preferiríamos estar discutiendo temas substantivos y productivos como la erradicación de la malnutrición, la educación para todos los guatemaltecos, las mejoras a la infraestructura, el manejo más eficiente de los impuestos con una recaudación eficaz, la legalización de los informales, y la modernización de nuestras leyes para que sean más lógicas, claras y aplicables. Basta seguir con la cantaleta de los resarcimientos, de las venganzas legales (aunque de legales no tengan mucho especialmente cuando se viola el debido proceso con la facilidad con el descaro más absoluto).

Tenemos el tema de los ninis, y la urgencia que existe de crear mayores plazas de empleo. Parece increíble que en pleno siglo XXI existan aún quienes creen que el Estado debe “generar” empleo, en lugar de pensar que el Estado debe propiciar las condiciones para que el mercado mismo produzca una mayor y mejor oferta de empleo. Y sin embargo, vemos que en Estados Unidos tantos creen en candidatos que ofrecen darles el oro y el moro, como si fueran a hacerlo con cáscaras de huevo o con dinero de Monopoly. Creo sea tan obvio que el Estado no es un ente productivo, sino un ente que nada más absorbe los recursos que genera el sector productivo del país.

Hoy que Fundesa celebra el evento del año, el tan esperado Enade 2016, para tratar el tema de las ciudades intermedias, uniendo las conclusiones de todos los Enades anteriores, nos encontramos justo en un momento tan polarizado que parecer irónico que hablemos de un tema tan de vanguardia, mientras ideas tan arcaicas como hablar de estatización parecieran seguir en el tintero de la popularidad.

Las ciudades intermedias son vitales para Guatemala. Nos urge incentivar polos de desarrollo modernos, donde las personas encuentren las oportunidades que merecen, sin tener que venirse a la capital. Desarrollar esos puntos sería una manera proactiva de generar empleo, y por ende, mejorar la competitividad de nuestro país con el mundo exterior. Leyes precisas pero no específicas, sin dedicatoria, más generales y modernas, que digan lo que no se puede hacer y permitan todo lo demás, serían idóneas.

Con esta reflexión quiero nada más incentivar a quienes se tomen la molestia de leer estas líneas, a que no decaigan en su esfuerzo por generar prosperidad, por producir y con ello, trabajar por Guatemala. Quienes jamás han producido un Quetzal, que no saben lo que es llegar a fin de mes preguntándose como pagará salarios, impuestos, y acreedores, parecen tener un verdadero reto para absorber el concepto. Nos toca a los guatemaltecos, en forma pacífica, incentivarlos para que encuentren la fórmula. Guatemala lo merece, sus hijos lo merecen, usted lo merece.

A trabajar se ha dicho, y ¡que Dios nos ayude a ayudarnos!

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Pensando en el futuro

Betty Marroquin
06 de octubre, 2016

Cuando los guatemaltecos pensamos en el futuro, con frecuencia, nos sentimos abrumados y algunos hasta angustiados por lo incierto que se perfila. Por una parte, tenemos las noticias que día con día nos reportan cosas macabras, preocupantes, y sumamente negativas. Nos hablan de muerte, de abusos, de robo, de atentados a nuestra libertad individual, de temas retrógrados y nos demuestran que las mentes obtusas y cerradas pululan por doquier. Y sin embargo, a su vez, si buscamos, siempre encontramos esa noticia, esa información que de una sentada nos restaura la fe en nuestro país y nos hace a muchos seguir creyendo en esta hermosa nación.

En lo personal, quiero creer que dado lo acontecido en el 2015, los guatemaltecos no permitiremos que nadie nos limite nuestra libertad de soñar, de crear, de emprender y de actuar. Quiero creer que en Guatemala exista algún Alvaro Uribe que nos defienda, o mejor aún, que nos defenderemos nosotros mismos usando nuestra materia gris, no las pistolas. Elijo pensar que no todo está perdido, que tenemos esperanzas de salir adelante y superar esta etapa tan compleja de nuestra Historia.

Lo que Guatemala ha venido viviendo asemeja una purga desparasitaria, que ha neutralizado gran parte de los vermes que nos atormentaban, pero no todos. El reto es dantesco, pero los guatemaltecos podemos afrontarlo, si permanecemos unidos, si nos respetamos los unos a los otros, si aceptamos y abrazamos el concepto que Benito Juarez promoviera hace más de un siglo al decir que “el respeto al derecho ajeno, es la paz”.

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Los hermanos colombianos están luchando por su paz, pero esperemos no cometan nuestros mismos errores. Nosotros vivimos una paz ficticia, plagada de resentimiento, de deseo de venganza, que alimentan este nuevo y proliferó modus vivendi que constituye la industria de resarcimientos. Somos muchos los que estamos hastiados del tema del conflicto armado, y preferiríamos estar discutiendo temas substantivos y productivos como la erradicación de la malnutrición, la educación para todos los guatemaltecos, las mejoras a la infraestructura, el manejo más eficiente de los impuestos con una recaudación eficaz, la legalización de los informales, y la modernización de nuestras leyes para que sean más lógicas, claras y aplicables. Basta seguir con la cantaleta de los resarcimientos, de las venganzas legales (aunque de legales no tengan mucho especialmente cuando se viola el debido proceso con la facilidad con el descaro más absoluto).

Tenemos el tema de los ninis, y la urgencia que existe de crear mayores plazas de empleo. Parece increíble que en pleno siglo XXI existan aún quienes creen que el Estado debe “generar” empleo, en lugar de pensar que el Estado debe propiciar las condiciones para que el mercado mismo produzca una mayor y mejor oferta de empleo. Y sin embargo, vemos que en Estados Unidos tantos creen en candidatos que ofrecen darles el oro y el moro, como si fueran a hacerlo con cáscaras de huevo o con dinero de Monopoly. Creo sea tan obvio que el Estado no es un ente productivo, sino un ente que nada más absorbe los recursos que genera el sector productivo del país.

Hoy que Fundesa celebra el evento del año, el tan esperado Enade 2016, para tratar el tema de las ciudades intermedias, uniendo las conclusiones de todos los Enades anteriores, nos encontramos justo en un momento tan polarizado que parecer irónico que hablemos de un tema tan de vanguardia, mientras ideas tan arcaicas como hablar de estatización parecieran seguir en el tintero de la popularidad.

Las ciudades intermedias son vitales para Guatemala. Nos urge incentivar polos de desarrollo modernos, donde las personas encuentren las oportunidades que merecen, sin tener que venirse a la capital. Desarrollar esos puntos sería una manera proactiva de generar empleo, y por ende, mejorar la competitividad de nuestro país con el mundo exterior. Leyes precisas pero no específicas, sin dedicatoria, más generales y modernas, que digan lo que no se puede hacer y permitan todo lo demás, serían idóneas.

Con esta reflexión quiero nada más incentivar a quienes se tomen la molestia de leer estas líneas, a que no decaigan en su esfuerzo por generar prosperidad, por producir y con ello, trabajar por Guatemala. Quienes jamás han producido un Quetzal, que no saben lo que es llegar a fin de mes preguntándose como pagará salarios, impuestos, y acreedores, parecen tener un verdadero reto para absorber el concepto. Nos toca a los guatemaltecos, en forma pacífica, incentivarlos para que encuentren la fórmula. Guatemala lo merece, sus hijos lo merecen, usted lo merece.

A trabajar se ha dicho, y ¡que Dios nos ayude a ayudarnos!

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo