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¿Quién pierde más?

Betty Marroquin
03 de noviembre, 2016

Desde el jueves 27 iniciaron los paros de transportistas en el interior del país, furibundos ante la medida del Alcalde Alvaro Arzú de impedirles circular en la capital a las horas pico, por un total de 8 de las 24 horas del día. Ya de allí, está claro que tienen 16 horas para atravesar la capital, a horas en que los citadinos pueden desplazarse a sus trabajos en sus vehículos o en transportes públicos, y como se hace en cualquier ciudad civilizada del planeta. Si dejáramos simpatías o antipatías hacia el Alcalde a un lado, y tratamos de ser objetivos, admitiríamos que el tráfico en Guatemala es terrible, y que no es necesario inventar la rueda ya que esa fórmula la aplican en todas las ciudades modernas para mitigar el tráfico que lógicamente se presenta a las horas pico, aquí y en cualquier ciudad vital.

Cuando el Alcalde de la Ciudad de Guatemala anunció la nueva medida, surgieron lógicamente las protestas. Según parece, no hubo mucha negociación en el tema, la medida se impuso y punto. Ya de allí creo que se partió con el pie equivocado. En un país como Guatemala, dónde está tan de moda consensuarlo todo, donde cualquier cosa que suene a imposición o a receta es rechazada automáticamente, dónde ciertos actores andan viendo por dónde crean caos para ganancia de pescadores, creo que es mejor tratar hasta el máximo grado de no imponer, sino negociar, que es más bien convencer con argumentos comprensibles y lenguaje sencillo. No se hizo y ya conocemos el resultado de la bendita huelga.

Antes de que se sigan usando términos peyorativos hacia nuestros pilotos, que son gente humilde y sencilla (manipulable e influenciable), creo que vale la pena contarles que en lo que va del 2016 van paros de transportistas en Guatemala, en Colombia, en Argentina, en Bolivia, en Chile, para enumerar algunos. Mal de muchos, consuelo de tontos, dirán algunos, pero incluyo este dato para subrayar que gente desesperada, manipulable, mal informada la hay en todos los países, y en todos reaccionan no precisamente usando su materia gris.

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Que la pérdida de los exportadores, de los puertos, de las empresas de logística, de los importadores, será cuantiosa, es innegable. El mayor damnificado es Guatemala, un país que ya de por sí tiene una reputación comercial compleja por ser un sistema que no ofrece reglas claras, y una considerable inestabilidad social que se manifiesta en claros antecedentes de problemas derivados de la animosidad hacia las inversiones extranjeras. Quienes promueven esas ideas obtusas, azuzan a la gente, pican el hígado de los trabajadores, o ignoran o les vale que el daño sea para esos miles de trabajadores y por ende de familias, que pierden la posibilidad de mejores ingresos por trabajar en esas inversiones que podrían venirse a Guate en lugar de irse a Nicaragua, por ejemplo. Pierden los comercios que no reciben su mercadería o la reciben dañada por los atrasos. Pierden los consumidores. Pensar que sólo dañan a las grandes corporaciones es obtuso. Pierden desde la señora de la abarrotería a la que no le llegará su producto, hasta los grandes supermercados y por ende, los consumidores. Y los señores transportistas que también dejan de percibir un salario por esos días de brazos caídos, como que tampoco se dan cuenta de ese menudo detalle. Total, perdemos todos, absolutamente todos incluyendo a los de la protesta.

A los señores pilotos les pregunto: Si su problema es con el Alcalde Arzú, ¿porque no se plantaron frente al Palacio de la Loba desde el primer día? Si tengo un problema con la directora del colegio no le doy palo a la señora de la tienda. En lugar de bloquear carreteras cerca de puertos causando paros técnicos en aduanas y atrasos en el flujo logístico, de bloquear paso por puentes, y no digamos atacar con violencia a sus colegas pilotos responsables que si quieren trabajar, herir gente inocente, comportándose como bestias enfurecidas, debieron ir a protestar, ordenadamente, a dónde correspondía. En lugar de exigir sentarse a dialogar para entrar en razón, hacer números, informarse, sacaron piedras, palos y pistolas contra otros trabajadores. Amedrentaron trabajadores portuarios, y en suma, se comportaron como verdaderos delincuentes. Si es políticamente incorrecto usar estos términos, que pena, son los que les cuadran. Me pregunto si quienes tiraron esas piedras y dispararon desde los pickup blancos son los pilotos o los dueños de los transportes, o quién.

Ya estamos crecidos para no tomar responsabilidad de nuestras acciones. Los exportadores han acusado a los puertos de no querer dejar entrar sus camiones. ¿Qué lógica tiene eso, cuando el puerto pierde si no entran? Se pudo comprobar que efectivamente, los puertos han procesado la carga que les ha llegado y enviado la que ha entrado, conforme la protesta lo permite, porque ese es su trabajo. Las protestas no sucedieron dentro de los puertos, pero amedrentaron a los pilotos que si querían mover carga, ya que nadie en su sano juicio quiere que lo agarren a pedradas o a balazos, como sucedió en varias de ocaciones en las rutas hacia los puertos. Los dueños de los camiones debieron sentarse a negociar con los pilotos, y si decidían ponerse de acuerdo y protestar, pues hacerlo ordenadamente y dónde corresponde. ¿Qué vela tienen los puertos en el tema? Adicionalmente, querer poner culpa aduciendo que los trabajadores del puerto puedan tener algún interés en la huelga se ha comprobado otro absurdo.

Para quienes no conocen, la comunidad en torno a los puertos vive muy en función de los mismos puertos. Allí trabajan los padres, los hijos y trabajaron los abuelos. Los puertos son fuente de empleo, de orgullo y parte de la identidad de los pobladores de la zona. Son por ende los primeros interesados en que esos puertos funcionen. Si bien puede ser que tengan parientes pilotos de trailers o transportistas, no van a poner su trabajo en peligro. No subestimemos su inteligencia y buena voluntad.

El Ejecutivo hizo su parte, con el Ministerio de Gobernación, coordinando con los Ministerios de Comunicaciones y demás dependencias estatales involucradas, además de las Administraciones portuarias, para enviar convoyes de carga con seguridad proporcionada por la Policía Nacional. Primero que nada movieron hidrocarburos y perecederos, y luego le entraron a graneles y demás productos. Ordenada y coordinadamente, con dificultades y con riesgos. Toca ser justos.

De todo momento complicado se pueden sacar oportunidades si la gente usa su materia gris. En las ciudades más eficientes, el transporte pesado entra hasta nodos logísticos (zonas de distribución) racionalmente organizados, desde los cuales el producto es descargado, almacenado, convertido o procesado y distribuido en vehículos más livianos a sus destinos finales en el área metropolitana. Obvio no hablamos de traslado de vehículos, pero si de tantos otros productos que pueden ser trasladados en paneles más pequeños que un trailer. Esta medida no sólo agiliza el movimiento porque el tráfico fluye mejor, crea más plazas de trabajo, genera negocios en torno al traslado de la mercadería de trailers a camiones, sino que además evita que los importadores tengan que tener bodegas y así paguen únicamente por el espacio utilizado (dependiendo de la cantidad de mercadería). Me refiero a logística tercerizada (third party logistics). Lo que expongo es sólo una idea, pero ideas pueden darse muchas. Querer resolver el problema, eficientizar el proceso, es poder hacerlo. Sólo se requiere la voluntad para que las partes interesadas se sienten a buscar una solución, y que a nivel privado, procedan. No es el gobierno quien debe meter su nariz en el tema, son los transportistas quienes deben buscar la solución para continuar operando, ser más eficientes y sin hacer perder a todo mundo.

De no hacerlo, el enfrentamiento entre autoridades y manifestantes será inevitable, provocando muertos y mártires (que algunos quisieran ver para empeorar el caos y seguir manipulando a la población). Señores, la elección es nuestra, o resolvemos con inteligencia o resolvemos con el hígado.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

¿Quién pierde más?

Betty Marroquin
03 de noviembre, 2016

Desde el jueves 27 iniciaron los paros de transportistas en el interior del país, furibundos ante la medida del Alcalde Alvaro Arzú de impedirles circular en la capital a las horas pico, por un total de 8 de las 24 horas del día. Ya de allí, está claro que tienen 16 horas para atravesar la capital, a horas en que los citadinos pueden desplazarse a sus trabajos en sus vehículos o en transportes públicos, y como se hace en cualquier ciudad civilizada del planeta. Si dejáramos simpatías o antipatías hacia el Alcalde a un lado, y tratamos de ser objetivos, admitiríamos que el tráfico en Guatemala es terrible, y que no es necesario inventar la rueda ya que esa fórmula la aplican en todas las ciudades modernas para mitigar el tráfico que lógicamente se presenta a las horas pico, aquí y en cualquier ciudad vital.

Cuando el Alcalde de la Ciudad de Guatemala anunció la nueva medida, surgieron lógicamente las protestas. Según parece, no hubo mucha negociación en el tema, la medida se impuso y punto. Ya de allí creo que se partió con el pie equivocado. En un país como Guatemala, dónde está tan de moda consensuarlo todo, donde cualquier cosa que suene a imposición o a receta es rechazada automáticamente, dónde ciertos actores andan viendo por dónde crean caos para ganancia de pescadores, creo que es mejor tratar hasta el máximo grado de no imponer, sino negociar, que es más bien convencer con argumentos comprensibles y lenguaje sencillo. No se hizo y ya conocemos el resultado de la bendita huelga.

Antes de que se sigan usando términos peyorativos hacia nuestros pilotos, que son gente humilde y sencilla (manipulable e influenciable), creo que vale la pena contarles que en lo que va del 2016 van paros de transportistas en Guatemala, en Colombia, en Argentina, en Bolivia, en Chile, para enumerar algunos. Mal de muchos, consuelo de tontos, dirán algunos, pero incluyo este dato para subrayar que gente desesperada, manipulable, mal informada la hay en todos los países, y en todos reaccionan no precisamente usando su materia gris.

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Que la pérdida de los exportadores, de los puertos, de las empresas de logística, de los importadores, será cuantiosa, es innegable. El mayor damnificado es Guatemala, un país que ya de por sí tiene una reputación comercial compleja por ser un sistema que no ofrece reglas claras, y una considerable inestabilidad social que se manifiesta en claros antecedentes de problemas derivados de la animosidad hacia las inversiones extranjeras. Quienes promueven esas ideas obtusas, azuzan a la gente, pican el hígado de los trabajadores, o ignoran o les vale que el daño sea para esos miles de trabajadores y por ende de familias, que pierden la posibilidad de mejores ingresos por trabajar en esas inversiones que podrían venirse a Guate en lugar de irse a Nicaragua, por ejemplo. Pierden los comercios que no reciben su mercadería o la reciben dañada por los atrasos. Pierden los consumidores. Pensar que sólo dañan a las grandes corporaciones es obtuso. Pierden desde la señora de la abarrotería a la que no le llegará su producto, hasta los grandes supermercados y por ende, los consumidores. Y los señores transportistas que también dejan de percibir un salario por esos días de brazos caídos, como que tampoco se dan cuenta de ese menudo detalle. Total, perdemos todos, absolutamente todos incluyendo a los de la protesta.

A los señores pilotos les pregunto: Si su problema es con el Alcalde Arzú, ¿porque no se plantaron frente al Palacio de la Loba desde el primer día? Si tengo un problema con la directora del colegio no le doy palo a la señora de la tienda. En lugar de bloquear carreteras cerca de puertos causando paros técnicos en aduanas y atrasos en el flujo logístico, de bloquear paso por puentes, y no digamos atacar con violencia a sus colegas pilotos responsables que si quieren trabajar, herir gente inocente, comportándose como bestias enfurecidas, debieron ir a protestar, ordenadamente, a dónde correspondía. En lugar de exigir sentarse a dialogar para entrar en razón, hacer números, informarse, sacaron piedras, palos y pistolas contra otros trabajadores. Amedrentaron trabajadores portuarios, y en suma, se comportaron como verdaderos delincuentes. Si es políticamente incorrecto usar estos términos, que pena, son los que les cuadran. Me pregunto si quienes tiraron esas piedras y dispararon desde los pickup blancos son los pilotos o los dueños de los transportes, o quién.

Ya estamos crecidos para no tomar responsabilidad de nuestras acciones. Los exportadores han acusado a los puertos de no querer dejar entrar sus camiones. ¿Qué lógica tiene eso, cuando el puerto pierde si no entran? Se pudo comprobar que efectivamente, los puertos han procesado la carga que les ha llegado y enviado la que ha entrado, conforme la protesta lo permite, porque ese es su trabajo. Las protestas no sucedieron dentro de los puertos, pero amedrentaron a los pilotos que si querían mover carga, ya que nadie en su sano juicio quiere que lo agarren a pedradas o a balazos, como sucedió en varias de ocaciones en las rutas hacia los puertos. Los dueños de los camiones debieron sentarse a negociar con los pilotos, y si decidían ponerse de acuerdo y protestar, pues hacerlo ordenadamente y dónde corresponde. ¿Qué vela tienen los puertos en el tema? Adicionalmente, querer poner culpa aduciendo que los trabajadores del puerto puedan tener algún interés en la huelga se ha comprobado otro absurdo.

Para quienes no conocen, la comunidad en torno a los puertos vive muy en función de los mismos puertos. Allí trabajan los padres, los hijos y trabajaron los abuelos. Los puertos son fuente de empleo, de orgullo y parte de la identidad de los pobladores de la zona. Son por ende los primeros interesados en que esos puertos funcionen. Si bien puede ser que tengan parientes pilotos de trailers o transportistas, no van a poner su trabajo en peligro. No subestimemos su inteligencia y buena voluntad.

El Ejecutivo hizo su parte, con el Ministerio de Gobernación, coordinando con los Ministerios de Comunicaciones y demás dependencias estatales involucradas, además de las Administraciones portuarias, para enviar convoyes de carga con seguridad proporcionada por la Policía Nacional. Primero que nada movieron hidrocarburos y perecederos, y luego le entraron a graneles y demás productos. Ordenada y coordinadamente, con dificultades y con riesgos. Toca ser justos.

De todo momento complicado se pueden sacar oportunidades si la gente usa su materia gris. En las ciudades más eficientes, el transporte pesado entra hasta nodos logísticos (zonas de distribución) racionalmente organizados, desde los cuales el producto es descargado, almacenado, convertido o procesado y distribuido en vehículos más livianos a sus destinos finales en el área metropolitana. Obvio no hablamos de traslado de vehículos, pero si de tantos otros productos que pueden ser trasladados en paneles más pequeños que un trailer. Esta medida no sólo agiliza el movimiento porque el tráfico fluye mejor, crea más plazas de trabajo, genera negocios en torno al traslado de la mercadería de trailers a camiones, sino que además evita que los importadores tengan que tener bodegas y así paguen únicamente por el espacio utilizado (dependiendo de la cantidad de mercadería). Me refiero a logística tercerizada (third party logistics). Lo que expongo es sólo una idea, pero ideas pueden darse muchas. Querer resolver el problema, eficientizar el proceso, es poder hacerlo. Sólo se requiere la voluntad para que las partes interesadas se sienten a buscar una solución, y que a nivel privado, procedan. No es el gobierno quien debe meter su nariz en el tema, son los transportistas quienes deben buscar la solución para continuar operando, ser más eficientes y sin hacer perder a todo mundo.

De no hacerlo, el enfrentamiento entre autoridades y manifestantes será inevitable, provocando muertos y mártires (que algunos quisieran ver para empeorar el caos y seguir manipulando a la población). Señores, la elección es nuestra, o resolvemos con inteligencia o resolvemos con el hígado.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo