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La decadencia de la democracia gringa: Clinton vrs. Trump

José Carlos Ortega
05 de noviembre, 2016

Si fuera ciudadano de los Estados Unidos de América, dada la información que tengo en este momento, votaría por el candidato a presidente por el partido Libertario, el ex gobernador por dos períodos en el estado de Nuevo Mexico, Gary Johnson y por el también exgobernador, por dos períodos del estado de Massachusetts, el prestigioso abogado William Weld, su candidato a vicepresidente. A pesar de los errores, “pifias” del candidato a presidente en no conocer dónde quedaba o qué era la intensamente asediada, principalmente por los bombardeos de la Federación de Rusia y por el genocida gobierno del presidente Assad de Siria, Alepo. Además, no supo nombrar a ningún… líder mundial, y ¡bueno! por parecer un fumador de marihuana, que aparentemente ha fumado y posiblemente lo haga aún, y que apoya su liberalización y legalización. Todo consistente con su programa de gobierno en política exterior de no entrometerse en la soberanía de los países y de mantener la libertad en la mayoría de las acciones humanas, y dejar lo más que se pueda a la decisión personal según su conciencia, forma de pensar, cultura, etc. A pesar de esos errores, sus resultados como gobernador fueron sorprendentes, con respeto a sus convicciones y pragmatismo político, en crecimiento económico, educación y salud. Su compañero de fórmula, William Weld tiene una visión clarísima de lo que se debe hacer, cómo hacerlo, y por varios momentos no se comprende el porqué de la decisión de no nominarlo a él para la primera magistratura.
Si viviera en los Estados Unidos de América, tendría el horrible dilema de tener que decidir por el menor de dos males, los dos peores candidatos de la historia reciente de los Estados Unidos de América: la exsecretaria, exsenadora y exprimera dama y abogada Hillary Clinton y el empresario de bienes raíces y casinos y narcisista, ególatra y falto de cualquier buen juicio, inteligencia emocional, valores éticos y morales Donald J. Trump. También preocupan sus candidatos y compañeros de fórmula, el gobernador Mike Pence, un recalcitrante conservador (republicano), que en sus decisiones políticas ha incluido políticas públicas, leyes y procedimientos para interferir con la vida de los ciudadanos, y el senador, exgobernador y exalcalde demócrata Tim Kaine, que enfrenta siempre el dilema de no apoyar en su vida personal asuntos por los que da su voto permisivo, y por su influencia de la teología de la liberación.
Al analizar cada uno de los temas e irlos calificando, en el señor Trump, la posibilidad de una recuperación económica y entender la forma de creación de la riqueza, la nominación de candidatos a la Corte Suprema (a la que él no me da confianza, tampoco), su calidad de empresario y de respeto a las leyes, su política de limitar la economía global y volver al incremento de barreras al comercio, sus escasas ideas sobre el cuidado médico, la educación, su estupidez sobre la política inmigratoria, el racismo, discriminación y misoginia comprobada, la visión no realista y espantosa en política exterior, su relación con el dictador ruso Putin; aunado a su trato delictivo, abusivo, irrespetuoso hacia las mujeres, lo hace un candidato muy desconfiable. El posicionamiento de gurú que adquirió con sus programas de televisión lo ayudan a parecer como ese posible solucionador al estilo “reality” de todos los males en los EE.UU.
Con todo ese análisis, ¿por qué la candidata Hillary Clinton no barre en las elecciones? Porque tiene asuntos que la convierten en una pésima candidata, y posiblemente en una mala elección. Su pasado como abogada de un violador, su involucramiento en los siempre oscuros negocios en el estado de Arkansas (Whitewater) cuando su esposo, el expresidente William (Bill) Clinton fue gobernador, su acoplamiento al status quo cuando fue senadora; los cobros excesivos a empresas ligadas al colapso financiero de 2008 y a la parte oscura de Wall Street por sus conferencias que pudieran comprometer su independencia; su escasos resultados, aparentes, durante su estadía como Secretaria de Estado; su crítica y fustigamiento inadecuado a las posibles parejas sentimentales o sexuales de su esposo; y por supuesto, los correos electrónicos oficiales copiados a su servidor personal… Su campaña no conecta con el ciudadano común, pero, en estos tiempos de “nueva política” es incapaz de no verse como mentirosa y poco confiable.
¿Cómo pudo Estados Unidos de América llegar a tener dos candidatos tan malos? Algunos regresarán a la presidencia de Bill Clinton con la mentira sobre sus aventuras. Ya antes los presidentes habían mentido, el presidente Richard Nixon tuvo que renunciar por su involucramiento en el espionaje del partido Demócrata. El presidente George H. Bush estuvo involucrado en el financiamiento de los “Contras” en Nicaragua con dinero de la venta de armas y drogas en Irán. Se excusará que en el caso de Nixon fue probado, mientras que en los otros no, excepto en el del presidente Clinton, que fue una mentira burda. Pero se llega a la decadencia moral de los ciudadanos que pueden ver soluciones en personas como Trump, Palin, Cruz, H. Clinton. La integridad de vida ya no es un componente, tal vez por la excesiva búsqueda de errores en tiempos anteriores que se inmiscuían en las vidas privadas de los candidatos, y que para el ciudadano común, se veía reflejado en la intromisión como propia.
Para nosotros los guatemaltecos, creer que la política definida para el triángulo de Centro América como de seguridad nacional va a cambiar: ¡no, no va a cambiar, sólo puede ponerse peor! La intromisión en la justicia, política pública, no va a cambiar. Eso sí, cuando le pongan un impuesto a cada remesa de los guatemaltecos enviada a sus familiares en Guatemala, ¡eso sí nos va a afectar! Y va a afectar a las familias guatemaltecas, además de la cantidad de deportados que volverán a sumarse a crecientes cantidades de guatemaltecos sin trabajo, en la informalidad, en la delincuencia.
¡Qué diferencia hubiéramos tenido si el vicepresidente Biden y el gobernador Kasich hubiesen sido los nominados! Pero… pero, pero, en medio de todo, darle el poder de la capacidad nuclear, del ejército de los Estados Unidos de América, la superpotencia, a la salud emocional del ególatra, misógino, acosador, discriminador, abusador y asaltante sexual de Trump, ¡no!
@josekrlos

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

La decadencia de la democracia gringa: Clinton vrs. Trump

José Carlos Ortega
05 de noviembre, 2016

Si fuera ciudadano de los Estados Unidos de América, dada la información que tengo en este momento, votaría por el candidato a presidente por el partido Libertario, el ex gobernador por dos períodos en el estado de Nuevo Mexico, Gary Johnson y por el también exgobernador, por dos períodos del estado de Massachusetts, el prestigioso abogado William Weld, su candidato a vicepresidente. A pesar de los errores, “pifias” del candidato a presidente en no conocer dónde quedaba o qué era la intensamente asediada, principalmente por los bombardeos de la Federación de Rusia y por el genocida gobierno del presidente Assad de Siria, Alepo. Además, no supo nombrar a ningún… líder mundial, y ¡bueno! por parecer un fumador de marihuana, que aparentemente ha fumado y posiblemente lo haga aún, y que apoya su liberalización y legalización. Todo consistente con su programa de gobierno en política exterior de no entrometerse en la soberanía de los países y de mantener la libertad en la mayoría de las acciones humanas, y dejar lo más que se pueda a la decisión personal según su conciencia, forma de pensar, cultura, etc. A pesar de esos errores, sus resultados como gobernador fueron sorprendentes, con respeto a sus convicciones y pragmatismo político, en crecimiento económico, educación y salud. Su compañero de fórmula, William Weld tiene una visión clarísima de lo que se debe hacer, cómo hacerlo, y por varios momentos no se comprende el porqué de la decisión de no nominarlo a él para la primera magistratura.
Si viviera en los Estados Unidos de América, tendría el horrible dilema de tener que decidir por el menor de dos males, los dos peores candidatos de la historia reciente de los Estados Unidos de América: la exsecretaria, exsenadora y exprimera dama y abogada Hillary Clinton y el empresario de bienes raíces y casinos y narcisista, ególatra y falto de cualquier buen juicio, inteligencia emocional, valores éticos y morales Donald J. Trump. También preocupan sus candidatos y compañeros de fórmula, el gobernador Mike Pence, un recalcitrante conservador (republicano), que en sus decisiones políticas ha incluido políticas públicas, leyes y procedimientos para interferir con la vida de los ciudadanos, y el senador, exgobernador y exalcalde demócrata Tim Kaine, que enfrenta siempre el dilema de no apoyar en su vida personal asuntos por los que da su voto permisivo, y por su influencia de la teología de la liberación.
Al analizar cada uno de los temas e irlos calificando, en el señor Trump, la posibilidad de una recuperación económica y entender la forma de creación de la riqueza, la nominación de candidatos a la Corte Suprema (a la que él no me da confianza, tampoco), su calidad de empresario y de respeto a las leyes, su política de limitar la economía global y volver al incremento de barreras al comercio, sus escasas ideas sobre el cuidado médico, la educación, su estupidez sobre la política inmigratoria, el racismo, discriminación y misoginia comprobada, la visión no realista y espantosa en política exterior, su relación con el dictador ruso Putin; aunado a su trato delictivo, abusivo, irrespetuoso hacia las mujeres, lo hace un candidato muy desconfiable. El posicionamiento de gurú que adquirió con sus programas de televisión lo ayudan a parecer como ese posible solucionador al estilo “reality” de todos los males en los EE.UU.
Con todo ese análisis, ¿por qué la candidata Hillary Clinton no barre en las elecciones? Porque tiene asuntos que la convierten en una pésima candidata, y posiblemente en una mala elección. Su pasado como abogada de un violador, su involucramiento en los siempre oscuros negocios en el estado de Arkansas (Whitewater) cuando su esposo, el expresidente William (Bill) Clinton fue gobernador, su acoplamiento al status quo cuando fue senadora; los cobros excesivos a empresas ligadas al colapso financiero de 2008 y a la parte oscura de Wall Street por sus conferencias que pudieran comprometer su independencia; su escasos resultados, aparentes, durante su estadía como Secretaria de Estado; su crítica y fustigamiento inadecuado a las posibles parejas sentimentales o sexuales de su esposo; y por supuesto, los correos electrónicos oficiales copiados a su servidor personal… Su campaña no conecta con el ciudadano común, pero, en estos tiempos de “nueva política” es incapaz de no verse como mentirosa y poco confiable.
¿Cómo pudo Estados Unidos de América llegar a tener dos candidatos tan malos? Algunos regresarán a la presidencia de Bill Clinton con la mentira sobre sus aventuras. Ya antes los presidentes habían mentido, el presidente Richard Nixon tuvo que renunciar por su involucramiento en el espionaje del partido Demócrata. El presidente George H. Bush estuvo involucrado en el financiamiento de los “Contras” en Nicaragua con dinero de la venta de armas y drogas en Irán. Se excusará que en el caso de Nixon fue probado, mientras que en los otros no, excepto en el del presidente Clinton, que fue una mentira burda. Pero se llega a la decadencia moral de los ciudadanos que pueden ver soluciones en personas como Trump, Palin, Cruz, H. Clinton. La integridad de vida ya no es un componente, tal vez por la excesiva búsqueda de errores en tiempos anteriores que se inmiscuían en las vidas privadas de los candidatos, y que para el ciudadano común, se veía reflejado en la intromisión como propia.
Para nosotros los guatemaltecos, creer que la política definida para el triángulo de Centro América como de seguridad nacional va a cambiar: ¡no, no va a cambiar, sólo puede ponerse peor! La intromisión en la justicia, política pública, no va a cambiar. Eso sí, cuando le pongan un impuesto a cada remesa de los guatemaltecos enviada a sus familiares en Guatemala, ¡eso sí nos va a afectar! Y va a afectar a las familias guatemaltecas, además de la cantidad de deportados que volverán a sumarse a crecientes cantidades de guatemaltecos sin trabajo, en la informalidad, en la delincuencia.
¡Qué diferencia hubiéramos tenido si el vicepresidente Biden y el gobernador Kasich hubiesen sido los nominados! Pero… pero, pero, en medio de todo, darle el poder de la capacidad nuclear, del ejército de los Estados Unidos de América, la superpotencia, a la salud emocional del ególatra, misógino, acosador, discriminador, abusador y asaltante sexual de Trump, ¡no!
@josekrlos

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo