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Yaques, pueses, sin embargos

Redacción
08 de noviembre, 2016

En el marco de compartir aulas universitarias con diferentes grupos de estudiantes del nivel superior, aspirantes a profesorados y licenciaturas, se goza de una inmensa variedad y dominancia de la letra escrita. Obligatoriamente se tiene que escribir; todo producto universitario por su definición, es el resultado de la investigación documental, complementado por las experiencias de campo, y como proceso en seguido, la sistematización de las conclusiones y recomendaciones, después del análisis efectuado con el norte de la hipótesis planteada. Este proceso, de acuerdo a los parámetros establecidos por cada casa de estudio, puede demorar semanas, meses y hasta años, con intervenciones de asesores, editores y redactores.

De este compartir, por momentos doloroso, o puede ser gozoso, dependiendo de uso del vocabulario y la estructura de la redacción, inevitablemente se arriba a conclusiones, y juicios, de las cuales se pueden reunir en generalidades, que sin duda, son peligrosas, que puedan aportar rutas de solución.

La evidencia empírica arroja el resultado que los estudiantes no leen. La persona que lee, cuenta con un amplio vocabulario, excelente ortografía y puntuación, una visión macro de conexiones epistemológicas, una curiosidad insaciable, y puede escribir con fluidez. El poder de comunicar las ideas es un don, un arte; se puede aprender, perfeccionar y crear por medio de las actividades mencionadas.

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Se ha tenido la experiencia de revisar la elaboración de introducciones, resúmenes ejecutivos, marcos teóricos, conclusiones y revisiones de documentos académicos. La repetida utilización de muletillas como las mencionadas en el titulo es evidente; y es inconsciente. El solo ejercicio de circular en un documento las veces que aparece “ya que” arrojó en cuatro paginas treinta y siete usos. Al compartirlo con el estudiante, la sorpresa fue evidente; su aplicación fue totalmente inconsciente, y a pesar de las continuas revisiones y correcciones, se continúa su ocurrencia en repetidas ocasiones. Así con otras integrantes del lenguaje que frenan el desarrollo de las teorías porque las ideas deben fluir sin la interrupción de yaques y demás compañeras.

Es característico que cada nivel académico superior le asigna la responsabilidad de estas carencias al nivel académico inmediatamente inferior; el nivel universitario responsabiliza al nivel diversificado; luego el diversificado a básicos; y como el punto de partida, en nivel de primaria seria el primero culpable, tanto de las carencias en lectura y en matemáticas. Aún hay niveles iniciales más esenciales que cuestionar, las etapas de la educación preprimaria y el ejemplo que se observa en el hogar.

La lectura es cosa de hábito; y se aprende un hábito a través de su observación. El gusto por la lectura inicia con los padres de familia, en el hogar, en el momento de la historia nocturna, con voces y escenificaciones, el compartir las experiencias de la vida por medio de cuentos. Luego, el que escuchó, se vuelve el lector, en el pleno gozo de pasar la hoja, oler el papel, investigar palabras desconocidas, e imaginarse las escenas, sin la ayuda de una tableta ni la película que ya se estrenó. Se desarrolla la imaginación; el amor por la letra escrita, y el deseo de crear los propios relatos.

El gozo por la letra escrita exige el respeto para su correcto uso; la búsqueda de la palabra perfecta es tan enriquecedor como alguna aventura de Indiana Jones. Y el uso de muletillas es sacrilegio: hay palabras exactas para lo que se quiere expresar.

Es reto en la época de la tecnología es dejar a un lado la tableta, y tomar el libro. La imagen comunica volúmenes; la palabra escrita provoca la imaginación, y el cine propio dentro de la conciencia personal.

Yaques, pueses y sin embargos se desaparecerán en cuanto más se lee. No es de buscar culpables, es de iniciar con la lectura; una lectura pausada, en casa, con conciencia y alegría. Las muletillas se desaparecerán, y se caminará erguido, sobre un perfecto uso del idioma.

Repúblicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Yaques, pueses, sin embargos

Redacción
08 de noviembre, 2016

En el marco de compartir aulas universitarias con diferentes grupos de estudiantes del nivel superior, aspirantes a profesorados y licenciaturas, se goza de una inmensa variedad y dominancia de la letra escrita. Obligatoriamente se tiene que escribir; todo producto universitario por su definición, es el resultado de la investigación documental, complementado por las experiencias de campo, y como proceso en seguido, la sistematización de las conclusiones y recomendaciones, después del análisis efectuado con el norte de la hipótesis planteada. Este proceso, de acuerdo a los parámetros establecidos por cada casa de estudio, puede demorar semanas, meses y hasta años, con intervenciones de asesores, editores y redactores.

De este compartir, por momentos doloroso, o puede ser gozoso, dependiendo de uso del vocabulario y la estructura de la redacción, inevitablemente se arriba a conclusiones, y juicios, de las cuales se pueden reunir en generalidades, que sin duda, son peligrosas, que puedan aportar rutas de solución.

La evidencia empírica arroja el resultado que los estudiantes no leen. La persona que lee, cuenta con un amplio vocabulario, excelente ortografía y puntuación, una visión macro de conexiones epistemológicas, una curiosidad insaciable, y puede escribir con fluidez. El poder de comunicar las ideas es un don, un arte; se puede aprender, perfeccionar y crear por medio de las actividades mencionadas.

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Se ha tenido la experiencia de revisar la elaboración de introducciones, resúmenes ejecutivos, marcos teóricos, conclusiones y revisiones de documentos académicos. La repetida utilización de muletillas como las mencionadas en el titulo es evidente; y es inconsciente. El solo ejercicio de circular en un documento las veces que aparece “ya que” arrojó en cuatro paginas treinta y siete usos. Al compartirlo con el estudiante, la sorpresa fue evidente; su aplicación fue totalmente inconsciente, y a pesar de las continuas revisiones y correcciones, se continúa su ocurrencia en repetidas ocasiones. Así con otras integrantes del lenguaje que frenan el desarrollo de las teorías porque las ideas deben fluir sin la interrupción de yaques y demás compañeras.

Es característico que cada nivel académico superior le asigna la responsabilidad de estas carencias al nivel académico inmediatamente inferior; el nivel universitario responsabiliza al nivel diversificado; luego el diversificado a básicos; y como el punto de partida, en nivel de primaria seria el primero culpable, tanto de las carencias en lectura y en matemáticas. Aún hay niveles iniciales más esenciales que cuestionar, las etapas de la educación preprimaria y el ejemplo que se observa en el hogar.

La lectura es cosa de hábito; y se aprende un hábito a través de su observación. El gusto por la lectura inicia con los padres de familia, en el hogar, en el momento de la historia nocturna, con voces y escenificaciones, el compartir las experiencias de la vida por medio de cuentos. Luego, el que escuchó, se vuelve el lector, en el pleno gozo de pasar la hoja, oler el papel, investigar palabras desconocidas, e imaginarse las escenas, sin la ayuda de una tableta ni la película que ya se estrenó. Se desarrolla la imaginación; el amor por la letra escrita, y el deseo de crear los propios relatos.

El gozo por la letra escrita exige el respeto para su correcto uso; la búsqueda de la palabra perfecta es tan enriquecedor como alguna aventura de Indiana Jones. Y el uso de muletillas es sacrilegio: hay palabras exactas para lo que se quiere expresar.

Es reto en la época de la tecnología es dejar a un lado la tableta, y tomar el libro. La imagen comunica volúmenes; la palabra escrita provoca la imaginación, y el cine propio dentro de la conciencia personal.

Yaques, pueses y sin embargos se desaparecerán en cuanto más se lee. No es de buscar culpables, es de iniciar con la lectura; una lectura pausada, en casa, con conciencia y alegría. Las muletillas se desaparecerán, y se caminará erguido, sobre un perfecto uso del idioma.

Repúblicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo