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Inesperado

Betty Marroquin
09 de noviembre, 2016

Me siento como en un sueño. Se los dije, a todo aquel que me lo platicó, creyendo en los medios. Trump llegaría a la Presidencia, veríamos sorpresas, y mi sueño se hizo realidad. No sólo el mapa de los Estados Unidos se vistió de rojo Republicano para la Presidencia, lo hizo también para Gobernadores, Alcaldes, y más importante para Guatemala, mantuvo el dominio del Senado y de la Cámara de Representantes. ¿Porqué importante para Guatemala? Porque eso significa que los gringos quieren LIBERTAD, que es lo que el Partido Republicano representa. Libertad de crear, de hacer, de lograr el sueño americano, que sus impuestos sean menos para que sus recursos para hacer sean más. El Partido Republicano representa progreso en su base ideológica. Y para nosotros, generación de empleo, libertad de finalmente tomar las riendas de nuestro destino con las herramientas que ahora tenemos. Espero tanto los periodistas de Guatemala y del exterior aprendan la lección.

El mundo enfrenta problemas grotescos de contaminación ambiental, pero no es políticamente correcto hacer leyes ambientalistas modernas en países en desarrollo porque van “en contra” de las costumbres de las poblaciones indígenas. Lo mismo sucede con el control de la natalidad, las técnicas de cultivo o con la producción de alimentos. Los países que podrían ser los abastecedores de alimentos vegetales y animales quieren industrializarse, y los industrializados buscan como producir alimentos vegetales y animales porque ven que no pueden comer microchips o textiles. Con esto no quiero decir que no es bueno industrializar sectores y tratar de generar empleo en ese campo, simplemente digo que si la Naturaleza da ventajas comparativas, y en países como el nuestro uno tira una semilla y muy probablemente saldrá una planta sin hacer mayor esfuerzo, ¿porqué no tratar de sacarle provecho a semejante ventaja?

Más contradicciones. Queremos generar empleo, pero las leyes que hacemos van encaminadas a destruir al sector productivo. Ayer me contaba una amiga estadounidense que ha residido en Guatemala por más o menos 30 años, que está vendiendo su boutique porque la Sat la está haciendo quebrar. Para explicarles, ella compra un vestido a Q1200 en los USA, presenta su factura emitida por el vendedor en ese país, y la Sat no le acepta y la obliga a pagar Q2500 porque al Inspector de la Sat se le dio la gana decirle que eso valía la prenda. Y eso, después de que perdiera producto y dinero invertido en pedidos que no salieron de la aduana del Aeropuerto. Así, ¿quién quiere invertir en Guatemala? Y hablamos de una pequeña empresaria. Su partida de Guatemala significará que 3 madres quedarán desempleadas, y por ende, serán 3 familias las afectadas. Todo por dejar que algo tan importante sea “a criterio” del Inspector de turno. Y como éste caso, tantos otros.

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Queremos mejores políticos de altura, pero pocos de buena reputación se animan a “ensuciarse” en el mundo político. Nos urge gente con coraje, que quiera tirarse al ruedo y nadar en esas aguas que con frecuencia son turbias. Mis respetos con Trump, que siendo suficientemente rico, sabiendo que como Presidente no gana gran cosa, se lanzó al ruedo político por convicción. Urge tener el coraje de colocar los filtros que limpien esas aguas, y que con ello, las algas puedan crecer y los peces alimentarse y prosperar. Pero eso no se logra en 4 años, mucho menos en 10 meses. Que gente excelsa se tire a las turbulentas aguas políticas y que éstas se limpien es un poco como el huevo y la gallina.

Esa indecisión, esa incredulidad que imperan, redundan en la falta de decisión para actuar, valor para afrontar los retos, y ética para dar la cara a las consecuencias de nuestras acciones. El sector privado, por ejemplo, queriendo quedar bien con Dios y con el demonio, trató de construir un país sobre la base de unos Acuerdos de Paz que ahora se han demostrado peor que deficientes, y que han alimentado la bestia que viene ahora a morderles el derriere. Ilógico, es decir poco, pero no inesperado. Quienes no lo veían venir, simplemente se rehusaron a verlo. De cualquier forma, las cosas no se arreglan aniquilando a los generadores de empleo, y desalentando a quienes han tenido el valor de invertir en Guatemala, o de considerarlo, y menos siendo empresas extranjeras, que tanto necesitamos.

El mercado se cayó cuando supieron que Trump podría ganar las elecciones, porque no quisieron abrir sus mentes a considerar la posibilidad de que eso sucediera. Los políticos tradicionales, todos los coyotes de la vieja guardia tanto pública como privada, no quisieron entender que en los US se está viendo claramente que la gente está desesperada por más libertad para realizar el sueño americano, un sueño basado en la libertad de producir, de ser, de crecer, de mejorar. Un sueño que sólo se logra en un sistema que no restrinja, que permita. Trump representa ese cambio, guste o no, y en lo personal, espero nos ayude dándonos la libertad de conducir nuestro propio destino, de tomar el timón de nuestro barco y navegar en unas aguas que ahora conocemos mejor que antes. Creo que tenemos la materia gris para lograrlo. Lo que nos falta es el compromiso, y las agallas para afrontar el futuro con positivismo, a Dios rogando y con el mazo dando. Trump pienso que en lugar de buscar que nos inclinemos hacia un socialismo obtuso, nos ayudará, con un Congreso liderado por los Republicanos, a incentivar la atracción de inversión extranjera, de inversión local, única forma de generar empleo real.

Con el afán de quedar bien con todo el mundo los pro políticamente correcto PERDIERON porque el pueblo americano le pasó la factura a los políticos tradicionales y a una mujer que no sólo mintió sobre una lista de cosas, sino que violó la Ley con el tango de los emails.

El triunfo de Trump es pues para Guatemala un motivo de celebración y de esperanza, aunque la izquierda llore. Reglas claras, libertad, transparencia, orden y coraje es lo que Guatemala necesita. Tenemos la oportunidad, ¡no la desaprovechemos!

Repúblicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Inesperado

Betty Marroquin
09 de noviembre, 2016

Me siento como en un sueño. Se los dije, a todo aquel que me lo platicó, creyendo en los medios. Trump llegaría a la Presidencia, veríamos sorpresas, y mi sueño se hizo realidad. No sólo el mapa de los Estados Unidos se vistió de rojo Republicano para la Presidencia, lo hizo también para Gobernadores, Alcaldes, y más importante para Guatemala, mantuvo el dominio del Senado y de la Cámara de Representantes. ¿Porqué importante para Guatemala? Porque eso significa que los gringos quieren LIBERTAD, que es lo que el Partido Republicano representa. Libertad de crear, de hacer, de lograr el sueño americano, que sus impuestos sean menos para que sus recursos para hacer sean más. El Partido Republicano representa progreso en su base ideológica. Y para nosotros, generación de empleo, libertad de finalmente tomar las riendas de nuestro destino con las herramientas que ahora tenemos. Espero tanto los periodistas de Guatemala y del exterior aprendan la lección.

El mundo enfrenta problemas grotescos de contaminación ambiental, pero no es políticamente correcto hacer leyes ambientalistas modernas en países en desarrollo porque van “en contra” de las costumbres de las poblaciones indígenas. Lo mismo sucede con el control de la natalidad, las técnicas de cultivo o con la producción de alimentos. Los países que podrían ser los abastecedores de alimentos vegetales y animales quieren industrializarse, y los industrializados buscan como producir alimentos vegetales y animales porque ven que no pueden comer microchips o textiles. Con esto no quiero decir que no es bueno industrializar sectores y tratar de generar empleo en ese campo, simplemente digo que si la Naturaleza da ventajas comparativas, y en países como el nuestro uno tira una semilla y muy probablemente saldrá una planta sin hacer mayor esfuerzo, ¿porqué no tratar de sacarle provecho a semejante ventaja?

Más contradicciones. Queremos generar empleo, pero las leyes que hacemos van encaminadas a destruir al sector productivo. Ayer me contaba una amiga estadounidense que ha residido en Guatemala por más o menos 30 años, que está vendiendo su boutique porque la Sat la está haciendo quebrar. Para explicarles, ella compra un vestido a Q1200 en los USA, presenta su factura emitida por el vendedor en ese país, y la Sat no le acepta y la obliga a pagar Q2500 porque al Inspector de la Sat se le dio la gana decirle que eso valía la prenda. Y eso, después de que perdiera producto y dinero invertido en pedidos que no salieron de la aduana del Aeropuerto. Así, ¿quién quiere invertir en Guatemala? Y hablamos de una pequeña empresaria. Su partida de Guatemala significará que 3 madres quedarán desempleadas, y por ende, serán 3 familias las afectadas. Todo por dejar que algo tan importante sea “a criterio” del Inspector de turno. Y como éste caso, tantos otros.

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Queremos mejores políticos de altura, pero pocos de buena reputación se animan a “ensuciarse” en el mundo político. Nos urge gente con coraje, que quiera tirarse al ruedo y nadar en esas aguas que con frecuencia son turbias. Mis respetos con Trump, que siendo suficientemente rico, sabiendo que como Presidente no gana gran cosa, se lanzó al ruedo político por convicción. Urge tener el coraje de colocar los filtros que limpien esas aguas, y que con ello, las algas puedan crecer y los peces alimentarse y prosperar. Pero eso no se logra en 4 años, mucho menos en 10 meses. Que gente excelsa se tire a las turbulentas aguas políticas y que éstas se limpien es un poco como el huevo y la gallina.

Esa indecisión, esa incredulidad que imperan, redundan en la falta de decisión para actuar, valor para afrontar los retos, y ética para dar la cara a las consecuencias de nuestras acciones. El sector privado, por ejemplo, queriendo quedar bien con Dios y con el demonio, trató de construir un país sobre la base de unos Acuerdos de Paz que ahora se han demostrado peor que deficientes, y que han alimentado la bestia que viene ahora a morderles el derriere. Ilógico, es decir poco, pero no inesperado. Quienes no lo veían venir, simplemente se rehusaron a verlo. De cualquier forma, las cosas no se arreglan aniquilando a los generadores de empleo, y desalentando a quienes han tenido el valor de invertir en Guatemala, o de considerarlo, y menos siendo empresas extranjeras, que tanto necesitamos.

El mercado se cayó cuando supieron que Trump podría ganar las elecciones, porque no quisieron abrir sus mentes a considerar la posibilidad de que eso sucediera. Los políticos tradicionales, todos los coyotes de la vieja guardia tanto pública como privada, no quisieron entender que en los US se está viendo claramente que la gente está desesperada por más libertad para realizar el sueño americano, un sueño basado en la libertad de producir, de ser, de crecer, de mejorar. Un sueño que sólo se logra en un sistema que no restrinja, que permita. Trump representa ese cambio, guste o no, y en lo personal, espero nos ayude dándonos la libertad de conducir nuestro propio destino, de tomar el timón de nuestro barco y navegar en unas aguas que ahora conocemos mejor que antes. Creo que tenemos la materia gris para lograrlo. Lo que nos falta es el compromiso, y las agallas para afrontar el futuro con positivismo, a Dios rogando y con el mazo dando. Trump pienso que en lugar de buscar que nos inclinemos hacia un socialismo obtuso, nos ayudará, con un Congreso liderado por los Republicanos, a incentivar la atracción de inversión extranjera, de inversión local, única forma de generar empleo real.

Con el afán de quedar bien con todo el mundo los pro políticamente correcto PERDIERON porque el pueblo americano le pasó la factura a los políticos tradicionales y a una mujer que no sólo mintió sobre una lista de cosas, sino que violó la Ley con el tango de los emails.

El triunfo de Trump es pues para Guatemala un motivo de celebración y de esperanza, aunque la izquierda llore. Reglas claras, libertad, transparencia, orden y coraje es lo que Guatemala necesita. Tenemos la oportunidad, ¡no la desaprovechemos!

Repúblicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo