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Un paseo por la sexta

Redacción
13 de noviembre, 2016

Tristemente la sexta avenida fue escenario de una trifulca. Vendedores ambulantes contra policía municipal. Tengo años de estar oyendo el pleito. Cuando era niño, la sexta avenida era el centro comercial de Guatemala. Las tiendas ambulantes sobre la acera y las tiendas formales en los locales. La gente era obligada a caminar tramos sobre la calle. Luego, ya en tiempos de Arzú, se les trasladó. Algunos serán los que hoy en el Amate.
Los vendedores de ahora son de la misma naturaleza. Quizás un poco más violentos. La sexta avenida es una vía peatonal con esculturas y arte por doquier. Evoca esos espacios peatonales de ciudades civilizadas. Acá fue marco de la batallas.
El punto importante es entender que los vendedores ambulantes son producto de un sistema fallido y caro. La formalidad trae costos, pero pocos beneficios. Cualquier “autoempleado” sabe que ser formal implica trámites, reportes, informes, declaraciones, pagos de imprenta, libros, registros, colas y luego posibles sanciones. ¿Beneficios? Ninguno. Con ingresos precarios o al límite de la sobrevivencia, la formalidad es la causa de la quiebra.
Claro está que nadie va a dejar de buscar alimento diario sólo porque hay ciertas reglas -bastante absurdas- que cumplir previamente.
Los espacios públicos, como aceras y calles, no pueden ser ocupadas por nadie de manera “exclusiva”, es decir, con exclusión de los demás. Eso es el tema municipal y de ornato. Es por ello que tampoco deberían ser permitidas otras actividades que excluyen del uso de las aceras y calles a peatones y autos. Hasta los famosos “mupis” están en una zona gris, pues estorban el caminar por la acera.
El trabajo de la municipalidad es mantener esos espacios disponibles. El trabajo de otras oficinas y de los legisladores debería ser cómo desenmarañar el nudo de regulaciones y trámites para permitir que ese 70% de la población que hoy es informal empiece a ser parte de una economía formal y obtenga beneficios de serlo.
Simplificar. Simplificar, simplificar. Eso no lo he visto en mente de ningún político, pero por allí podemos empezar…

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Un paseo por la sexta

Redacción
13 de noviembre, 2016

Tristemente la sexta avenida fue escenario de una trifulca. Vendedores ambulantes contra policía municipal. Tengo años de estar oyendo el pleito. Cuando era niño, la sexta avenida era el centro comercial de Guatemala. Las tiendas ambulantes sobre la acera y las tiendas formales en los locales. La gente era obligada a caminar tramos sobre la calle. Luego, ya en tiempos de Arzú, se les trasladó. Algunos serán los que hoy en el Amate.
Los vendedores de ahora son de la misma naturaleza. Quizás un poco más violentos. La sexta avenida es una vía peatonal con esculturas y arte por doquier. Evoca esos espacios peatonales de ciudades civilizadas. Acá fue marco de la batallas.
El punto importante es entender que los vendedores ambulantes son producto de un sistema fallido y caro. La formalidad trae costos, pero pocos beneficios. Cualquier “autoempleado” sabe que ser formal implica trámites, reportes, informes, declaraciones, pagos de imprenta, libros, registros, colas y luego posibles sanciones. ¿Beneficios? Ninguno. Con ingresos precarios o al límite de la sobrevivencia, la formalidad es la causa de la quiebra.
Claro está que nadie va a dejar de buscar alimento diario sólo porque hay ciertas reglas -bastante absurdas- que cumplir previamente.
Los espacios públicos, como aceras y calles, no pueden ser ocupadas por nadie de manera “exclusiva”, es decir, con exclusión de los demás. Eso es el tema municipal y de ornato. Es por ello que tampoco deberían ser permitidas otras actividades que excluyen del uso de las aceras y calles a peatones y autos. Hasta los famosos “mupis” están en una zona gris, pues estorban el caminar por la acera.
El trabajo de la municipalidad es mantener esos espacios disponibles. El trabajo de otras oficinas y de los legisladores debería ser cómo desenmarañar el nudo de regulaciones y trámites para permitir que ese 70% de la población que hoy es informal empiece a ser parte de una economía formal y obtenga beneficios de serlo.
Simplificar. Simplificar, simplificar. Eso no lo he visto en mente de ningún político, pero por allí podemos empezar…

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo