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Trump va por 1000, ¿quién va por 3000 aquí?

José Carlos Ortega
17 de diciembre, 2016

En ardid más publicitario que verdadero, pues ya se cuestiona que sea verdad y no una componenda preelectoral, el flamante presidente electo de los EE.UU de América logró un acuerdo con una compañía fabricante de aires acondicionados, para que no cerrara la producción de sus equipos en suelo americano, pues se conocía que esta compañía tenía planes de terminar su producción allí y trasladarla a la República Mexicana.

Al inicio de su gira de agradecimiento por su victoria, la primera parada fue en esa fábrica y lograr un acuerdo que mantendría en suelo americano los aproximadamente 1000 puestos de trabajo que dicha fábrica posee. Así empezaría a cumplir con una de las promesas vitales de campaña de mantener los empleos para la clase trabajadora – los “red necks” – y los “blue collars” – que en su mayoría son hombres blancos, con pocos estudios, con los valores tradicionales de nacionalismo, raíces cristianas y no parte de las concentraciones urbanas con acceso a nuevos tipos de trabajo tecnológico, que requieren diferentes competencias, a lo que ellos poseen. Así, el presidente electo Donald J. Trump se regodea de haber salvado su primer millar de empleos, a costa de promesas, aun cuando no ha asumido la presidencia.

Hay varias críticas al respecto, desde la que se hace en función matemática que si el presidente electo Trump lograra un acuerdo de ese tipo cada semana, en un año serían apenas 52,000 empleos “salvados” y en sus cuatro años, 208 mil. Claro, alguien puede alegar que no serían semanales, sino diarios, y eso lograría 365 mil anuales y 1 millón 460 mil en los cuatro años, que no es una cifra pequeña, pero “insuficiente” para ese gran país. Lo que se olvidan los críticos es que en estos asuntos ocurre un efecto multiplicador, exponencial, que al generar la confianza, al lograr la percepción de estabilidad se genera casi espontáneamente. Lograr el mantenimiento de ese primer millar de empleos, que no es creación de nuevos, es un paso importante en la confianza de los inversionistas de capital, que seguro genera un círculo virtuoso en la recuperación de ese sector de la población.
Mientras tanto en Guatemala… existen empresas que se están retirando del país, como las empresas mineras, esencialmente por la moratoria desde el populista y a favor de la “clase trabajadora” gobierno de Sandra y Álvaro (en ese orden), que continuó en el gobierno de Roxana y Otto (…) y nos hereda hasta estos días. Con la excusa de la necesidad de revisar, y de crear una nueva Ley de Minería, las licencias de exploración y explotación han sido congeladas y estas empresas se han visto obligadas, forzadas a detener sus operaciones y en algunos casos a cerrarlas.

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La Ley de Minería no es una ley antigua, es una ley de creación reciente (1997), y que algunos analistas la describen como una buena recopilación de las mejores normas a nivel mundial, y que está basada en la legislación chilena que ha dado tantos buenos frutos en el vecino país del sur.

Posiblemente, como toda creación humana, necesite algunos ajustes, como la indispensable necesidad de definir el retorno de muchas de las regalías y los impuestos a las comunidades donde éstas se establezcan, y tal vez, la indexación de las mismas al precio internacional de los metales.
En San Miguel Ixtahuacán (San Marcos), en medio de la nada, donde antes no había más que pobreza, migraciones periódicas de sus habitantes hacia las regiones del sur de nuestro país en busca de trabajo, o cruzando la frontera mexicana en busca de empleos agrícolas temporales, está terminando el empleo formal de tres millares de personas, el empleo que como mínimo genera salarios “mínimos” a muchos de los pobladores de los municipios de San Miguel Ixtahuatán y Sipacapa, que genera “regalías voluntarias” a los municipios vecinos, que con un importante control de los procesos, más de un centenar de controles medioambientales, siendo éste un dato muy relevante y costoso, con equipo y profesionales altamente tecnificado y calificados, mantiene el monitoreo permanente de sus procesos y actividades, con un intenso trabajo de desarrollo comunitario, con programas de capacitación a sus trabajadores y de creación de oportunidades a los pobladores y niños de la región. Pero aquí, a nadie le importa…

Seguramente, tal y como hace con los contraceptivos, la iglesia Católica, que ha sido la gran oponente de la mina en esa región y en otras de nuestro país, se encargará de mantener económicamente a esos guatemaltecos después que sean despedidos. Los trabajadores de la mina, en su mayoría miembros de ese credo, fueron acosados, discriminados, obligados a esconderse y a no asistir a sus congregaciones por el “bullying” que les hicieran desde el púlpito. O tal vez los Oenegeros, escondidos de bonitos nombres proteccionistas y conservacionistas, financiados por intereses internacionales, con resultados siempre negativos en la dichosa conservación, que tal vez, con envidia de lo que estas empresas sí logran en sus regiones no intervenidas por ellos, atacaron hasta lograr el desempleo de millares. La región conservada por la minera en San Miguel Ixtahuacán está por encima de los alrededores, donde se podrían ocupar y enfocar todas estas ONGs. La simple visita a los lugares refleja que la conservación y los alrededores de la mina no han sufrido los daños que se alegan, que la recuperación de los terrenos deja áreas en muy buenas condiciones para su próxima utilización, y sobre todo, el nivel de vida en la población, empezando por sus trabajadores, la economía reactivada del lugar, los empleos indirectos, etc.

La última protesta en la mina no fue para parar su operación, fue para pedir que pararan los despidos, para que las personas despedidas fueran reinstaladas… la gente quiere trabajo, no dádivas. Si tan solo la población se hubiera movilizado para exigir al gobierno eliminar la derogatoria y permitiera a las empresas operar…

Así como el presidente Donald Trump logra mantener un millar de empleos para su país, y eso se vuelve un efecto multiplicador, el cierre de una empresa de esa magnitud también generará su efecto multiplicador negativo. ¡Hay que hacer algo al respecto! La falta de administración por los poderes del Estado, empezando por las carteras de Medio Ambiente y Energía y Minas, debe enmendarse. ¡Los pecados también son de omisión! Resolver el problema del empleo debe ser prioridad. Seguir con la misma práctica populista de revisión e incremento de salarios mínimos que nos hacen no competitivos y de sujeción a los poderes de ONGs que no ganan votos, de no resolver el problema de las licencias de construcción y las licencias de exploración y explotación minera que sí pueden hacer la diferencia en la vida de las personas, es una equivocación de Estado.
Twitter: @josekrlos

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Trump va por 1000, ¿quién va por 3000 aquí?

José Carlos Ortega
17 de diciembre, 2016

En ardid más publicitario que verdadero, pues ya se cuestiona que sea verdad y no una componenda preelectoral, el flamante presidente electo de los EE.UU de América logró un acuerdo con una compañía fabricante de aires acondicionados, para que no cerrara la producción de sus equipos en suelo americano, pues se conocía que esta compañía tenía planes de terminar su producción allí y trasladarla a la República Mexicana.

Al inicio de su gira de agradecimiento por su victoria, la primera parada fue en esa fábrica y lograr un acuerdo que mantendría en suelo americano los aproximadamente 1000 puestos de trabajo que dicha fábrica posee. Así empezaría a cumplir con una de las promesas vitales de campaña de mantener los empleos para la clase trabajadora – los “red necks” – y los “blue collars” – que en su mayoría son hombres blancos, con pocos estudios, con los valores tradicionales de nacionalismo, raíces cristianas y no parte de las concentraciones urbanas con acceso a nuevos tipos de trabajo tecnológico, que requieren diferentes competencias, a lo que ellos poseen. Así, el presidente electo Donald J. Trump se regodea de haber salvado su primer millar de empleos, a costa de promesas, aun cuando no ha asumido la presidencia.

Hay varias críticas al respecto, desde la que se hace en función matemática que si el presidente electo Trump lograra un acuerdo de ese tipo cada semana, en un año serían apenas 52,000 empleos “salvados” y en sus cuatro años, 208 mil. Claro, alguien puede alegar que no serían semanales, sino diarios, y eso lograría 365 mil anuales y 1 millón 460 mil en los cuatro años, que no es una cifra pequeña, pero “insuficiente” para ese gran país. Lo que se olvidan los críticos es que en estos asuntos ocurre un efecto multiplicador, exponencial, que al generar la confianza, al lograr la percepción de estabilidad se genera casi espontáneamente. Lograr el mantenimiento de ese primer millar de empleos, que no es creación de nuevos, es un paso importante en la confianza de los inversionistas de capital, que seguro genera un círculo virtuoso en la recuperación de ese sector de la población.
Mientras tanto en Guatemala… existen empresas que se están retirando del país, como las empresas mineras, esencialmente por la moratoria desde el populista y a favor de la “clase trabajadora” gobierno de Sandra y Álvaro (en ese orden), que continuó en el gobierno de Roxana y Otto (…) y nos hereda hasta estos días. Con la excusa de la necesidad de revisar, y de crear una nueva Ley de Minería, las licencias de exploración y explotación han sido congeladas y estas empresas se han visto obligadas, forzadas a detener sus operaciones y en algunos casos a cerrarlas.

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La Ley de Minería no es una ley antigua, es una ley de creación reciente (1997), y que algunos analistas la describen como una buena recopilación de las mejores normas a nivel mundial, y que está basada en la legislación chilena que ha dado tantos buenos frutos en el vecino país del sur.

Posiblemente, como toda creación humana, necesite algunos ajustes, como la indispensable necesidad de definir el retorno de muchas de las regalías y los impuestos a las comunidades donde éstas se establezcan, y tal vez, la indexación de las mismas al precio internacional de los metales.
En San Miguel Ixtahuacán (San Marcos), en medio de la nada, donde antes no había más que pobreza, migraciones periódicas de sus habitantes hacia las regiones del sur de nuestro país en busca de trabajo, o cruzando la frontera mexicana en busca de empleos agrícolas temporales, está terminando el empleo formal de tres millares de personas, el empleo que como mínimo genera salarios “mínimos” a muchos de los pobladores de los municipios de San Miguel Ixtahuatán y Sipacapa, que genera “regalías voluntarias” a los municipios vecinos, que con un importante control de los procesos, más de un centenar de controles medioambientales, siendo éste un dato muy relevante y costoso, con equipo y profesionales altamente tecnificado y calificados, mantiene el monitoreo permanente de sus procesos y actividades, con un intenso trabajo de desarrollo comunitario, con programas de capacitación a sus trabajadores y de creación de oportunidades a los pobladores y niños de la región. Pero aquí, a nadie le importa…

Seguramente, tal y como hace con los contraceptivos, la iglesia Católica, que ha sido la gran oponente de la mina en esa región y en otras de nuestro país, se encargará de mantener económicamente a esos guatemaltecos después que sean despedidos. Los trabajadores de la mina, en su mayoría miembros de ese credo, fueron acosados, discriminados, obligados a esconderse y a no asistir a sus congregaciones por el “bullying” que les hicieran desde el púlpito. O tal vez los Oenegeros, escondidos de bonitos nombres proteccionistas y conservacionistas, financiados por intereses internacionales, con resultados siempre negativos en la dichosa conservación, que tal vez, con envidia de lo que estas empresas sí logran en sus regiones no intervenidas por ellos, atacaron hasta lograr el desempleo de millares. La región conservada por la minera en San Miguel Ixtahuacán está por encima de los alrededores, donde se podrían ocupar y enfocar todas estas ONGs. La simple visita a los lugares refleja que la conservación y los alrededores de la mina no han sufrido los daños que se alegan, que la recuperación de los terrenos deja áreas en muy buenas condiciones para su próxima utilización, y sobre todo, el nivel de vida en la población, empezando por sus trabajadores, la economía reactivada del lugar, los empleos indirectos, etc.

La última protesta en la mina no fue para parar su operación, fue para pedir que pararan los despidos, para que las personas despedidas fueran reinstaladas… la gente quiere trabajo, no dádivas. Si tan solo la población se hubiera movilizado para exigir al gobierno eliminar la derogatoria y permitiera a las empresas operar…

Así como el presidente Donald Trump logra mantener un millar de empleos para su país, y eso se vuelve un efecto multiplicador, el cierre de una empresa de esa magnitud también generará su efecto multiplicador negativo. ¡Hay que hacer algo al respecto! La falta de administración por los poderes del Estado, empezando por las carteras de Medio Ambiente y Energía y Minas, debe enmendarse. ¡Los pecados también son de omisión! Resolver el problema del empleo debe ser prioridad. Seguir con la misma práctica populista de revisión e incremento de salarios mínimos que nos hacen no competitivos y de sujeción a los poderes de ONGs que no ganan votos, de no resolver el problema de las licencias de construcción y las licencias de exploración y explotación minera que sí pueden hacer la diferencia en la vida de las personas, es una equivocación de Estado.
Twitter: @josekrlos

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo