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Cuando sólo quedes tú

María Dolores Arias
26 de diciembre, 2016

Me encantan estas fechas porque son festivas, muchas personas parece que encienden el interruptor de la felicidad y practican algunas de las virtudes, como la benevolencia, que te ayudan a ser feliz.

Es una época en que se acostumbra a dar regalos. En algunos casos los más pequeños escriben interminables cartas con peticiones de regalos y esperan que les concedan la mayor cantidad posible. Le escriben a ese ser imaginario, bonachón y regordete con la esperanza de que se haga de la vista gorda con respecto a su comportamiento en el año.

Así crecimos la mayoría creyendo en que “alguien” más concede nuestros deseos. Confiábamos en su mala memoria para recibir regalos. Sin embargo con el paso del tiempo descubrimos que no había tal historia. En aquella época dependía de nuestros padres cumplir nuestros deseos y que eran ellos quienes se esforzaban por agradarnos.

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Con el paso del tiempo la dependencia se convirtió en autonomía para muchos y cada quien asumió el reto de conseguir lo que anhelaba. No más cartas a seres imaginarios, no más incertidumbre respecto a la causalidad de nuestras acciones. Es entonces cuando surgen los propósitos para el siguiente año. Esos propósitos que ahora sí estamos seguros de cumplir y que nos prometimos alcanzar.

Entre la lista de regalos que piden los niños y la lista, por muy pequeña que sea, de propósitos para el siguiente año hay una diferencia abismal. Los niños al depender de los adultos, en este caso sus padres, están a merced de su benevolencia. Mientras que como adultos depende de nosotros mismos buscar nuestros sueños.

Es en ese momento cuando sólo quedas tú, es cuando las cosas dependen de ti solamente, de lo que hagas o dejes de hacer. Es ahí cuando, o tomas las riendas de tu vida, o buscas excusas para no vivir plenamente y prefieres acomodarte y culpar a los demás de tu fracaso.

Darte cuenta que sólo quedas tú como el único responsable de tu vida puede ser en principio amenazante, pero después, conforme te habitúas a esta condición, descubres un mundo de posibilidades. Aprendes a conocerte, a saber quién eres y qué es lo que quieres. Qué es aquello que vale la pena dedicar tu energía y tu tiempo. Encuentras personas como tú que anhelan ser felices, tienen una visión de vida similar y coinciden en virtudes y medios para lograr sus objetivos: es ahí cuando encuentras amigos y pareja.

Cuando sólo quedas tú, te das cuenta que no estás tan solo, que tienes a tu familia designada y a la elegida, que el mundo no es aterrador. Desafiante posiblemente, pero no aterrador.

En estas fiestas, a pesar de todo el bullicio, siempre habrá un momento en el que sólo quedes tú y tus pensamientos, cuando eso pase aprovéchalo para ser consciente de tu vida, emociones y momentos que deseas construir con tus seres queridos.

Cuando sólo quedes tú, después de las doce uvas o campanadas que marcan el inicio de año nuevo, deseo que vislumbres todo el potencial de cosas maravillosas que pueden llegar a tu vida. Deseo que veas claramente el camino de acciones virtuosas para lograr tus sueños y que honres todo el potencial que tienes para ser feliz.

Así, cuando sólo quedes tú al final de este camino llamado vida puedas reconocer que aprovechaste tu tiempo y que fuiste muy feliz. ¡Feliz año nuevo!

@Md30
Facebook.com/Mda30

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Cuando sólo quedes tú

María Dolores Arias
26 de diciembre, 2016

Me encantan estas fechas porque son festivas, muchas personas parece que encienden el interruptor de la felicidad y practican algunas de las virtudes, como la benevolencia, que te ayudan a ser feliz.

Es una época en que se acostumbra a dar regalos. En algunos casos los más pequeños escriben interminables cartas con peticiones de regalos y esperan que les concedan la mayor cantidad posible. Le escriben a ese ser imaginario, bonachón y regordete con la esperanza de que se haga de la vista gorda con respecto a su comportamiento en el año.

Así crecimos la mayoría creyendo en que “alguien” más concede nuestros deseos. Confiábamos en su mala memoria para recibir regalos. Sin embargo con el paso del tiempo descubrimos que no había tal historia. En aquella época dependía de nuestros padres cumplir nuestros deseos y que eran ellos quienes se esforzaban por agradarnos.

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Con el paso del tiempo la dependencia se convirtió en autonomía para muchos y cada quien asumió el reto de conseguir lo que anhelaba. No más cartas a seres imaginarios, no más incertidumbre respecto a la causalidad de nuestras acciones. Es entonces cuando surgen los propósitos para el siguiente año. Esos propósitos que ahora sí estamos seguros de cumplir y que nos prometimos alcanzar.

Entre la lista de regalos que piden los niños y la lista, por muy pequeña que sea, de propósitos para el siguiente año hay una diferencia abismal. Los niños al depender de los adultos, en este caso sus padres, están a merced de su benevolencia. Mientras que como adultos depende de nosotros mismos buscar nuestros sueños.

Es en ese momento cuando sólo quedas tú, es cuando las cosas dependen de ti solamente, de lo que hagas o dejes de hacer. Es ahí cuando, o tomas las riendas de tu vida, o buscas excusas para no vivir plenamente y prefieres acomodarte y culpar a los demás de tu fracaso.

Darte cuenta que sólo quedas tú como el único responsable de tu vida puede ser en principio amenazante, pero después, conforme te habitúas a esta condición, descubres un mundo de posibilidades. Aprendes a conocerte, a saber quién eres y qué es lo que quieres. Qué es aquello que vale la pena dedicar tu energía y tu tiempo. Encuentras personas como tú que anhelan ser felices, tienen una visión de vida similar y coinciden en virtudes y medios para lograr sus objetivos: es ahí cuando encuentras amigos y pareja.

Cuando sólo quedas tú, te das cuenta que no estás tan solo, que tienes a tu familia designada y a la elegida, que el mundo no es aterrador. Desafiante posiblemente, pero no aterrador.

En estas fiestas, a pesar de todo el bullicio, siempre habrá un momento en el que sólo quedes tú y tus pensamientos, cuando eso pase aprovéchalo para ser consciente de tu vida, emociones y momentos que deseas construir con tus seres queridos.

Cuando sólo quedes tú, después de las doce uvas o campanadas que marcan el inicio de año nuevo, deseo que vislumbres todo el potencial de cosas maravillosas que pueden llegar a tu vida. Deseo que veas claramente el camino de acciones virtuosas para lograr tus sueños y que honres todo el potencial que tienes para ser feliz.

Así, cuando sólo quedes tú al final de este camino llamado vida puedas reconocer que aprovechaste tu tiempo y que fuiste muy feliz. ¡Feliz año nuevo!

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Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo