Por Juan Francisco Morales
El Procurador de los Derechos Humanos, Lic. Jorge Eduardo De León Duque, en su calidad de garante de los Derechos Humanos Básicos de los guatemaltecos, se ha caracterizado por una gestión débil e intrascendente. Evita el desgaste obligatorio que conlleva responder a sus atribuciones y prefiere alinearse a las autoridades, para verse políticamente correcto. Su más reciente desatino fue emitir un comunicado, en el cuál apoya directamente a la Municipalidad de Guatemala y al eterno señor Alcalde Alvaro Arzú, dándole la espalda a los vendedores ambulantes, representantes de la economía informal, a quiénes insta a respetar el espacio libre del Paseo de la Sexta basándose en un acuerdo firmado por las partes interesadas.
No estoy en contra del ordenamiento y del respeto a la libre locomoción en la emblemática Sexta Avenida. Lo que no comprendo es de donde y cuando salió la firma de ese acuerdo, en el cuál los vendedores aceptan no invadir el carril central del Paseo de la Sexta, para ubicarse en la Plaza El Amate… Lo que convenientemente olvidó el Señor Procurador, fue el ofrecimiento del Señor Alcalde Alvaro Arzú de llevarles leños a los locatarios del Amate para sacar a… leñasos a los vendedores ambulantes.
Si bien es cierto los actos de vandalismo cometidos por los vendedores ambulantes en el mes de noviembre son reprochables, incorrectos y merecen un castigo amparado en ley, la principal preocupación del Procurador de los Derechos Humanos, debiese ser el garantizarles el derecho al trabajo, al sustento y a un ingreso digno, ya que el Gobierno Central no han generado fuentes de trabajo y la Municipalidad no ha propiciado espacios nuevos donde puedan ofrecer sus productos sin afectar a los previamente establecidos para la temporada.
Es así como el Lic. De León Duque, tomando una medida desconcertante les dio la espalda a los Vendedores Ambulantes y apoyó a la Municipalidad. Un acto típico de su administración al improvisar y actuar con tibieza, en procura de crearse una imagen de eficiencia, probidad y justicia, cuando la realidad es abismalmente contraria.
Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo
Por Juan Francisco Morales
El Procurador de los Derechos Humanos, Lic. Jorge Eduardo De León Duque, en su calidad de garante de los Derechos Humanos Básicos de los guatemaltecos, se ha caracterizado por una gestión débil e intrascendente. Evita el desgaste obligatorio que conlleva responder a sus atribuciones y prefiere alinearse a las autoridades, para verse políticamente correcto. Su más reciente desatino fue emitir un comunicado, en el cuál apoya directamente a la Municipalidad de Guatemala y al eterno señor Alcalde Alvaro Arzú, dándole la espalda a los vendedores ambulantes, representantes de la economía informal, a quiénes insta a respetar el espacio libre del Paseo de la Sexta basándose en un acuerdo firmado por las partes interesadas.
No estoy en contra del ordenamiento y del respeto a la libre locomoción en la emblemática Sexta Avenida. Lo que no comprendo es de donde y cuando salió la firma de ese acuerdo, en el cuál los vendedores aceptan no invadir el carril central del Paseo de la Sexta, para ubicarse en la Plaza El Amate… Lo que convenientemente olvidó el Señor Procurador, fue el ofrecimiento del Señor Alcalde Alvaro Arzú de llevarles leños a los locatarios del Amate para sacar a… leñasos a los vendedores ambulantes.
Si bien es cierto los actos de vandalismo cometidos por los vendedores ambulantes en el mes de noviembre son reprochables, incorrectos y merecen un castigo amparado en ley, la principal preocupación del Procurador de los Derechos Humanos, debiese ser el garantizarles el derecho al trabajo, al sustento y a un ingreso digno, ya que el Gobierno Central no han generado fuentes de trabajo y la Municipalidad no ha propiciado espacios nuevos donde puedan ofrecer sus productos sin afectar a los previamente establecidos para la temporada.
Es así como el Lic. De León Duque, tomando una medida desconcertante les dio la espalda a los Vendedores Ambulantes y apoyó a la Municipalidad. Un acto típico de su administración al improvisar y actuar con tibieza, en procura de crearse una imagen de eficiencia, probidad y justicia, cuando la realidad es abismalmente contraria.
Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo