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De porqué escribo

Redacción
30 de diciembre, 2016

Un día alguien se acercó y me preguntó “¿Por qué escribes?”. Por el contexto y la persona que me hizo la pregunta, supe que esperaba una respuesta más profunda, una que fuera más allá de una ligera contestación. En realidad, más que preguntarme por qué escribía, creo que quería entender de una vez por todas este vicio que tengo por escribir.
Aquella persona no quería saber por qué escribía columnas de opinión, ni canciones, ni poemas, ni historias, ni novelas. Quería llegar más al fondo, a la raíz de mi obsesión por dejar grabadas en unas cuantas líneas mis pensamientos de la manera más creativa y versátil posible.

Fue tal la profundidad de contestación que exigía su pregunta, que he estado pensando en una respuesta, y hasta este momento la estoy escribiendo.

Podría responderle a quien pregunta que escribo porque adoro hacerlo. Estoy enamorado de mi pluma y su papel. Es mi escape y mi enredo. Escribo para preguntar y para responderme. Lo hago porque no tengo otra opción…o tal vez porque no quiero encontrarla. Ya sea en una columna de opinión, en un poema, una canción, una historia, una novela, una carta o una idea, escribir me llena y me satisface, de la misma forma que al alcohólico lo vuelve loco una gota de licor. Escribo para esconderme y para exponerme. Para debatir, para escuchar, para interrumpir, para argumentar, para callar.

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Pero, si quieren que sea más claro, creo que todos (o al menos yo) escribimos para ser leídos. Pienso que ese es el propósito de todo escritor: que alguien lea lo que escribe, así como ese naufrago lanza una botella al mar con un mensaje de auxilio esperando que alguien lo encuentre.

Queremos trasmitir lo que inmortalizamos en unas cuantas oraciones, aunque solo nosotros lo leamos, o aunque lo lean mil personas. Nadie escribe para no leerse ni ser leído. El escultor esculpe para ver su obra maestra, no la entierra para que nadie la aprecie. De igual forma el escritor exhibe sus escritos.

Aprovecho que esta es mi última columna del 2016 para tomarme un momento y leer todo eso que he escrito. Ya casi cumpliré dos años desde que comencé a escribir columnas de opinión. Se cumplirán también unos diez desde que escribí mi primera canción y quince desde que conté mi primera historia en papel (con crayones, claro). Muchos planes me acompañan para este 2017, así como un nuevo proyecto que trata, justamente, sobre escritores e ideas.

La vida pasa, a velocidades subjetivas, y está en nuestra plumas intentar inmortalizarla en un par de líneas.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

De porqué escribo

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30 de diciembre, 2016

Un día alguien se acercó y me preguntó “¿Por qué escribes?”. Por el contexto y la persona que me hizo la pregunta, supe que esperaba una respuesta más profunda, una que fuera más allá de una ligera contestación. En realidad, más que preguntarme por qué escribía, creo que quería entender de una vez por todas este vicio que tengo por escribir.
Aquella persona no quería saber por qué escribía columnas de opinión, ni canciones, ni poemas, ni historias, ni novelas. Quería llegar más al fondo, a la raíz de mi obsesión por dejar grabadas en unas cuantas líneas mis pensamientos de la manera más creativa y versátil posible.

Fue tal la profundidad de contestación que exigía su pregunta, que he estado pensando en una respuesta, y hasta este momento la estoy escribiendo.

Podría responderle a quien pregunta que escribo porque adoro hacerlo. Estoy enamorado de mi pluma y su papel. Es mi escape y mi enredo. Escribo para preguntar y para responderme. Lo hago porque no tengo otra opción…o tal vez porque no quiero encontrarla. Ya sea en una columna de opinión, en un poema, una canción, una historia, una novela, una carta o una idea, escribir me llena y me satisface, de la misma forma que al alcohólico lo vuelve loco una gota de licor. Escribo para esconderme y para exponerme. Para debatir, para escuchar, para interrumpir, para argumentar, para callar.

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Pero, si quieren que sea más claro, creo que todos (o al menos yo) escribimos para ser leídos. Pienso que ese es el propósito de todo escritor: que alguien lea lo que escribe, así como ese naufrago lanza una botella al mar con un mensaje de auxilio esperando que alguien lo encuentre.

Queremos trasmitir lo que inmortalizamos en unas cuantas oraciones, aunque solo nosotros lo leamos, o aunque lo lean mil personas. Nadie escribe para no leerse ni ser leído. El escultor esculpe para ver su obra maestra, no la entierra para que nadie la aprecie. De igual forma el escritor exhibe sus escritos.

Aprovecho que esta es mi última columna del 2016 para tomarme un momento y leer todo eso que he escrito. Ya casi cumpliré dos años desde que comencé a escribir columnas de opinión. Se cumplirán también unos diez desde que escribí mi primera canción y quince desde que conté mi primera historia en papel (con crayones, claro). Muchos planes me acompañan para este 2017, así como un nuevo proyecto que trata, justamente, sobre escritores e ideas.

La vida pasa, a velocidades subjetivas, y está en nuestra plumas intentar inmortalizarla en un par de líneas.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo