Aunque mi nacimiento corresponde a la primera mitad del siglo XX, mi nacimiento en la expresión pública pertenece a la primera década de los años sesenta. Mientras el mundo envuelto en revoluciones de todo tipo políticas, sociales, morales, económicas y el boom del LSD que como droga psicodélica producida de la ergolina traía, como antes lo había hecho Prometeo, al entregar el fuego a los seres humanos una serie de cambios en distintas zonas de la vida humana.
Expresar opinión pública en Guatemala es mantenerse en zonas de existencia de las cuales emerge el llamado vulgarmente el cuarto poder que no procede del periodismo científico sino de los acciones y círculos sean estas fundamentadas en grupos de interés, grupos de presión, razones de Estado.
2017 implica una reorientación de la llamada crisis 2014-2016. Terminó un año de gobierno en medio de un control político caracterizado por neutralizar las experiencias de los guatemaltecos en lo que suele llamarse civilización de Occidente dadas las carencias civilizatorias sobretodo en el sector justicia. Pero 2017 implica enfrentar la realidad en la cual fuimos todos acosados por fuerzas mediáticas que fueron mucho más peligrosas que la enorme costra de corrupción enquistada en cualquier manifestación de poder llámesele oclocracia, (corrupción de la chusma); plutocracia, (corrupción de la riqueza); u oligarquía, (corrupción de las fuerzas castrenses); de las cuales Aristóteles habla ya como las formas decadentes del orden civilizado.
Admiro a quienes con su pluma tiene el coraje de decir claramente lacayos a todos aquellos que desde una posición sea cual fuere este se han puesto en sintonía para servir de medio a fines nefandos comenzando desde la primera magistratura hasta el último de los burócratas en la esfera pública y de los perros hambreados en la iniciativa privada.
Yo mismo que me inicie en los años sesenta y he conocido de cerca, muy de cerca, a los medios de comunicación, de Guatemala desde mi adolescencia hasta mi vejez tengo que aprender a pensar de otro modo para dejar por un lado el carácter científico del periodismo en Guatemala para poder llegar a un lector que durante décadas vive la mecánica de vivir en esta dura Guatemala como alguna vez lo expreso Manuel José Arce.
Las coacciones externas, las coacciones internas y la falta de escrúpulos unido a los mecanismos de monopolio hace que la expresión pública se exprese sin hacerlo. En otras palabras, la apariencia de una prensa sin coacción.
Para mí, mi agradecimiento sincero a los que me brindaron el espacio para escribir desde la primera década del siglo XXI, La Hora, ElPeriódico, Prensa Libre, Caminos de Libertad y especialmente Repúblicagt.com que con su consejo y apoyo me permiten expresar lo que pienso. Las conversaciones con los editorialistas darán en 2017 una fuerza e impulso a decisiones ciudadanas de mejorar el entorno de Guatemala que sigue siendo para nosotros esa fuente de inspiración de hombres libres.
Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo
Aunque mi nacimiento corresponde a la primera mitad del siglo XX, mi nacimiento en la expresión pública pertenece a la primera década de los años sesenta. Mientras el mundo envuelto en revoluciones de todo tipo políticas, sociales, morales, económicas y el boom del LSD que como droga psicodélica producida de la ergolina traía, como antes lo había hecho Prometeo, al entregar el fuego a los seres humanos una serie de cambios en distintas zonas de la vida humana.
Expresar opinión pública en Guatemala es mantenerse en zonas de existencia de las cuales emerge el llamado vulgarmente el cuarto poder que no procede del periodismo científico sino de los acciones y círculos sean estas fundamentadas en grupos de interés, grupos de presión, razones de Estado.
2017 implica una reorientación de la llamada crisis 2014-2016. Terminó un año de gobierno en medio de un control político caracterizado por neutralizar las experiencias de los guatemaltecos en lo que suele llamarse civilización de Occidente dadas las carencias civilizatorias sobretodo en el sector justicia. Pero 2017 implica enfrentar la realidad en la cual fuimos todos acosados por fuerzas mediáticas que fueron mucho más peligrosas que la enorme costra de corrupción enquistada en cualquier manifestación de poder llámesele oclocracia, (corrupción de la chusma); plutocracia, (corrupción de la riqueza); u oligarquía, (corrupción de las fuerzas castrenses); de las cuales Aristóteles habla ya como las formas decadentes del orden civilizado.
Admiro a quienes con su pluma tiene el coraje de decir claramente lacayos a todos aquellos que desde una posición sea cual fuere este se han puesto en sintonía para servir de medio a fines nefandos comenzando desde la primera magistratura hasta el último de los burócratas en la esfera pública y de los perros hambreados en la iniciativa privada.
Yo mismo que me inicie en los años sesenta y he conocido de cerca, muy de cerca, a los medios de comunicación, de Guatemala desde mi adolescencia hasta mi vejez tengo que aprender a pensar de otro modo para dejar por un lado el carácter científico del periodismo en Guatemala para poder llegar a un lector que durante décadas vive la mecánica de vivir en esta dura Guatemala como alguna vez lo expreso Manuel José Arce.
Las coacciones externas, las coacciones internas y la falta de escrúpulos unido a los mecanismos de monopolio hace que la expresión pública se exprese sin hacerlo. En otras palabras, la apariencia de una prensa sin coacción.
Para mí, mi agradecimiento sincero a los que me brindaron el espacio para escribir desde la primera década del siglo XXI, La Hora, ElPeriódico, Prensa Libre, Caminos de Libertad y especialmente Repúblicagt.com que con su consejo y apoyo me permiten expresar lo que pienso. Las conversaciones con los editorialistas darán en 2017 una fuerza e impulso a decisiones ciudadanas de mejorar el entorno de Guatemala que sigue siendo para nosotros esa fuente de inspiración de hombres libres.
Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo