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2017, un año ambientalmente prometedor

Redacción
03 de enero, 2017

Han pasado las fiestas navideñas y con ellas inicia un Año Nuevo. El 2017 se perfila desafiante y lleno de oportunidades para todos los guatemaltecos. En el ámbito político y económico no está demás reiterar los grandes retos que nos esperan, principalmente para quienes estamos convencidos de que el círculo vicioso de corrupción, violencia y pobreza debe revertirse por la vía política-partidaria con un círculo virtuoso de gobiernos limitados, mercados libres y propiedad privada. Pero este desafío requiere uno mayor: el desaprender muchos mitos y falsedades que el estatismo nos ha vendido por más de 100 años. Impone el desafío, además, de reivindicar moral, jurídica y políticamente el capitalismo liberal y las instituciones que le son inherentes: la familia, el matrimonio, la propiedad privada, la libertad de contratos y el trabajo, entre otros.

El tema ambiental no es ajeno a semejantes desafíos. Ante los hitos internacionales ocurridos en 2016 y en particular aquellos en los que la izquierda radical perdiera las apuestas, es decir, el BRexit en Inglaterra y en Estados Unidos, la elección de Donald Trump y una mayoría republicana en el Congreso, el escenario se vislumbra esperanzador. No garantizado, solamente esperanzador. De estos hechos se desprende la posibilidad de claudicar la participación de dos grandes potencias, a la agenda eco-estatista del cambio climático antropogénico (generado por el ser humano). Si ello llegase a ocurrir, un efecto dominó no estaría tan lejano.

Derivado del BRexit, se crea la coalición CLexit (Climate exit o Salida del Cambio Climático); una iniciativa nacida en Australia pero en la cual convergen científicos independientes y políticos de derecha de todo el mundo, principalmente de Europa y Estados Unidos. Esta coalición hará fuerza en los parlamentos, influyendo positivamente a declinar a tan perversa agenda política: la de abolir el supuesto sistema capitalista imperante y reemplazarlo por el estatismo en sus dos versiones, el social o socialismo, que reparte privilegios políticos, y el económico o mercantilista, que reparte privilegios económicos.

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Y derivado de la elección de Trump, sus decisiones para dirigir la agenda ambiental estadounidense debe darnos esperanza de que las cosas cambiarán para mejor. Primero, Mike Pence, un viejo amigo del Heartland Institute, el tanque de pensamiento más importante del mundo en el debate del cambio climático desde la perspectiva escéptica o realista; seguro como vicepresidente influirá muchísimo en la agenda ambiental del Ejecutivo. Y segundo, dos conservadores de pura cepa: Scott Pruitt y Chris Horner. El primero será quien dirija la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Y el segundo, quien le asista en el tema legal. A Chris tuve la oportunidad de conocerle en 2015 y puedo afirmar que provocará muchos dolores de cabeza a demócratas y ex-funcionarios de la EPA por sus reiterados actos de corrupción durante la gestión Obama. Ambos prometen mucho en términos de “limitar el gobierno” pues son proclives al “desmantelamiento” de la EPA.
Derivado de ese potencial escenario internacional avizoro (y deseo con ansias) que los fondos para las ONGs parásitas –incluidas las guatemaltecas– sean escasos o nulos. La burbuja de los “mercados verdes” y específicamente todo aquello que gira entorno a las energías renovables está en riesgo de derrumbarse y con ello las grandes “inversiones” que se han hecho en todo el mundo.

No obstante, a nivel nacional continuará la presión por la ley de aguas, en su versión colectivista y estatista. Nuevas regulaciones para limpiar el aire por parte del MARN seguro harán mucho daño a la economía local, la potencial prohibición legal en el uso de bolsas plásticas traerá consigo efectos nocivos para la economía y el ambiente y, el cese de operaciones de la Mina Marlin dará pie al reposicionamiento de la izquierda vestida de verde. La conflictividad social será una constante, pues lamentablemente en términos de “sistema” nada ha cambiado.

Es esperanzador pues, el escenario internacional, no tanto el nacional. Sin embargo, el movimiento del péndulo hacia la derecha (no necesariamente liberal-clásica) puede que genere efectos positivos en la agenda ambiental. No está demás recomendarle estimado lector seguir a Rana (www.redrana.org) en 2017; un centro de estudios que seguramente dará la batalla en todos los frentes del debate ambiental. Y de mi parte, reitero mi compromiso por ofrecer durante este año una opinión racional sobre estos temas, basada siempre en los principios de gobierno limitado, mercados libres y propiedad privada. ¡A vivir con mucha energía y entusiasmo el Nuevo Año!

______________

Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario forestal. Fundador y CEO de Rana. Miembro del CEES, del PERC y del Heartland Institute. Sus columnas se publican en varios medios digitales en América Latina.
 

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

2017, un año ambientalmente prometedor

Redacción
03 de enero, 2017

Han pasado las fiestas navideñas y con ellas inicia un Año Nuevo. El 2017 se perfila desafiante y lleno de oportunidades para todos los guatemaltecos. En el ámbito político y económico no está demás reiterar los grandes retos que nos esperan, principalmente para quienes estamos convencidos de que el círculo vicioso de corrupción, violencia y pobreza debe revertirse por la vía política-partidaria con un círculo virtuoso de gobiernos limitados, mercados libres y propiedad privada. Pero este desafío requiere uno mayor: el desaprender muchos mitos y falsedades que el estatismo nos ha vendido por más de 100 años. Impone el desafío, además, de reivindicar moral, jurídica y políticamente el capitalismo liberal y las instituciones que le son inherentes: la familia, el matrimonio, la propiedad privada, la libertad de contratos y el trabajo, entre otros.

El tema ambiental no es ajeno a semejantes desafíos. Ante los hitos internacionales ocurridos en 2016 y en particular aquellos en los que la izquierda radical perdiera las apuestas, es decir, el BRexit en Inglaterra y en Estados Unidos, la elección de Donald Trump y una mayoría republicana en el Congreso, el escenario se vislumbra esperanzador. No garantizado, solamente esperanzador. De estos hechos se desprende la posibilidad de claudicar la participación de dos grandes potencias, a la agenda eco-estatista del cambio climático antropogénico (generado por el ser humano). Si ello llegase a ocurrir, un efecto dominó no estaría tan lejano.

Derivado del BRexit, se crea la coalición CLexit (Climate exit o Salida del Cambio Climático); una iniciativa nacida en Australia pero en la cual convergen científicos independientes y políticos de derecha de todo el mundo, principalmente de Europa y Estados Unidos. Esta coalición hará fuerza en los parlamentos, influyendo positivamente a declinar a tan perversa agenda política: la de abolir el supuesto sistema capitalista imperante y reemplazarlo por el estatismo en sus dos versiones, el social o socialismo, que reparte privilegios políticos, y el económico o mercantilista, que reparte privilegios económicos.

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Y derivado de la elección de Trump, sus decisiones para dirigir la agenda ambiental estadounidense debe darnos esperanza de que las cosas cambiarán para mejor. Primero, Mike Pence, un viejo amigo del Heartland Institute, el tanque de pensamiento más importante del mundo en el debate del cambio climático desde la perspectiva escéptica o realista; seguro como vicepresidente influirá muchísimo en la agenda ambiental del Ejecutivo. Y segundo, dos conservadores de pura cepa: Scott Pruitt y Chris Horner. El primero será quien dirija la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Y el segundo, quien le asista en el tema legal. A Chris tuve la oportunidad de conocerle en 2015 y puedo afirmar que provocará muchos dolores de cabeza a demócratas y ex-funcionarios de la EPA por sus reiterados actos de corrupción durante la gestión Obama. Ambos prometen mucho en términos de “limitar el gobierno” pues son proclives al “desmantelamiento” de la EPA.
Derivado de ese potencial escenario internacional avizoro (y deseo con ansias) que los fondos para las ONGs parásitas –incluidas las guatemaltecas– sean escasos o nulos. La burbuja de los “mercados verdes” y específicamente todo aquello que gira entorno a las energías renovables está en riesgo de derrumbarse y con ello las grandes “inversiones” que se han hecho en todo el mundo.

No obstante, a nivel nacional continuará la presión por la ley de aguas, en su versión colectivista y estatista. Nuevas regulaciones para limpiar el aire por parte del MARN seguro harán mucho daño a la economía local, la potencial prohibición legal en el uso de bolsas plásticas traerá consigo efectos nocivos para la economía y el ambiente y, el cese de operaciones de la Mina Marlin dará pie al reposicionamiento de la izquierda vestida de verde. La conflictividad social será una constante, pues lamentablemente en términos de “sistema” nada ha cambiado.

Es esperanzador pues, el escenario internacional, no tanto el nacional. Sin embargo, el movimiento del péndulo hacia la derecha (no necesariamente liberal-clásica) puede que genere efectos positivos en la agenda ambiental. No está demás recomendarle estimado lector seguir a Rana (www.redrana.org) en 2017; un centro de estudios que seguramente dará la batalla en todos los frentes del debate ambiental. Y de mi parte, reitero mi compromiso por ofrecer durante este año una opinión racional sobre estos temas, basada siempre en los principios de gobierno limitado, mercados libres y propiedad privada. ¡A vivir con mucha energía y entusiasmo el Nuevo Año!

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Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario forestal. Fundador y CEO de Rana. Miembro del CEES, del PERC y del Heartland Institute. Sus columnas se publican en varios medios digitales en América Latina.
 

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo