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Inicie con usted

María Dolores Arias
03 de enero, 2017

En algunos lugares existe la tradición de quemar “el año viejo” justo en el momento en que inicia el año nuevo. El “año viejo” es un muñeco de trapo relleno de viruta, aserrín o periódicos; también se le agregan algunos cuetes y otros que se le tiran una vez prende fuego. Algunos “expertos” aseguran que debe ser hecho con ropa nueva ya que la ropa vieja le traería “mala suerte” al dueño de esa ropa.

El “año viejo” además de su indumentaria, que se puede disfrazar al gusto del artesano, se caracteriza por el testamento que deja al nuevo año. Este testamento va desde lo chusco que sucedió en el año que está por terminar hasta lo trágico pasando por la reflexión de lo vivido, cerrando con los mejores deseos para el año que inicia aun sabiendo que tendrá el mismo destino en 365 días.

Iniciar un nuevo periodo siempre nos trae nuevas esperanzas de que las cosas serán diferentes y que lograremos los propósitos y sueños. Sin embargo las cosas no siempre son así, la mayoría de ocasiones es por nuestra causa y otras son ajenas a nosotros.

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En el primer caso, le sugiero que antes de ponerse la ropa deportiva, inscribirse a la universidad, ir al súper a comprar comida saludable o aquello que se supone le ayudará a lograr sus objetivos, reflexione sobre el porqué ulterior de esa decisión y para qué quiere cambiar. Después de encontrar la raíz de ese deseo de cambio, entonces cambie hábitos para cambiar su estilo de vida. Haga una estrategia, desarrolle un plan, investigue, pida ayuda, en pocas palabras planifique su éxito.

Respecto a lo segundo, aquello que no depende de nosotros cambiar, no debería ser un objetivo. Pero tampoco una excusa para no obtener lo que deseamos fervientemente, aquello que en el largo plazo nos hace feliz.

Esto me lleva a reflexionar respecto a los políticos y las decisiones que toman en el poder las cuales nos afectan para bien o para mal, en muchas ocasiones. Es importante entender que la mayoría de los políticos no cambiarán la situación actual si no se ven obligados a hacerlo. Es decir, no eliminarán los privilegios y los espacios de corrupción, los cuales les dan la “oportunidad de un mejor nivel de vida”, mientras no sea necesario.

Muchos políticos han encontrado en el ejercicio del poder la “vía rápida” para acumular fortuna. Riqueza que ha sido expoliada, ya sea por sobrevaloración, por coimas, o por extorsión a sus legítimos creadores. Para distraer la atención de lo importante, aprueban medidas populistas que sólo son paliativos a los problemas.

El año inicia con una medida que a simple vista parece buena pero que no resuelve el problema de mejorar el nivel de vida de los trabajadores. El aumento al salario mínimo decretado por Santa Jimmy establece un aumento salarial que, para los sindicalistas es por debajo de lo esperado y para el sector patronal por encima.

Una vez más, como cada año y como lo han hecho los políticos tradicionales, el aumento en el salario es por decreto y no por productividad. La falsa preocupación por los más necesitados es sólo la excusa para aparentar que hacen algo por sus electores. Ahora bien, si tan preocupados están por los trabajadores ¿por qué complican el establecimiento de nuevas empresas? ¿Por qué en lugar de mayores regulaciones hacen sencillo operar en el país? ¿Por qué no se aprueba el trabajo a tiempo parcial que tanto ayudaría a los jóvenes?

Mejorar el nivel de vida de los empleados solo con un aumento salarial por decreto sin una productividad que la sustente es equivalente a crear castillos en el aire. Es propiciar el desempleo y la informalidad.

El inicio de año indica que los políticos serán los mismos hasta que la demanda política cambie, hasta que cambiemos las reglas del juego y limitemos el poder discrecional. El nuevo año siempre es una oportunidad para mejorar, es por eso que ser mandantes con las ideas claras nos hará iniciar el cambio que les guste o no tendrán que hacer los políticos, aunque sea por presión.

@Md30
Facebook.com/Mda30
 

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

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María Dolores Arias
03 de enero, 2017

En algunos lugares existe la tradición de quemar “el año viejo” justo en el momento en que inicia el año nuevo. El “año viejo” es un muñeco de trapo relleno de viruta, aserrín o periódicos; también se le agregan algunos cuetes y otros que se le tiran una vez prende fuego. Algunos “expertos” aseguran que debe ser hecho con ropa nueva ya que la ropa vieja le traería “mala suerte” al dueño de esa ropa.

El “año viejo” además de su indumentaria, que se puede disfrazar al gusto del artesano, se caracteriza por el testamento que deja al nuevo año. Este testamento va desde lo chusco que sucedió en el año que está por terminar hasta lo trágico pasando por la reflexión de lo vivido, cerrando con los mejores deseos para el año que inicia aun sabiendo que tendrá el mismo destino en 365 días.

Iniciar un nuevo periodo siempre nos trae nuevas esperanzas de que las cosas serán diferentes y que lograremos los propósitos y sueños. Sin embargo las cosas no siempre son así, la mayoría de ocasiones es por nuestra causa y otras son ajenas a nosotros.

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En el primer caso, le sugiero que antes de ponerse la ropa deportiva, inscribirse a la universidad, ir al súper a comprar comida saludable o aquello que se supone le ayudará a lograr sus objetivos, reflexione sobre el porqué ulterior de esa decisión y para qué quiere cambiar. Después de encontrar la raíz de ese deseo de cambio, entonces cambie hábitos para cambiar su estilo de vida. Haga una estrategia, desarrolle un plan, investigue, pida ayuda, en pocas palabras planifique su éxito.

Respecto a lo segundo, aquello que no depende de nosotros cambiar, no debería ser un objetivo. Pero tampoco una excusa para no obtener lo que deseamos fervientemente, aquello que en el largo plazo nos hace feliz.

Esto me lleva a reflexionar respecto a los políticos y las decisiones que toman en el poder las cuales nos afectan para bien o para mal, en muchas ocasiones. Es importante entender que la mayoría de los políticos no cambiarán la situación actual si no se ven obligados a hacerlo. Es decir, no eliminarán los privilegios y los espacios de corrupción, los cuales les dan la “oportunidad de un mejor nivel de vida”, mientras no sea necesario.

Muchos políticos han encontrado en el ejercicio del poder la “vía rápida” para acumular fortuna. Riqueza que ha sido expoliada, ya sea por sobrevaloración, por coimas, o por extorsión a sus legítimos creadores. Para distraer la atención de lo importante, aprueban medidas populistas que sólo son paliativos a los problemas.

El año inicia con una medida que a simple vista parece buena pero que no resuelve el problema de mejorar el nivel de vida de los trabajadores. El aumento al salario mínimo decretado por Santa Jimmy establece un aumento salarial que, para los sindicalistas es por debajo de lo esperado y para el sector patronal por encima.

Una vez más, como cada año y como lo han hecho los políticos tradicionales, el aumento en el salario es por decreto y no por productividad. La falsa preocupación por los más necesitados es sólo la excusa para aparentar que hacen algo por sus electores. Ahora bien, si tan preocupados están por los trabajadores ¿por qué complican el establecimiento de nuevas empresas? ¿Por qué en lugar de mayores regulaciones hacen sencillo operar en el país? ¿Por qué no se aprueba el trabajo a tiempo parcial que tanto ayudaría a los jóvenes?

Mejorar el nivel de vida de los empleados solo con un aumento salarial por decreto sin una productividad que la sustente es equivalente a crear castillos en el aire. Es propiciar el desempleo y la informalidad.

El inicio de año indica que los políticos serán los mismos hasta que la demanda política cambie, hasta que cambiemos las reglas del juego y limitemos el poder discrecional. El nuevo año siempre es una oportunidad para mejorar, es por eso que ser mandantes con las ideas claras nos hará iniciar el cambio que les guste o no tendrán que hacer los políticos, aunque sea por presión.

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Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo