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La Arquitectura de la Ciudad, Primera Parte

Redacción
10 de enero, 2017

Usualmente los individuos que se refieren a las ciudades de Nueva York, Chicago o Santiago de los Caballeros de Guatemala como lugares que vale la pena visitar. Alaban, quizás, los rascacielos de las primeras: el Empire State Building, Rockefeller Center, el Seagram, la Torre Sears, el Monadnock, o los conventos de la última: las Capuchinas, Santa Clara, Santa Catalina, Concepción, y Santa Teresa.  Si las visitaran se podrían deleitar con sus espectáculos, con las Rockettes o con las procesiones en Semana Santa.

Ahora quiero invitar a reflexionar sobre el párrafo anterior. Normalmente, como en el inicio del párrafo, la gente se refiere a la ciudad como un lugar: la ciudad de Nueva York es un lugar digno de visitar, o deseo ir a Chicago. No obstante, en la segunda parte del párrafo cuando se refieren a ella quieren decir la estructura física de la ciudad que consiste en los edificios y calles. Y como vemos en la última parte del párrafo, también se refieren a la gente, a los habitantes: las Rockettes, las procesiones. Cuando se dice que la ciudad de Nueva York se conmovió con el desastre provocado por los atentados del 11 de septiembre, se habla de las personas y no del lugar o de los edificios. Esta ambigüedad en el uso del término podrá ser aceptable, aunque lo dudo, en una conversación casual, sin embargo es inaceptable para un análisis serio de la ciudad  y la urbe. Es por eso que considero necesario definir primero los términos que usaré en esta exposición.

La ciudad es un tipo de  asociación. Es una asociación política de productores  que a  la vez son comerciantes libres que tienen como fin vivir una vida feliz. Los griegos la llamaron polis y a su mejor sistema de gobierno, según Aristóteles, constitucional y de leyes,  politeia. Nuestra palabra ciudad viene de la palabra latina civitas, que significa el conjunto de ciudadanos libremente asociados para vivir en concordia o amistad política. Su tipo de gobierno lo llamaron Res Publica que significa asunto de interés público. Y lo que era de interés público, en lo que los amigos políticos concordaban, era en la libertad de cada ciudadano. Ya lo dice Tácito:

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“Reges Romam a principio habuerunt; libertatem  Lucius Brutus Romanis dedit.” (Los reyes poseían a Roma en un principio; Lucius Brutus ha dado libertad a los    romanos.)

Libre significa no ser esclavo. Solón nos dice que un esclavo es aquel que se encuentra sujeto incondicionalmente bajo el mando de otro hombre. Su esclavitud es provocada  por el ataque arrogante (hubris) y mantenida por la fuerza física de otros. Entre los esclavos, nos dice, hay tres categorías: los que han sido vendidos (pollous prathentas); los fugados (phugontes), que se habían escapado de algún lado por necesidad y que ante la ausencia de protección legal, vivían en constante temor de ser esclavizados; y los que  tenían una esclavitud vergonzosa, los ‘temblorosos’ (tromeomenous) ante los caprichos de sus amos.  Pero el punto fundamental aquí es que un campesino, por ejemplo, estaba a merced y era vulnerable al ataque y sometimiento por la fuerza física en contra suya y su familia, por aquel que deseaba esclavizarlos. La esencia de la esclavitud entonces, es el uso de la fuerza o la amenaza de ésta en contra de alguien por otros hombres, sin considerar las leyes o ajustes legales.

Solón puso remedio a esta situación de desorden y eliminó la esclavitud de los atenienses con la polis, bajo un ‘buen orden’ (Eunomiê) centrado en la justicia (dike) y en leyes escritas.  Así liberó a los atenienses, quienes debían quedar protegidos contra aquellos que iniciaran la fuerza en su contra por medio de leyes escritas y universales que podían hacerse cumplir a todos. Los ciudadanos, quienes ahora eran ‘hombres libres’ (eleutherous), es decir no esclavos y que se contrastaban con los anteriores esclavos (doulien), constituyeron un estado eleutherous (de hombres libres) que existía en oposición a uno esclavizado o tiranía. Entonces para Solón, un hombre libre es un ciudadano, ático, sin amo alguno, cuya autonomía personal dentro de la polis está protegida del ataque de sus compañeros por una ley común a todos.

Hemos de hacer notar que no cualquier agrupación o comunidad es una sociedad política. Sólo aquella donde sus integrantes son socios libres.  A la asociación civil que los griegos llamaron polis, Aristóteles la definió como la asociación de hombres libres (eleutherous) con el propósito de vivir la vida virtuosa que conduce al florecimiento (eudamonia), a la vida humana exitosa, a la auto-realización como humano.

Es de enfatizar que la libertad siempre se refiere a relaciones entre hombres. Un hombre es libre en tanto pueda vivir y actuar sin estar a merced de las decisiones arbitrarias de otras personas. El hombre solitario, aislado, autosuficiente, será autónomo, pero no es libre. Está a merced de cualquiera que sea más fuerte que él. El tipo más fuerte tiene el poder de matarlo con impunidad, o de esclavizarlo.

La libertad es una condición del hombre dentro de una sociedad civil contractual. La cooperación social bajo un sistema de respeto a los individuos y a su propiedad  de los medios de producción, significa que el individuo no está obligado a obedecer y a servir a un señor feudal. En tanto dé y sirva a otras personas, lo hace por su propio gusto con el propósito de recibir una recompensa a cambio o un servicio de los servidos.  Intercambia bienes y servicios, no trabajos forzados y tributos. No es independiente, comercialmente hablando. Más bien es interdependiente con los otros miembros de la sociedad. Esta interdependencia es mutua y crea un sistema dinámico de redes sociales mixtas.  Como miembro de una sociedad contractual es libre porque sirve a otros sólo al servirse a sí mismo.

Entonces, el principio esencial que distingue la libertad de la esclavitud es: el principio de acción voluntaria versus el de coerción física. La libertad en un contexto político es  el poder actuar sin estar a merced del poder coercitivo y arbitrario del estado –y nada más.

Platón nos narra en La República que la primera asociación voluntaria, espontánea y no jerárquica entre individuos se da por la necesidad egoísta de cooperar los unos con los otros, y se da en el mercado. En éste las personas que buscan conseguir valores, intercambian voluntariamente en beneficio mutuo los bienes que han producido. El mercado es una relación fundamentada en la benevolencia, tolerancia y justicia. En éste todos los participantes se consideran iguales y se juzgan en base a sus virtudes. Es una relación entre individuos de buena voluntad deseosos de enfrentar los hechos, que piensan por sí mismos, que actúan según su mejor juicio. Lo que importa en el mercado es el intercambio de valor por valor. El mercado es el proceso por el cual un sin número de individuos satisfacen sus deseos y logran sus sueños. Y es el mercado, esta asociación que en un principio es temporal, la que da origen a la ciudad, que es una asociación política.

Empieza como la relación entre dos comerciantes adultos libres y no como una organización familiar. La sociedad empieza cuando aparece en los individuos la voluntad de obrar en conjunto, cuando buscan fines que ninguno podría alcanzar sólo, cuando deciden cooperar que es la esencia de la sociedad. Si uno quiere algo del otro intercambia voluntariamente su propiedad por la propiedad del otro. Ambos valoran más lo que reciben que lo que dan en el intercambio. Ambos consideran que estarán mejor dividiéndose el trabajo e intercambiando el producto de su labor. Ambos se ven mutuamente como colaboradores y no como enemigos que buscan apropiarse por la fuerza de los  bienes del otro. Esta cooperación social se da al identificar el individuo, que su interés de llegar a vivir mejor, sólo puede lograrlo en sociedad y dividiéndose el trabajo. El individuo espera respeto de parte del otro como aquel de parte de él. No espera que el otro pague la manutención o educación de sus hijos, ni espera tener que pagar los caprichos del otro. Cada quien atiende sus propias necesidades. No se considera el padre de familia del otro y de su prole y por lo tanto no se considera responsable de su bienestar económico. Así mismo no considera al otro como su padre ni  le exige que  sea responsable de su bienestar propio.

Ludwig von Mises lo ilustra muy bien cuando dice:

“Que cada individuo quiera ante todo vivir y vivir su vida, no solamente no perjudica a la vida social, sino que la promueve, dado que el individuo no puede realizarse plenamente sino en la sociedad y por medio de ella. Tal es el verdadero sentido de la doctrina que hace del egoísmo la ley fundamental de la sociedad.” [1]

Continuará.

[1] Von Mises, Ludwig. El Socialismo. Cap. XXVII, El Socialismo como exigencia moral, 3. “Contribución a la doctrina eudemonista.” Unión Editorial. España 2003.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

La Arquitectura de la Ciudad, Primera Parte

Redacción
10 de enero, 2017

Usualmente los individuos que se refieren a las ciudades de Nueva York, Chicago o Santiago de los Caballeros de Guatemala como lugares que vale la pena visitar. Alaban, quizás, los rascacielos de las primeras: el Empire State Building, Rockefeller Center, el Seagram, la Torre Sears, el Monadnock, o los conventos de la última: las Capuchinas, Santa Clara, Santa Catalina, Concepción, y Santa Teresa.  Si las visitaran se podrían deleitar con sus espectáculos, con las Rockettes o con las procesiones en Semana Santa.

Ahora quiero invitar a reflexionar sobre el párrafo anterior. Normalmente, como en el inicio del párrafo, la gente se refiere a la ciudad como un lugar: la ciudad de Nueva York es un lugar digno de visitar, o deseo ir a Chicago. No obstante, en la segunda parte del párrafo cuando se refieren a ella quieren decir la estructura física de la ciudad que consiste en los edificios y calles. Y como vemos en la última parte del párrafo, también se refieren a la gente, a los habitantes: las Rockettes, las procesiones. Cuando se dice que la ciudad de Nueva York se conmovió con el desastre provocado por los atentados del 11 de septiembre, se habla de las personas y no del lugar o de los edificios. Esta ambigüedad en el uso del término podrá ser aceptable, aunque lo dudo, en una conversación casual, sin embargo es inaceptable para un análisis serio de la ciudad  y la urbe. Es por eso que considero necesario definir primero los términos que usaré en esta exposición.

La ciudad es un tipo de  asociación. Es una asociación política de productores  que a  la vez son comerciantes libres que tienen como fin vivir una vida feliz. Los griegos la llamaron polis y a su mejor sistema de gobierno, según Aristóteles, constitucional y de leyes,  politeia. Nuestra palabra ciudad viene de la palabra latina civitas, que significa el conjunto de ciudadanos libremente asociados para vivir en concordia o amistad política. Su tipo de gobierno lo llamaron Res Publica que significa asunto de interés público. Y lo que era de interés público, en lo que los amigos políticos concordaban, era en la libertad de cada ciudadano. Ya lo dice Tácito:

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“Reges Romam a principio habuerunt; libertatem  Lucius Brutus Romanis dedit.” (Los reyes poseían a Roma en un principio; Lucius Brutus ha dado libertad a los    romanos.)

Libre significa no ser esclavo. Solón nos dice que un esclavo es aquel que se encuentra sujeto incondicionalmente bajo el mando de otro hombre. Su esclavitud es provocada  por el ataque arrogante (hubris) y mantenida por la fuerza física de otros. Entre los esclavos, nos dice, hay tres categorías: los que han sido vendidos (pollous prathentas); los fugados (phugontes), que se habían escapado de algún lado por necesidad y que ante la ausencia de protección legal, vivían en constante temor de ser esclavizados; y los que  tenían una esclavitud vergonzosa, los ‘temblorosos’ (tromeomenous) ante los caprichos de sus amos.  Pero el punto fundamental aquí es que un campesino, por ejemplo, estaba a merced y era vulnerable al ataque y sometimiento por la fuerza física en contra suya y su familia, por aquel que deseaba esclavizarlos. La esencia de la esclavitud entonces, es el uso de la fuerza o la amenaza de ésta en contra de alguien por otros hombres, sin considerar las leyes o ajustes legales.

Solón puso remedio a esta situación de desorden y eliminó la esclavitud de los atenienses con la polis, bajo un ‘buen orden’ (Eunomiê) centrado en la justicia (dike) y en leyes escritas.  Así liberó a los atenienses, quienes debían quedar protegidos contra aquellos que iniciaran la fuerza en su contra por medio de leyes escritas y universales que podían hacerse cumplir a todos. Los ciudadanos, quienes ahora eran ‘hombres libres’ (eleutherous), es decir no esclavos y que se contrastaban con los anteriores esclavos (doulien), constituyeron un estado eleutherous (de hombres libres) que existía en oposición a uno esclavizado o tiranía. Entonces para Solón, un hombre libre es un ciudadano, ático, sin amo alguno, cuya autonomía personal dentro de la polis está protegida del ataque de sus compañeros por una ley común a todos.

Hemos de hacer notar que no cualquier agrupación o comunidad es una sociedad política. Sólo aquella donde sus integrantes son socios libres.  A la asociación civil que los griegos llamaron polis, Aristóteles la definió como la asociación de hombres libres (eleutherous) con el propósito de vivir la vida virtuosa que conduce al florecimiento (eudamonia), a la vida humana exitosa, a la auto-realización como humano.

Es de enfatizar que la libertad siempre se refiere a relaciones entre hombres. Un hombre es libre en tanto pueda vivir y actuar sin estar a merced de las decisiones arbitrarias de otras personas. El hombre solitario, aislado, autosuficiente, será autónomo, pero no es libre. Está a merced de cualquiera que sea más fuerte que él. El tipo más fuerte tiene el poder de matarlo con impunidad, o de esclavizarlo.

La libertad es una condición del hombre dentro de una sociedad civil contractual. La cooperación social bajo un sistema de respeto a los individuos y a su propiedad  de los medios de producción, significa que el individuo no está obligado a obedecer y a servir a un señor feudal. En tanto dé y sirva a otras personas, lo hace por su propio gusto con el propósito de recibir una recompensa a cambio o un servicio de los servidos.  Intercambia bienes y servicios, no trabajos forzados y tributos. No es independiente, comercialmente hablando. Más bien es interdependiente con los otros miembros de la sociedad. Esta interdependencia es mutua y crea un sistema dinámico de redes sociales mixtas.  Como miembro de una sociedad contractual es libre porque sirve a otros sólo al servirse a sí mismo.

Entonces, el principio esencial que distingue la libertad de la esclavitud es: el principio de acción voluntaria versus el de coerción física. La libertad en un contexto político es  el poder actuar sin estar a merced del poder coercitivo y arbitrario del estado –y nada más.

Platón nos narra en La República que la primera asociación voluntaria, espontánea y no jerárquica entre individuos se da por la necesidad egoísta de cooperar los unos con los otros, y se da en el mercado. En éste las personas que buscan conseguir valores, intercambian voluntariamente en beneficio mutuo los bienes que han producido. El mercado es una relación fundamentada en la benevolencia, tolerancia y justicia. En éste todos los participantes se consideran iguales y se juzgan en base a sus virtudes. Es una relación entre individuos de buena voluntad deseosos de enfrentar los hechos, que piensan por sí mismos, que actúan según su mejor juicio. Lo que importa en el mercado es el intercambio de valor por valor. El mercado es el proceso por el cual un sin número de individuos satisfacen sus deseos y logran sus sueños. Y es el mercado, esta asociación que en un principio es temporal, la que da origen a la ciudad, que es una asociación política.

Empieza como la relación entre dos comerciantes adultos libres y no como una organización familiar. La sociedad empieza cuando aparece en los individuos la voluntad de obrar en conjunto, cuando buscan fines que ninguno podría alcanzar sólo, cuando deciden cooperar que es la esencia de la sociedad. Si uno quiere algo del otro intercambia voluntariamente su propiedad por la propiedad del otro. Ambos valoran más lo que reciben que lo que dan en el intercambio. Ambos consideran que estarán mejor dividiéndose el trabajo e intercambiando el producto de su labor. Ambos se ven mutuamente como colaboradores y no como enemigos que buscan apropiarse por la fuerza de los  bienes del otro. Esta cooperación social se da al identificar el individuo, que su interés de llegar a vivir mejor, sólo puede lograrlo en sociedad y dividiéndose el trabajo. El individuo espera respeto de parte del otro como aquel de parte de él. No espera que el otro pague la manutención o educación de sus hijos, ni espera tener que pagar los caprichos del otro. Cada quien atiende sus propias necesidades. No se considera el padre de familia del otro y de su prole y por lo tanto no se considera responsable de su bienestar económico. Así mismo no considera al otro como su padre ni  le exige que  sea responsable de su bienestar propio.

Ludwig von Mises lo ilustra muy bien cuando dice:

“Que cada individuo quiera ante todo vivir y vivir su vida, no solamente no perjudica a la vida social, sino que la promueve, dado que el individuo no puede realizarse plenamente sino en la sociedad y por medio de ella. Tal es el verdadero sentido de la doctrina que hace del egoísmo la ley fundamental de la sociedad.” [1]

Continuará.

[1] Von Mises, Ludwig. El Socialismo. Cap. XXVII, El Socialismo como exigencia moral, 3. “Contribución a la doctrina eudemonista.” Unión Editorial. España 2003.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo