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Guatemala influencia selectiva 2017

Redacción
12 de enero, 2017

En Guatemala, como en otros países del mundo, los actores políticos suelen desconectarse de la razón social de su labor y se conectan en un mundo imaginario donde saborean lo que podría llamarse las mieles del poder, lugar desde donde se sienten intocables, bañados de una autoridad –que pareciera divina y absoluta–, investidos de poderes mágicos y con un nivel de influencia descomunal y desproporcionada a la realidad de nuestro país. Se rodean de lobos vestidos de ovejas, rápidamente entran en una burbuja de soberbia, autosuficiencia, nepotismo y cooptan el Estado. Esto crea una fractura entre los gobernantes y gobernados, aunque debemos aceptar que un proceso de sanación es normal colapsar totalmente para resurgir de la ceniza y sin ningún vicio. En Guatemala estamos en un proceso de cambio que tal vez tome por lo menos una década para lograr renovar la actual clase política, tan desprestigiada y que ha convertido los recursos del Estado en patrimonio personal y familiar.

Durante 2017 seguiremos padeciendo un proceso de cambio que implica encarar los momentos difíciles en los tres organismos del Estado y en sus instituciones, que seguramente sacarán a flote lo peor y nos asombrarán al evidenciar la indiferencia, arrogancia y el ego de la clase política, pero que nos llevarán en crescendo en los procesos hacia la justicia y la esperanza del cambio.

Guatemala es un gran país que merece grandes políticos, a la altura de los buenos ciudadanos, porque en definitiva la política sirve para hacer un mundo mejor y un mejor país con base en la capacidad de generar felicidad para la mayoría. En ese sentido, la mayor apuesta de la comunicación es la educación, para así obtener conocimiento y no solamente crítica coyuntural, con la prudencia necesaria para no adentrarnos a dar por sentado las causas y los efectos profundos de las diferentes circunstancias.

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La opinión pública, según la teoría de la comunicación, está dividida en al menos tres variables que permiten construir ciudadanía, a saber:

1. La exposición selectiva

2. La percepción selectiva

3. La memoria selectiva

La exposición selectiva se refiere a que los guatemaltecos tendremos mayor tendencia a exponernos a la información afín y acorde con nuestras actitudes, y evitaremos toda aquella que vaya en contra de ellas. La percepción selectiva es el ajuste que hacemos de forma individual para transformar el mensaje que recibimos, de acuerdo a nuestras actitudes y valores. La memoria selectiva es la tendencia de los guatemaltecos a memorizar los aspectos de los mensajes que resultan coherentes con nuestras propias opiniones y actitudes.

En definitiva todos los guatemaltecos atendemos la información que se nos presenta más consistente con nuestras creencias anteriores, por lo que los efectos mínimos de los medios de comunicación en los ciudadanos tienen un impacto importante, pero limitado para la creación de la verdadera opinión pública. Con esto quiero decir que la verdadera opinión pública –apartada de la labor informativa de los medios de comunicación– se encuentra en la educación y en la capacidad de indagar más al respecto de un tema, en generar mayores fuentes de conocimiento para comunicarnos mejor, ya que no podemos sustentar nuestras opiniones y argumentos en base a una sola noticia, por lo que se hace imperativo profundizar en cada aspecto relevante del acontecer nacional.

Dentro de este marco de la influencia selectiva nos encontramos en un laberinto sin salida, debido a que solamente nos topamos con malas noticias. Un ejemplo genérico es el Congreso de la República, que generó información mediática en 2016 por las plazas fantasmas, más de 20 antejuicios en contra de diputados, por distintos delitos, escándalos de la bancada oficial, transfuguismo, señalamientos de discriminación y racismo, extorsión a los propios funcionarios de gobierno y por su propia bancada, desprestigio. Además de polémica por temas como las reformas al sector justicia y específicamente en derecho indígena. Todo esto es la realidad de un Congreso indiferente, ineficiente y poco representativo, pero ante todo lo es del caos. Así que entre la adversidad cotidiana debemos detectar y saber leer lo positivo. Es imposible, quizá pensará el lector, pero tal vez no conozco hasta ahora, y no es justo generalizar, porque también existe lo bueno. En consecuencia, la esfera negativa que sistemáticamente nos influencia nos genera negatividad, nos conduce sin darnos cuenta a pensar en negativo, y el ciudadano no puede construir destruyendo.

El nuevo año puede marcar un giro hacia la influencia selectiva, pero en positivo, aunque sabemos que el Congreso sucumbirá ante temas de país que no puede atender en estos momentos, es importante que colapse para que se acabe lo viejo y empiece lo nuevo. Se avecina una nueva era, la de una sociedad mayor educada y con un patrón político también diferente, encontraremos una luz de esperanza en lo más recóndito de la penumbra y de la oscuridad total. Por eso estoy seguro que Guatemala está cambiando y en ese proceso de transición todos los ciudadanos debemos comprometernos, abandonar la pasividad y ser más activos en la búsqueda del bien común, porque la cosa pública es de todos y no como nos hacen pensar los políticos, que ellos tienen la exclusividad.

Los ciudadanos no somos comparsas de los políticos corruptos, somos sus fiscalizadores, además de ser sus patrones. Los medios de comunicación son los fiscalizadores y facilitadores de la información sobre lo público que nos compete a todos. El Congreso de la República debe llegar a ser el organismo más respetado y representativo de nuestra sociedad, pero mientras eso sucede, este año debemos aprender de las batallas que se avecinan, porque el 2017 será un año de transición, pero también de conquista ciudadana, en el que seguimos ganando terreno para construir la verdadera República.

En conclusión, la influencia selectiva tiene que ver en realidad con nuestras actitudes y creencias, es por eso que más nos vale, ante la dura realidad, empezar a cambiar el chip de lo negativo y empezar a creer que como ciudadanos podemos crear conciencia de tener un mejor país y a generalizar actitudes ciudadanas, como el respeto, la honestidad y los valores, pilares de una sociedad que busca la paz y la justicia, para que el resultado sea el progreso, en base a educación y el desarrollo de la comunicación, que son principios políticos.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Guatemala influencia selectiva 2017

Redacción
12 de enero, 2017

En Guatemala, como en otros países del mundo, los actores políticos suelen desconectarse de la razón social de su labor y se conectan en un mundo imaginario donde saborean lo que podría llamarse las mieles del poder, lugar desde donde se sienten intocables, bañados de una autoridad –que pareciera divina y absoluta–, investidos de poderes mágicos y con un nivel de influencia descomunal y desproporcionada a la realidad de nuestro país. Se rodean de lobos vestidos de ovejas, rápidamente entran en una burbuja de soberbia, autosuficiencia, nepotismo y cooptan el Estado. Esto crea una fractura entre los gobernantes y gobernados, aunque debemos aceptar que un proceso de sanación es normal colapsar totalmente para resurgir de la ceniza y sin ningún vicio. En Guatemala estamos en un proceso de cambio que tal vez tome por lo menos una década para lograr renovar la actual clase política, tan desprestigiada y que ha convertido los recursos del Estado en patrimonio personal y familiar.

Durante 2017 seguiremos padeciendo un proceso de cambio que implica encarar los momentos difíciles en los tres organismos del Estado y en sus instituciones, que seguramente sacarán a flote lo peor y nos asombrarán al evidenciar la indiferencia, arrogancia y el ego de la clase política, pero que nos llevarán en crescendo en los procesos hacia la justicia y la esperanza del cambio.

Guatemala es un gran país que merece grandes políticos, a la altura de los buenos ciudadanos, porque en definitiva la política sirve para hacer un mundo mejor y un mejor país con base en la capacidad de generar felicidad para la mayoría. En ese sentido, la mayor apuesta de la comunicación es la educación, para así obtener conocimiento y no solamente crítica coyuntural, con la prudencia necesaria para no adentrarnos a dar por sentado las causas y los efectos profundos de las diferentes circunstancias.

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La opinión pública, según la teoría de la comunicación, está dividida en al menos tres variables que permiten construir ciudadanía, a saber:

1. La exposición selectiva

2. La percepción selectiva

3. La memoria selectiva

La exposición selectiva se refiere a que los guatemaltecos tendremos mayor tendencia a exponernos a la información afín y acorde con nuestras actitudes, y evitaremos toda aquella que vaya en contra de ellas. La percepción selectiva es el ajuste que hacemos de forma individual para transformar el mensaje que recibimos, de acuerdo a nuestras actitudes y valores. La memoria selectiva es la tendencia de los guatemaltecos a memorizar los aspectos de los mensajes que resultan coherentes con nuestras propias opiniones y actitudes.

En definitiva todos los guatemaltecos atendemos la información que se nos presenta más consistente con nuestras creencias anteriores, por lo que los efectos mínimos de los medios de comunicación en los ciudadanos tienen un impacto importante, pero limitado para la creación de la verdadera opinión pública. Con esto quiero decir que la verdadera opinión pública –apartada de la labor informativa de los medios de comunicación– se encuentra en la educación y en la capacidad de indagar más al respecto de un tema, en generar mayores fuentes de conocimiento para comunicarnos mejor, ya que no podemos sustentar nuestras opiniones y argumentos en base a una sola noticia, por lo que se hace imperativo profundizar en cada aspecto relevante del acontecer nacional.

Dentro de este marco de la influencia selectiva nos encontramos en un laberinto sin salida, debido a que solamente nos topamos con malas noticias. Un ejemplo genérico es el Congreso de la República, que generó información mediática en 2016 por las plazas fantasmas, más de 20 antejuicios en contra de diputados, por distintos delitos, escándalos de la bancada oficial, transfuguismo, señalamientos de discriminación y racismo, extorsión a los propios funcionarios de gobierno y por su propia bancada, desprestigio. Además de polémica por temas como las reformas al sector justicia y específicamente en derecho indígena. Todo esto es la realidad de un Congreso indiferente, ineficiente y poco representativo, pero ante todo lo es del caos. Así que entre la adversidad cotidiana debemos detectar y saber leer lo positivo. Es imposible, quizá pensará el lector, pero tal vez no conozco hasta ahora, y no es justo generalizar, porque también existe lo bueno. En consecuencia, la esfera negativa que sistemáticamente nos influencia nos genera negatividad, nos conduce sin darnos cuenta a pensar en negativo, y el ciudadano no puede construir destruyendo.

El nuevo año puede marcar un giro hacia la influencia selectiva, pero en positivo, aunque sabemos que el Congreso sucumbirá ante temas de país que no puede atender en estos momentos, es importante que colapse para que se acabe lo viejo y empiece lo nuevo. Se avecina una nueva era, la de una sociedad mayor educada y con un patrón político también diferente, encontraremos una luz de esperanza en lo más recóndito de la penumbra y de la oscuridad total. Por eso estoy seguro que Guatemala está cambiando y en ese proceso de transición todos los ciudadanos debemos comprometernos, abandonar la pasividad y ser más activos en la búsqueda del bien común, porque la cosa pública es de todos y no como nos hacen pensar los políticos, que ellos tienen la exclusividad.

Los ciudadanos no somos comparsas de los políticos corruptos, somos sus fiscalizadores, además de ser sus patrones. Los medios de comunicación son los fiscalizadores y facilitadores de la información sobre lo público que nos compete a todos. El Congreso de la República debe llegar a ser el organismo más respetado y representativo de nuestra sociedad, pero mientras eso sucede, este año debemos aprender de las batallas que se avecinan, porque el 2017 será un año de transición, pero también de conquista ciudadana, en el que seguimos ganando terreno para construir la verdadera República.

En conclusión, la influencia selectiva tiene que ver en realidad con nuestras actitudes y creencias, es por eso que más nos vale, ante la dura realidad, empezar a cambiar el chip de lo negativo y empezar a creer que como ciudadanos podemos crear conciencia de tener un mejor país y a generalizar actitudes ciudadanas, como el respeto, la honestidad y los valores, pilares de una sociedad que busca la paz y la justicia, para que el resultado sea el progreso, en base a educación y el desarrollo de la comunicación, que son principios políticos.

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo