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Supongamos que el Estado funciona

Redacción República
11 de febrero, 2017

Digo supongamos porque realmente no lo hace. Cualquiera de sus tres poderes está fracasando en éste momento. Ninguno se ve prometedor en un futuro inmediato y justo cuando creemos que empezamos a ver mejoras, se nos vienen más y más casos de corrupción.

Cada vez más personas están involucradas en los casos que se han descubierto y que se han hecho tendencia. Me parece agradable que todas las sospechas que como ciudadanos levantamos acerca de determinados personajes públicos, se estén haciendo realidad. Y no me alegra que sean corruptos, me alegra que por lo menos esta vez Guatemala esté materializando sus acusaciones.

La verdad es que dentro de las cosas disfuncionales de nuestro sistema político y económico, las más importantes son las más arruinadas. Nuestra economía, educación, salud, sistema de justicia y el congreso (sólo por mencionar algunos) están fracasando duro. Por supuesto que hay logros y aciertos pero son tan insignificantes y difíciles de encontrar como si en pleno otoño comenzáramos la búsqueda de una hoja verde.

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Es desgastante notar también como los actos “malos”, por así decirlo, se convirtieron en hábito de dominio público gracias a las desagradables noticias que vemos diariamente sobre nuestros gobernantes. Lo que quiero decir es que como ciudadanos ya no le creemos nada al Estado y dicho esto, solo tenemos dos opciones: ponernos en su contra e ignorarlo; o decidir actuar como quien tiene el poder para solucionarlo todo sin la ayuda de éste.

Hemos visto como cada vez las personas creen menos en la seguridad que el país debería de proveer y la toma en sus manos para manejarla y justiciarla a su modo. Muchas colonias y asentamientos ahora patrullan sus propios territorios, muchas comunidades optan por los linchamientos en vez de entregar a los ladrones a la policía y así hay muchos ejemplos más.

Esta semana leí la noticia de una sede de la PMT que fue baleada y abandonada con una nota amenazante en donde se les advertía a los policías de tránsito que detuvieran la extensión de multas hacia los transportistas. Yo lo primero que pensé es que dado el sector (Sumpango, Sacatepéquez), los transportistas de ésta localidad seguramente pagan extorsión. Por ende mis ideas para éste crimen son dos: o los transportistas se quejaron con los extorsionistas sobre las multas y éstos los defendieron frente a la PMT porque significaría reunir menos dinero para pagar la extorsión, o los transportistas se defendieron sí mismos y prefirieron amenazar a la PMT por las multas en vez de amenazar a los maleantes por la extorsión que les exigen.

Cualquiera de éstas opciones haya sido el caso, es fatal lo que proyecta de nuestra realidad. Estamos en la era en la que preferimos seguirle el rollo a los maleantes antes de acudir a nuestras fuerzas de seguridad. Confiamos más en nuestros medios para protegernos, antes de acudir a la justicia. Y ya no queremos saber nada de políticos, casos de corrupción ni movidas en el gobierno.
La situación que hemos estado viviendo estos últimos años en el país nos han hecho repudiar el sistema y por suerte, lo único que nos queda hacia ellos son las ganas de sacarlos a todos.

La pregunta es, después de vaciar al gobierno de éstas personas que han hecho tanto mal ¿qué quedará? ¿Será la satisfacción de vivir en un país en donde el Estado gobierna apegado a las leyes? ¿O nos daremos cuenta de que quizá no son las personas las que arruinan el sistema, sino es éste mismo el que ya está podrido y podría corromper a cualquiera?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Supongamos que el Estado funciona

Redacción República
11 de febrero, 2017

Digo supongamos porque realmente no lo hace. Cualquiera de sus tres poderes está fracasando en éste momento. Ninguno se ve prometedor en un futuro inmediato y justo cuando creemos que empezamos a ver mejoras, se nos vienen más y más casos de corrupción.

Cada vez más personas están involucradas en los casos que se han descubierto y que se han hecho tendencia. Me parece agradable que todas las sospechas que como ciudadanos levantamos acerca de determinados personajes públicos, se estén haciendo realidad. Y no me alegra que sean corruptos, me alegra que por lo menos esta vez Guatemala esté materializando sus acusaciones.

La verdad es que dentro de las cosas disfuncionales de nuestro sistema político y económico, las más importantes son las más arruinadas. Nuestra economía, educación, salud, sistema de justicia y el congreso (sólo por mencionar algunos) están fracasando duro. Por supuesto que hay logros y aciertos pero son tan insignificantes y difíciles de encontrar como si en pleno otoño comenzáramos la búsqueda de una hoja verde.

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Es desgastante notar también como los actos “malos”, por así decirlo, se convirtieron en hábito de dominio público gracias a las desagradables noticias que vemos diariamente sobre nuestros gobernantes. Lo que quiero decir es que como ciudadanos ya no le creemos nada al Estado y dicho esto, solo tenemos dos opciones: ponernos en su contra e ignorarlo; o decidir actuar como quien tiene el poder para solucionarlo todo sin la ayuda de éste.

Hemos visto como cada vez las personas creen menos en la seguridad que el país debería de proveer y la toma en sus manos para manejarla y justiciarla a su modo. Muchas colonias y asentamientos ahora patrullan sus propios territorios, muchas comunidades optan por los linchamientos en vez de entregar a los ladrones a la policía y así hay muchos ejemplos más.

Esta semana leí la noticia de una sede de la PMT que fue baleada y abandonada con una nota amenazante en donde se les advertía a los policías de tránsito que detuvieran la extensión de multas hacia los transportistas. Yo lo primero que pensé es que dado el sector (Sumpango, Sacatepéquez), los transportistas de ésta localidad seguramente pagan extorsión. Por ende mis ideas para éste crimen son dos: o los transportistas se quejaron con los extorsionistas sobre las multas y éstos los defendieron frente a la PMT porque significaría reunir menos dinero para pagar la extorsión, o los transportistas se defendieron sí mismos y prefirieron amenazar a la PMT por las multas en vez de amenazar a los maleantes por la extorsión que les exigen.

Cualquiera de éstas opciones haya sido el caso, es fatal lo que proyecta de nuestra realidad. Estamos en la era en la que preferimos seguirle el rollo a los maleantes antes de acudir a nuestras fuerzas de seguridad. Confiamos más en nuestros medios para protegernos, antes de acudir a la justicia. Y ya no queremos saber nada de políticos, casos de corrupción ni movidas en el gobierno.
La situación que hemos estado viviendo estos últimos años en el país nos han hecho repudiar el sistema y por suerte, lo único que nos queda hacia ellos son las ganas de sacarlos a todos.

La pregunta es, después de vaciar al gobierno de éstas personas que han hecho tanto mal ¿qué quedará? ¿Será la satisfacción de vivir en un país en donde el Estado gobierna apegado a las leyes? ¿O nos daremos cuenta de que quizá no son las personas las que arruinan el sistema, sino es éste mismo el que ya está podrido y podría corromper a cualquiera?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo