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Plutocracia, señor Iván, Plutocracia

Redacción República
12 de febrero, 2017

Espero que aquellos que tienen cooptado el orden social de Guatemala, enajenados por la brutalidad de su poder, sean seres humanos, no bestias o ángeles como bien lo diría el famoso profesor de Alejandro III conocido con el sobrenombre de Alejandro El Grande.

También espero que su acervo cultural no se limite a buscar en cualquier diccionario de poca monta el significado del término con el cual encabezo esta pregunta. De ser así confirmarán en sus conciencias que carecen de dos dedos de corteza pre-frontal o la relación cerebro-corazón. Prefiero el uso de Rafael Delgado quien dice del cerebro “es un océano siempre agitado, con frecuencia tempestuoso, cuyas olas arrojan implacables hacia las playas del olvido los pasajes del pasado: esperanzas desvanecidas, ilusiones malogradas, sueños azules, ardorosos anhelos, vagas aspiraciones, nobles ideas, recuerdos regocijados, recuerdos tristes.

Usted, señor Iván y su camarilla, han vuelto, con sus mezquinos intereses, porque quieren lograr un Estado de Derecho, sin que la misma vaya acompañada de la paz y el orden social ciudadano. Las tres Horas Dike, Eumonía e Eirene suelen ser representadas con dos palomas, una corona  de flores o con su hijo Pluto en los brazos. Si entiende la analogía entenderá que la riqueza y prosperidad vienen de un Estado de Derecho, paz, concordia, orden social y no la maldición de la Hybris o desmesura. En las polis civilizadas griegas es el desprecio que sentimos muchos guatemaltecos por sus impulsos temerarios, su carácter irracional y desequilibrado, la furia y el orgullo que le sienta bien el proverbio “aquel a que los dioses quieren destruir, primero lo vuelven locos”.

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Si durante sus constantes reelecciones, su exorbitante salario, sus gastos de representación y sus mecenas haciéndole toda clase de homenajes por hacer parecer a los ojos del mundo al Estado de Guatemala como un Estado miserable. Los trabajadores honrados, burócratas, funcionarios del Estado de Guatemala ven su soberbia y su altivez que bien convendría un juicio de Residencia como el practicado a Don Pedro de Alvarado para que sus crueldades en la forma de inducir la práctica de la justicia le otorguen ser juez del orbe.

Ha perseguido a los guatemaltecos, instrumentalizando al Ministerio Público para que inocentes y culpables formen su reputación de ángel o bestia pero no de ser humano. Ha creado mecanismos de investigación que involucra juicos parcializados de gente que no puede distinguir la derecha de la izquierda o como bien reza el texto bíblico pretenden ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

Faltará poco para que ordene una orden de aprehensión, por su puesto instrumentalizado y político, por un centavo como sucedió en las tiranías de Jorge Ubico cuando una persona perdió su billetera en el cine Lux. La encontró el limpiador y la devolvió. Cuando el ciudadano va con el Presidente este le pregunta si todo estaba completo y el otro responde, tal vez faltó  un centavo. El presidente encolerizado mandó a encarcelar al honrado barrendero cuando jamás se probó si dicho centavo existía o no en esa billetera o se había o no llevado a ese lugar.

Ser honrado y probo en Guatemala no basta, su megalomanía, señor Iván,  lo llevará a su destrucción.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo.

 

Plutocracia, señor Iván, Plutocracia

Redacción República
12 de febrero, 2017

Espero que aquellos que tienen cooptado el orden social de Guatemala, enajenados por la brutalidad de su poder, sean seres humanos, no bestias o ángeles como bien lo diría el famoso profesor de Alejandro III conocido con el sobrenombre de Alejandro El Grande.

También espero que su acervo cultural no se limite a buscar en cualquier diccionario de poca monta el significado del término con el cual encabezo esta pregunta. De ser así confirmarán en sus conciencias que carecen de dos dedos de corteza pre-frontal o la relación cerebro-corazón. Prefiero el uso de Rafael Delgado quien dice del cerebro “es un océano siempre agitado, con frecuencia tempestuoso, cuyas olas arrojan implacables hacia las playas del olvido los pasajes del pasado: esperanzas desvanecidas, ilusiones malogradas, sueños azules, ardorosos anhelos, vagas aspiraciones, nobles ideas, recuerdos regocijados, recuerdos tristes.

Usted, señor Iván y su camarilla, han vuelto, con sus mezquinos intereses, porque quieren lograr un Estado de Derecho, sin que la misma vaya acompañada de la paz y el orden social ciudadano. Las tres Horas Dike, Eumonía e Eirene suelen ser representadas con dos palomas, una corona  de flores o con su hijo Pluto en los brazos. Si entiende la analogía entenderá que la riqueza y prosperidad vienen de un Estado de Derecho, paz, concordia, orden social y no la maldición de la Hybris o desmesura. En las polis civilizadas griegas es el desprecio que sentimos muchos guatemaltecos por sus impulsos temerarios, su carácter irracional y desequilibrado, la furia y el orgullo que le sienta bien el proverbio “aquel a que los dioses quieren destruir, primero lo vuelven locos”.

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Si durante sus constantes reelecciones, su exorbitante salario, sus gastos de representación y sus mecenas haciéndole toda clase de homenajes por hacer parecer a los ojos del mundo al Estado de Guatemala como un Estado miserable. Los trabajadores honrados, burócratas, funcionarios del Estado de Guatemala ven su soberbia y su altivez que bien convendría un juicio de Residencia como el practicado a Don Pedro de Alvarado para que sus crueldades en la forma de inducir la práctica de la justicia le otorguen ser juez del orbe.

Ha perseguido a los guatemaltecos, instrumentalizando al Ministerio Público para que inocentes y culpables formen su reputación de ángel o bestia pero no de ser humano. Ha creado mecanismos de investigación que involucra juicos parcializados de gente que no puede distinguir la derecha de la izquierda o como bien reza el texto bíblico pretenden ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

Faltará poco para que ordene una orden de aprehensión, por su puesto instrumentalizado y político, por un centavo como sucedió en las tiranías de Jorge Ubico cuando una persona perdió su billetera en el cine Lux. La encontró el limpiador y la devolvió. Cuando el ciudadano va con el Presidente este le pregunta si todo estaba completo y el otro responde, tal vez faltó  un centavo. El presidente encolerizado mandó a encarcelar al honrado barrendero cuando jamás se probó si dicho centavo existía o no en esa billetera o se había o no llevado a ese lugar.

Ser honrado y probo en Guatemala no basta, su megalomanía, señor Iván,  lo llevará a su destrucción.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo.