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¡Yo sí quiero justicia!

Redacción República
18 de febrero, 2017

…vigilantes del proceso, de que en un simple y grave error humano, los que hoy imparten justicia, con poderes omnímodos, pretendan ser nuestros esbirros procurando reformas que no cumplan con los principios de justicia…

No creo que haya algo que me defina más como persona como la lucha incansable por la justicia en todos los aspectos de la vida: vida cotidiana, escolar, académica, comunitaria, vecinal, eclesial, familiar, laboral, empresarial, comercial, usted diga qué (envés de un simple etcétera). Se dice que todos nacemos con un sentido de justicia, esa conciencia interna que nos hace reconocer lo bueno de lo malo, sin necesidad de aprendizaje alguno. Siempre fui un rebelde, así me querían definir, un rebelde que sigue luchando por romper el “status quo” de injusticia, de esa idea de dejar las cosas como están, aunque sean tremendamente injustas. Así el viaje, aunque no intenso como otros héroes en este país, significa toparse con una cantidad de arbitrariedades, de caciques que no soportan cuestionamientos, de esbirrillos que no entienden y no quieren cambiar nada, hacer olas, obedecer a ciegas, quedar bien, y de muchos que simplemente no pueden, no quieren y no ven, porque es difícil, porque tiene consecuencias, etc.

Por supuesto que yo mismo he cometido actos de injusticia, algunos terribles, algunos que me podré arrepentir toda la vida y otros que vivo sus consecuencias y unos más que he pagado el fruto de mis errores. No soy perfecto, he tenido que pedir disculpas, pedir perdón, y lo voy a seguir haciendo. He tenido que vivir mis consecuencias, y lo seguiré haciendo.

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En esa incansable e indomable lucha por la justicia, he aprendido, para no decir evolucionado…, a continuar con la lucha, tratando de resolver las verdaderas causas de una sociedad tan injusta como la nuestra. Seguramente, si aprendiera un poco de sociología y de antropología me dirían que se debe a las consecuencias de la estructura de nuestra sociedad, y posiblemente tienen razón. Vivimos en una sociedad que ha privilegiado durante siglos la injusticia para desarrollarse. Encontrar amigos en los puestos de autoridad – conectes-, pasarnos de “listos” para evitarnos algún engorroso momento o trámite, no decir la verdad – mentir, gritarles a los de abajo, imponer reglas inhumanas, incumplibles, peligrosas, buscarle la salida, o la trampa, etc.

Nuestra sociedad está enferma, y aunque me duela decirlo, por un orgullo nacionalista y por la convicción que las mejores soluciones debieran salir de nosotros mismos, necesitábamos una ayuda para mejorar nuestro sistema de justicia. En todo caso, al ir analizando cómo en todos los sectores de la sociedad se han encontrado casos de corrupción, estamos seguros que era muy difícil que nosotros solos pudiéramos con tamaño problema. Además, que de los que no están o estamos en problemas, muchos estarían si se les investigara a fondo.

Estamos conscientes de los logros en este inicio de justicia, porque aún falta mucho por probar y por mantener a la justicia alejada de presiones y manipulación. Aplaudimos y apoyamos los esfuerzos de la CICIG desde la llegada del Dr. Iván Velásquez, el trabajo de la fiscal Licda. Thelma Aldana Hernández. Desbaratar esta cantidad de estructuras criminales es un logro inmenso, y los guatemaltecos de buena fe estamos agradecidos por su labor, su esfuerzo, su sacrificio, el riesgo. El temor al castigo ya hace revisar la actuación diaria de muchos ciudadanos. Debemos de esperar que debido a las correctas investigaciones y mantener independencia en las judicaturas, se castigue con pruebas y no con presiones. De esa forma, el resto de ciudadanos de este país, los guatemaltecos y aún los residentes y visitantes que vengan a realizar negocios, o simplemente de visita, tengan certeza del derecho, certeza de la justicia. Ese es el verdadero logro esperado, cambiar las actitudes, el accionar, de comportarse de todos para vivir en una sociedad más sana, más próspera, con mejores oportunidades, igualdad, pero ante la ley, certeza de protección, con justicia…

No sería correcto que lográramos una serie de condenas sobre la base de pruebas falsas, manipulaciones, presiones a jueces, conjeturas, etc. Eso lograría exactamente lo contrario de lo esperado: un país paralizado por la falta de certeza, por la falta de seguridad jurídica. Cuando pensamos en la justicia que queremos, hay principios que aspirar: independencia judicial, republicanismo, limitar el poder de los gobernantes y de los grupos poderosos (no sólo económicos), principio de inocencia, del debido proceso, de ingratitud en el pago de favores de los jueces magistrados a sus electores, igualdad ante la ley, protección de los derechos individuales, etc.

Por ello, en la búsqueda de la justicia, no podemos más que seguir vigilantes, pues el pueblo sigue siendo el soberano, estando atentos a que los procesos se lleven de forma justa, que siga generando certeza en la vida cotidiana de los guatemaltecos y rompa los paradigmas de la sociedad toda, pero también, vigilantes del proceso, de que en un simple y grave error humano, los que hoy imparten justicia, con poderes omnímodos, pretendan ser nuestros esbirros procurando reformas que no cumplan con estos principios.

Twitter: @josekrlos

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

¡Yo sí quiero justicia!

Redacción República
18 de febrero, 2017

…vigilantes del proceso, de que en un simple y grave error humano, los que hoy imparten justicia, con poderes omnímodos, pretendan ser nuestros esbirros procurando reformas que no cumplan con los principios de justicia…

No creo que haya algo que me defina más como persona como la lucha incansable por la justicia en todos los aspectos de la vida: vida cotidiana, escolar, académica, comunitaria, vecinal, eclesial, familiar, laboral, empresarial, comercial, usted diga qué (envés de un simple etcétera). Se dice que todos nacemos con un sentido de justicia, esa conciencia interna que nos hace reconocer lo bueno de lo malo, sin necesidad de aprendizaje alguno. Siempre fui un rebelde, así me querían definir, un rebelde que sigue luchando por romper el “status quo” de injusticia, de esa idea de dejar las cosas como están, aunque sean tremendamente injustas. Así el viaje, aunque no intenso como otros héroes en este país, significa toparse con una cantidad de arbitrariedades, de caciques que no soportan cuestionamientos, de esbirrillos que no entienden y no quieren cambiar nada, hacer olas, obedecer a ciegas, quedar bien, y de muchos que simplemente no pueden, no quieren y no ven, porque es difícil, porque tiene consecuencias, etc.

Por supuesto que yo mismo he cometido actos de injusticia, algunos terribles, algunos que me podré arrepentir toda la vida y otros que vivo sus consecuencias y unos más que he pagado el fruto de mis errores. No soy perfecto, he tenido que pedir disculpas, pedir perdón, y lo voy a seguir haciendo. He tenido que vivir mis consecuencias, y lo seguiré haciendo.

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En esa incansable e indomable lucha por la justicia, he aprendido, para no decir evolucionado…, a continuar con la lucha, tratando de resolver las verdaderas causas de una sociedad tan injusta como la nuestra. Seguramente, si aprendiera un poco de sociología y de antropología me dirían que se debe a las consecuencias de la estructura de nuestra sociedad, y posiblemente tienen razón. Vivimos en una sociedad que ha privilegiado durante siglos la injusticia para desarrollarse. Encontrar amigos en los puestos de autoridad – conectes-, pasarnos de “listos” para evitarnos algún engorroso momento o trámite, no decir la verdad – mentir, gritarles a los de abajo, imponer reglas inhumanas, incumplibles, peligrosas, buscarle la salida, o la trampa, etc.

Nuestra sociedad está enferma, y aunque me duela decirlo, por un orgullo nacionalista y por la convicción que las mejores soluciones debieran salir de nosotros mismos, necesitábamos una ayuda para mejorar nuestro sistema de justicia. En todo caso, al ir analizando cómo en todos los sectores de la sociedad se han encontrado casos de corrupción, estamos seguros que era muy difícil que nosotros solos pudiéramos con tamaño problema. Además, que de los que no están o estamos en problemas, muchos estarían si se les investigara a fondo.

Estamos conscientes de los logros en este inicio de justicia, porque aún falta mucho por probar y por mantener a la justicia alejada de presiones y manipulación. Aplaudimos y apoyamos los esfuerzos de la CICIG desde la llegada del Dr. Iván Velásquez, el trabajo de la fiscal Licda. Thelma Aldana Hernández. Desbaratar esta cantidad de estructuras criminales es un logro inmenso, y los guatemaltecos de buena fe estamos agradecidos por su labor, su esfuerzo, su sacrificio, el riesgo. El temor al castigo ya hace revisar la actuación diaria de muchos ciudadanos. Debemos de esperar que debido a las correctas investigaciones y mantener independencia en las judicaturas, se castigue con pruebas y no con presiones. De esa forma, el resto de ciudadanos de este país, los guatemaltecos y aún los residentes y visitantes que vengan a realizar negocios, o simplemente de visita, tengan certeza del derecho, certeza de la justicia. Ese es el verdadero logro esperado, cambiar las actitudes, el accionar, de comportarse de todos para vivir en una sociedad más sana, más próspera, con mejores oportunidades, igualdad, pero ante la ley, certeza de protección, con justicia…

No sería correcto que lográramos una serie de condenas sobre la base de pruebas falsas, manipulaciones, presiones a jueces, conjeturas, etc. Eso lograría exactamente lo contrario de lo esperado: un país paralizado por la falta de certeza, por la falta de seguridad jurídica. Cuando pensamos en la justicia que queremos, hay principios que aspirar: independencia judicial, republicanismo, limitar el poder de los gobernantes y de los grupos poderosos (no sólo económicos), principio de inocencia, del debido proceso, de ingratitud en el pago de favores de los jueces magistrados a sus electores, igualdad ante la ley, protección de los derechos individuales, etc.

Por ello, en la búsqueda de la justicia, no podemos más que seguir vigilantes, pues el pueblo sigue siendo el soberano, estando atentos a que los procesos se lleven de forma justa, que siga generando certeza en la vida cotidiana de los guatemaltecos y rompa los paradigmas de la sociedad toda, pero también, vigilantes del proceso, de que en un simple y grave error humano, los que hoy imparten justicia, con poderes omnímodos, pretendan ser nuestros esbirros procurando reformas que no cumplan con estos principios.

Twitter: @josekrlos

República es ajena a la opinión expresada en este artículo