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Invasión de tierras ¿quién entiende?

Betty Marroquin
21 de febrero, 2017

La invasión del lunes 20 de febrero a la finca Palestina de la empresa Naturaceites y la nueva amenaza de manifestación contra la hidroeléctrica Oxec programada para esta semana, ponen nuevamente de manifiesto que por más que se hagan esfuerzos para que esta mentalidad cerrada y obtusa entre al Siglo XXI, la lucha está verde. Los señores que le han vendido la idea a los líderes indígenas que apoyan estas posturas retrógradas, viven cual parásitos de este tipo de acción. Seguramente, o se han aprovechado de la combinación entre necesidad e ignorancia que prevalece en el área rural del país, o de la necesidad y falta de escrúpulos de supuestos líderes que se venden para generar caos. Para quien quiera que trate de ver el tema con un gramo de objetividad es inexcusable la actitud de estos criminales.

En el caso de la finca Palestina en Panzós, Alta Verapáz, Naturaceites la compró aproximadamente en el 2006 de una familia privada con papeles en orden, y dónde ya se sembraba palma sin protesta alguna. En el 2016 terroristas de la Sierra de las Minas, zona lejana del área de influencia de Naturaceites, invadieron la finca Venecia de la empresa, y a la fecha siguen allí. Es importante mencionar que Naturaceites es la única empresa formal en la zona y por ende, única fuente de empleo. La carencia de autoridad en la zona ha permitido que ahora 50 terroristas de la Sierra de las Minas, entraran encapuchados a las 2 am, talaran parte de la plantación diciendo que lo hicieron para que “les pongan atención”, dañaron propiedad privada de todo tipo y secuestraron a dos trabajadores que ya fueron liberados gracias a la negociación con los propietarios. Ahora se sabe que estos delincuentes son pagados por la ONG Madre Tierra, financiada con dinero proveniente de Noruega. Los trabajadores de la finca no son precisamente canchitos vikingos, sino gente sencilla, indígena, con dos dedos de frente que vio en un trabajo bien remunerado un medio para dar un mejor futuro a sus hijos. Ahora, estos terroristas, recurren a la extorsión pretendiendo tomar la finca como de su propiedad, que les paguen un sueldo, y que les compren el producto.

Es decir, si usted tiene un negocio, debe permitir que se lo invadan, le arruinen parte de su mercadería, y terminen obligándolo a contratarlos y encima a comprar SU propio producto como si no fuese suyo. En palabras simples, usted invierte, se expone, y se debe dejar robar.

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Lo mismo se aplica a las minas y a las hidroeléctricas. Campesinos que desean preservar sus empleos, los negocios que han emergido aledaños a la hidroeléctrica de Oxec, por ejemplo, defienden a la hidroeléctrica que dicho sea de paso, cumple con los más altos estándares de operaciones y no contamina porque las hidroeléctricas modernas aplican técnicas que más bien purifican el agua de los ríos que llegan cargadas de desechos humanos, cual sanitario, jabón y otros contaminantes orgánicos y no orgánicos, contrariamente a la creencia popular.

Quienes manipulan a los campesinos los han convencido que deben pedir fertilizantes, que además del e-coli contamina los fluentes de agua, pero no quieren energía eléctrica. ¿Qué lógica tiene eso? Quieren celulares y teléfono pero no quieren torres de telecomunicaciones. Y si parte de nuestro compromiso como participantes receptores de la Alianza para la Prosperidad es que debemos generar empleo en las áreas rurales para que la gente tenga futuro en su localidad y no deba emigrar, ¿cómo cumpliremos con esa meta si no permitimos que quienes generan empleo en las zonas remotas lo hagan?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Invasión de tierras ¿quién entiende?

Betty Marroquin
21 de febrero, 2017

La invasión del lunes 20 de febrero a la finca Palestina de la empresa Naturaceites y la nueva amenaza de manifestación contra la hidroeléctrica Oxec programada para esta semana, ponen nuevamente de manifiesto que por más que se hagan esfuerzos para que esta mentalidad cerrada y obtusa entre al Siglo XXI, la lucha está verde. Los señores que le han vendido la idea a los líderes indígenas que apoyan estas posturas retrógradas, viven cual parásitos de este tipo de acción. Seguramente, o se han aprovechado de la combinación entre necesidad e ignorancia que prevalece en el área rural del país, o de la necesidad y falta de escrúpulos de supuestos líderes que se venden para generar caos. Para quien quiera que trate de ver el tema con un gramo de objetividad es inexcusable la actitud de estos criminales.

En el caso de la finca Palestina en Panzós, Alta Verapáz, Naturaceites la compró aproximadamente en el 2006 de una familia privada con papeles en orden, y dónde ya se sembraba palma sin protesta alguna. En el 2016 terroristas de la Sierra de las Minas, zona lejana del área de influencia de Naturaceites, invadieron la finca Venecia de la empresa, y a la fecha siguen allí. Es importante mencionar que Naturaceites es la única empresa formal en la zona y por ende, única fuente de empleo. La carencia de autoridad en la zona ha permitido que ahora 50 terroristas de la Sierra de las Minas, entraran encapuchados a las 2 am, talaran parte de la plantación diciendo que lo hicieron para que “les pongan atención”, dañaron propiedad privada de todo tipo y secuestraron a dos trabajadores que ya fueron liberados gracias a la negociación con los propietarios. Ahora se sabe que estos delincuentes son pagados por la ONG Madre Tierra, financiada con dinero proveniente de Noruega. Los trabajadores de la finca no son precisamente canchitos vikingos, sino gente sencilla, indígena, con dos dedos de frente que vio en un trabajo bien remunerado un medio para dar un mejor futuro a sus hijos. Ahora, estos terroristas, recurren a la extorsión pretendiendo tomar la finca como de su propiedad, que les paguen un sueldo, y que les compren el producto.

Es decir, si usted tiene un negocio, debe permitir que se lo invadan, le arruinen parte de su mercadería, y terminen obligándolo a contratarlos y encima a comprar SU propio producto como si no fuese suyo. En palabras simples, usted invierte, se expone, y se debe dejar robar.

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Lo mismo se aplica a las minas y a las hidroeléctricas. Campesinos que desean preservar sus empleos, los negocios que han emergido aledaños a la hidroeléctrica de Oxec, por ejemplo, defienden a la hidroeléctrica que dicho sea de paso, cumple con los más altos estándares de operaciones y no contamina porque las hidroeléctricas modernas aplican técnicas que más bien purifican el agua de los ríos que llegan cargadas de desechos humanos, cual sanitario, jabón y otros contaminantes orgánicos y no orgánicos, contrariamente a la creencia popular.

Quienes manipulan a los campesinos los han convencido que deben pedir fertilizantes, que además del e-coli contamina los fluentes de agua, pero no quieren energía eléctrica. ¿Qué lógica tiene eso? Quieren celulares y teléfono pero no quieren torres de telecomunicaciones. Y si parte de nuestro compromiso como participantes receptores de la Alianza para la Prosperidad es que debemos generar empleo en las áreas rurales para que la gente tenga futuro en su localidad y no deba emigrar, ¿cómo cumpliremos con esa meta si no permitimos que quienes generan empleo en las zonas remotas lo hagan?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo