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Error (horror) de comunicación de crisis en los Premios Oscar

Daniel Silva
08 de marzo, 2017

La grosera equivocación en el anuncio de la película ganadora en la última edición de los Premios Oscar, no solo ha dado la vuelta al mundo sino se ha convertido en una prueba fehaciente de falta de preparación y previsión por parte de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos ante potenciales situaciones de crisis durante la realización de su principal evento anual.

Es cierto. No se murió nadie durante la ceremonia ni hubo un atentado terrorista. Sin embargo, la imagen de los Premios Oscar como el galardón cinematográfico más importante y emblemático del mundo se vio manchada por esta increíble, mas no inevitable equivocación.

Un evento de 88 años de historia, que se ha caracterizado por su solemnidad y pulcritud, no se merecía el final que tuvo su edición 2017.

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Desde que la actriz Faye Dunaway anunció a “La La Land” como la mejor película hasta que Jordan Horowitz, productor de este film musical, tomó el micrófono y dijo: “Muchachos, este es un error, no es una broma… Moonlight: mejor película”, arrebatándole la tarjeta con el nombre del film ganador al actor Warren Beatty, pasaron 3 minutos, dos segundos y 3 discursos de agradecimientos. Una eternidad.

Resultó evidente que ni Dunaway ni Beatty tenían la menor idea de cómo manejar la situación. Tampoco Martha Ruiz y Brian Culllinan, representantes de PricewaterhouseCoopers, firma encargada de resguardar los sobres con los nombres de los ganadores. Peor aún: minutos antes del bochorno, Cullinan le tomó una foto a Emma Stone, ganadora por mejor actriz, y la subió a su cuenta de Twitter. La imagen fue posteriormente borrada, en un intento -fallido- por no dejar rastros de su distracción.

Una ceremonia que es seguida por millones de personas de todas partes del mundo por televisión y redes sociales, requiere un protocolo de comunicación en caso se presenten situaciones como la vivida la noche del domingo 26 de febrero en el Dolby Theatre de Los Ángeles, con un plan de acción, responsables, voceros, mensajes clave a transmitir, estrategias de reacción, timming para la intervención y qué hacer y qué no hacer durante el protocolo (como restricciones de uso de teléfonos celulares).

Asimismo, en eventos de esta magnitud es altamente recomendable realizar un ensayo con los participantes, practicando el “minuto a minuto” de la ceremonia y realizando una simulación de situaciones que podrían resultar mal. Este tipo de ejercicios son habituales en talleres de comunicación de crisis porque ayudan a medir el conocimiento y dominio de protocolos de comunicación, así como las habilidades y defectos comunicacionales de responsables y voceros.

Desconozco si la Academia cuenta con un protocolo de comunicación y si se realizó un ensayo. Lo que sí es un hecho es que reinó el caos y la confusión en el escenario: mientras los representantes de “La  La Land” daban palabras de agradecimiento, un nervioso asistente con micrófono de diadema corría de un lado a otro. Ruiz y Culllinan susurraban, nerviosos. Jimmy Kimmel, presentador principal, lucía paralizado.

Hasta que Horowitz, al darse cuenta del error, la ausencia de gestión comunicacional y, por supuesto, que estaban en vivo y en directo ante todo el mundo (literalmente), decidió, con valentía y espontaneidad, convertirse en vocero del principal premio de la noche, comunicar el error y llamar al escenario a los verdaderos ganadores, dejando a un lado su incredulidad, rabia, decepción e impotencia.

Al día siguiente, como era de esperarse, vinieron las disculpas de la Academia y PricewaterhouseCoopers. Han pasado casi dos semanas y todavía se sigue hablando de la tremenda “metida de pata” en los Oscar. ¿Un aspecto positivo? El legendario actor Warren Beatty, de 80 años, se hizo conocido entre los Millennials.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Error (horror) de comunicación de crisis en los Premios Oscar

Daniel Silva
08 de marzo, 2017

La grosera equivocación en el anuncio de la película ganadora en la última edición de los Premios Oscar, no solo ha dado la vuelta al mundo sino se ha convertido en una prueba fehaciente de falta de preparación y previsión por parte de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos ante potenciales situaciones de crisis durante la realización de su principal evento anual.

Es cierto. No se murió nadie durante la ceremonia ni hubo un atentado terrorista. Sin embargo, la imagen de los Premios Oscar como el galardón cinematográfico más importante y emblemático del mundo se vio manchada por esta increíble, mas no inevitable equivocación.

Un evento de 88 años de historia, que se ha caracterizado por su solemnidad y pulcritud, no se merecía el final que tuvo su edición 2017.

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Desde que la actriz Faye Dunaway anunció a “La La Land” como la mejor película hasta que Jordan Horowitz, productor de este film musical, tomó el micrófono y dijo: “Muchachos, este es un error, no es una broma… Moonlight: mejor película”, arrebatándole la tarjeta con el nombre del film ganador al actor Warren Beatty, pasaron 3 minutos, dos segundos y 3 discursos de agradecimientos. Una eternidad.

Resultó evidente que ni Dunaway ni Beatty tenían la menor idea de cómo manejar la situación. Tampoco Martha Ruiz y Brian Culllinan, representantes de PricewaterhouseCoopers, firma encargada de resguardar los sobres con los nombres de los ganadores. Peor aún: minutos antes del bochorno, Cullinan le tomó una foto a Emma Stone, ganadora por mejor actriz, y la subió a su cuenta de Twitter. La imagen fue posteriormente borrada, en un intento -fallido- por no dejar rastros de su distracción.

Una ceremonia que es seguida por millones de personas de todas partes del mundo por televisión y redes sociales, requiere un protocolo de comunicación en caso se presenten situaciones como la vivida la noche del domingo 26 de febrero en el Dolby Theatre de Los Ángeles, con un plan de acción, responsables, voceros, mensajes clave a transmitir, estrategias de reacción, timming para la intervención y qué hacer y qué no hacer durante el protocolo (como restricciones de uso de teléfonos celulares).

Asimismo, en eventos de esta magnitud es altamente recomendable realizar un ensayo con los participantes, practicando el “minuto a minuto” de la ceremonia y realizando una simulación de situaciones que podrían resultar mal. Este tipo de ejercicios son habituales en talleres de comunicación de crisis porque ayudan a medir el conocimiento y dominio de protocolos de comunicación, así como las habilidades y defectos comunicacionales de responsables y voceros.

Desconozco si la Academia cuenta con un protocolo de comunicación y si se realizó un ensayo. Lo que sí es un hecho es que reinó el caos y la confusión en el escenario: mientras los representantes de “La  La Land” daban palabras de agradecimiento, un nervioso asistente con micrófono de diadema corría de un lado a otro. Ruiz y Culllinan susurraban, nerviosos. Jimmy Kimmel, presentador principal, lucía paralizado.

Hasta que Horowitz, al darse cuenta del error, la ausencia de gestión comunicacional y, por supuesto, que estaban en vivo y en directo ante todo el mundo (literalmente), decidió, con valentía y espontaneidad, convertirse en vocero del principal premio de la noche, comunicar el error y llamar al escenario a los verdaderos ganadores, dejando a un lado su incredulidad, rabia, decepción e impotencia.

Al día siguiente, como era de esperarse, vinieron las disculpas de la Academia y PricewaterhouseCoopers. Han pasado casi dos semanas y todavía se sigue hablando de la tremenda “metida de pata” en los Oscar. ¿Un aspecto positivo? El legendario actor Warren Beatty, de 80 años, se hizo conocido entre los Millennials.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo