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¿En dónde fallamos, Guatemala?

Redacción República
11 de marzo, 2017
La indignación es general. La tragedia es inaceptable. 37 niñas fallecidas en un lugar creado conceptualmente para protegerlas, para reinsertarlas en la sociedad. El incendio de esta semana es la punta del iceberg. ¿Qué tan atrás hay que regresar para saber en dónde fallamos?
Unos dicen que fue el Gobierno. Otros, que el Estado, y el Estado somos todos. La idea no es buscar culpables y vengarnos. Es eliminar toda forma de acciones similares a las causales de esta tragedia.
Hoy, el Gobierno tiene funciones de papá y mamá. Nuestras leyes obligan al Estado, por medio del Gobierno a alimentarnos, mantenernos sanos y a nuestros niños protegidos. ¿Cuántas tragedias más necesitamos para darnos cuenta que la incompetencia del gobierno no deviene únicamente de la falta de acciones de quienes lo dirigen, sino de la excesiva cantidad de funciones que atribuimos al gobierno? Escribirlo en papel es inútil. Y luego, qué fácil alegar que el gobierno no hace nada.
“El mejor gobierno es el que menos gobierna,” dijo Thomas Jefferson.  Sobre todo, porque la incompetencia de los gobiernos grandes es casi un axioma.
La tragedia tampoco tiene que ser una excusa para politizar todo lo que esté a nuestra vista, como regularmente sucede. Es y tiene que ser una oportunidad para limitar a nuestro gobierno. Porque no hay garantías de que, en lugar de desviar los pocos fondos designados para la enorme cantidad de funciones, estos serán utilizados de forma correcta.
Aquí no hay dos bandos. Hay uno solo: Guatemala. Nadie está a favor en contra y no es lo importante qué corriente grita, protesta, y pinta las calles más. Lo importante, hoy, es el individuo y sus derechos. Así como está el gobierno, ¿quién garantiza el derecho a la vida y libertad de los niños en situaciones similares? El Estado no. Y el Gobierno hiperregulador, menos.
De los bienes jurídicos tutelados, ¿cuántos son violados por la forma en la que estamos manejando las cosas? Atrevámonos al cambio. No porque nos de la gana. Porque es necesario.
Porque 33 niñas fallecidas son 37 más de las que tendrían que haber fallecido.

¿En dónde fallamos, Guatemala?

Redacción República
11 de marzo, 2017
La indignación es general. La tragedia es inaceptable. 37 niñas fallecidas en un lugar creado conceptualmente para protegerlas, para reinsertarlas en la sociedad. El incendio de esta semana es la punta del iceberg. ¿Qué tan atrás hay que regresar para saber en dónde fallamos?
Unos dicen que fue el Gobierno. Otros, que el Estado, y el Estado somos todos. La idea no es buscar culpables y vengarnos. Es eliminar toda forma de acciones similares a las causales de esta tragedia.
Hoy, el Gobierno tiene funciones de papá y mamá. Nuestras leyes obligan al Estado, por medio del Gobierno a alimentarnos, mantenernos sanos y a nuestros niños protegidos. ¿Cuántas tragedias más necesitamos para darnos cuenta que la incompetencia del gobierno no deviene únicamente de la falta de acciones de quienes lo dirigen, sino de la excesiva cantidad de funciones que atribuimos al gobierno? Escribirlo en papel es inútil. Y luego, qué fácil alegar que el gobierno no hace nada.
“El mejor gobierno es el que menos gobierna,” dijo Thomas Jefferson.  Sobre todo, porque la incompetencia de los gobiernos grandes es casi un axioma.
La tragedia tampoco tiene que ser una excusa para politizar todo lo que esté a nuestra vista, como regularmente sucede. Es y tiene que ser una oportunidad para limitar a nuestro gobierno. Porque no hay garantías de que, en lugar de desviar los pocos fondos designados para la enorme cantidad de funciones, estos serán utilizados de forma correcta.
Aquí no hay dos bandos. Hay uno solo: Guatemala. Nadie está a favor en contra y no es lo importante qué corriente grita, protesta, y pinta las calles más. Lo importante, hoy, es el individuo y sus derechos. Así como está el gobierno, ¿quién garantiza el derecho a la vida y libertad de los niños en situaciones similares? El Estado no. Y el Gobierno hiperregulador, menos.
De los bienes jurídicos tutelados, ¿cuántos son violados por la forma en la que estamos manejando las cosas? Atrevámonos al cambio. No porque nos de la gana. Porque es necesario.
Porque 33 niñas fallecidas son 37 más de las que tendrían que haber fallecido.