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Tanto que decir

Betty Marroquin
16 de marzo, 2017

Primero que nada, un aplauso al tribunal español que al igual que el tribunal austríaco, evidentemente entendió que no podían condenar en este caso al ex Ministro Carlos Vielmann por lo que era obvio fue una reacción ante una revuelta en una prisión fuera de control donde los reos estaban más que bien armados. Me pregunto como estará el periodista español José María Jiménez Gálvez del más que amarillista diario El País, luego de haber condenado a Vielmann en su artículo “Los muertos que persiguen al Ministro” publicado el 14 de febrero del año en curso, según su brillante materia gris “por urdir un plan secreto para asesinar presos”. No cabe duda que algunos periodistas no aprenden, sea en los Estados Unidos, en España, en Guatemala o dónde sea, que deben REPORTAR no sacar conclusiones y tratar de influenciar a la opinión pública con sus posiciones sesgadas y absolutamente politizadas. Somos los analistas políticos los que tenemos ese lujo, los periodistas verdaderos, los que son objetivos e imparciales, no lo tienen.

Es tan torpe este pseudo periodista que habla de una irrupción del “ejército americano” en la prisión, pareciera ignorar lo que se entiende por “ejército americano”. Especulemos, para darle el beneficio de la duda, que no sabía (porque no se percató, informó o le importó un pepino) que existe un video que muestra a los reos disparando desde dentro de la Granja Penal de Pavón. Lo que más “gracia” me hace es que de los tres tribunales que han conocido el caso en la disque civilizada Europa, dos ya determinaron falsedad en testimonios e irregularidades en las acusaciones y liberaron a los imputados de todos los cargos. Sólo los hipócritas doble moral de los suizos insisten en condenar a Erwin Sperisen, como si ya se les fundieron sus cerebros a punta de grasa de chocolate y queso. O sea, que la injusticia suiza prosigue, es innegable.

Según el genio de Jiménez Gálvez, como los genios del tribunal suizo, una revuelta de reos de alta peligrosidad, bien armados, en una cárcel conocida como “el infiernito”, se debió atender con cafe y champurradas. Los señores de la policía debieron invitarlos al diálogo, y convencerlos quizás a punta de galletas Chiquis. Llegan al colmo de acusar a Erwin de ajusticiar a un reo con un tiro en la cabeza, cuando la exhumación del cadáver mostró claramente que no tiene ni un rasguño en la cabeza, y quién declaró en falso fue premiado por la CICIG con un boleto de ida a su natal Francia luego de haber sido condenado por asesinato en Guatemala. O sea que la CICIG premió la declaración en falso de un asesino convicto y confeso.

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Curiosamente, el entonces Ministro Vielmann fue uno de los que apoyó firmemente la creación de la CICIG, sin saber que ésta se dedicaría a crear testimonios falsos con tal de culpar a quien fuese objeto de su desagrado. Dall’Anese y Castresana sin duda, podrán escapar a la justicia humana, pero el Karma que los seguirá será horrible porque el daño que han hecho es inmenso. Si Erwin Sperisen fuese tico, salvadoreño, hondureño, colombiano, argentino, chileno o mexicano, su país hubiese buscado la forma de llevar a los Suizos a La Haya, por faltas a los derechos humanos de un ciudadano guatemalteco (irrelevante si también es ciudadano suizo, ya que para Guatemala el es guatemalteco), ultrajados en un tribunal falto de ética en Suiza.

Pero bueno, lo importante ahora es esperar que el fallo de la Corte Suprema en ese país de hipócritas sea justo. Hablan de derechos humanos, pero es un gran fabricante y vendedor de armas. Suiza vende sus granadas, sus municiones, sus armas y tanques a 68 países. Quizás no venda tanto como otros países, pero el simple hecho de hacerlo, demuestra lo hipócritas que son como sociedad, como país. Se atreven a juzgar a quienes matan en otros países, con las armas que los suizos les venden, o sea que si bien no pelean guerras oficialmente, los suizos pasaron de vender los servicios de sus soldados, batallones completos al mejor postor, a vender armas. ¿O será que venden las armas para fines pacíficos? La hermosa escultura del león que pareciera moribundo en Lucerna fue realizada en honor a los soldados suizos (mercenarios suizos) que murieron en las Tuileries en Francia, en 1792. Y ahora son la bien entrenada guardia que custodia el Vaticano.

Pero bueno, nadie es perfecto. Ahora sólo nos queda esperar que el fallo en ese país finalmente sea justo y lógico como lo ha sido en Austria y en España, y que Erwin recupere su libertad porque es lo correcto, para alegría de su familia y de todos los que somos sus amigos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Tanto que decir

Betty Marroquin
16 de marzo, 2017

Primero que nada, un aplauso al tribunal español que al igual que el tribunal austríaco, evidentemente entendió que no podían condenar en este caso al ex Ministro Carlos Vielmann por lo que era obvio fue una reacción ante una revuelta en una prisión fuera de control donde los reos estaban más que bien armados. Me pregunto como estará el periodista español José María Jiménez Gálvez del más que amarillista diario El País, luego de haber condenado a Vielmann en su artículo “Los muertos que persiguen al Ministro” publicado el 14 de febrero del año en curso, según su brillante materia gris “por urdir un plan secreto para asesinar presos”. No cabe duda que algunos periodistas no aprenden, sea en los Estados Unidos, en España, en Guatemala o dónde sea, que deben REPORTAR no sacar conclusiones y tratar de influenciar a la opinión pública con sus posiciones sesgadas y absolutamente politizadas. Somos los analistas políticos los que tenemos ese lujo, los periodistas verdaderos, los que son objetivos e imparciales, no lo tienen.

Es tan torpe este pseudo periodista que habla de una irrupción del “ejército americano” en la prisión, pareciera ignorar lo que se entiende por “ejército americano”. Especulemos, para darle el beneficio de la duda, que no sabía (porque no se percató, informó o le importó un pepino) que existe un video que muestra a los reos disparando desde dentro de la Granja Penal de Pavón. Lo que más “gracia” me hace es que de los tres tribunales que han conocido el caso en la disque civilizada Europa, dos ya determinaron falsedad en testimonios e irregularidades en las acusaciones y liberaron a los imputados de todos los cargos. Sólo los hipócritas doble moral de los suizos insisten en condenar a Erwin Sperisen, como si ya se les fundieron sus cerebros a punta de grasa de chocolate y queso. O sea, que la injusticia suiza prosigue, es innegable.

Según el genio de Jiménez Gálvez, como los genios del tribunal suizo, una revuelta de reos de alta peligrosidad, bien armados, en una cárcel conocida como “el infiernito”, se debió atender con cafe y champurradas. Los señores de la policía debieron invitarlos al diálogo, y convencerlos quizás a punta de galletas Chiquis. Llegan al colmo de acusar a Erwin de ajusticiar a un reo con un tiro en la cabeza, cuando la exhumación del cadáver mostró claramente que no tiene ni un rasguño en la cabeza, y quién declaró en falso fue premiado por la CICIG con un boleto de ida a su natal Francia luego de haber sido condenado por asesinato en Guatemala. O sea que la CICIG premió la declaración en falso de un asesino convicto y confeso.

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Curiosamente, el entonces Ministro Vielmann fue uno de los que apoyó firmemente la creación de la CICIG, sin saber que ésta se dedicaría a crear testimonios falsos con tal de culpar a quien fuese objeto de su desagrado. Dall’Anese y Castresana sin duda, podrán escapar a la justicia humana, pero el Karma que los seguirá será horrible porque el daño que han hecho es inmenso. Si Erwin Sperisen fuese tico, salvadoreño, hondureño, colombiano, argentino, chileno o mexicano, su país hubiese buscado la forma de llevar a los Suizos a La Haya, por faltas a los derechos humanos de un ciudadano guatemalteco (irrelevante si también es ciudadano suizo, ya que para Guatemala el es guatemalteco), ultrajados en un tribunal falto de ética en Suiza.

Pero bueno, lo importante ahora es esperar que el fallo de la Corte Suprema en ese país de hipócritas sea justo. Hablan de derechos humanos, pero es un gran fabricante y vendedor de armas. Suiza vende sus granadas, sus municiones, sus armas y tanques a 68 países. Quizás no venda tanto como otros países, pero el simple hecho de hacerlo, demuestra lo hipócritas que son como sociedad, como país. Se atreven a juzgar a quienes matan en otros países, con las armas que los suizos les venden, o sea que si bien no pelean guerras oficialmente, los suizos pasaron de vender los servicios de sus soldados, batallones completos al mejor postor, a vender armas. ¿O será que venden las armas para fines pacíficos? La hermosa escultura del león que pareciera moribundo en Lucerna fue realizada en honor a los soldados suizos (mercenarios suizos) que murieron en las Tuileries en Francia, en 1792. Y ahora son la bien entrenada guardia que custodia el Vaticano.

Pero bueno, nadie es perfecto. Ahora sólo nos queda esperar que el fallo en ese país finalmente sea justo y lógico como lo ha sido en Austria y en España, y que Erwin recupere su libertad porque es lo correcto, para alegría de su familia y de todos los que somos sus amigos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo