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El Reto del Quetzal 2017

Redacción República
17 de marzo, 2017

Hace un año me salí de los temas económicos y sociales que suelen ser mi caballito de batalla para los artículos que escribo semana a semana.  Este año vuelvo a hacer lo mismo para compartirles otra gran aventura a la que a mis 56 años de edad me he metido y he disfrutado.  Se trata de una competencia de bicicleta de montaña y de “Ultra Trail Run” denominada “El Reto del Quetzal”.

Ha sido un nuevo reto donde el rival era yo mismo. Algo que quise hacer y hacerlo con mucho gusto, ilusión y alegría. Tuve el apoyo de toda mi familia, de mis amigos de spinning, de mis amigos con quienes salgo a montar bicicleta de montaña, de mis socios, mis entrenadores tanto de ciclismo como del gimnasio, de quien le da mantenimiento a mi bicicleta y mucha gente más que me ha motivado e inspirado durante la carrera como otros corredores tanto de bicicleta como de a pie y todo el personal de apoyo que es parte de la organización de este evento. Tuve tantas porras y me animaron tanto estas personas que al final me sentí super motivado aunque con una gran responsabilidad.  Esta vez me preparé mejor que el año pasado, estaba emocionado y listo mental y físicamente.  Mi meta era terminarlo en tiempo y reducir mi tiempo anterior.

El año pasado me metí sin mayor entreno ni conocimiento. Tengo aproximadamente 5 años de haber comenzado a montar bicicleta de montaña por puro placer y apenas seis meses de hacerlo con un entrenador.  Cada día lo disfruto mucho más. Aunque completé el Reto del año pasado me descalificaron en la segunda etapa (de Antigua a Panajachel) cuando llevaba ya 60 kilómetros recorridos porque llegué 10 minutos tarde del cierre del segundo puesto de control que estaba en ese kilómetro. Ahora fui mucho mejor preparado, con más entreno y bien dirigido por mi entrenador de ciclismo quien me trasmitió generosamente muchos conocimientos para lograr sentirme bien en esta aventura, poder recuperarme pronto después de cada etapa y evitar calambres. Todavía me falta aprender más pero estoy en ello y por supuesto debo bajar aún unas cuantas libras que tengo de más ya que en las subidas el peso es un freno enorme.

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“El Reto del Quetzal 2017” fue la décima edición de esta carrera que se lleva a cabo por las montañas alrededor de Antigua y Occidente de Guatemala.  Por ese motivo agregaron una hermosa y durísima etapa más que considero que quedará fija para las futuras ediciones y que se mantenía en secreto hasta unos 15 días antes de la competencia.  Fueron cinco días en total.  Una etapa por día.

La primera fue el pasado miércoles 8 de marzo en la “Finca El Pilar” en Antigua Guatemala, una contrarreloj que se llevó a cabo de noche por lo que tuvimos que utilizar buenas luces en las bicicletas.  Las demás fueron de día.  La segunda fue en la finca “El ZUR”, la tercera fue de Antigua a Panajachel, la cuarta de Santa Cruz la Laguna a Quetzaltenango y la última de Quetzaltenango al IRTRA de Retalhuleu.  En total fueron 242 kilómetros de veredas, subidas duras, bajadas muy técnicas y bellísimos lugares que uno no puede acceder por auto.

Fuimos 151 participantes que competimos en diez diferentes categorías. En resumen había varias categorías para la bicicleta de montaña dependiendo si vas en equipo o solo, si eres hombre o mujer, de tu edad así como si vas en pareja y si haces la competencia completa o sólo la mitad.  Yo participé en la categoría “Master Solo” que es arriba de 40 años.  Se abrió una categoría nueva que me llamó la atención, la de “ebike” (bicicleta que tiene motor para ayudar al participante a subir más fácilmente en algunas cuestas).  Luego estaba la categoría de los corredores que podrían ir en equipo o solos.

La primera etapa fue nocturna.  Definitivamente no me gusta salir de noche en bicicleta.  Prefiero hacerlo de día.  Se mira mejor.  El año pasado me caí en esta etapa y este año sufrí otra fuerte caída debido a que no veía bien el camino porque delante de mí iba otro corredor y el polvo no me permitía ver las rocas o agujeros del camino así que en una de esas me descontrolé y volé al barranco.  De milagro no me fracturé nada pero si terminé con raspones y grandes hematomas en las piernas, cuerpo y brazo.  Pude salir de ahí gracias a que otros participantes pararon para iluminar el área y me ayudaron a salir ya que me había quedado trabado de una pierna.  Logré terminar, con los raspones, hematomas y un zapato roto.  Todavía estoy recuperándome de los fuertes golpes de esta caída.  Esto me afectó durante las siguientes etapas porque por las noches no podía dormir bien ya que no encontraba buena posición por el dolor a pesar de los analgésicos que me suministró la doctora del evento.  La etapa se llevó a cabo, como mencioné al inicio, en la Finca El Pilar en Antigua Sacatepéquez.  Una finca preciosa que durante el día, al llegar a la parte alta, tienes una vista espectacular de los volcanes de Agua, Fuego y Acatenango. De noche pierdes esta oportunidad.  Era una contrarreloj de 12 kilómetros tanto para los que íbamos en bicicleta en ambos recorridos como para los de corrían.  Había que subir unos 5 o 6  kilómetros aproximadamente y luego bajar el resto por unas veredas y brechas que a mi juicio son peligrosas para ser de noche.

La segunda etapa fue el jueves 9 de marzo en la “Finca El ZUR”, un lugar impresionante y maravilloso, de 21 caballerías, ubicado en el kilómetro 47 de la carretera al pacífico Escuintla, en la ladera sur del volcán de Agua.  Quienes están a cargo de esta finca desarrollan un proyecto urbanístico preservando a la vez los hermosos bosques, nacimientos, cataratas y valles que permiten que la flora y fauna sea abundante.  La etapa consistía de 23 kilómetros de los cuales los primeros 6 fueron durísimos, de estos, los primeros 3 los hice montado en la bicicleta hasta el PC1 y los segundo 3 kilómetros los hice la mayor parte caminado con la bicicleta al lado pues la pendiente era demasiado fuerte para que yo pudiera subir montado en la bicicleta.  Cuando llegué al a cima, después de ascender 1,000 metros, los primeros lugares ya habían entrado a la meta.  A mí me faltaba recorrer los senderos de bajada en los que me fue bien y me los gocé pues pasamos entre árboles, flores y por todos lados veías aves de todo tipo.  También vi muchas mariposas de colores muy llamativos.  Pasamos por un par de puentes colgantes, veredas de tierra cubiertas de hojas y tramos de pura roca.  Me encantó esta etapa aunque terminé agotadísimo por la fuerte subida.  Quiero volver a hacerla para conocerla mejor.  Recomendable para quienes hacen bicicleta de montaña o simplemente quieren ir a caminar en medio de la naturaleza.

El viernes 10 de marzo hicimos la etapa reina del Reto, la que sale de Antigua a Panajachel.  Ochenta y seis kilómetros entre subidas fuertes, planicies y bajadas técnicas.  Salimos a las 8:00 a.m. frente a la Iglesia de Candelaria y fuimos en grupo controlado, dirigidos por motoristas, durante aproximadamente 10 kilómetros hasta la salida libre que fue en San Luis Las Carretas.  Como siempre, los expertos y más fuertes salieron disparados.  Pasamos entre hermosos bosques de pinos, campos de acolchados con sembradíos de verduras y frutas, y montañas hermosas.  En un lugar pasamos por un puente que era un tronco de un árbol.  Una aventura única.  En esta etapa tuve problemas con mi cadena (por un mal cambio que hice se trabó entre el plato chico y el grande del pedal) y perdí mucho tiempo, luego seguí y se safó mi pachón por un tornillo flojo (me lo había advertido cuando salimos Piccolo quien notó que mi pachón venía flojo) y finalmente, cuando faltaban 5 kms aproximadamente para el PC2 (Puesto de Control 2) tomé un camino equivocado y paré saliendo en Tecpán después de haber hecho 64.5 kilómetros. Esta etapa se me resiste, no contó, por lo que sólo me validaron 4 etapas. El año pasado llegué 10 minutos tarde al PC2 y no me dejaron seguir. Estoy motivado para participar el próximo año en que iré con todo y completaré las 5 etapas. Tomé un taxi en Tecpán que me llevó con mi bicicleta hasta Panajachel.  Me sentía bien, podía haber seguido pedaleando pero no conocía bien las veredas y no me quería ir por la peligrosa carretera.  No dejó de frustrarme esta etapa pero volveré.  Trataré de hacerla como travesía con algunos amigos para conocerla mejor.

La cuarta etapa salió de Santa Cruz La Laguna hacia Quetzaltenango.  Eran 58 kilómetros de pura montaña y subidas fuertísimas que hice empujando o cargando la bicicleta.  Las vistas fueron increíbles.  El lago estaba nítido y los volcanes totalmente despejados esa mañana cuando partimos en barco con nuestras bicicletas de Panajachel a Santa Cruz La Laguna.  Llegamos a Santa Cruz La Laguna y para llegar al parque central tuvimos que subir por una empinadísima cuesta.

Para mí este fue un buen día. Logré terminar la etapa de Santa Cruz La Laguna a Xela. La salida de Santa Cruz La Laguna fue, de nuevo, un eterno sufrimiento.  Solo los corredores élites la suben pedaleando.  El resto la subimos a pie empujando la bicicleta. Casi una hora en mi caso hasta llegar a una parte menos inclinada donde hay un basurero.  El resto fue lindo.  La otra parte de subida a pie o como le suelen llamar “Hike-a-Bike” fue cuando nos metimos en un bosque para subir a Alaska.  El lugar es hermoso, lleno de pinos y la vereda es tan estrecha, inclinada y a ratos quebrada que para la mayoría fue volver a empujar y a ratos cargar la bici.  Después de 2,313 mts de subida acumulada llegamos a 3,195 mts sobre el nivel del mar en Alaska.  Lo demás fue bajar por algunas quebradas algo complicadas y finalizar sobre terreno plano hasta la meta Xela.  Pero esas bajadas tampoco se pudieron hacer todas sobre la bici por lo quebrado del terreno.  Terminé en la meta de Xela 8:16 horas después, con emoción (se me salieron las lágrimas) y agotado totalmente.  Una linda y dura etapa lograda.

La quinta  y última etapa arrancó en el parque central de Xela a las 8:00 a.m. hacia los hostales del IRTRA en Reu (Retalhuleu).  Todos creían que sería solo bajadita.  Ni las bajaditas fueron fáciles y tampoco no fue solo bajada.  Al inicio tuvimos 1,100 metros de ascenso acumulado debido a un par de subidas fuertes al inicio, la primera hacia el parque “El Baúl” y la segunda hacia un lugar llamado la Muela (su nombre se debe a que la montaña vista desde Xela tiene forma de Muela).  Las bajadas fueron complicadas.  Algunas con arena y muchas rocas.  El trayecto nos hacía entrar en la finca Patzulín.  Una hermosura de finca con sembradíos de café, nuez de macadamia, araucarias y pinos.  Sus caminos eran empedrados como los de Antigua.  Un sueño.  En esta finca bajamos por el empedrado unos cuantos kilómetros lo cual hacía que la vibración fuera fuerte y terminara con dolor de muñeca, brazos y espalda. Antes de llegar al IRTRA pasamos antes por dos puentes colgantes donde sólo pueden pasar personas, no autos.  El primero era pequeño pero el segundo tendría una longitud de 150 metros y está 30 metros sobre el nivel del río.  Se oscilaba bastante y algunas tablas estaba rotas así que había que ir con mucha prudencia.  Este puente está sobre el río Samalá.  Llegué a la meta 5:16 horas después pero llegue entero y con fuerzas para seguir.  Terminaron 5 etapas maravillosas.  Volveré el próximo año con mas fuerza, una buena brújula para no perderme y más experiencia y prudencia para no caerme.

Al igual que el año pasado me impresionó la excelente organización.  Todos los que colaboraban para que esto fuera un éxito eran muy amables y se preocupaban verdaderamente de resolver tus dudas y problemas.  Durante las etapas, quienes iban en moto y bicicleta cuidando al grupo lo hacían motivándote y apoyándote en todo momento.  Siempre me sentí seguro.  En los puestos de control ocurría lo mismo, los que estaban a cargo te apoyaban con hidratación y lo que necesitaras para que siguieras hacia el siguiente puesto.   Al llegar al hotel de cada noche estaba ya listo tu maletín con tus cosas y la “check in” era inmediato.  La bicicleta la dejabas con quien le daba mantenimiento y al día siguiente estaba limpia, ajustada y aceitada como si fuera nueva en el lugar dedicado especialmente para guardarlas durante la noche.   Solo puedo decir que se merecen 100 puntos los organizadores y el equipo de colaboradores de esta aventura única.

Por supuesto que uno corre riesgo como siempre.  Esta vez, en la primer etapa yo me lastimé bastante pero pude seguir.  No tuvo tan buena fortuna un participante que se fracturó la rótula en esa misma etapa.  En la tercera etapa, antes de llegar a Panajachel, Charlie se fracturó la muñeca cuando se le atravesó un perro.  Muchos terminamos con hematomas y raspones pero como me dijo un amigo ciclista esas son caricias del deporte.  Otros enfermaron del estómago.  En fin, hubo de todo pero nada fatal.

Tampoco puedo terminar esta vez sin hacer alguna crítica constructiva que no tiene que ver tanto con la organización como con los participantes y nuestra cultura guatemalteca.   En muchos hermosos lugares por los que pasamos había demasiada basura tirada en el campo.  Qué pésima costumbre tienen algunos de tirar la basura en todos lados.  ¿Por qué la gente no puede llevar una bolsa de basura para echar ahí sus desperdicios y luego depositarlos en un basurero?  ¿Qué cuesta hacer eso?  ¿Por qué tirar la basura en cualquier lado?  También encontré de cuando en cuando los empaques que algún ciclista tiro en el camino.   Como yoiba de último me di cuenta que eran de los ciclistas ya que eran donde vienen los suplementos de energía.  Posiblemente se les cayó del bolsillo de la camisa aunque no estoy tan seguro.  Esto está penalizado por la organización pero no puedes saber quién fue durante la competencia. El año pasado escribí lo que repito ahora: “Nuestros paisajes son bellos pero somos muy sucios en verdad.  Hay mucha basura tirada por estos hermosos lugares y es basura de la gente que vive en los lugares y trabajan la tierra o pasean por ahí.  De la misma manera, los ríos bajan contaminados porque echan al agua cualquier cantidad de porquerías además de que muchos drenajes van a parar a los ríos.  Si tan solo cambiamos nuestra cultura y tiramos la basura en su lugar recuperaríamos la belleza natural de toda Guatemala.”

La segunda cosa que me disgusta es una mala costumbre que tienen algunos ciclistas de los que participamos.  Antes de salir, se bajaban de las bicicletas a orinar en las aceras.  Considero que es una falta de respeto para quienes viven en estos lugares y es un pésimo ejemplo. En la primera etapa habían baños antes de la salida, en la segunda se contrataron unas letrinas portátiles.  Sugiero hacer lo mismo para todas las etapas.  Además sugiero penalizar a quienes orinen en las aceras o en las calle.  Preferible que paren en medio bosque donde no hay nadie y orinen en un arbolito si es que no se aguantan.  O bien que salgan del hotel ya listos para la salida.  Estos dos temas siguen estando pendientes de solución y tenemos mucha oportunidad para mejorar y dar el buen ejemplo.

Los resultados se pueden ver en esta dirección de internet:  https://www.webscorer.com/seriesresult?pid=1&seriesid=94581.  Sólo puedo decir que había gente de altísimo nivel.  Yo no competía contra ellos.  Imposible.  Mi meta era terminar y hacerlo en tiempo.  Pero me impresionaban los tiempos que los ganadores lograron.  Por lo general, yo me tardaba más del doble de lo que hacían los primeros lugares en cada etapa.  Impresionante. Me siento muy satisfecho. Me siento contento porque me sentí mejor que el año pasado. He mejorado. En mi categoría éramos 45 participantes. El año pasado, fui de los últimos entrando con los barredores. Este año apenas si los vi antes de la carrera.  El próximo año estaré mejor preparado, iré con más experiencia y prudencia para no perderme y me disfrutaré esta maravillosa aventura. Como dije a mis amigos, mi rival soy yo mismo.

He escrito esta experiencia porque muchos que me han seguido se han animado y quieren hacer algo.  Les digo que no hay edad ni excusa para no hacer lo que una sueña.  Todo es decidirse y comenzar.  Tampoco hay que esperar resultados de la noche a la mañana, es un proceso lento en el que cada día, con entreno y buena disposición, uno va mejorando.  Nunca es tarde para comenzar.  No lo piensen mucho, anímense como yo lo hice.  Todavía me queda muchísimo por mejorar pero sigo con esta determinación e ilusión con la que comencé.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

El Reto del Quetzal 2017

Redacción República
17 de marzo, 2017

Hace un año me salí de los temas económicos y sociales que suelen ser mi caballito de batalla para los artículos que escribo semana a semana.  Este año vuelvo a hacer lo mismo para compartirles otra gran aventura a la que a mis 56 años de edad me he metido y he disfrutado.  Se trata de una competencia de bicicleta de montaña y de “Ultra Trail Run” denominada “El Reto del Quetzal”.

Ha sido un nuevo reto donde el rival era yo mismo. Algo que quise hacer y hacerlo con mucho gusto, ilusión y alegría. Tuve el apoyo de toda mi familia, de mis amigos de spinning, de mis amigos con quienes salgo a montar bicicleta de montaña, de mis socios, mis entrenadores tanto de ciclismo como del gimnasio, de quien le da mantenimiento a mi bicicleta y mucha gente más que me ha motivado e inspirado durante la carrera como otros corredores tanto de bicicleta como de a pie y todo el personal de apoyo que es parte de la organización de este evento. Tuve tantas porras y me animaron tanto estas personas que al final me sentí super motivado aunque con una gran responsabilidad.  Esta vez me preparé mejor que el año pasado, estaba emocionado y listo mental y físicamente.  Mi meta era terminarlo en tiempo y reducir mi tiempo anterior.

El año pasado me metí sin mayor entreno ni conocimiento. Tengo aproximadamente 5 años de haber comenzado a montar bicicleta de montaña por puro placer y apenas seis meses de hacerlo con un entrenador.  Cada día lo disfruto mucho más. Aunque completé el Reto del año pasado me descalificaron en la segunda etapa (de Antigua a Panajachel) cuando llevaba ya 60 kilómetros recorridos porque llegué 10 minutos tarde del cierre del segundo puesto de control que estaba en ese kilómetro. Ahora fui mucho mejor preparado, con más entreno y bien dirigido por mi entrenador de ciclismo quien me trasmitió generosamente muchos conocimientos para lograr sentirme bien en esta aventura, poder recuperarme pronto después de cada etapa y evitar calambres. Todavía me falta aprender más pero estoy en ello y por supuesto debo bajar aún unas cuantas libras que tengo de más ya que en las subidas el peso es un freno enorme.

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“El Reto del Quetzal 2017” fue la décima edición de esta carrera que se lleva a cabo por las montañas alrededor de Antigua y Occidente de Guatemala.  Por ese motivo agregaron una hermosa y durísima etapa más que considero que quedará fija para las futuras ediciones y que se mantenía en secreto hasta unos 15 días antes de la competencia.  Fueron cinco días en total.  Una etapa por día.

La primera fue el pasado miércoles 8 de marzo en la “Finca El Pilar” en Antigua Guatemala, una contrarreloj que se llevó a cabo de noche por lo que tuvimos que utilizar buenas luces en las bicicletas.  Las demás fueron de día.  La segunda fue en la finca “El ZUR”, la tercera fue de Antigua a Panajachel, la cuarta de Santa Cruz la Laguna a Quetzaltenango y la última de Quetzaltenango al IRTRA de Retalhuleu.  En total fueron 242 kilómetros de veredas, subidas duras, bajadas muy técnicas y bellísimos lugares que uno no puede acceder por auto.

Fuimos 151 participantes que competimos en diez diferentes categorías. En resumen había varias categorías para la bicicleta de montaña dependiendo si vas en equipo o solo, si eres hombre o mujer, de tu edad así como si vas en pareja y si haces la competencia completa o sólo la mitad.  Yo participé en la categoría “Master Solo” que es arriba de 40 años.  Se abrió una categoría nueva que me llamó la atención, la de “ebike” (bicicleta que tiene motor para ayudar al participante a subir más fácilmente en algunas cuestas).  Luego estaba la categoría de los corredores que podrían ir en equipo o solos.

La primera etapa fue nocturna.  Definitivamente no me gusta salir de noche en bicicleta.  Prefiero hacerlo de día.  Se mira mejor.  El año pasado me caí en esta etapa y este año sufrí otra fuerte caída debido a que no veía bien el camino porque delante de mí iba otro corredor y el polvo no me permitía ver las rocas o agujeros del camino así que en una de esas me descontrolé y volé al barranco.  De milagro no me fracturé nada pero si terminé con raspones y grandes hematomas en las piernas, cuerpo y brazo.  Pude salir de ahí gracias a que otros participantes pararon para iluminar el área y me ayudaron a salir ya que me había quedado trabado de una pierna.  Logré terminar, con los raspones, hematomas y un zapato roto.  Todavía estoy recuperándome de los fuertes golpes de esta caída.  Esto me afectó durante las siguientes etapas porque por las noches no podía dormir bien ya que no encontraba buena posición por el dolor a pesar de los analgésicos que me suministró la doctora del evento.  La etapa se llevó a cabo, como mencioné al inicio, en la Finca El Pilar en Antigua Sacatepéquez.  Una finca preciosa que durante el día, al llegar a la parte alta, tienes una vista espectacular de los volcanes de Agua, Fuego y Acatenango. De noche pierdes esta oportunidad.  Era una contrarreloj de 12 kilómetros tanto para los que íbamos en bicicleta en ambos recorridos como para los de corrían.  Había que subir unos 5 o 6  kilómetros aproximadamente y luego bajar el resto por unas veredas y brechas que a mi juicio son peligrosas para ser de noche.

La segunda etapa fue el jueves 9 de marzo en la “Finca El ZUR”, un lugar impresionante y maravilloso, de 21 caballerías, ubicado en el kilómetro 47 de la carretera al pacífico Escuintla, en la ladera sur del volcán de Agua.  Quienes están a cargo de esta finca desarrollan un proyecto urbanístico preservando a la vez los hermosos bosques, nacimientos, cataratas y valles que permiten que la flora y fauna sea abundante.  La etapa consistía de 23 kilómetros de los cuales los primeros 6 fueron durísimos, de estos, los primeros 3 los hice montado en la bicicleta hasta el PC1 y los segundo 3 kilómetros los hice la mayor parte caminado con la bicicleta al lado pues la pendiente era demasiado fuerte para que yo pudiera subir montado en la bicicleta.  Cuando llegué al a cima, después de ascender 1,000 metros, los primeros lugares ya habían entrado a la meta.  A mí me faltaba recorrer los senderos de bajada en los que me fue bien y me los gocé pues pasamos entre árboles, flores y por todos lados veías aves de todo tipo.  También vi muchas mariposas de colores muy llamativos.  Pasamos por un par de puentes colgantes, veredas de tierra cubiertas de hojas y tramos de pura roca.  Me encantó esta etapa aunque terminé agotadísimo por la fuerte subida.  Quiero volver a hacerla para conocerla mejor.  Recomendable para quienes hacen bicicleta de montaña o simplemente quieren ir a caminar en medio de la naturaleza.

El viernes 10 de marzo hicimos la etapa reina del Reto, la que sale de Antigua a Panajachel.  Ochenta y seis kilómetros entre subidas fuertes, planicies y bajadas técnicas.  Salimos a las 8:00 a.m. frente a la Iglesia de Candelaria y fuimos en grupo controlado, dirigidos por motoristas, durante aproximadamente 10 kilómetros hasta la salida libre que fue en San Luis Las Carretas.  Como siempre, los expertos y más fuertes salieron disparados.  Pasamos entre hermosos bosques de pinos, campos de acolchados con sembradíos de verduras y frutas, y montañas hermosas.  En un lugar pasamos por un puente que era un tronco de un árbol.  Una aventura única.  En esta etapa tuve problemas con mi cadena (por un mal cambio que hice se trabó entre el plato chico y el grande del pedal) y perdí mucho tiempo, luego seguí y se safó mi pachón por un tornillo flojo (me lo había advertido cuando salimos Piccolo quien notó que mi pachón venía flojo) y finalmente, cuando faltaban 5 kms aproximadamente para el PC2 (Puesto de Control 2) tomé un camino equivocado y paré saliendo en Tecpán después de haber hecho 64.5 kilómetros. Esta etapa se me resiste, no contó, por lo que sólo me validaron 4 etapas. El año pasado llegué 10 minutos tarde al PC2 y no me dejaron seguir. Estoy motivado para participar el próximo año en que iré con todo y completaré las 5 etapas. Tomé un taxi en Tecpán que me llevó con mi bicicleta hasta Panajachel.  Me sentía bien, podía haber seguido pedaleando pero no conocía bien las veredas y no me quería ir por la peligrosa carretera.  No dejó de frustrarme esta etapa pero volveré.  Trataré de hacerla como travesía con algunos amigos para conocerla mejor.

La cuarta etapa salió de Santa Cruz La Laguna hacia Quetzaltenango.  Eran 58 kilómetros de pura montaña y subidas fuertísimas que hice empujando o cargando la bicicleta.  Las vistas fueron increíbles.  El lago estaba nítido y los volcanes totalmente despejados esa mañana cuando partimos en barco con nuestras bicicletas de Panajachel a Santa Cruz La Laguna.  Llegamos a Santa Cruz La Laguna y para llegar al parque central tuvimos que subir por una empinadísima cuesta.

Para mí este fue un buen día. Logré terminar la etapa de Santa Cruz La Laguna a Xela. La salida de Santa Cruz La Laguna fue, de nuevo, un eterno sufrimiento.  Solo los corredores élites la suben pedaleando.  El resto la subimos a pie empujando la bicicleta. Casi una hora en mi caso hasta llegar a una parte menos inclinada donde hay un basurero.  El resto fue lindo.  La otra parte de subida a pie o como le suelen llamar “Hike-a-Bike” fue cuando nos metimos en un bosque para subir a Alaska.  El lugar es hermoso, lleno de pinos y la vereda es tan estrecha, inclinada y a ratos quebrada que para la mayoría fue volver a empujar y a ratos cargar la bici.  Después de 2,313 mts de subida acumulada llegamos a 3,195 mts sobre el nivel del mar en Alaska.  Lo demás fue bajar por algunas quebradas algo complicadas y finalizar sobre terreno plano hasta la meta Xela.  Pero esas bajadas tampoco se pudieron hacer todas sobre la bici por lo quebrado del terreno.  Terminé en la meta de Xela 8:16 horas después, con emoción (se me salieron las lágrimas) y agotado totalmente.  Una linda y dura etapa lograda.

La quinta  y última etapa arrancó en el parque central de Xela a las 8:00 a.m. hacia los hostales del IRTRA en Reu (Retalhuleu).  Todos creían que sería solo bajadita.  Ni las bajaditas fueron fáciles y tampoco no fue solo bajada.  Al inicio tuvimos 1,100 metros de ascenso acumulado debido a un par de subidas fuertes al inicio, la primera hacia el parque “El Baúl” y la segunda hacia un lugar llamado la Muela (su nombre se debe a que la montaña vista desde Xela tiene forma de Muela).  Las bajadas fueron complicadas.  Algunas con arena y muchas rocas.  El trayecto nos hacía entrar en la finca Patzulín.  Una hermosura de finca con sembradíos de café, nuez de macadamia, araucarias y pinos.  Sus caminos eran empedrados como los de Antigua.  Un sueño.  En esta finca bajamos por el empedrado unos cuantos kilómetros lo cual hacía que la vibración fuera fuerte y terminara con dolor de muñeca, brazos y espalda. Antes de llegar al IRTRA pasamos antes por dos puentes colgantes donde sólo pueden pasar personas, no autos.  El primero era pequeño pero el segundo tendría una longitud de 150 metros y está 30 metros sobre el nivel del río.  Se oscilaba bastante y algunas tablas estaba rotas así que había que ir con mucha prudencia.  Este puente está sobre el río Samalá.  Llegué a la meta 5:16 horas después pero llegue entero y con fuerzas para seguir.  Terminaron 5 etapas maravillosas.  Volveré el próximo año con mas fuerza, una buena brújula para no perderme y más experiencia y prudencia para no caerme.

Al igual que el año pasado me impresionó la excelente organización.  Todos los que colaboraban para que esto fuera un éxito eran muy amables y se preocupaban verdaderamente de resolver tus dudas y problemas.  Durante las etapas, quienes iban en moto y bicicleta cuidando al grupo lo hacían motivándote y apoyándote en todo momento.  Siempre me sentí seguro.  En los puestos de control ocurría lo mismo, los que estaban a cargo te apoyaban con hidratación y lo que necesitaras para que siguieras hacia el siguiente puesto.   Al llegar al hotel de cada noche estaba ya listo tu maletín con tus cosas y la “check in” era inmediato.  La bicicleta la dejabas con quien le daba mantenimiento y al día siguiente estaba limpia, ajustada y aceitada como si fuera nueva en el lugar dedicado especialmente para guardarlas durante la noche.   Solo puedo decir que se merecen 100 puntos los organizadores y el equipo de colaboradores de esta aventura única.

Por supuesto que uno corre riesgo como siempre.  Esta vez, en la primer etapa yo me lastimé bastante pero pude seguir.  No tuvo tan buena fortuna un participante que se fracturó la rótula en esa misma etapa.  En la tercera etapa, antes de llegar a Panajachel, Charlie se fracturó la muñeca cuando se le atravesó un perro.  Muchos terminamos con hematomas y raspones pero como me dijo un amigo ciclista esas son caricias del deporte.  Otros enfermaron del estómago.  En fin, hubo de todo pero nada fatal.

Tampoco puedo terminar esta vez sin hacer alguna crítica constructiva que no tiene que ver tanto con la organización como con los participantes y nuestra cultura guatemalteca.   En muchos hermosos lugares por los que pasamos había demasiada basura tirada en el campo.  Qué pésima costumbre tienen algunos de tirar la basura en todos lados.  ¿Por qué la gente no puede llevar una bolsa de basura para echar ahí sus desperdicios y luego depositarlos en un basurero?  ¿Qué cuesta hacer eso?  ¿Por qué tirar la basura en cualquier lado?  También encontré de cuando en cuando los empaques que algún ciclista tiro en el camino.   Como yoiba de último me di cuenta que eran de los ciclistas ya que eran donde vienen los suplementos de energía.  Posiblemente se les cayó del bolsillo de la camisa aunque no estoy tan seguro.  Esto está penalizado por la organización pero no puedes saber quién fue durante la competencia. El año pasado escribí lo que repito ahora: “Nuestros paisajes son bellos pero somos muy sucios en verdad.  Hay mucha basura tirada por estos hermosos lugares y es basura de la gente que vive en los lugares y trabajan la tierra o pasean por ahí.  De la misma manera, los ríos bajan contaminados porque echan al agua cualquier cantidad de porquerías además de que muchos drenajes van a parar a los ríos.  Si tan solo cambiamos nuestra cultura y tiramos la basura en su lugar recuperaríamos la belleza natural de toda Guatemala.”

La segunda cosa que me disgusta es una mala costumbre que tienen algunos ciclistas de los que participamos.  Antes de salir, se bajaban de las bicicletas a orinar en las aceras.  Considero que es una falta de respeto para quienes viven en estos lugares y es un pésimo ejemplo. En la primera etapa habían baños antes de la salida, en la segunda se contrataron unas letrinas portátiles.  Sugiero hacer lo mismo para todas las etapas.  Además sugiero penalizar a quienes orinen en las aceras o en las calle.  Preferible que paren en medio bosque donde no hay nadie y orinen en un arbolito si es que no se aguantan.  O bien que salgan del hotel ya listos para la salida.  Estos dos temas siguen estando pendientes de solución y tenemos mucha oportunidad para mejorar y dar el buen ejemplo.

Los resultados se pueden ver en esta dirección de internet:  https://www.webscorer.com/seriesresult?pid=1&seriesid=94581.  Sólo puedo decir que había gente de altísimo nivel.  Yo no competía contra ellos.  Imposible.  Mi meta era terminar y hacerlo en tiempo.  Pero me impresionaban los tiempos que los ganadores lograron.  Por lo general, yo me tardaba más del doble de lo que hacían los primeros lugares en cada etapa.  Impresionante. Me siento muy satisfecho. Me siento contento porque me sentí mejor que el año pasado. He mejorado. En mi categoría éramos 45 participantes. El año pasado, fui de los últimos entrando con los barredores. Este año apenas si los vi antes de la carrera.  El próximo año estaré mejor preparado, iré con más experiencia y prudencia para no perderme y me disfrutaré esta maravillosa aventura. Como dije a mis amigos, mi rival soy yo mismo.

He escrito esta experiencia porque muchos que me han seguido se han animado y quieren hacer algo.  Les digo que no hay edad ni excusa para no hacer lo que una sueña.  Todo es decidirse y comenzar.  Tampoco hay que esperar resultados de la noche a la mañana, es un proceso lento en el que cada día, con entreno y buena disposición, uno va mejorando.  Nunca es tarde para comenzar.  No lo piensen mucho, anímense como yo lo hice.  Todavía me queda muchísimo por mejorar pero sigo con esta determinación e ilusión con la que comencé.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo