No es un secreto, vivimos en un país desigual. En un mundo desigual. Los contrastes entre las diferencias económicas, sociales y de oportunidades son abismales. Es como ver un cuadro donde la mitad es un paisaje y la otra mitad un retrato. Como que las cosas no cuadran y además de no cuadrar, chocan. Sabemos que es complicado tratar de erradicar estas diferencias.
Creo que es muy sencillo acomodarse a saber que las desigualdades son enormes, tanto que casi las podemos tocar. Estamos acostumbrados a ver como las desigualdades afectan más a los que están peor. Y si en teoría estamos en contra de ellas, ¿Qué hacemos realmente por hacerlas menos notables? Porque es realmente una pena ver que todos nos quejemos de tos y nadie esté dispuesto a actuar para resolver aquello de lo que tanto hablamos, eso que tanto nos molesta. Y no digo que sea solamente misión nuestra botar todas estas desigualdades. Es un trabajo en conjunto de toda la sociedad.
Está en nuestras manos lograr hacer una sociedad más incluyente a través de actitudes. Dejando de lado las actitudes de “clases sociales” o el juego ese absurdo entre niños de “mi casa es más grande que tu casa” Es gracias a estas acciones que todos nos podemos sentir y hacer más parte de la sociedad y no solamente de una cierta porción de esta.
La parte más difícil es no poder dejar de ver como una persona se siente superior a otra solo por el sector donde vive, el carro que tiene o el lugar donde sus hijos han estudiado. O cuando alguien usa ciertos trabajos como ejemplo para regañar y sancionar niños. De esta manera se siguen fomentando las desigualdades. Y de a pocos se van quemando los puentes que nos unen a todos, uno ya solo son cenizas. Pero los podemos construir con buenas actitudes, ayudando a que existan más oportunidades para todos, ayudando y exigiendo. Que la equidad sea la que nos ayude a hacer menos palpables las desigualdades.
Todos los seres humanos somos dignos de respeto sin importar de donde vengamos, nuestro apellido, trabajo o la cantidad de bienes materiales que logremos adquirir a lo largo de la vida. Las desigualdades marcadas por nosotros, por un pensamiento, deben pasar a la historia y dejar de ser un problema entre la lista enorme que tiene ahora mismo nuestra sociedad.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo
No es un secreto, vivimos en un país desigual. En un mundo desigual. Los contrastes entre las diferencias económicas, sociales y de oportunidades son abismales. Es como ver un cuadro donde la mitad es un paisaje y la otra mitad un retrato. Como que las cosas no cuadran y además de no cuadrar, chocan. Sabemos que es complicado tratar de erradicar estas diferencias.
Creo que es muy sencillo acomodarse a saber que las desigualdades son enormes, tanto que casi las podemos tocar. Estamos acostumbrados a ver como las desigualdades afectan más a los que están peor. Y si en teoría estamos en contra de ellas, ¿Qué hacemos realmente por hacerlas menos notables? Porque es realmente una pena ver que todos nos quejemos de tos y nadie esté dispuesto a actuar para resolver aquello de lo que tanto hablamos, eso que tanto nos molesta. Y no digo que sea solamente misión nuestra botar todas estas desigualdades. Es un trabajo en conjunto de toda la sociedad.
Está en nuestras manos lograr hacer una sociedad más incluyente a través de actitudes. Dejando de lado las actitudes de “clases sociales” o el juego ese absurdo entre niños de “mi casa es más grande que tu casa” Es gracias a estas acciones que todos nos podemos sentir y hacer más parte de la sociedad y no solamente de una cierta porción de esta.
La parte más difícil es no poder dejar de ver como una persona se siente superior a otra solo por el sector donde vive, el carro que tiene o el lugar donde sus hijos han estudiado. O cuando alguien usa ciertos trabajos como ejemplo para regañar y sancionar niños. De esta manera se siguen fomentando las desigualdades. Y de a pocos se van quemando los puentes que nos unen a todos, uno ya solo son cenizas. Pero los podemos construir con buenas actitudes, ayudando a que existan más oportunidades para todos, ayudando y exigiendo. Que la equidad sea la que nos ayude a hacer menos palpables las desigualdades.
Todos los seres humanos somos dignos de respeto sin importar de donde vengamos, nuestro apellido, trabajo o la cantidad de bienes materiales que logremos adquirir a lo largo de la vida. Las desigualdades marcadas por nosotros, por un pensamiento, deben pasar a la historia y dejar de ser un problema entre la lista enorme que tiene ahora mismo nuestra sociedad.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo