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Don Iván, ¿para cuándo?

Redacción República
25 de marzo, 2017

El mayor éxito y el mayor fracaso de CICIG

A una de las personas que más aprecio, entre las miles que conozco – aunque no las tenga de amigas en redes sociales – y de las que tengo por más queridas entre mis hijos, familia, amores (y desamores), amigos y compañeros es a los pediatras y médicos de mis hijos. Tal vez por haber sufrido una pérdida muy importante, fue y es un factor que es relevante para mí… tal vez porque simplemente soy papá… Y entre los pediatras y médicos de mis hijos, hay uno mucho más querido, que acabo de volver a ver, el Dr. Beltetón. No me puedo considerar su amigo, pues nunca he compartido una comida con él, no hemos compartido un fin de semana, no conozco sus gustos, ni sus sueños o su casa. Sí, he compartido con él los momentos más críticos en las enfermedades de mis hijos. Es una persona muy valiosa y muy querida, pero lo veo cuando tenemos algún problema de salud, no todos los días, y aunque su compañía es muy valorada y estimada, lo veo únicamente – para nuestro pesar – sólo cuando es necesario.

Esta semana el señor presidente Jimmy Morales aseveró que la CICIG continuará con su labor, y que aunque tiene la potestad de pedir la remoción del comisionado, el Dr. Iván Velásquez, no lo hará, espera que continúe con su trabajo y que lo ejerza bien, y que cualquiera que no cumpla con su trabajo en cualquier puesto de gobierno, podrá y será removido. Aunque el señor comisionado dependa directamente del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y aunque muchas personas no quieran o puedan reconocerlo, sí es potestad del presidente de esta pequeña república soberana, pedir su remoción o su cambio. No lo hizo y no lo ha pedido, solo está informando que está en la potestad, no de Jimmy, la persona, sino del Presidente de la República de Guatemala.

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Al igual que el médico de mis hijos, no quiero imaginar cómo estaría nuestro amado país si el Dr. Velásquez no hubiera sido nombrado comisionado. Como un buen médico en el momento de una grave enfermedad ha dado lo mejor de su trabajo para combatir el insoportable “flagelo” de la corrupción. La mayoría de guatemaltecos apreciamos su trabajo, su esfuerzo, su valentía. Muchos le otorgaríamos la ciudadanía, aunque no sé si la quisiera, y luego hacerlo presidente… Bueno, por lo menos la muy devaluada Orden del Quetzal. Al igual que un médico, el Dr. Iván Velásquez, e igual que un buen hospital, la Comisión Internacional para el Combate de la Impunidad en Guatemala, la CICIG.

CICIG y los comisionados han tenido cuatro estadios. La primera al mando del Dr. Carlos Castresana, cuyo mayor logro fue la investigación del auto asesinato del Lic. Rodrigo Rosemberg que eliminaba la presunción y acusación que en un video póstumo éste acusaba al presidente Álvaro Colom y su círculo cercano de su propia muerte y la de los señores Musa. Unos pocos juicios a algunas estructuras criminales, ninguna relacionada a aparatos clandestinos y paralelos de seguridad, y que termina con una acusación contra él por actos impropios dentro de su institución. Le siguió la gestión del Dr. Francisco Dallanese, quien no tiene ningún logro significativo y se dedicó en buena parte a escribir su libro y apenas a preparar juicios, en medio de confabulaciones, contra los integrantes del Ministerio de Gobernación del gobierno del presidente Óscar Berger. La siguiente etapa es la del Dr. Iván Velásquez, a quien tuve el gusto de conocer recién iniciado su mandato en una reunión del Foro Guatemala. Los integrantes, con mucha esperanza augurábamos buena fortuna a su gestión en medio de consejos variopintos. Mi intervención fue para recordarle los puntos, 10, que el Dr. Carlos Castresana había sugerido necesitaban una reforma en nuestro sistema de justicia, para volverla más confiable, asertiva, pronta, cumplida. Hace dos años, en “el día que todo empezó”, nos volvimos a reunir. Se discutía que existía la enorme posibilidad que el defenestrado presidente Otto Pérez Molina no renovara su mandato. En ese momento, la gestión del Dr. Velásquez no tenía avances significativos. Se oían rumores de investigaciones por casos del tiempo del conflicto armado interno que llegaba hasta el presidente, y a otros personajes de la vida nacional. Ese jueves, en medio de la reunión, apenas escuchaba el apoyo de las organizaciones y revelaba el inicio del destape de la Línea. No supimos casi nada hasta el mediodía. De allí hasta finales del año pasado, muchos resultados en contra de estructuras enquistadas en el gobierno, con muchas investigaciones pendientes y algunos asuntos que necesitan más certeza. En esta cuarta etapa, después de haber impulsado una reforma constitucional al sector justicia, muy posiblemente con buenas intenciones, inicia la polémica con críticas y descalificaciones generalizadas, presiones y algunas decisiones que no comparte la mayoría de la población.

“El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente” nos instruía Lord John Edward Dalberg-Acton. Por ello, y como un principio republicano de limitar el poder del gobernante, el Estado se diseña con pesos y contrapesos (weights and balances). Además, se limita el tiempo del gobernante con elecciones periódicas y prohibiendo la reelección. Principio fundamental de la democracia republicana es la alternabilidad en el poder, es decir, que los puestos de elección popular sean renovados, pues se trata de lograr instituciones fuertes, no líderes eternos o caciques; se trata del imperio de la ley, no de dictadores que estén por encima de ella.

Entonces, en el mandato de CICIG, y de la hasta hoy aplaudida gestión del Dr. Iván Velásquez, debemos enfatizar que como hospital y médico, por mucho que le apreciemos y valoremos, porque si no cómo estuviéramos, necesitamos salir sanos y ya no necesitarlos, pero quedar con ese buen sabor del valor añadido. El mayor logro de CICIG y del Dr. Iván Velásquez es que nuestras instituciones, empezando por el Ministerio Público (MP), con quienquiera que lo presida, así como los departamentos de investigaciones de la Policía Nacional Civil (PNC) puedan realizar las investigaciones sin su presencia. El mayor fracaso de su gestión, Dr. Velásquez, sea que dependamos indefinidamente de su gestión y su institución…

Twitter @josekrlos

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Don Iván, ¿para cuándo?

Redacción República
25 de marzo, 2017

El mayor éxito y el mayor fracaso de CICIG

A una de las personas que más aprecio, entre las miles que conozco – aunque no las tenga de amigas en redes sociales – y de las que tengo por más queridas entre mis hijos, familia, amores (y desamores), amigos y compañeros es a los pediatras y médicos de mis hijos. Tal vez por haber sufrido una pérdida muy importante, fue y es un factor que es relevante para mí… tal vez porque simplemente soy papá… Y entre los pediatras y médicos de mis hijos, hay uno mucho más querido, que acabo de volver a ver, el Dr. Beltetón. No me puedo considerar su amigo, pues nunca he compartido una comida con él, no hemos compartido un fin de semana, no conozco sus gustos, ni sus sueños o su casa. Sí, he compartido con él los momentos más críticos en las enfermedades de mis hijos. Es una persona muy valiosa y muy querida, pero lo veo cuando tenemos algún problema de salud, no todos los días, y aunque su compañía es muy valorada y estimada, lo veo únicamente – para nuestro pesar – sólo cuando es necesario.

Esta semana el señor presidente Jimmy Morales aseveró que la CICIG continuará con su labor, y que aunque tiene la potestad de pedir la remoción del comisionado, el Dr. Iván Velásquez, no lo hará, espera que continúe con su trabajo y que lo ejerza bien, y que cualquiera que no cumpla con su trabajo en cualquier puesto de gobierno, podrá y será removido. Aunque el señor comisionado dependa directamente del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y aunque muchas personas no quieran o puedan reconocerlo, sí es potestad del presidente de esta pequeña república soberana, pedir su remoción o su cambio. No lo hizo y no lo ha pedido, solo está informando que está en la potestad, no de Jimmy, la persona, sino del Presidente de la República de Guatemala.

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Al igual que el médico de mis hijos, no quiero imaginar cómo estaría nuestro amado país si el Dr. Velásquez no hubiera sido nombrado comisionado. Como un buen médico en el momento de una grave enfermedad ha dado lo mejor de su trabajo para combatir el insoportable “flagelo” de la corrupción. La mayoría de guatemaltecos apreciamos su trabajo, su esfuerzo, su valentía. Muchos le otorgaríamos la ciudadanía, aunque no sé si la quisiera, y luego hacerlo presidente… Bueno, por lo menos la muy devaluada Orden del Quetzal. Al igual que un médico, el Dr. Iván Velásquez, e igual que un buen hospital, la Comisión Internacional para el Combate de la Impunidad en Guatemala, la CICIG.

CICIG y los comisionados han tenido cuatro estadios. La primera al mando del Dr. Carlos Castresana, cuyo mayor logro fue la investigación del auto asesinato del Lic. Rodrigo Rosemberg que eliminaba la presunción y acusación que en un video póstumo éste acusaba al presidente Álvaro Colom y su círculo cercano de su propia muerte y la de los señores Musa. Unos pocos juicios a algunas estructuras criminales, ninguna relacionada a aparatos clandestinos y paralelos de seguridad, y que termina con una acusación contra él por actos impropios dentro de su institución. Le siguió la gestión del Dr. Francisco Dallanese, quien no tiene ningún logro significativo y se dedicó en buena parte a escribir su libro y apenas a preparar juicios, en medio de confabulaciones, contra los integrantes del Ministerio de Gobernación del gobierno del presidente Óscar Berger. La siguiente etapa es la del Dr. Iván Velásquez, a quien tuve el gusto de conocer recién iniciado su mandato en una reunión del Foro Guatemala. Los integrantes, con mucha esperanza augurábamos buena fortuna a su gestión en medio de consejos variopintos. Mi intervención fue para recordarle los puntos, 10, que el Dr. Carlos Castresana había sugerido necesitaban una reforma en nuestro sistema de justicia, para volverla más confiable, asertiva, pronta, cumplida. Hace dos años, en “el día que todo empezó”, nos volvimos a reunir. Se discutía que existía la enorme posibilidad que el defenestrado presidente Otto Pérez Molina no renovara su mandato. En ese momento, la gestión del Dr. Velásquez no tenía avances significativos. Se oían rumores de investigaciones por casos del tiempo del conflicto armado interno que llegaba hasta el presidente, y a otros personajes de la vida nacional. Ese jueves, en medio de la reunión, apenas escuchaba el apoyo de las organizaciones y revelaba el inicio del destape de la Línea. No supimos casi nada hasta el mediodía. De allí hasta finales del año pasado, muchos resultados en contra de estructuras enquistadas en el gobierno, con muchas investigaciones pendientes y algunos asuntos que necesitan más certeza. En esta cuarta etapa, después de haber impulsado una reforma constitucional al sector justicia, muy posiblemente con buenas intenciones, inicia la polémica con críticas y descalificaciones generalizadas, presiones y algunas decisiones que no comparte la mayoría de la población.

“El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente” nos instruía Lord John Edward Dalberg-Acton. Por ello, y como un principio republicano de limitar el poder del gobernante, el Estado se diseña con pesos y contrapesos (weights and balances). Además, se limita el tiempo del gobernante con elecciones periódicas y prohibiendo la reelección. Principio fundamental de la democracia republicana es la alternabilidad en el poder, es decir, que los puestos de elección popular sean renovados, pues se trata de lograr instituciones fuertes, no líderes eternos o caciques; se trata del imperio de la ley, no de dictadores que estén por encima de ella.

Entonces, en el mandato de CICIG, y de la hasta hoy aplaudida gestión del Dr. Iván Velásquez, debemos enfatizar que como hospital y médico, por mucho que le apreciemos y valoremos, porque si no cómo estuviéramos, necesitamos salir sanos y ya no necesitarlos, pero quedar con ese buen sabor del valor añadido. El mayor logro de CICIG y del Dr. Iván Velásquez es que nuestras instituciones, empezando por el Ministerio Público (MP), con quienquiera que lo presida, así como los departamentos de investigaciones de la Policía Nacional Civil (PNC) puedan realizar las investigaciones sin su presencia. El mayor fracaso de su gestión, Dr. Velásquez, sea que dependamos indefinidamente de su gestión y su institución…

Twitter @josekrlos

República es ajena a la opinión expresada en este artículo