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#YoApoyoAlaMinistra

Redacción República
25 de marzo, 2017

Hemos estado viviendo estas últimas semanas en medio de un ambiente apesadumbrado. Como ciudadanos cada vez terminamos más asombrados de descubrir hasta dónde puede llegar la desfachatez de aquellos que nos gobiernan. Hasta dónde puede llegar nuestra indiferencia. Y viceversa. Sin duda Guatemala está buscando la emancipación de la corrupción pero nos está costando un camino largo, triste y que por momentos no nos da la esperanza de creer en un mejor futuro.

El Congreso no puede funcionar, porque realmente la mayoría de sus diputados están involucrados en un escándalo de corrupción. Realmente creo, como expuse en mi columna anterior, que más de la mitad de las personas que trabajan en instituciones del Estado no están preparadas para desempeñar su cargo. Nuestro sistema de gobierno está atascado de personas que no tienen una idea de lo que significa servir a través de un puesto público. Hemos llegado al punto de hacer un chiste el hecho de “ser contratados por nuestros capacidades”.

Hablamos del conocimiento genuino y valorado como algo que posiblemente sea bueno, pero no suficiente, porque vivimos en el país en donde la persona menos indicada puede conseguir un puesto público gracias al nepotismo y esto, es un acto frustrante. Estamos dejando en manos de cualquier situación tan crucial como nuestra economía, nuestros proyectos de vida, nuestra libertad y vulnerabilidad. Estamos casi aventándonos al vacío cada vez que una persona asume de manera indiferente y fría, un cargo que demanda el cumplimiento de necesidades puntuales. Probablemente hay millones de factores que provocan que el Estado de Guatemala esté mal, pero el nepotismo debe ser uno de los principales.

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Por todo lo dicho con anterioridad, quiero expresar mi repudio a todas aquellas instituciones que siguen promoviendo y manteniendo ese tipo de métodos para otorgar empleos. Y aún peor, mi enojo hacia aquellos que a través de la crisis y viendo frente a sus narices el sufrimiento que causa la falta de compromiso con el trabajo, siguen oponiéndose al desarrollo, al trabajo digno y comprometido. Como claramente lo está haciendo el Congreso con la ministra Lucrecia Hernández Mack.

Me parece que no he vivido lo suficiente como para saber quién en ese cargo ha sido el que más ha trabajado o ha mostrado resultados de su trabajo. Pero realmente veo que la ministra, en un país en donde trabajar está subestimado, está tratando de cumplir muy bien su papel como funcionaria pública. Está tratando de hacer las aclaraciones pertinentes sobre las acciones que está tomando. Si alguien tiene dudas, es suficiente con dar una revisión a la información que ella y su equipo de trabajo están facilitando. Y me parece que el éxito de su trabajo radica en que antes de ser miembro de un Gabinete Presidencial, esta mujer SE PREPARÓ para desempeñar su puesto y entonces ahora está actuando porque tiene la valentía y la capacidad para hacerlo.

Se está manejando además de una manera increíblemente ridícula la interpelación que se le impuso, ¿qué tan cínico se tiene que ser para pedirle a una mujer que está siendo productiva en su trabajo que se “rectifique” por sus actitudes respecto a una comisión de diputados disfuncionales que seguramente están protegiendo intereses personales? No lo sé, pero parece que en Guatemala el cinismo y el descaro no tienen límites.

A mí sólo me queda decir: #YoApoyoAlaMinistra porque es evidente que los diputados simplemente están tratando de obstaculizar a toda costa su trabajo. Están jugando a las “ofensas” y a la pérdida de tiempo con la persona que dirige el sistema de salud que atiende a todo un país, el mismo al que ellos se comprometieron a servir. A los miembros de la Comisión de Salud, yo les diría: no se engañen, que ustedes hayan llegado a sus puestos sin capacidades y sin deseos de servir a su país no quiere decir que los demás lo hicieron también. Dejen de hacer tan evidente su envidia hacia aquellos que realizan un trabajo digno. Bien dijo Jorge Carrol: “La envidia es el reconocimiento de nuestro fracaso”.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

#YoApoyoAlaMinistra

Redacción República
25 de marzo, 2017

Hemos estado viviendo estas últimas semanas en medio de un ambiente apesadumbrado. Como ciudadanos cada vez terminamos más asombrados de descubrir hasta dónde puede llegar la desfachatez de aquellos que nos gobiernan. Hasta dónde puede llegar nuestra indiferencia. Y viceversa. Sin duda Guatemala está buscando la emancipación de la corrupción pero nos está costando un camino largo, triste y que por momentos no nos da la esperanza de creer en un mejor futuro.

El Congreso no puede funcionar, porque realmente la mayoría de sus diputados están involucrados en un escándalo de corrupción. Realmente creo, como expuse en mi columna anterior, que más de la mitad de las personas que trabajan en instituciones del Estado no están preparadas para desempeñar su cargo. Nuestro sistema de gobierno está atascado de personas que no tienen una idea de lo que significa servir a través de un puesto público. Hemos llegado al punto de hacer un chiste el hecho de “ser contratados por nuestros capacidades”.

Hablamos del conocimiento genuino y valorado como algo que posiblemente sea bueno, pero no suficiente, porque vivimos en el país en donde la persona menos indicada puede conseguir un puesto público gracias al nepotismo y esto, es un acto frustrante. Estamos dejando en manos de cualquier situación tan crucial como nuestra economía, nuestros proyectos de vida, nuestra libertad y vulnerabilidad. Estamos casi aventándonos al vacío cada vez que una persona asume de manera indiferente y fría, un cargo que demanda el cumplimiento de necesidades puntuales. Probablemente hay millones de factores que provocan que el Estado de Guatemala esté mal, pero el nepotismo debe ser uno de los principales.

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Por todo lo dicho con anterioridad, quiero expresar mi repudio a todas aquellas instituciones que siguen promoviendo y manteniendo ese tipo de métodos para otorgar empleos. Y aún peor, mi enojo hacia aquellos que a través de la crisis y viendo frente a sus narices el sufrimiento que causa la falta de compromiso con el trabajo, siguen oponiéndose al desarrollo, al trabajo digno y comprometido. Como claramente lo está haciendo el Congreso con la ministra Lucrecia Hernández Mack.

Me parece que no he vivido lo suficiente como para saber quién en ese cargo ha sido el que más ha trabajado o ha mostrado resultados de su trabajo. Pero realmente veo que la ministra, en un país en donde trabajar está subestimado, está tratando de cumplir muy bien su papel como funcionaria pública. Está tratando de hacer las aclaraciones pertinentes sobre las acciones que está tomando. Si alguien tiene dudas, es suficiente con dar una revisión a la información que ella y su equipo de trabajo están facilitando. Y me parece que el éxito de su trabajo radica en que antes de ser miembro de un Gabinete Presidencial, esta mujer SE PREPARÓ para desempeñar su puesto y entonces ahora está actuando porque tiene la valentía y la capacidad para hacerlo.

Se está manejando además de una manera increíblemente ridícula la interpelación que se le impuso, ¿qué tan cínico se tiene que ser para pedirle a una mujer que está siendo productiva en su trabajo que se “rectifique” por sus actitudes respecto a una comisión de diputados disfuncionales que seguramente están protegiendo intereses personales? No lo sé, pero parece que en Guatemala el cinismo y el descaro no tienen límites.

A mí sólo me queda decir: #YoApoyoAlaMinistra porque es evidente que los diputados simplemente están tratando de obstaculizar a toda costa su trabajo. Están jugando a las “ofensas” y a la pérdida de tiempo con la persona que dirige el sistema de salud que atiende a todo un país, el mismo al que ellos se comprometieron a servir. A los miembros de la Comisión de Salud, yo les diría: no se engañen, que ustedes hayan llegado a sus puestos sin capacidades y sin deseos de servir a su país no quiere decir que los demás lo hicieron también. Dejen de hacer tan evidente su envidia hacia aquellos que realizan un trabajo digno. Bien dijo Jorge Carrol: “La envidia es el reconocimiento de nuestro fracaso”.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo