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De complejos y resentimientos

Luis Felipe Garrán
29 de marzo, 2017

-¡España es una porquería!- En realidad no fue tan amable el grito, pero es una idea de lo que escuché el otro día mientras iba manejando. Yo llevaba la camiseta de la Selección Española de Fútbol (que ese día venció 4-1 a Israel) y algún peatón se dio cuenta. Bueno, siendo específicos, tres peatones. Desde dentro del parabrisas solo podía ver cómo complejos coloniales aún escocían en la mente de gente con apellidos más castellanos que el mío.

Recordé entonces que en el colegio la clase de Historia se convertía en un auténtico jardín de la discordia. Era entrar a ver el tema de la Conquista y escuchar a los López, Pérez, González y García proferir insultos contra el “Imperio opresor” y los “ladrones de oro y plata a cambio de espejitos y tijeras”. Las miradas recaían en mí, aunque claro, yo solo podía pensar que si los ancestros de alguien estuvieron en la Guatemala de aquella época, habrían sido los de ellos, no los míos.

Regresé mi cabeza al partido de fútbol que me había perdido y pensé en los mexicanos. Nuestros vecinos del norte han sido, desde que tengo memoria, vistos despectivamente por un gran sector de la población guatemalteca. Cuando era pequeño escuchaba (en realidad aún los oigo) entre mis compañeros insultos y comentarios de desprecio en contra de México, pero no entendía por qué. Cuando me decidí a preguntarles, lo entendí todavía menos. –Es que se dejaron ganar por Trinidad y Tobago y nos dejaron sin Mundial- decían los que tenían el guion preparado; -no sé; son muy efusivos- me decía el resto.

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Al grupo de la excusa futbolera le digo que culpar a una selección que ya no necesitaba ganar es una actitud de perdedores y mediocres; aquella Hexagonal se perdió en Trinidad (no digo en Puerto España porque empezamos a mezclar odios) y miembros de ese equipo guatemalteco han sido sentenciados, posteriormente, por amaño de partidos. A los que se quejan de su forma de ser, les apunto que parecen tener envidia; envidia de un pueblo capaz de sentirse orgulloso de su esencia, de sus raíces, de su acento, su música, su gente… su México.

Cada vez que escucho insultos contra España pienso en un resentimiento infundado, como si quienes los dicen hubiesen estado en algún pueblo indígena del siglo XVI. Les guste o no, la sociedad guatemalteca ladina (de quienes oigo estos comentarios) actual tiene sus bases en la colonia española que aquí se asentó. Cada vez que escucho insultos contra México pienso en un complejo de inferioridad, ocasionado por la incapacidad del guatemalteco medio de sentir tanto orgullo por su país como un mexicano lo hace.

Nadie busca una solución a esto porque pocos lo entienden como un problema; sin embargo, problemas mayores de nuestro país son ignorados mientras la mente de muchos se concentra en emitir comentarios de resentimiento y mostrarse como gente acomplejada.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

De complejos y resentimientos

Luis Felipe Garrán
29 de marzo, 2017

-¡España es una porquería!- En realidad no fue tan amable el grito, pero es una idea de lo que escuché el otro día mientras iba manejando. Yo llevaba la camiseta de la Selección Española de Fútbol (que ese día venció 4-1 a Israel) y algún peatón se dio cuenta. Bueno, siendo específicos, tres peatones. Desde dentro del parabrisas solo podía ver cómo complejos coloniales aún escocían en la mente de gente con apellidos más castellanos que el mío.

Recordé entonces que en el colegio la clase de Historia se convertía en un auténtico jardín de la discordia. Era entrar a ver el tema de la Conquista y escuchar a los López, Pérez, González y García proferir insultos contra el “Imperio opresor” y los “ladrones de oro y plata a cambio de espejitos y tijeras”. Las miradas recaían en mí, aunque claro, yo solo podía pensar que si los ancestros de alguien estuvieron en la Guatemala de aquella época, habrían sido los de ellos, no los míos.

Regresé mi cabeza al partido de fútbol que me había perdido y pensé en los mexicanos. Nuestros vecinos del norte han sido, desde que tengo memoria, vistos despectivamente por un gran sector de la población guatemalteca. Cuando era pequeño escuchaba (en realidad aún los oigo) entre mis compañeros insultos y comentarios de desprecio en contra de México, pero no entendía por qué. Cuando me decidí a preguntarles, lo entendí todavía menos. –Es que se dejaron ganar por Trinidad y Tobago y nos dejaron sin Mundial- decían los que tenían el guion preparado; -no sé; son muy efusivos- me decía el resto.

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Al grupo de la excusa futbolera le digo que culpar a una selección que ya no necesitaba ganar es una actitud de perdedores y mediocres; aquella Hexagonal se perdió en Trinidad (no digo en Puerto España porque empezamos a mezclar odios) y miembros de ese equipo guatemalteco han sido sentenciados, posteriormente, por amaño de partidos. A los que se quejan de su forma de ser, les apunto que parecen tener envidia; envidia de un pueblo capaz de sentirse orgulloso de su esencia, de sus raíces, de su acento, su música, su gente… su México.

Cada vez que escucho insultos contra España pienso en un resentimiento infundado, como si quienes los dicen hubiesen estado en algún pueblo indígena del siglo XVI. Les guste o no, la sociedad guatemalteca ladina (de quienes oigo estos comentarios) actual tiene sus bases en la colonia española que aquí se asentó. Cada vez que escucho insultos contra México pienso en un complejo de inferioridad, ocasionado por la incapacidad del guatemalteco medio de sentir tanto orgullo por su país como un mexicano lo hace.

Nadie busca una solución a esto porque pocos lo entienden como un problema; sin embargo, problemas mayores de nuestro país son ignorados mientras la mente de muchos se concentra en emitir comentarios de resentimiento y mostrarse como gente acomplejada.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo