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“Partiendo del consenso”

Redacción República
16 de marzo, 2017

Hemos llega a un punto en la historia del país en el cual disantos puntos de vista e ideologías están explícitamente de acuerdo. Lastimosamente ha tenido que ocurrir una negligencia estatal tan grande como la ocurrida la semana pasada en el Hogar Virgen de la Asunción para que personas del amplio espectro ideológico concuerda en que la responsabilidad fue del Estado. Sin embargo este punto de partida también es el punto de separación entre el futuro rol que le debemos dar al Estado.

Por un lado están aquellos que ven este Estado que ha fallado como producto de la falta de recursos y que poco han tardado en exigir un aumento de impuestos para evitar alguna tragedia similar. Rápidamente han cambiado un tema que debería ser técnico en uno ideológico. El problema con esta propuesta es que el Estado ha crecido en recursos una y otra vez y los problemas de siempre se han quedado o se han agravado. Tan simple como ver el incremento en el presupuesto de la nación, el despilfarro de recursos y los pocos resultados, que podemos concluir que el problema no está en la cantidad de recursos sino que en la administración de los mismos.

Es a partir de esta conclusión que nace una segunda perspectiva que se compone de dos ejes principales. Primero, un escepticismo a la capacidad del Estado y de sus instituciones de cumplir con sus objetivos por un tema de incentivos. Este primer problema tiene su solución en realizar una buena ley de servicio civil que premie el mérito y así permita la llegada de funcionarios capaces a las instituciones. Sin embargo esto no es suficiente si las instituciones no son capaces de ejecutar los programas necesarios. Es aquí donde este segundo grupo de personas ve la falla, no en la falta de recursos, sino la estructuración y administración de los mismos. La planificación de políticas públicas es ineficiente e incluso insuficiente y si se logra hacer una buena los recursos del Estado son utilizados en otras que no lo son. Un buen inicio para acabar con el despilfarro seria modificar la forma en la que se decide el presupuesto general de la nación.

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Estas dos posturas se pueden resumir con una simple analogía. Nuestro Estado es un vaso de agua lleno de hoyos que impiden que los recursos, es decir el agua, lleguen a donde deberían. Por un lado están quienes piden más agua para el vaso con la esperanza que lleguen a su debido lugar y quienes proponen tapar los hoyos, uno por uno si fuera necesario para que cada gota de agua llegue a donde debería. Elegir una de estas dos posturas podría definir el futuro del país y la arcilla para tapar los hoyos está en nuestras manos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

“Partiendo del consenso”

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16 de marzo, 2017

Hemos llega a un punto en la historia del país en el cual disantos puntos de vista e ideologías están explícitamente de acuerdo. Lastimosamente ha tenido que ocurrir una negligencia estatal tan grande como la ocurrida la semana pasada en el Hogar Virgen de la Asunción para que personas del amplio espectro ideológico concuerda en que la responsabilidad fue del Estado. Sin embargo este punto de partida también es el punto de separación entre el futuro rol que le debemos dar al Estado.

Por un lado están aquellos que ven este Estado que ha fallado como producto de la falta de recursos y que poco han tardado en exigir un aumento de impuestos para evitar alguna tragedia similar. Rápidamente han cambiado un tema que debería ser técnico en uno ideológico. El problema con esta propuesta es que el Estado ha crecido en recursos una y otra vez y los problemas de siempre se han quedado o se han agravado. Tan simple como ver el incremento en el presupuesto de la nación, el despilfarro de recursos y los pocos resultados, que podemos concluir que el problema no está en la cantidad de recursos sino que en la administración de los mismos.

Es a partir de esta conclusión que nace una segunda perspectiva que se compone de dos ejes principales. Primero, un escepticismo a la capacidad del Estado y de sus instituciones de cumplir con sus objetivos por un tema de incentivos. Este primer problema tiene su solución en realizar una buena ley de servicio civil que premie el mérito y así permita la llegada de funcionarios capaces a las instituciones. Sin embargo esto no es suficiente si las instituciones no son capaces de ejecutar los programas necesarios. Es aquí donde este segundo grupo de personas ve la falla, no en la falta de recursos, sino la estructuración y administración de los mismos. La planificación de políticas públicas es ineficiente e incluso insuficiente y si se logra hacer una buena los recursos del Estado son utilizados en otras que no lo son. Un buen inicio para acabar con el despilfarro seria modificar la forma en la que se decide el presupuesto general de la nación.

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Estas dos posturas se pueden resumir con una simple analogía. Nuestro Estado es un vaso de agua lleno de hoyos que impiden que los recursos, es decir el agua, lleguen a donde deberían. Por un lado están quienes piden más agua para el vaso con la esperanza que lleguen a su debido lugar y quienes proponen tapar los hoyos, uno por uno si fuera necesario para que cada gota de agua llegue a donde debería. Elegir una de estas dos posturas podría definir el futuro del país y la arcilla para tapar los hoyos está en nuestras manos.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo