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La interpelación que disparó el perfil de la Ministra de Salud

Jorge Alvarado
06 de abril, 2017

Revertir una interpelación en el Congreso es casi una misión imposible, porque se trata de un mandato constitucional que debe ser atendido de inmediato, además nuestra Constitución Política en sus artículos 166 y 167 establece sus mecanismos, efectos y consecuencias lo cual resalta la importancia que tiene este ejercicio como un juicio político para la democracia, además de que su práctica demuestra los pesos y contrapesos entre los organismos Ejecutivo y Legislativo.

En el caso de la ministra de Salud, Lucrecia Hernández Mack, que fue juramentada el 27 de julio de 2016 y desde ese entonces ha dirigido uno de los ministerios del organismo  Ejecutivo más duros, opacos y cuestionados de la administración pública, basta decir que  es uno de los ministerios con mayores señalamientos de corrupción en la compra de medicamentos, por sobrevaloración, comisiones a dedo, plazas fantasmas, y que además incluye un poco más de 50 sindicatos con poder tangible y algunos pactos colectivos seriamente cuestionables.

La ministra Lucrecia Hernández fue citada por medio de una interpelación al pleno del Congreso de la República por la Comisión de Salud, luego de que comentó que la citación era “un chiste”. La convocatoria fue programada para el jueves 30 de marzo, algo que terminó convirtiéndose en un intento fallido, pues los integrantes de la comisión finalmente declinaron la interpelación.

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Así las cosas quedan claras, en Guatemala se maneja una doble moral en dos vías, la primera tiene que ver con el discurso político, que en este caso particular era conocer las cifras de muertes infantiles, asuntos de abastecimiento y otros datos, que suponen una profunda preocupación por el tema del acceso a la salud plasmado como un mandato constitucional en los artículos 63, 94 y 95. Por otra parte, nos encontramos una serie de entramados políticos que tienen que ver con los negocios en materia de salud, compras, cuotas de poder, plazas y sindicatos, entre otros asuntos de ejecución de un ministerio que se perfila como un botín político.

Pues bien, la realidad es que el Congreso de la República tenía todo que perder con una interpelación –que aunque sea en derecho y por mandato constitucional– cuando es utilizada con fines meramente políticos y espurios se convierte en la repartición privilegios y beneficios al margen de la ley y en los que prevalecen los intereses individuales sobre los intereses de país.

Lo que nunca imaginaron los diputados es que la situación supuestamente bajo control, se volviera adversa, pues las manifestaciones públicas, sobre todo a través de las redes sociales en apoyo a la ministra Hernández, llegaron a ser tan fuertes como para poner en duda los motivos por los que los diputados estaban interesados en esa interpelación. Al contrario de lo planificado, los diputados fueron duramente criticados por no lograr explicar a profundidad y argumentar sus motivos, y a pesar de que plantearon la interpelación con temas de salud, esto generó más dudas que aciertos.

Para efectos del estudio de la Imagen Publica, la ministra de Salud Lucrecia Hernández,  salió fortalecida, pero es mucho más interesante aún que fue catapultada al top mediático, donde en calidad de víctima logró sumar simpatía en la opinión pública. Además como una consecuencia no intencionada, el Congreso de la República elevó el perfil de su imagen y la hizo visible y con muy buena percepción, al ser arropada por diversos sectores.

Cuando el perfil de una Imagen Pública es elevada a la fama, por así decirlo, esto la convierte automáticamente en una potencia que puede llegar a consolidarse, además de allanarle  el camino a intereses políticos, pues cuando las personas que no persiguen este objetivo se percatan de que se encuentran posicionadas en la opinión pública, pueden optar por construir una carrera política aunque en el caso de la ministra Hernández no se ve ninguna intención extra, por el momento, aunque nunca se sabe.

En definitiva hay quienes son líderes y otros a quienes los convierte como resultado de la persecución política, y gracias a que el efecto se revierte, pasan de ser cazadores a presas.

En conclusión, el caso de la interpelación de la ministra Hernández fue un pulso político que ganó y del que salió fortalecida, mientras que para el Congreso, retirar la interpelación fue lo más lógico, aunque de todos modos pagaron la factura, porque nadie sabe para quién trabaja.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

La interpelación que disparó el perfil de la Ministra de Salud

Jorge Alvarado
06 de abril, 2017

Revertir una interpelación en el Congreso es casi una misión imposible, porque se trata de un mandato constitucional que debe ser atendido de inmediato, además nuestra Constitución Política en sus artículos 166 y 167 establece sus mecanismos, efectos y consecuencias lo cual resalta la importancia que tiene este ejercicio como un juicio político para la democracia, además de que su práctica demuestra los pesos y contrapesos entre los organismos Ejecutivo y Legislativo.

En el caso de la ministra de Salud, Lucrecia Hernández Mack, que fue juramentada el 27 de julio de 2016 y desde ese entonces ha dirigido uno de los ministerios del organismo  Ejecutivo más duros, opacos y cuestionados de la administración pública, basta decir que  es uno de los ministerios con mayores señalamientos de corrupción en la compra de medicamentos, por sobrevaloración, comisiones a dedo, plazas fantasmas, y que además incluye un poco más de 50 sindicatos con poder tangible y algunos pactos colectivos seriamente cuestionables.

La ministra Lucrecia Hernández fue citada por medio de una interpelación al pleno del Congreso de la República por la Comisión de Salud, luego de que comentó que la citación era “un chiste”. La convocatoria fue programada para el jueves 30 de marzo, algo que terminó convirtiéndose en un intento fallido, pues los integrantes de la comisión finalmente declinaron la interpelación.

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Así las cosas quedan claras, en Guatemala se maneja una doble moral en dos vías, la primera tiene que ver con el discurso político, que en este caso particular era conocer las cifras de muertes infantiles, asuntos de abastecimiento y otros datos, que suponen una profunda preocupación por el tema del acceso a la salud plasmado como un mandato constitucional en los artículos 63, 94 y 95. Por otra parte, nos encontramos una serie de entramados políticos que tienen que ver con los negocios en materia de salud, compras, cuotas de poder, plazas y sindicatos, entre otros asuntos de ejecución de un ministerio que se perfila como un botín político.

Pues bien, la realidad es que el Congreso de la República tenía todo que perder con una interpelación –que aunque sea en derecho y por mandato constitucional– cuando es utilizada con fines meramente políticos y espurios se convierte en la repartición privilegios y beneficios al margen de la ley y en los que prevalecen los intereses individuales sobre los intereses de país.

Lo que nunca imaginaron los diputados es que la situación supuestamente bajo control, se volviera adversa, pues las manifestaciones públicas, sobre todo a través de las redes sociales en apoyo a la ministra Hernández, llegaron a ser tan fuertes como para poner en duda los motivos por los que los diputados estaban interesados en esa interpelación. Al contrario de lo planificado, los diputados fueron duramente criticados por no lograr explicar a profundidad y argumentar sus motivos, y a pesar de que plantearon la interpelación con temas de salud, esto generó más dudas que aciertos.

Para efectos del estudio de la Imagen Publica, la ministra de Salud Lucrecia Hernández,  salió fortalecida, pero es mucho más interesante aún que fue catapultada al top mediático, donde en calidad de víctima logró sumar simpatía en la opinión pública. Además como una consecuencia no intencionada, el Congreso de la República elevó el perfil de su imagen y la hizo visible y con muy buena percepción, al ser arropada por diversos sectores.

Cuando el perfil de una Imagen Pública es elevada a la fama, por así decirlo, esto la convierte automáticamente en una potencia que puede llegar a consolidarse, además de allanarle  el camino a intereses políticos, pues cuando las personas que no persiguen este objetivo se percatan de que se encuentran posicionadas en la opinión pública, pueden optar por construir una carrera política aunque en el caso de la ministra Hernández no se ve ninguna intención extra, por el momento, aunque nunca se sabe.

En definitiva hay quienes son líderes y otros a quienes los convierte como resultado de la persecución política, y gracias a que el efecto se revierte, pasan de ser cazadores a presas.

En conclusión, el caso de la interpelación de la ministra Hernández fue un pulso político que ganó y del que salió fortalecida, mientras que para el Congreso, retirar la interpelación fue lo más lógico, aunque de todos modos pagaron la factura, porque nadie sabe para quién trabaja.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo