Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Rumores vs. noticias

Salvador Paiz
06 de abril, 2017

En su código de Ética, la Sociedad Interamericana de Prensa, deja muy claro su rechazo a los rumores. El periodista Joseph Pulitzer decía que “una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico”. Podríamos afirmar entonces que, la calidad de la noticia es un factor determinante para el desarrollo de la civilización. No obstante, en los últimos años la fuente de la noticia ha ido migrando de medios de comunicación tradicionales a medios de comunicación informales –redes sociales-, lo cual abre la puerta a la difusión desmesurada de rumores. Hoy, con un simple “me gusta” o “retwit” de algún tipo de rumor, colaboramos con desinformar a la sociedad entera.    

Los científicos Fine y Ellis, y Allport y Postman, explicaron que los rumores son una forma de desinformar caracterizada por dos cosas: (i) no tienen evidencia o fundamento alguno y, por ende, (ii) pueden ser transmitidos aunque no hayan pruebas que los sustenten. Los rumores son una herramienta sumamente poderosa e invaluable para desinformar, que van adquiriendo su poder y fuerza conforme son dados a conocer. Emergen durante tiempos de crisis e incertidumbre, convirtiéndose así en fuerzas políticas sumamente poderosas. Por tanto, sus consecuencias pueden ser altamente graves, desde crisis políticas, hasta la agitación agresiva del público. En otras palabras, los rumores son una estrategia de desinformación deliberada, y en los últimos años su fuerza ha aumentado aún más, gracias al surgimiento del Internet.

Hoy en día, la propagación de rumores es más fácil y más rápida que nunca, debido a las redes sociales, un arma de dos filos. Por un lado, han ayudado a que las sociedades ejerzan un rol de fiscalización y denuncia efectiva. Por el otro, han facilitado la propagación de noticias falsas. En Facebook o Twitter, no existe un proceso de “filtración” o “curación” de contenido. A eso se le suma que dichas herramientas van adaptando la información que ofrecen al usuario según sus preferencias y sus likes. Por tanto, el contenido va acoplándose para validar una noción preconcebida de la realidad, alejándonos por completo de la objetividad. Es un círculo vicioso. Si apoyamos y compartimos información falsa, contribuimos constantemente a la desinformación de nuestras amistades y conocidos, ellos a sus amistades y conocidos, y así sucesivamente.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Tristemente, en Guatemala, abundan los rumores. Sobre todo aquellos que se disfrazan como en noticias legítimas que luego compartimos en redes sociales, causando así más desinformación y más confusión. Por ejemplo, hace algunos días vi en redes sociales una teoría conspirativa respecto a las reformas constitucionales. El presidente Maduro de Venezuela disolvió el Congreso de su país a través de la creación del Tribunal Supremo de Justicia. Según la información que leí, la izquierda de nuestro país busca crear un órgano similar con el Consejo Nacional de Justicia. Así como esa, también he visto otras que elaboran teorías sobre el rol del embajador de Estados Unidos o el comisionado de la CICIG, otras sobre el sector privado organizado, entre muchas otras. Estas historias recorren redes sociales sin que nadie las detenga, al punto que nos es muy difícil diferenciar entre qué es noticia y qué es rumor.

En esta era digital, cualquiera puede publicar cualquier cosa en Internet y, curiosamente, llega a tener cierto grado de credibilidad, independientemente de la calidad o veracidad de la información. En consecuencia, vivimos en un mundo cundido en desinformación, donde pocos se toman en serio la importante tarea de comunicar. La era digital exige una nueva responsabilidad, informarnos bien. No la ignoremos. No contribuyamos a la propagación de noticias falsas y rumores. No le demos el beneficio de nuestra credibilidad a una estrategia de desinformación que nace de intereses espurios. Como reflexionó el lingüista y filósofo Noam Chomsky en algún momento, esto va más allá de la manipulación informativa, “se trata de elegir entre vivir en una sociedad libre o vivir en una forma de totalitarismo autoimpuesto”. Les pregunto, ¿qué vamos a elegir

www.salvadorpaiz.com

@salva_paiz

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Rumores vs. noticias

Salvador Paiz
06 de abril, 2017

En su código de Ética, la Sociedad Interamericana de Prensa, deja muy claro su rechazo a los rumores. El periodista Joseph Pulitzer decía que “una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico”. Podríamos afirmar entonces que, la calidad de la noticia es un factor determinante para el desarrollo de la civilización. No obstante, en los últimos años la fuente de la noticia ha ido migrando de medios de comunicación tradicionales a medios de comunicación informales –redes sociales-, lo cual abre la puerta a la difusión desmesurada de rumores. Hoy, con un simple “me gusta” o “retwit” de algún tipo de rumor, colaboramos con desinformar a la sociedad entera.    

Los científicos Fine y Ellis, y Allport y Postman, explicaron que los rumores son una forma de desinformar caracterizada por dos cosas: (i) no tienen evidencia o fundamento alguno y, por ende, (ii) pueden ser transmitidos aunque no hayan pruebas que los sustenten. Los rumores son una herramienta sumamente poderosa e invaluable para desinformar, que van adquiriendo su poder y fuerza conforme son dados a conocer. Emergen durante tiempos de crisis e incertidumbre, convirtiéndose así en fuerzas políticas sumamente poderosas. Por tanto, sus consecuencias pueden ser altamente graves, desde crisis políticas, hasta la agitación agresiva del público. En otras palabras, los rumores son una estrategia de desinformación deliberada, y en los últimos años su fuerza ha aumentado aún más, gracias al surgimiento del Internet.

Hoy en día, la propagación de rumores es más fácil y más rápida que nunca, debido a las redes sociales, un arma de dos filos. Por un lado, han ayudado a que las sociedades ejerzan un rol de fiscalización y denuncia efectiva. Por el otro, han facilitado la propagación de noticias falsas. En Facebook o Twitter, no existe un proceso de “filtración” o “curación” de contenido. A eso se le suma que dichas herramientas van adaptando la información que ofrecen al usuario según sus preferencias y sus likes. Por tanto, el contenido va acoplándose para validar una noción preconcebida de la realidad, alejándonos por completo de la objetividad. Es un círculo vicioso. Si apoyamos y compartimos información falsa, contribuimos constantemente a la desinformación de nuestras amistades y conocidos, ellos a sus amistades y conocidos, y así sucesivamente.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Tristemente, en Guatemala, abundan los rumores. Sobre todo aquellos que se disfrazan como en noticias legítimas que luego compartimos en redes sociales, causando así más desinformación y más confusión. Por ejemplo, hace algunos días vi en redes sociales una teoría conspirativa respecto a las reformas constitucionales. El presidente Maduro de Venezuela disolvió el Congreso de su país a través de la creación del Tribunal Supremo de Justicia. Según la información que leí, la izquierda de nuestro país busca crear un órgano similar con el Consejo Nacional de Justicia. Así como esa, también he visto otras que elaboran teorías sobre el rol del embajador de Estados Unidos o el comisionado de la CICIG, otras sobre el sector privado organizado, entre muchas otras. Estas historias recorren redes sociales sin que nadie las detenga, al punto que nos es muy difícil diferenciar entre qué es noticia y qué es rumor.

En esta era digital, cualquiera puede publicar cualquier cosa en Internet y, curiosamente, llega a tener cierto grado de credibilidad, independientemente de la calidad o veracidad de la información. En consecuencia, vivimos en un mundo cundido en desinformación, donde pocos se toman en serio la importante tarea de comunicar. La era digital exige una nueva responsabilidad, informarnos bien. No la ignoremos. No contribuyamos a la propagación de noticias falsas y rumores. No le demos el beneficio de nuestra credibilidad a una estrategia de desinformación que nace de intereses espurios. Como reflexionó el lingüista y filósofo Noam Chomsky en algún momento, esto va más allá de la manipulación informativa, “se trata de elegir entre vivir en una sociedad libre o vivir en una forma de totalitarismo autoimpuesto”. Les pregunto, ¿qué vamos a elegir

www.salvadorpaiz.com

@salva_paiz

República es ajena a la opinión expresada en este artículo