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Arden nuestros pulmones

Betty Marroquin
17 de abril, 2017

“La alegría del admirar y comprender es el regalo más hermoso de la Naturaleza.”
Albert Einstein

Siete incendios están aniquilando flora y fauna en nuestra preciada Biosfera Maya en Petén, declarada como pulmón de la humanidad. Acabamos de celebrar la Semana Santa, que para tantos no es más que una excusa para divertirnos y pasarla bien, ignorando cuanto acontece en nuestro país. Me declaro culpable de haber sido una de esas personas que se desconectaron de redes sociales para, según yo, desintoxicar mi mente y reiniciar con un sistema limpio de virus, pero cual sería la sorpresa que nos llevamos al volver a casa y encontrar semejantes noticias. Si bien la línea y lo de las condenas nos pueden enervar a quienes quisiéramos que ya se hubiesen producido resultados, el tema del daño hecho a nuestro pulmón en Petén es casi irreversible y tendrá consecuencias terribles para el país. Es como si de pronto “El Mundo del Misterio Verde” estuviera en peligro de extinción.

Identificada como tal en 1990 por la UNESCO, la Biosfera Maya cubre un territorio de aproximadamente 21,600 kilómetros cuadrados, lo que significa que es más grande que el Parque Nacional de Yellowstone que está entre Wyoming, Montana e Idaho y mide más o menos 8,983 kilómetros cuadrados. Fue creada para regular la coexistencia entre humanos y las diversas especies nativas de la zona con el propósito de incentivar un balance en su coexistencia que permita el desarrollo económico y la protección al patrimonio natural, a la vez. Entre lo mucho que se pierde con estos incendios y abusos a la naturaleza, están el hábitat natural de las hermosas Guacamayas rojas, de jaguares, pumas, la pantera Onca, el Tapiro, varios tipos de venados, el Mono Aullador, el Mono Araña, Tucanes y varias especies de tortugas, cocodrilos, peces, y de muchos otros animales que hasta ahora en mi vida había visto. Una verdadera colección de especies preciosas en todo el sentido de la palabra. Y eso sin hablar de la fauna.

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Cada zona de la Biosfera Maya tiene su estatus específico de protección, de los cuales los biotopos y los parques nacionales son considerados zonas especiales en las cuales no se permiten asentamientos de ningún tipo, siendo las zonas al sur de la Biosfera las áreas en las cuales se permiten actividades productivas y asentamientos humanos. Cómo si el tema del oxigeno para la humanidad y la riqueza natural no fuesen suficientes, es también una zona de gran riqueza arqueológica. Y todo esto se supone que está bajo la tutela de la Fundación Defensores de la Naturaleza, elegida y designada por la ONU. La fundación explica en su página de Internet que sus actividades se concentran en educar a la población, incentivar el desarrollo sostenible, conservación de los recursos, investigación y monitoreo científico y desarrollo institucional. Pero ninguna de estas áreas realmente ayuda a controlar a los narcotraficantes que quizás se han o fumado el cerebro o son tan ignorantes que sus cerebros no entienden la importancia que tiene la naturaleza para la supervivencia de la especie humana, que desafortunadamente, los incluye. Según las autoridades, son los carteles mexicanos de los Zetas y de Sinaloa los culpables de estos incendios y de esta perdida para la humanidad, porque los nenes quieren pistas de aterrizaje para mover su asqueroso producto. Si México está ayudando, francamente es lo menos que pueden hacer.

El Consejo Nacional de Areas Protegidas (CONAP) viene cantando los corridos que delatan estos hechos desde hace años. Pero no podemos pretender que cualquier forma de autoridad sepa como moverse en la jungla. Mientras los grupos de derechos humanos protejan criminales, desincentivan a las autoridades para que no tengan iniciativa y hasta se dejen asesinar, este y otros problemas no se van a solucionar. Su retórica busca impedir al Ejército de involucrarse, cuando son los únicos que pueden hacer algo. Pienso al igual que todos los males que acongojan a Guatemala son producto de la combinación entre ignorancia forzada o selectiva, apatía y falta de recursos materiales, y mientras no la abordemos estos personajes seguirán destruyendo nuestro país. Y eso que “los buenos somos más”.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Arden nuestros pulmones

Betty Marroquin
17 de abril, 2017

“La alegría del admirar y comprender es el regalo más hermoso de la Naturaleza.”
Albert Einstein

Siete incendios están aniquilando flora y fauna en nuestra preciada Biosfera Maya en Petén, declarada como pulmón de la humanidad. Acabamos de celebrar la Semana Santa, que para tantos no es más que una excusa para divertirnos y pasarla bien, ignorando cuanto acontece en nuestro país. Me declaro culpable de haber sido una de esas personas que se desconectaron de redes sociales para, según yo, desintoxicar mi mente y reiniciar con un sistema limpio de virus, pero cual sería la sorpresa que nos llevamos al volver a casa y encontrar semejantes noticias. Si bien la línea y lo de las condenas nos pueden enervar a quienes quisiéramos que ya se hubiesen producido resultados, el tema del daño hecho a nuestro pulmón en Petén es casi irreversible y tendrá consecuencias terribles para el país. Es como si de pronto “El Mundo del Misterio Verde” estuviera en peligro de extinción.

Identificada como tal en 1990 por la UNESCO, la Biosfera Maya cubre un territorio de aproximadamente 21,600 kilómetros cuadrados, lo que significa que es más grande que el Parque Nacional de Yellowstone que está entre Wyoming, Montana e Idaho y mide más o menos 8,983 kilómetros cuadrados. Fue creada para regular la coexistencia entre humanos y las diversas especies nativas de la zona con el propósito de incentivar un balance en su coexistencia que permita el desarrollo económico y la protección al patrimonio natural, a la vez. Entre lo mucho que se pierde con estos incendios y abusos a la naturaleza, están el hábitat natural de las hermosas Guacamayas rojas, de jaguares, pumas, la pantera Onca, el Tapiro, varios tipos de venados, el Mono Aullador, el Mono Araña, Tucanes y varias especies de tortugas, cocodrilos, peces, y de muchos otros animales que hasta ahora en mi vida había visto. Una verdadera colección de especies preciosas en todo el sentido de la palabra. Y eso sin hablar de la fauna.

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Cada zona de la Biosfera Maya tiene su estatus específico de protección, de los cuales los biotopos y los parques nacionales son considerados zonas especiales en las cuales no se permiten asentamientos de ningún tipo, siendo las zonas al sur de la Biosfera las áreas en las cuales se permiten actividades productivas y asentamientos humanos. Cómo si el tema del oxigeno para la humanidad y la riqueza natural no fuesen suficientes, es también una zona de gran riqueza arqueológica. Y todo esto se supone que está bajo la tutela de la Fundación Defensores de la Naturaleza, elegida y designada por la ONU. La fundación explica en su página de Internet que sus actividades se concentran en educar a la población, incentivar el desarrollo sostenible, conservación de los recursos, investigación y monitoreo científico y desarrollo institucional. Pero ninguna de estas áreas realmente ayuda a controlar a los narcotraficantes que quizás se han o fumado el cerebro o son tan ignorantes que sus cerebros no entienden la importancia que tiene la naturaleza para la supervivencia de la especie humana, que desafortunadamente, los incluye. Según las autoridades, son los carteles mexicanos de los Zetas y de Sinaloa los culpables de estos incendios y de esta perdida para la humanidad, porque los nenes quieren pistas de aterrizaje para mover su asqueroso producto. Si México está ayudando, francamente es lo menos que pueden hacer.

El Consejo Nacional de Areas Protegidas (CONAP) viene cantando los corridos que delatan estos hechos desde hace años. Pero no podemos pretender que cualquier forma de autoridad sepa como moverse en la jungla. Mientras los grupos de derechos humanos protejan criminales, desincentivan a las autoridades para que no tengan iniciativa y hasta se dejen asesinar, este y otros problemas no se van a solucionar. Su retórica busca impedir al Ejército de involucrarse, cuando son los únicos que pueden hacer algo. Pienso al igual que todos los males que acongojan a Guatemala son producto de la combinación entre ignorancia forzada o selectiva, apatía y falta de recursos materiales, y mientras no la abordemos estos personajes seguirán destruyendo nuestro país. Y eso que “los buenos somos más”.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo