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Ironías: Un moribundo Petén y el Día de la Tierra

Redacción
22 de abril, 2017

Las procesiones de Semana Santa no fueron las únicas tradiciones guatemaltecas que se llevaron a cabo en el asueto. Una “tradición” muy característica de esa clase de guatemaltecos cuya presencia en nuestra tierra les convierte en “tiranos que escupen la faz” de nuestro país, se llevó a cabo con ´”éxito”: quemar un aproximado de 1,400 hectáreas en Petén, considerado uno de los últimos pulmones ambientales de América.
Este no es el primer incendio forestal que ocurre en el territorio y definitivamente no será el último y esto tampoco sucede solamente en Petén. Sin embargo los múltiples incendios en este departamento ocurridos la semana anterior merecen más que una nota informativa, una columna de opinión y una plática informal de “la tragedia”. La gravedad del asunto sería menor si los incendios fuesen producto de la naturaleza misma, por cuestiones meteorológicas. Pero no es así.

La mayoría de los incendios forestales en Guatemala han sido provocados por el narcotráfico y por agricultores cuya obsesión por el control territorial los lleva a estos niveles imperdonables de destrucción. En este caso, la Fiscalía trabaja con la hipótesis de que el fuego fue provocado por pobladores que fueron “desalojados por invadir áreas protegidas”.

Y aunque esta sea solo una hipótesis, los estudios y opiniones de expertos aseguran que esa es la razón de fondo de esta problemática. El fuego se sale de control para un agricultor que solo sabe sembrar y que no mide las consecuencias de sus actos. O quizás haya una explicación detrás del comportamiento del agricultor; una explicación inmersa en las respuestas de las siguientes preguntas: ¿De quién es la tierra en Petén? ¿Lo que es de todos no es de nadie? ¿Estos son los efectos de que como nación hayamos descuidado el departamento del norte que pareciera ser más otro país que Guatemala? ¿Será que esto sucede por no tener un Estado representativo con presencia y autoridad en todos los departamentos, mejor dicho, municipios? ¿Es uno de los pulmones de América, cuna de la cultura maya y tesoro de flora y fauna mundial una tierra de nadie?

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Siete incendios en San Andrés, Petén, que acabaron con miles de hectáreas (1,400 aproximadamente), destruyeron el hábitat natural de las guacamayas rojas (en peligro de extinción), llevaron al saqueo de reliquias mayas (73 hasta el momento), significaron una pérdida millonaria para el país y un golpe en seco al medio ambiente, deben ser investigados a profundidad. Y no se diga la treintena de incendios forestales provocados, que en lo que va de este año han consumido unas 4,757 hectáreas. ¡Es increíble! No es la primera vez que vemos que sucede algo así; este no es “el año de los incendios”.

Basta con leer un poco de historia (recomendado el reportaje de la Hemeroteca de Prensa Libre: “Incendios acaban con Petén”) para darnos cuenta que este fenómeno se repite y que a pesar de su frecuencia, el país sigue sin aplicar una política de prevención y sin estar listo (ni estratégica ni materialmente) para reaccionar con inmediatez y eficacia. Petén es nuestro, pero ¿Qué estamos haciendo para protegerlo? ¿Somos conscientes de la valía del departamento norteño, no solo para Guatemala, sino para el mundo?

Pero no nos basta con en el pantano de Amatitlán, el moribundo lago de Atitlán, las indefinidas y pocas áreas protegidas, la caza descontrolada, el tráfico ilegal de especies exóticas, las asquerosas playas del pacífico, el maltrato a la flora y fauna, la contaminación incontrolable…no, ¡quememos Petén! En fin, ¡Feliz Día de la Tierra!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Ironías: Un moribundo Petén y el Día de la Tierra

Redacción
22 de abril, 2017

Las procesiones de Semana Santa no fueron las únicas tradiciones guatemaltecas que se llevaron a cabo en el asueto. Una “tradición” muy característica de esa clase de guatemaltecos cuya presencia en nuestra tierra les convierte en “tiranos que escupen la faz” de nuestro país, se llevó a cabo con ´”éxito”: quemar un aproximado de 1,400 hectáreas en Petén, considerado uno de los últimos pulmones ambientales de América.
Este no es el primer incendio forestal que ocurre en el territorio y definitivamente no será el último y esto tampoco sucede solamente en Petén. Sin embargo los múltiples incendios en este departamento ocurridos la semana anterior merecen más que una nota informativa, una columna de opinión y una plática informal de “la tragedia”. La gravedad del asunto sería menor si los incendios fuesen producto de la naturaleza misma, por cuestiones meteorológicas. Pero no es así.

La mayoría de los incendios forestales en Guatemala han sido provocados por el narcotráfico y por agricultores cuya obsesión por el control territorial los lleva a estos niveles imperdonables de destrucción. En este caso, la Fiscalía trabaja con la hipótesis de que el fuego fue provocado por pobladores que fueron “desalojados por invadir áreas protegidas”.

Y aunque esta sea solo una hipótesis, los estudios y opiniones de expertos aseguran que esa es la razón de fondo de esta problemática. El fuego se sale de control para un agricultor que solo sabe sembrar y que no mide las consecuencias de sus actos. O quizás haya una explicación detrás del comportamiento del agricultor; una explicación inmersa en las respuestas de las siguientes preguntas: ¿De quién es la tierra en Petén? ¿Lo que es de todos no es de nadie? ¿Estos son los efectos de que como nación hayamos descuidado el departamento del norte que pareciera ser más otro país que Guatemala? ¿Será que esto sucede por no tener un Estado representativo con presencia y autoridad en todos los departamentos, mejor dicho, municipios? ¿Es uno de los pulmones de América, cuna de la cultura maya y tesoro de flora y fauna mundial una tierra de nadie?

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Siete incendios en San Andrés, Petén, que acabaron con miles de hectáreas (1,400 aproximadamente), destruyeron el hábitat natural de las guacamayas rojas (en peligro de extinción), llevaron al saqueo de reliquias mayas (73 hasta el momento), significaron una pérdida millonaria para el país y un golpe en seco al medio ambiente, deben ser investigados a profundidad. Y no se diga la treintena de incendios forestales provocados, que en lo que va de este año han consumido unas 4,757 hectáreas. ¡Es increíble! No es la primera vez que vemos que sucede algo así; este no es “el año de los incendios”.

Basta con leer un poco de historia (recomendado el reportaje de la Hemeroteca de Prensa Libre: “Incendios acaban con Petén”) para darnos cuenta que este fenómeno se repite y que a pesar de su frecuencia, el país sigue sin aplicar una política de prevención y sin estar listo (ni estratégica ni materialmente) para reaccionar con inmediatez y eficacia. Petén es nuestro, pero ¿Qué estamos haciendo para protegerlo? ¿Somos conscientes de la valía del departamento norteño, no solo para Guatemala, sino para el mundo?

Pero no nos basta con en el pantano de Amatitlán, el moribundo lago de Atitlán, las indefinidas y pocas áreas protegidas, la caza descontrolada, el tráfico ilegal de especies exóticas, las asquerosas playas del pacífico, el maltrato a la flora y fauna, la contaminación incontrolable…no, ¡quememos Petén! En fin, ¡Feliz Día de la Tierra!

República es ajena a la opinión expresada en este artículo