Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Hipocresía 2

Betty Marroquin
24 de abril, 2017

Que vivimos en un mundo primordialmente hipócrita, es evidente. Tanta gente le sonríe a uno y luego le clava los puñales por la espalda. Lo individual se extrapola a lo social, y por ende, a lo político. Diputados se odian y se toman un trago juntos. Empresarios rivales hacen lo mismo. Eso es ser “político” y lamentablemente, es necesario para vivir en sociedad. La honestidad brutal no ayuda, uno no puede decir siempre todo lo que piensa, aunque la tentación sea grande. Se llama ser civilizado, y respetar al prójimo. Definitivamente es algo tan antiguo como la humanidad misma, y cuando tiene límites, es lo que conocemos como tolerancia.

El lado malo de una sociedad hipócrita, porque como todo en la vida tiene su positivo y su negativo, es que se refleja en la vida política e ideológica de los países, exceptuando los regímenes totalitarios dónde sólo cuenta una opinión, una visión y una línea de acción. Se habla mucho de política social, de socializar la democracia, y cada vez se limita más la capacidad individual de ser, de crear, de producir. Vivimos en sociedades saturadas de leyes y reglas que en lugar de darnos más libertad nos la limitan, en lugar de protegernos nos hacen cada vez más vulnerables al Estado y a situaciones elementales que no debieran siquiera darse, y lo peor, las básicas o son defectuosas, o son implementadas arbitrariamente. Sistema mismo que no permite al gobierno funcionar adecuadamente, que no le permite muchas veces ser eficiente y eficaz, cual grillete en el tobillo.

Que no todos somos iguales ante la Ley, es una realidad pero no como la pintan los manipulados, los oportunistas y bien pagados líderes sociales, sino más bien es una realidad derivada de la hipocresía y mente cerrada de quienes se supone defienden a las minorías. A un ser humano se le debe dar educación, salud, respeto y oportunidades de ser lo que quiera ser. Esa mentalidad paternalista del “pobrecito” sólo mantiene a las personas en el fondo del barril, da pie a abusos de los parásitos sociales, de políticos sin escrúpulos, de personas y entidades individuales que ven en esa ignorancia y en esa dependencia una oportunidad. Y todo es resultado de una estrategia muy bien orquestada de la izquierda que unida, como nunca antes, pueden llegar a tomar el poder y aplastar a quienes luchamos por nuestra libertad individual poniendo la cara, sin que nos paguen para ello, aprovechando una oposición que con frecuencia aparece desunida, obtusa y cerrada.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

¿Desde cuándo emitir una opinión es ser corrupto, criminal o delincuente? Disentir es uno de los lujos de vivir en un mundo libre, y quienes defendemos la libertad defendemos el derecho que tienen todas las personas de expresarse independientemente de su ideología, raza, credo, posición social, u ocupación. Eso es vivir en un régimen democrático y libre. Todos iguales ante la Ley, mismos derechos y mismas obligaciones.

Esa mentalidad hipócrita que da lugar a la doble moral que tantos detestamos, protege políticos con denuncias claras ante el Ministerio Público sólo porque son de izquierda, mandan a Matamoros a cualquiera que opine algo contrario, defienden asesinos y no a sus víctimas, protegen a los invasores de tierras y no a los legítimos propietarios, justifican a quienes atacan físicamente a las empresas y secuestran y violan las leyes en lugar de defender a la empresa respetuosa de la ley, es el tipo de hipocresía que nos mantiene en el atraso. Esa mentalidad de “todos son” que da lugar a que se nos cierre el entendimiento. Hipocresía que muchas veces va de la mano con la corrupción, nuestros peores males sociales. Mientras sigamos solapando esa doble moral, Guatemala no saldrá del agujero negro al que nos están queriendo meter quienes ven en el rompimiento del orden constitucional el único modo de alcanzar el poder al que no logran llegar por las urnas, y están dispuestos a destruir y llevar a nuestro país a la debacle. Esos mismos que jamás critican lo que acontece en Venezuela, porque es eso mismo lo que desean para Guatemala.

José Martí nos dijo que la libertad es el derecho de todo ser humano de ser honesto, de pensar y hablar sin hipocresía. Es ahí dónde la hipocresía se convierte en tolerancia. De nosotros depende defender nuestra libertad individual.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Hipocresía 2

Betty Marroquin
24 de abril, 2017

Que vivimos en un mundo primordialmente hipócrita, es evidente. Tanta gente le sonríe a uno y luego le clava los puñales por la espalda. Lo individual se extrapola a lo social, y por ende, a lo político. Diputados se odian y se toman un trago juntos. Empresarios rivales hacen lo mismo. Eso es ser “político” y lamentablemente, es necesario para vivir en sociedad. La honestidad brutal no ayuda, uno no puede decir siempre todo lo que piensa, aunque la tentación sea grande. Se llama ser civilizado, y respetar al prójimo. Definitivamente es algo tan antiguo como la humanidad misma, y cuando tiene límites, es lo que conocemos como tolerancia.

El lado malo de una sociedad hipócrita, porque como todo en la vida tiene su positivo y su negativo, es que se refleja en la vida política e ideológica de los países, exceptuando los regímenes totalitarios dónde sólo cuenta una opinión, una visión y una línea de acción. Se habla mucho de política social, de socializar la democracia, y cada vez se limita más la capacidad individual de ser, de crear, de producir. Vivimos en sociedades saturadas de leyes y reglas que en lugar de darnos más libertad nos la limitan, en lugar de protegernos nos hacen cada vez más vulnerables al Estado y a situaciones elementales que no debieran siquiera darse, y lo peor, las básicas o son defectuosas, o son implementadas arbitrariamente. Sistema mismo que no permite al gobierno funcionar adecuadamente, que no le permite muchas veces ser eficiente y eficaz, cual grillete en el tobillo.

Que no todos somos iguales ante la Ley, es una realidad pero no como la pintan los manipulados, los oportunistas y bien pagados líderes sociales, sino más bien es una realidad derivada de la hipocresía y mente cerrada de quienes se supone defienden a las minorías. A un ser humano se le debe dar educación, salud, respeto y oportunidades de ser lo que quiera ser. Esa mentalidad paternalista del “pobrecito” sólo mantiene a las personas en el fondo del barril, da pie a abusos de los parásitos sociales, de políticos sin escrúpulos, de personas y entidades individuales que ven en esa ignorancia y en esa dependencia una oportunidad. Y todo es resultado de una estrategia muy bien orquestada de la izquierda que unida, como nunca antes, pueden llegar a tomar el poder y aplastar a quienes luchamos por nuestra libertad individual poniendo la cara, sin que nos paguen para ello, aprovechando una oposición que con frecuencia aparece desunida, obtusa y cerrada.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

¿Desde cuándo emitir una opinión es ser corrupto, criminal o delincuente? Disentir es uno de los lujos de vivir en un mundo libre, y quienes defendemos la libertad defendemos el derecho que tienen todas las personas de expresarse independientemente de su ideología, raza, credo, posición social, u ocupación. Eso es vivir en un régimen democrático y libre. Todos iguales ante la Ley, mismos derechos y mismas obligaciones.

Esa mentalidad hipócrita que da lugar a la doble moral que tantos detestamos, protege políticos con denuncias claras ante el Ministerio Público sólo porque son de izquierda, mandan a Matamoros a cualquiera que opine algo contrario, defienden asesinos y no a sus víctimas, protegen a los invasores de tierras y no a los legítimos propietarios, justifican a quienes atacan físicamente a las empresas y secuestran y violan las leyes en lugar de defender a la empresa respetuosa de la ley, es el tipo de hipocresía que nos mantiene en el atraso. Esa mentalidad de “todos son” que da lugar a que se nos cierre el entendimiento. Hipocresía que muchas veces va de la mano con la corrupción, nuestros peores males sociales. Mientras sigamos solapando esa doble moral, Guatemala no saldrá del agujero negro al que nos están queriendo meter quienes ven en el rompimiento del orden constitucional el único modo de alcanzar el poder al que no logran llegar por las urnas, y están dispuestos a destruir y llevar a nuestro país a la debacle. Esos mismos que jamás critican lo que acontece en Venezuela, porque es eso mismo lo que desean para Guatemala.

José Martí nos dijo que la libertad es el derecho de todo ser humano de ser honesto, de pensar y hablar sin hipocresía. Es ahí dónde la hipocresía se convierte en tolerancia. De nosotros depende defender nuestra libertad individual.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo