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Trabajo como vocación

Redacción
01 de mayo, 2017

Los acontecimientos de la última semana han desviado la atención de fenómenos trascendentes en la vida de la sociedad guatemalteca. En un país cooptado de oportunidades fundamentadas en un Estado de Derecho, bajo el yugo de la legalidad con claros matices socialistas y el protagonismo bufonesco del Ministerio Público en los casos de alto impacto o mayor riesgo hace olvidar la acción ciudadana con el trabajo libre y honrado en las circunstancias totalmente adversas que marcan una falta de responsabilidad de Estado en extender y facilitar los mecanismos de desarrollo social.

El desempeño amoral, despersonalizado e inconsciente sobre todo para los seres humanos afectados por la pobreza en Guatemala. La señora jefe del Ministerio Público no debió en ningún momento asistir al evento donde se congratulan de su trabajo cuando su compañero de fórmula habla de que el 97% de la población de Guatemala trabaja desde la impunidad.

Parece que su acción no genera horrores ni inutilidades en la sociedad guatemalteca. Todo lo demás al igual que la reciente Orden del Quetzal se echan en un segundo saco donde no se magnifican la enorme catástrofe de vivir con un Ministerio Publico con cientos de civiles de casos en la impunidad. Parece que los cadáveres solo sirven para la publicidad como lo diría Miguel Ángel Asturias en Weekend en Guatemala.

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Guatemala no es la ciudad de Dios en la Tierra y la hecatombe producida por el miedo y terror de Estado encarnado en su grotesca publicidad de persecución de la injusticia aleja la esperanza de una convivencia pacífica que desemboca en problemas como los de la semana pasada. Para el Ministerio Público representa oportunismo de publicidad mientras que para los guatemaltecos es cotidianeidad vivida y sufrida sin que la acción sea un caso más estadístico de la Procuraduría General de La Nación. Nada se dijo o se publicó cuando un funcionario de  la embajada de América, en pleno estado de ebriedad,  colisionó a una estudiante universitaria en el Boulevard Los Próceres y donde tanto conductor fue totalmente irresponsable cuyo crimen quedo totalmente impune a pesar de haber intervenido Bomberos voluntarios, Ministerio Público, Policía Nacional Civil.

Quién vigila a los que vigilan. Parece que los actores de combatir la impunidad, la violencia y la impunidad en Guatemala son rebosantes de devoción por las buenas obras. Nadie se pregunta dónde estuvo Juan Carlos Monzón antes de que saliera a la luz como testigo protegido. Una cosa es cierta si lo sabían los mecenas de la salvación nacional.

Necesitamos un ordenamiento jurídico, dinámico y estable y no uno que provoque resentimiento, odio en lugar de esperanza. Que beneficie a todos aquellos que trabajamos con vocación de una Guatemala próspera, sin cadáveres para la publicidad.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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01 de mayo, 2017

Los acontecimientos de la última semana han desviado la atención de fenómenos trascendentes en la vida de la sociedad guatemalteca. En un país cooptado de oportunidades fundamentadas en un Estado de Derecho, bajo el yugo de la legalidad con claros matices socialistas y el protagonismo bufonesco del Ministerio Público en los casos de alto impacto o mayor riesgo hace olvidar la acción ciudadana con el trabajo libre y honrado en las circunstancias totalmente adversas que marcan una falta de responsabilidad de Estado en extender y facilitar los mecanismos de desarrollo social.

El desempeño amoral, despersonalizado e inconsciente sobre todo para los seres humanos afectados por la pobreza en Guatemala. La señora jefe del Ministerio Público no debió en ningún momento asistir al evento donde se congratulan de su trabajo cuando su compañero de fórmula habla de que el 97% de la población de Guatemala trabaja desde la impunidad.

Parece que su acción no genera horrores ni inutilidades en la sociedad guatemalteca. Todo lo demás al igual que la reciente Orden del Quetzal se echan en un segundo saco donde no se magnifican la enorme catástrofe de vivir con un Ministerio Publico con cientos de civiles de casos en la impunidad. Parece que los cadáveres solo sirven para la publicidad como lo diría Miguel Ángel Asturias en Weekend en Guatemala.

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Guatemala no es la ciudad de Dios en la Tierra y la hecatombe producida por el miedo y terror de Estado encarnado en su grotesca publicidad de persecución de la injusticia aleja la esperanza de una convivencia pacífica que desemboca en problemas como los de la semana pasada. Para el Ministerio Público representa oportunismo de publicidad mientras que para los guatemaltecos es cotidianeidad vivida y sufrida sin que la acción sea un caso más estadístico de la Procuraduría General de La Nación. Nada se dijo o se publicó cuando un funcionario de  la embajada de América, en pleno estado de ebriedad,  colisionó a una estudiante universitaria en el Boulevard Los Próceres y donde tanto conductor fue totalmente irresponsable cuyo crimen quedo totalmente impune a pesar de haber intervenido Bomberos voluntarios, Ministerio Público, Policía Nacional Civil.

Quién vigila a los que vigilan. Parece que los actores de combatir la impunidad, la violencia y la impunidad en Guatemala son rebosantes de devoción por las buenas obras. Nadie se pregunta dónde estuvo Juan Carlos Monzón antes de que saliera a la luz como testigo protegido. Una cosa es cierta si lo sabían los mecenas de la salvación nacional.

Necesitamos un ordenamiento jurídico, dinámico y estable y no uno que provoque resentimiento, odio en lugar de esperanza. Que beneficie a todos aquellos que trabajamos con vocación de una Guatemala próspera, sin cadáveres para la publicidad.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo