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De propuestas inestables

Redacción República
03 de mayo, 2017

Por: José Gálvez

“Educación gratis para todos” decía Bernie Sanders en su campaña política.

La propuesta no ha muerto. La gobernación del Estado de Nueva York está intentado promover una propuesta que en principio existió para apelar al sector más joven de los electores estadounidenses.

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 Pero ya lo explicaba Ludwig von Mises en una entrevista en la Universidad de Estocolmo: nada es gratis.

En aquella ocasión, von Mises hablaba de cómo las conferencias “gratuitas” solamente eran subsidiadas por los estudiantes que no tenían interés en asistir para los que sí lo tenían. En cambio, cobrando la entrada a las conferencias, éstas serían pagadas por quienes realmente tenían interés en asistir.

Con la educación pasa algo similar. En el caso de Nueva York, la propuesta es ineficiente e inestable por varias razones. En primer lugar, hay que aclarar que la educación “gratuita” es subsidiada por los contribuyentes. Así, el costo de estudiar en una Universidad, que es de $25, 000 aproximadamente, es cubierto por los impuestos de los ciudadanos neoyorquinos.

De esta cuenta, es importante establecer que en muchos de los casos, el costo será mayor que el beneficio. Y es que en cualquier transacción económica, no vale la pena invertir más de lo que se gana, porque es una evidente pérdida.

Y podemos establecer que muchas veces será una pérdida porque la educación superior no es indispensable para vivir, por lo que muchas veces será solamente una carga económica para el Estado y no una herramienta de éxito para quien la utiliza.

En la misma línea, hay que tomar en cuenta los casos en los que los estudiantes se cambien de carrera o abandonen la Universidad. El costo de esto también lo pagan los contribuyentes.

Si el prospecto económico de la propuesta es que los futuros profesionales cubran con sus futuros impuestos el beneficio, es fácil derrotar ese argumento con el hecho de que no todos los trabajadores ganarán lo mismo que recibieron, dadas las bajas tasas de ingresos y los salarios poco competitivos que ofrece el mercado para los profesionales recién egresados. Y esto, porque buenas notas de universidad no son para ninguna empresa ni empresario el único referente de un buen trabajador, que reporte ganancias a su empresa y cuyo costo sea menor que el beneficio.

La propuesta de Nueva York no solo pretende incrementar la carga tributaria, disminuyendo así el poder adquisitivo de los ciudadanos tanto en valor real como nominal del cual disponen para su propia libertad económica, en un país que debería ser el más libre del mundo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

De propuestas inestables

Redacción República
03 de mayo, 2017

Por: José Gálvez

“Educación gratis para todos” decía Bernie Sanders en su campaña política.

La propuesta no ha muerto. La gobernación del Estado de Nueva York está intentado promover una propuesta que en principio existió para apelar al sector más joven de los electores estadounidenses.

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 Pero ya lo explicaba Ludwig von Mises en una entrevista en la Universidad de Estocolmo: nada es gratis.

En aquella ocasión, von Mises hablaba de cómo las conferencias “gratuitas” solamente eran subsidiadas por los estudiantes que no tenían interés en asistir para los que sí lo tenían. En cambio, cobrando la entrada a las conferencias, éstas serían pagadas por quienes realmente tenían interés en asistir.

Con la educación pasa algo similar. En el caso de Nueva York, la propuesta es ineficiente e inestable por varias razones. En primer lugar, hay que aclarar que la educación “gratuita” es subsidiada por los contribuyentes. Así, el costo de estudiar en una Universidad, que es de $25, 000 aproximadamente, es cubierto por los impuestos de los ciudadanos neoyorquinos.

De esta cuenta, es importante establecer que en muchos de los casos, el costo será mayor que el beneficio. Y es que en cualquier transacción económica, no vale la pena invertir más de lo que se gana, porque es una evidente pérdida.

Y podemos establecer que muchas veces será una pérdida porque la educación superior no es indispensable para vivir, por lo que muchas veces será solamente una carga económica para el Estado y no una herramienta de éxito para quien la utiliza.

En la misma línea, hay que tomar en cuenta los casos en los que los estudiantes se cambien de carrera o abandonen la Universidad. El costo de esto también lo pagan los contribuyentes.

Si el prospecto económico de la propuesta es que los futuros profesionales cubran con sus futuros impuestos el beneficio, es fácil derrotar ese argumento con el hecho de que no todos los trabajadores ganarán lo mismo que recibieron, dadas las bajas tasas de ingresos y los salarios poco competitivos que ofrece el mercado para los profesionales recién egresados. Y esto, porque buenas notas de universidad no son para ninguna empresa ni empresario el único referente de un buen trabajador, que reporte ganancias a su empresa y cuyo costo sea menor que el beneficio.

La propuesta de Nueva York no solo pretende incrementar la carga tributaria, disminuyendo así el poder adquisitivo de los ciudadanos tanto en valor real como nominal del cual disponen para su propia libertad económica, en un país que debería ser el más libre del mundo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo