Masaru Abe rompió el record mundial de wheelies o caballitos tras conducir su motocicleta, una Yamaha Jog, por 13 horas seguidas en la pista Kawaguchi Auto Race en Saitama, Japón.
Pese a no poder lograr llegar su meta de 600 kilómetros, Abe rompió el récord anterior de 331.0159 kilómetros completando 500.5322 kilómetros a caballito. Como referencia, el piloto viajó la distancia entre Nueva York hasta Pittsburg sin bajar la rueda frontal y sin hacer pausas.
Pese a la forma oval de la pista, Abe mantuvo una velocidad constante de 40 kilómetros por hora manteniendo un balance sobrehumano. El dos veces campeón mundial de la categoría 125 Haruchika Aoki dijo de la hazaña: “Yo no podría hacer wheelies y mantener el control en una motoneta de 4 tiempos, en especial aquí, donde hay tanto viento.
Después de 12 horas continuas, Abe gritaba “¡duele, odio esto! ¡Quiero parar! Sin embargo, agregó: “¡Tú puedes, no te detengas!”. Una hora después, el dolor físico fue quien terminó por ganar. “Si yo no hubiese seguido cuando creí haber alcanzado mi límite, alguien más lo hubiese hecho”, dijo. “Este es el mayor dolor que he sentido. Me dolían ambos brazos y no los podía mover. Tenía la vista borrosa y solo estaba medio consiente. Estaba deshidratado, jamás experimenté algo así”, dijo a la prensa.
Masaru Abe rompió el record mundial de wheelies o caballitos tras conducir su motocicleta, una Yamaha Jog, por 13 horas seguidas en la pista Kawaguchi Auto Race en Saitama, Japón.
Pese a no poder lograr llegar su meta de 600 kilómetros, Abe rompió el récord anterior de 331.0159 kilómetros completando 500.5322 kilómetros a caballito. Como referencia, el piloto viajó la distancia entre Nueva York hasta Pittsburg sin bajar la rueda frontal y sin hacer pausas.
Pese a la forma oval de la pista, Abe mantuvo una velocidad constante de 40 kilómetros por hora manteniendo un balance sobrehumano. El dos veces campeón mundial de la categoría 125 Haruchika Aoki dijo de la hazaña: “Yo no podría hacer wheelies y mantener el control en una motoneta de 4 tiempos, en especial aquí, donde hay tanto viento.
Después de 12 horas continuas, Abe gritaba “¡duele, odio esto! ¡Quiero parar! Sin embargo, agregó: “¡Tú puedes, no te detengas!”. Una hora después, el dolor físico fue quien terminó por ganar. “Si yo no hubiese seguido cuando creí haber alcanzado mi límite, alguien más lo hubiese hecho”, dijo. “Este es el mayor dolor que he sentido. Me dolían ambos brazos y no los podía mover. Tenía la vista borrosa y solo estaba medio consiente. Estaba deshidratado, jamás experimenté algo así”, dijo a la prensa.